miércoles, 12 de julio de 2017

Bueno, ¿y qué?





Ahora, cuando vuelven las calores, Adolfo Suárez Illana decía ayer martes en los Cursos de Verano de la Universidad Católica de Valencia que la Ley de Memoria Histórica le parece “aberrante y signo de desunión” durante su conferencia  “El éxito de la Transición”. Cuenta ABC: “Preguntado concretamente por la Ley de Memoria Histórica, Suárez Illana ha afirmado: "La memoria histórica, ¿qué significa?, ¿Que tengo que quitarle la calle a un general franquista y mantenérsela a un general del ejército rojo? Sinceramente, yo por Largo Caballero [que no fue militar, como sabe el lector] no tengo ningún respeto, me parece un salvaje”. Allí se encontraban presentes, entre otros, Francisco Camps y el cardenal Cañizares.  Adolfo Suárez Illana, hijo de Adolfo Suárez González y figura clave de la Transición, había tenido dos padrinos en tiempos de Franco: Fernando Herrero Tejedor y Torcuato Fernández Miranda, y había sido durante el franquismo procurador en Cortes por Ávila, gobernador civil de Segovia, director general de Radiodifusión y Televisión, vicesecretario general del Movimiento y ministro-secretario general del Movimiento en el primer  Gobierno de Arias, desde el 11 de diciembre de 1975. Cuando en julio de 1976 Juan Carlos I le encargó la formación del segundo gobierno de su reinado y el consiguiente desmontaje de las estructuras franquistas, Suárez era un perfecto desconocido para una mayoría de los españoles. Lo que vino después puede consultarse en las hemerotecas. Yo dispongo de dos fuentes esenciales para intentar entender ese laberinto llamado Transición. Si se tratase del mundo del comercio, diría: “al contado” y “a plazos”. “Al contado”, o sea, de una sóla vez, siempre recurriendo al libro “Nosotros, la Transición” (Julia Navarro. Ediciones Temas de Hoy. Madrid, 1995). “A plazos”, mediante el “buceo” en la revista semanal Cambio 16, cuyos ejemplares tengo encuadernados desde 1974 hasta  la llegada al Gobierno de Felipe González, en 1982. Como pueden observar, voy sobrado si me atengo al criterio de Carmen Díez de Rivera, que acotaba la Transición “desde 10 minutos después de la muerte del Franco [puesta en marcha de la Operación Lucero] hasta el  28 de octubre de 1982”. Dicho eso, entiendo que Adolfo Suárez Illana sienta un nulo respeto hacia la Ley 52/2007 de 26 de Diciembre, aprobada en las Cortes Generales durante el mandato de Rodríguez Zapatero. Pero Suárez Illana se deja algo en el tintero: es posible que Rodríguez Zapatero no tuviese los arrestos suficientes para pinchar la burbuja inmobiliaria; y que Fernández Ordóñez tampoco, a la hora de acabar desde su posición de gobernador del Banco de España con  el desastre cantado de unas cajas de ahorros arruinadas por malos gestores, entre ellos políticos y sindicalistas, que ofrecían humo a  determinados clientes, a los que les venía justo firmar, con las vergonzosas “preferentes”, con la picaresca de las abusivas “cláusulas suelo” en las hipotecas, etcétera. Pero la causa de la causa, que fue causa de la causa misma, venía de la etapa Aznar y la liberalización del suelo. Hubo otra causa de la causa, las explosiones en los trenes de cercanías en Madrid. ¿A alguien le suena la fatídica reunión de las Azores de Barroso, Blair, Bush y Aznar que precipitó la invasión de Irak? Para terminar, y puesto que líneas más arriba hacía referencia a las hemerotecas, terminaré recomendando la lectura de “Yo sí, señor Presidente”, artículo de Suárez Illana publicado en El Mundo el 27 de octubre de 2015. Toda una perorata infumable para señalar que daría su voto a Rajoy. Bueno, ¿y qué?

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