martes, 31 de octubre de 2017
a bordo del tacatá
lunes, 30 de octubre de 2017
Nunca lo supo Franco
sábado, 28 de octubre de 2017
Viajar con dos billetes
Este es un país donde hay individuos que siempre van de
gorra: en el teatro, en el tren... Otros viven a la gorra, es decir, mostrando
su talento en la calle y pasando el platillo a los presentes para poder
sobrellevar los azares de la existente crisis. Por estos pagos de
Carpetovetonia se sueña con un Gobierno,
el que sea, que nos rebaje el recibo de la luz mediante acuerdos con las
compañías eléctricas; el del teléfono, con convenios con las compañías
operadoras; la compra de coches utilitarios o electrodomésticos mediante
un oportuno plan “Renove”, etcétera. Recuerdo que siendo niño, cuando montaba con
mis padres en el tren y echábamos el día entero para recorrer apenas doscientos
kilómetros, me recalcaban que dijese al revisor, si éste me lo preguntaba, que
todavía tenía seis años. A los siete era necesario pagar el importe de medio
billete. Y cuando aparecía el revisor por nuestro compartimento, mi padre le
enseñaba los billetes y una cartilla con tapas de cartoné, que no era cosa distinta
a un documento donde se certificaba que formábamos “familia numerosa”, por el que quedaba justificado un veinte por
ciento de descuento. Cuando el revisor me preguntaba la edad, yo le respondía
que tenía seis años y que todavía no había hecho la primera comunión. El
revisor fruncía el ceño y ahí quedaba la cosa. Otros pasajeros le enseñaban un “kilométrico”
por tratarse de empleados de Renfe. En definitiva, el billete completo no lo
pagaba casi ningún viajero. Algo parecido a lo que aquí describo exponía en un
artículo Julio Camba: “Consideren
ustedes que, si un cincuenta por ciento de los viajeros circulan gratis por
nuestras líneas ferroviarias, no lo hacen jamás a expensas de las compañías
–una compañía de ferrocarriles no es una institución filantrópica--, sino a
expensas del otro cincuenta por ciento. Es decir, que al tomar mañana un
billete, pongamos por caso, de Madrid a Irún, más que un billete yo vendré,
realmente, a tomar dos: uno para mí y el otro para un señor indeterminado cuyos
gastos de transporte correrán ese día por mi cuenta. El español no viaja nunca
solo, y por eso le cuesta tan caro viajar”.
Niño Ricardo
Leo hoy en El correo
de Andalucía que “la Federación Provincial de Entidades Flamencas de
Sevilla organizará un ciclo para
llevar de peña en peña la memoria y la obra de uno de los guitarristas
más importantes que ha dado Sevilla, el Niño Ricardo, creador de una de las escuelas más
importantes de la guitarra flamenca”. Manuel
Serrapí Sánchez nació el 11 de julio de 1904 en Sevilla, en la calle
Almudena de la plaza de Argüelles, conocida hoy como plaza del Cristo de
Burgos. Murió en esa misma ciudad en 1972. Humberto
J. Wilkes le hizo una biografía al guitarrista y dejó escrito lo siguiente:
“De Javier Molina aprendió mucho
para el acompañamiento. De Ramón Montoya
sus armonías, arpegios y dulzura, pero luego dio más relieve a sus falsetas. De
Manolo de Huelva tomó el ritmo, la
gracia y ese aire tan especial, sobre todo, por bulerías”. Grabó con los
mejores cantaores de la época: Niña de
los Peines, Porrina de Badajoz, Pepe Pinto, Antonio Chacón, Antonio
Mairena... Con su segundo apellido, Serrapí,
compuso coplas que llegaron a alcanzar gran difusión, como “El emigrante”, “El rey de la
carretera”, “Su primera comunión”
y otras, que tanta fama dieron a Juanito
Valderrama; o “La madrugá”, que cantaba Antonio Molina. Contaba Manuel
Román (Libertad Digital,
20/01/13) que “El emigrante” se le
ocurrió a Valderrama mientras representaba un espectáculo en un teatro de
Ponferrada. Escuchó unas notas de guitarra, totalmente improvisadas, de Niño Ricardo
