domingo, 20 de agosto de 2017

España, de luto





A mi entender, llenar las calles y plazas públicas de bolardos y pesados maceteros de hierro fundido en evitación de posibles ataques terroristas conduciendo furgonetas o vehículos pesados tiene mas inconvenientes que ventajas. ¿Qué sucedería si tuviese que entrar con urgencia a esa calle bloqueada una ambulancia o los bomberos? Pretender disminuir un riesgo creando otro no parece que sea una buena solución a nuestros ataques de miedo. No se pueden poner puertas al campo, salvo que sea de fútbol. ¿Se evitaría con esos obstáculos posibles ataques yihadistas? Entiendo que no. Como bien sostiene hoy Rubén Amón en un artículo de El País: “¿Dónde está aquí el enemigo? ¿Qué territorio ocupa? ¿Cuándo lo consideramos aniquilado? (...) No es posible fichar ni seguir a cualquier musulmán que sienta como propia la llamada yihad. No puede controlarse el terrorismo imitativo ni es viable amurallar las ciudades de bolardos y cámaras. (...) Los únicos remedios concretos no van a emprenderse nunca. Porque implican la acusación de Arabia Saudí y de las satrapías del Golfo como divulgadoras y financiadoras de la doctrina letal del wahabbismo”.  Por muchos bolardos que se instalen en  calles y plazas, siempre habrá un tipo, en ocasiones menor de edad, con un cuchillo, un hacha, o un cinturón de explosivos, dispuesto a convertirse en mártir,  llevándose por delante todo lo que encuentra. Y mientras esas cosas acontecen, Jaime Mayor Oreja, que fue ministro del Interior entre 1996 y 2001, y al que la Universidad Católica de Valencia le ha entregado la dirección de la Cátedra Tomás Moro,  señala que “los españoles merecerían que les explicaran los atentados en español”, y así se lo ha indicado a Ferrer Molina en una entrevista en El Español. Supongo que Mayor Oreja habrá querido decir “dar explicaciones en castellano”. ¿Acaso el idioma catalán no forma parte de la cultura española? Mayor Oreja debería conocer que el Estatuto de Autonomía  de Cataluña, en su artículo 6.a., señala: “El catalán [...] es la lengua de uso normal y preferente de las Administraciones públicas y de los medios de comunicación públicos de Cataluña, y es también la lengua normalmente utilizada como vehicular y de aprendizaje en la enseñanza”.  Que el consejero de Interior del Govern, Joaquim Forn,  la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, o el jefe de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluis Trapero, diesen explicaciones públicas en catalán ante los micrófonos sobre la tragedia de Barcelona se me antoja de lo más natural. Lo raro hubiese sido que lo hicieran en tagalo o en kirundi. Declarar, como ha declarado el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoído, que la célula terrorista que atentó el pasado jueves en Barcelona y Cambrils “como grupo organizado ya no existe”, es como para preocuparse. ¿Cómo  puede hacer tal afirmación ese ministro cuando todavía hay terroristas sin detener? La CIA había avisado del peligro. ¿No será que existe una clara descoordinación entre el CNI y el Govern de Cataluña? No lo sé, sólo me lo pregunto sin encontrar respuesta. En fin, lo que interesa ahora es la evolución de los heridos, muchos de ellos de extrema gravedad.

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