miércoles, 5 de julio de 2017

Pere Yunyent





Pere Yunyent se empeñaba en hablarme en catalán. Era catalán de Vilasar de Mar y hacía poco tiempo que le habían despedido de un negocio de neumáticos.  Yo le escuchaba y siempre le respondía: “Claro, claro...”. Y cuando Pere Yunyent terminaba  sus extensas exposiciones sobre las cuestiones más nimias siempre terminaba diciéndome: Escolta, el tema és molt complex”. Y yo me lo quedaba mirando como un gilipollas. Echaba espuma por la boca cuando hacía referencia a su antiguo patrono: “Era un cabró demolta cura. Es passava el dia posant la traveta”. “Sí, claro, claro”..., le respondia yo sin despeinarme. “Tots són iguals”. “Sí, claro, claro...”. Algunos fines de semana nos acercábamos a Andalucía de noche, que estaba lleno de tipos de la cáscara amarga. Tomábamos una cerveza Moritz y nos marchábamos. Nunca se me ocurrió decirle que esa cerveza la fabricaban en Zaragoza. Estoy seguro que hubiese dejado de hablarme. “Dia arribarà en què Catalunya sigui una república independent”. “Sí, claro, claro...”. Pere Yunyent había estado en primera línea del frente, en Guadalajara. “No vegis com corrien els italians. Eren molt covards”. “Sí, claro, claro...”. Pere Yunyent vivía en la calle de Valencia,536, en los llamados Encantes Nuevos. Muchas tardes Pere Yunyent solía ir a un cine de la calle Enamorados: Por la noche, durante la cena, me contaba las películas. Y yo le escuchaba atento cuando él me decía “com havien acabat amb els indis els del Setè de Cavalleria. Una passada, escolta”. “Sí, claro, claro...”. Pere Yunyent y su mujer disponían de habitaciones a pupilaje a finales de los 60. Y con ellos estuve un tiempo, no recuerdo cuánto. Mi etapa en Barcelona fue corta. Tardé en volver. Cuando volví muchos años más tarde descubrí que La Sagrada Familia tenía más hechuras y di por hecho que Pere Yunyent ya estaría criando malvas y olvidado por todos, como ocurre siempre con los actores de las películas de indios, hasta con Rin Tin Tin, el astuto pastor alemán del Regimiento 101, sobre el que dicen que murió en brazos de Jean Harlow.

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