, que era quien lo acompañaba entonces en el escenario. Ya en su camarín, le
pidió que no las olvidara. Y en la factura de un hotel, no teniendo mejor papel
a mano, Juanito
Valderrama comenzó a escribir: "Me voy a hacer un
rosario, con tus dientes de marfil...". Esa primera frase la
cambiaría algunas veces con el transcurso del tiempo y en vez de “me voy”, diría “tengo que”. Según Manuel Román, “pasados unos días, remató aquella
letra, hallándose de gira en Tánger. Fue allí donde ensayó la copla entera, con
la composición musical de su guitarrista. Dado que Valderrama no
sabía música y componía de oído, tuvieron que recurrir al maestro Manuel
Pitto, quien dirigía la orquesta del espectáculo, y el que puso en
papel pautado aquellas notas. Por entonces, la Sociedad General
de Autores exigía ese procedimiento. Lo que obligó a Valderrama
y a Niño
Ricardo a compartir sus derechos de autor con tal maestro. En
principio, ‘El emigrante’ lo estrenó Juanito Valderrama a ritmo de
bolero flamenco, aunque como lo grabó varias veces llegaría a conocerse también
como pasodoble, incluso por bulerías. No gustó las primeras veces que lo
interpretó cara al público pero tras registrarlo por vez primera en disco, año
1947, fue tal el éxito que sonaba a diario en todas las emisoras de radio. A Franco
le gustaba mucho y Valderrama lo complació (sic) más de una vez. Pero el
artista me confió esto: ‘Decía que era una canción muy patriótica. No debía
darse cuenta de que iba en contra de su política, pues su argumento no es otro
que el de tantos exiliados españoles que vivían fuera de España en la
postguerra’”. En la tumba de Manuel
Serrapí, en el cementerio de Sevilla hay
un monumento que representa a un ángel, con una guitarra entre sus manos
alzándola al cielo. Existe otro monumento desde 2004 en la plaza donde nació.
En la parte frontal del pedestal aparece una placa con la siguiente leyenda:”NO8DO/ Monumento erigido al genial
guitarrista/ Manuel Serrapí Sánchez/ “Niño Ricardo”/ a iniciativa de la peña
que lleva su nombre/ y del Excmo. Ayuntamiento de Sevilla/ Sevilla 2004 en el
Centenario de su nacimiento/ Escultor: Jesús Gavira Alba”.
viernes, 27 de octubre de 2017
Sequía
El Gobierno está convencido de la necesidad de aplicar el
artículo 155 de la
Constitución contra el intento de secesionismo catalán.
Bueno, pues adelante con los faroles. Pero, digo yo, ¿qué artículo
constitucional habrá que aplicar para que cese la pertinaz sequía? Los pantanos casi no disponen de agua, de
llover no está y eso de sacar a los santos en procesión sólo resulta positivo
cuando baja el barómetro de forma considerable y, también, cuando las avionetas
dejan de lanzan a las nubes yoduro de plata, aunque no exista constancia
oficial. Lo cierto es que los campos están resecos y agostados y que san Isidro, el santo más procesionado
dada su fama de zahorí, pocero y taumatúrgico, no escucha las súplicas de los
agricultores y ganaderos desde hace mucho tiempo. El desierto es como una
mancha de aceite que avanza por Almería y ya no hay quien lo detenga. Señala el
mapa de seguimiento de la sequía de Ministerio de Agricultura, Pesca,
Alimentación y Medio Ambiente que el cuadrante noroeste de la península se
encuentra en estado de emergencia. Pero nada es nuevo. Este país ha estado en
situación de sequía el 54% del tiempo desde hace 36 años. Es un componente
normal de climas mediterráneos y las sequías no se pueden gestionar como algo
excepcional y que no está previsto. La solución sólo pasa por el ahorro de
agua. Por lo tanto, para recuperar un cierto reequilibrio, además de frenar
totalmente el crecimiento del consumo de agua, resulta necesario reducir progresivamente
la superficie regada. No hay que olvidar que el problema no es el agua de boca,
