martes, 22 de agosto de 2017

A propósito del monumento al "crucero Baleares"





Hace pocas fechas escribía sobre las dos tragedias del vapor “Cabo Machichaco” ocurridas en la bahía de Santander: la primera, el 3 de noviembre de 1893, al estallar dos bodegas de proa; y la segunda, el 21 de marzo de 1894, al intentarse rescatar parte de la dinamita que todavía contenía en su interior. Pues bien, también comenté que en su triste recuerdo existe un monumento en el lugar aproximado de la explosión, obra del escultor ovetense Cipriano Folgueras. Ello viene a cuento con la pretendida demolición del monumento erigido en 1947 en recuerdo de los tripulantes fallecidos en el crucero “Baleares”, torpedeado y hundido el 6 de marzo de 1938 cerca de la isla de Formentera. Fallecieron 788 marineros incluido el almirante Vierna. Aquello fue un acto de guerra y como consecuencia de un ataque de varios destructores. Un crucero, por cierto, en el que pretendió enrolarse Juan de Borbón sin éxito al impedirlo Franco. Sobre ese desastre marino se hizo una película, “El crucero Baleares”, dirigida por Enrique del Campo, con guión de Antonio Guzmán Merino, al más puro estilo franquista. La película, con un metraje de de 85 minutos, fue exhibida en pase privado el 10 de abril de 1941 en el Ministerio de Marina. Las autoridades franquistas ordenaron su posterior destrucción y no se llegó  a estrenar comercialmente, pese a su anuncio para el 12 de abril de 1941 en el madrileño  Cine Avenida. Juan Antonio Martínez-Bretón señala al respecto: “El guión aprobado se estructuró en dos partes. La primera, denominada ‘El martirio’, dedicada a la zona republicana, y la otra, ‘La Gloria’, centrada en la zona rebelde. Dentro del más puro estilo de utilización propagandística,  en ‘El Martirio’ la marinería republicana es mostrada de forma grosera, y sus cabecillas, cuyos motes responden a ‘el Rubio’, ‘el Responsable’ y ‘el Gorila’, son la perfecta representación de la ruindad humana y responsables de la insubordinación e insurrección contra los mandos del crucero ‘Miguel de Cervantes’. Tras un juicio sumario, los oficiales refractarios a la causa revolucionaria son arrojados al mar, mientras que los altos mandos son ejecutados. Sin embargo, la segunda parte, ‘La Gloria’, refleja la gallardía de los hombres de bien. Fieles soldados de la patria al servicio de la causa nacional, que se divierten y que disputan con honor los favores de las mujeres. Finalmente, el crucero ‘Baleares’ es alcanzado por un torpedo ‘rojo’. Y, según el argumento oficial recogido por Fernández Cuenca, ‘bajo las primeras luces del día, los marinos, formados en cubierta y con las gorras en alto, cantan el Cara al sol; el 'Baleares' y sus hombres desaparecen bajo las aguas”. Ahora, las actuales mayorías de izquierdas que gobiernan en el Ayuntamiento de Palma, y también en el Consell de Mallorca, llevan meses abogando por la inmediata demolición de esa estatua, al considerarla un memorial fascista. Y así debería ser, de conformidad con la Ley de Memoria Histórica. Muertos de la Guerra Civil hay diseminados por todas las cunetas y campos de la España. Pero el  Gobierno que preside Rajoy ni dota de los medios económicos necesarios para el cumplimiento de la Ley 52/2007 de 26 de Diciembre, ni condena el golpe de Estado de 1936 ni los crímenes del franquismo. Con esos mimbres no se puede hacer un buen cesto.

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