cifra insignificante si se compara con el riego de campos de cultivo (más de 4 millones de hectáreas) que consumen
más del 80% de los recursos hídricos. Aprovecho para decir que en Aragón,
región en la que resido, nunca sobró agua. Hubo un proyecto de trasvase del
Ebro que iba a costar 4.000 millones de euros y que finalmente no se llevó a
cabo. Era una locura más del Gobierno que presidió Aznar, como lo fue aquella liberación del suelo, que terminó con la
burbuja del ladrillo y el empobrecimiento de los españoles. El PP aprobó el trasvase del Ebro en el año 2001 y en
febrero de 2004 Aznar colocó la primera piedra del pretendido trasvase en su
extremo sur, en Almería. Pero ese mismo año Rodríguez Zapatero llegó a La Moncloa y el PSOE se apresuró a derogar dicho
proyecto, que hasta entonces aparecía incluido en la ley del Plan Hidrológico
Nacional. En junio de 2004, cuatro meses después de que el PP hubiera colocado
la primera piedra del trasvase del Ebro, el PSOE daba carpetazo al proyecto. A
mi entender, fue una acertada decisión.
jueves, 26 de octubre de 2017
Dos exposiciones interesantes
Los recuerdos se van borrando de la mente, o se quedan varados en el hipotálamo, o en la amígdala, o
en no sé dónde como una plomada en el fondo del río. Acabo de visitar la
exposición en el zaragozano Palacio de Sástago, “Dicen que hay tierras al Este”, donde se hace continua referencia
a los vínculos de Aragón con Cataluña durante los siglos XVIII-XX desde la
perspectiva económica, artística y cultural. Me ha impresionado una carta
manuscrita de Santiago Ramón y Cajal y un gorro militar del general Prim igual que el que porta en la batalla
de Tetuán al mando de 446 voluntarios catalanes en el cuadro de Francisco Sans i Cabot (1865), o en el
retrato extraído de El Museo Universal
(número 40, pág. 316, Madrid, 4 octubre 1868).
Aprovecho para recomendar a todo aquel que sepa catalán el libro Guerra d’Àfrica (1859-1860) de Alfredo
Redondo Penas (Cossetània Edicions) Muy interesante. La exposición estará abierta
al público hasta el 8 de enero. Y hace pocos días pude ver otra gran exposición,
“Mirada y relato”, en La Lonja, sobre la obra de Ignacio Fortún, pintor y amigo. De
entre todos los cuadros expuestos, me llamó la atención uno óleo sobre lienzo
de 100x 80 pintado en 1985 y en propiedad del Ayuntamiento de Tauste. Se titula
“Los calamares están duros”, algo
parecido. A propósito de esa obra, recuerdo que en octubre de 1986 pude ver una
exposición de Fortún que me impresionó. Era la primera que veía de ese pintor.
Le escribí un artículo en Heraldo de
Aragón y a los pocos días recibí un regalo suyo, consistente en el boceto a
lapicero de aquella obra. Ahora, después de tantos años he logrado ver el
resultado final, es decir, el óleo que no conocía. Reconozco que en el boceto
que conservo en casa hay diferencias en las caras del camarero, la señora y la
niña. El marido es igual, pero sin bigote. La niña lleva puestas unas gafas de
buceo, en el regazo sostiene la misma cacerola, y come ese algodón de azúcar.
La madre se está llevando a la boca una sardina en salmuera. Con la otra mano
también porta el báculo lleno de caramelos. Todos ellos tienen aire de
cansancio y parece que hubiesen hecho una pausa en el camino, derrotados de
callejear y de visitar tómbolas de feria. Pero en el cuadro de Fortún no deja
de llamarme la atención las miradas de todos ellos. Tanto la niña, vestida de
baturra, como su madre, que pareciese no tener fuerza para hincarle el diente
al bocadillo de duros calamares, permanecen silentes mirando hacia la supuesta
calle; el marido y el camarero, en cambio, dan la sensación de que tuviesen la
mirada perdida hacia el supuesto televisor donde se emite un programa tedioso.
Ninguno de los cuatro tiene nada de qué hablar en lo que se me antoja como una
tarde interminable. La exposición estará abierta hasta finales de año. Llaman
la atención las pinturas de naves industriales y paisajes de tejados sobre
chapas de zinc y aluminio que toman vida con el reflejo de lámparas. Son
amaneceres y atardeceres de paisajes sórdidos, salpimentados con un cierto aire
inquietante. Los recuerdos se terminan borrando, pero el arte permanece. Menos mal.
martes, 24 de octubre de 2017
Isaac Gormedino, carnes y menuceles
A partir de ahora, cada vez que me acerque a la tienda de Isaac Gormedino, mi carnicero de toda
la vida, para pedirle un kilo de ternasco de Aragón, deberé preguntarle si en
el peso ha tenido en cuenta el “equilibrio
de Watt”, que permite comparar la energía mecánica
con la electromagnética a través de una corriente y una masa, valiéndose de un
láser. Y si se pusiera chulito y se cagase en el kilopondio hasta le podría
amenazar con acudir a la Oficina Internacional de Pesas y Medidas situada en Sèvres.
Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad, que no lo digo yo sino que lo
cantaba Miguel Ligero en la película
“La verbena de la Paloma”, y de poco
sirve lo que de niño me enseñaron en la escuela. En Sèvres está guardado bajo
siete llaves un cilindro hecho de una aleación de platino, al 90%, y de iridio,
al 10%, y de una altura de 39 milímetros. Pero resulta que ese cilindro
puede cambiar de masa con el tiempo. Dicho en plata: para definir el kilogramo
habrá que tenerse en cuenta la constante
de Planck. Seguro que Isaac Gormedino, carnicero y amigo, me preguntará si
hoy me he tomado la pastilla. Y casi seguro, también, que dejará la tienda en
manos de su ayudante y me invitará a tomar una copita de anís Las Cadenas, de finísimo paladar, en el pequeño ambigú del andén de la Estación. Isaac es hombre de buen carácter y de fácil conformar, pero ello no
quita que le recuerde que a los tenderos que sisan en la balanza habría que
lanzarles al otro lado del mostrador una bomba de palenque, o tirarlos
barranco abajo, donde los alacranes y las zarandillas rabicortas toman el sol
de mediodía y las culebras se enroscan.
--Bueno, ¡allá cada cual! Anda,
Isaac, invítame a otra copita de anís.
--Eso está hecho.
Ambos guardamos silencio.
lunes, 23 de octubre de 2017
Territorio "guiri"
Ya se sabe que los barrios típicos de las ciudades se
terminan degradando por la propia inercia de las cosas. Se llenan sus calles de
tiendas de trajes típicos, recuerdos, oropeles, restaurantes con camareros
vestidos de época, etcétera. Cuando una zona ciudadana se convierte en “territorio
guiri”, en las terrazas de los bares aparecen acordeonistas rumanos, la gitana
que te ofrece un ramito de romero, el vendedor ambulante de lotería al que le
faltan los dedos de una mano y los descuideros, que ya son legión. Mucha gente
sin oficio conocido, aprovechando la coyuntura turística española, ha hecho su
particular pequeña industria sin pagar impuestos estatales ni tasas municipales,
portando un puñado de globos, ofreciéndose de guía a cambio de unas monedas, pretendiendo
realizar in situ una caricatura al
minuto, o tratando de “vender” a un matrimonio de ancianos latas de escabeche y
trozos de queso envasado al vacío que se acaban de sustraer en un supermercado.
De la misma manera, los establecimientos hosteleros de ese “territorio guiri”
colocan de anzuelo en la puerta a una señora vestida con faralaes y ofrecen en
sus menús de las fachadas paellas y sangrías a grupos de turistas que todavía
confunden un tricornio de la Benemérita con una montera de torero, una charlotada con una corrida de toros
y un estoque de madera con la contundente espada del Cid Campeador. Hoy, en ABC de Sevilla,
Antonio Burgos se queja de la
degradación que ha sufrido el Barrio de Santa Cruz. Cuenta: “Antes, el Barrio
de Santa Cruz era uno más de Sevilla, vivido, habitado, simpático, hasta
catetito, con sus lecherías, sus despachos de pan y tortas, sus dulcerías, sus
ultramarinos, sus estancos. Con todos sus avíos”. (...) “Un barrio vivido y
verdadero. Sin un solo velador. Si un solo negocio turístico. Sin manadas de
japoneses detrás de una guía con una banderita. Una parte verdadera de Sevilla.
De la mejor Sevilla que nos dejó la Exposición Iberoamericana
de 1929”.
(...) “Ahora, a nadie se le ocurre hacer ese trayecto, sorteando trajes de
flamenca churris fabricados por los chinos colgados en las fachadas,
expositores de cerámica, de sombreros, cartelones de los restaurantes de las
paellas prefabricadas que huelen a perros muertos cuando las sirven en los
cientos de veladores que no nos dejan andar”. Pues eso no es nada para lo que
acontecen en el incómodo Benidorm, o en Toledo, con tantos escaparates de
armaduras y espadas dispuestas para ser vendidas a unos turistas a los que, más
tarde, cuando se largan, no se les permite subir al avión...
domingo, 22 de octubre de 2017
Elogio de las "gildas"
Los dos botes que tengo en mi cuarto de escribir y que
contienen bolígrafos y lapiceros son de aceitunas rellenas de anchoa. Uno de
ellos lo tengo recubierto con esas pegatinas pequeñas que vienen adheridas a
los plátanos de Canarias. Los domingos, antes de la comida de mediodía, suelo
prepararme un vermú con hielo y una rodaja de limón, de Bodegas Valdepablo, que actualmente fabrican en las naves de una
antigua azucarera de La Compañía de Alcoholes, en Terrer, próximo a Calatayud. Y como
con un pie no se anda, preparo unas “gildas”
al estilo de cómo se ofrecían en las viejas tabernas. Ensarto en un palillo una
aceituna sin hueso, una anchoa en salazón, una guindilla no muy grande y sin
rabillo y un trozo de pepinillo. Ya está. No hay nada más sencillo de hacer. Blas
Vallés, bodeguero de Olite (Navarra) se trasladó a San Sebastián para abrir
un despacho de venta de vinos y alquiló en 1942 un local en la calle Isabel la Católica. Su vino
navarro se abrió paso junto al vino rioja. A su despacho acudían los “mozos del
exterior” (maleteros) de la Estación
del Norte a tomarse el bocadillo que traían de casa y lo acompañaban con un
vaso de vino. En 1946, Vallés sacó en el
Ayuntamiento la licencia de taberna a la vez que seguía despachando vino a
granel. Popularizó el porrón y para acompañar
el vino, Blas Vallés solía sacar unas veces guindillas, otras aceitunas e
incluso anchoas. Uno de los clientes, Joaquín
Aramburu, alias Txepetxa empezó
a ensartar la guindilla, la aceituna y
la anchoa en un palillo. Corría el año 1946 y comenzó a llamar a aquella
banderilla “gilda”, en honor a la película de Charles Vidor que se había estrenado en España ese mismo año;
porque, según Aramburu, “era verde, salada y un poco picante”. Lo de “verde” y
un poco “picante” sería discutible. En realidad, todo el striptease de Rita Hayworth consistía en quitarse un guante,
aunque por ello recibiese un sopapo de Glenn
Ford. Y como en el cine nada es lo que parece, la canción “Amado mío” era un payback
con la voz de Anita Ellis. En
Zaragoza pueden degustarse unas magníficas “gildas” en el bar Gilda (San Pablo, 38) donde Sara Ruiz y Pablo Chueca
ofrecen en su barra los típicos vinagrillos de siempre, además de otras
especialidades, como jamón batido o paté de pimiento asado con nueces y boquerones y mermeladas de calabacín y naranja con arenque
y la aceituna. Como decimos en Aragón: de lo que tenemos, no nos falta de nada.
Caer la del pulpo
Lo cuenta Jesús Cacho,
aunque lo pone en boca de Enric Juliana
comentándolo en La Sexta: “La responsabilidad de Puigdemont es inmensa: en sus manos
está salvar a la Generalitat
de Cataluña”. ¿Por qué esa alarma? Por una razón fundamental: los herederos de Jordi
Pujol no pueden exponerse, en mi opinión, a que el Gobierno entre a
saco en la Generalidad
dispuesto a levantar las alfombras y sacar a relucir los trapos sucios de un
sistema clientelar que durante décadas ha vivido del robo sistemático de
recursos públicos. Esa es precisamente la gran baza de una utilización
inteligente del 155: desenmascarar un sistema corrupto de la cruz a la raya del
que viven no menos de 100.000 personas”. Joer, pues es verdad. Ahora vendrán
las auditorías internas y a algunos catalanes les va a caer la del pulpo,
expresión que se atribuye al duque de
Medina Sidonia, jefe de la flota de la Armada Invencible, el día en
que consultó a un marinero, Xosé Luis
Pazos de Ortigueira, alias El Pulpo,
sobre el estado de la mar. Éste le contestó al duque que se avecinaba una gran
tormenta. El duque hizo caso omiso a su advertencia, puso rumbo al Golfo de
Vizcaya dispuesto a enfrascarse en la Batalla de las Gravelinas contra los ingleses y
pasó lo que pasó, que les “cayó la del pulpo”, es decir, decenas de barcos
dispersos y una flota diezmada por las inclemencias del tiempo. En el tomo XIV de la Historia General de España, de Modesto
Lafuente, podemos leer el comentario Felipe
II al recibir la noticia de la derrota: “Yo envié mis naves a luchar contra
los hombres, no contra las tempestades...”, etcétera. Aquí ha quedado claro que
Mariano Rajoy no es Alejandro Lerroux, que no estamos en
1934 y que no se encuentra el vapor “Uruguay”
atracado en el puerto de Barcelona a la espera de acontecimientos. Menos mal.
viernes, 20 de octubre de 2017
La ruleta, la bola y el imán
Leo en El Español
que el dueño del licor de orujo Hijoputa,
el asturiano Rubén Lavandera Morís,
ha puesto a la venta la crema catalana Artículo
155”. Es
también el fabricante de las galletas Dulces orgías , el licor de
hierbas Cojonudo, licor de ron
escarchado, licor de hierbas escarchado, licor de crema de arroz con leche,
licor de sidra, licor de crema, licor de miel, pacharán, licor de café, licor
de naranja, licor de crema de chocolate blanco, licor de miel y licor de caramelo. De la misma manera, me consta que los
españoles buscan afanosamente el número 00155 de la Lotería de Navidad. Lo
mejor será que se lo pidan directamente al dueño de La Buixa d’Or, Xavier Gabriel, de Sort (Lérida), que ya ha afirmado que sus ventas
de lotería han crecido el 275% tras salir de Cataluña. La razón social de todos
sus negocios se ha ido a Navarra y su
sede fiscal a Madrid. Manuel Jabois,
en El País, entiende que “o se hace
la revolución, o se hace el ridículo. Cuando esto termine -sea con victoria o
derrota, signifique eso ya lo que quiera que signifique-, y lleguen las
consecuencias del destrozo, unos se quedarán pagando la factura y otros se irán
corriendo a refugiarse en su desconsideración y su fortuna. Gente que está ahí
por razones aventureras, para vivir emociones fuertes y jugar con las de los
demás; un ay you can eat ideológico con el que sentirse protagonistas
de la historia mientras levantan con una mano la bandera y con la otra se
llevan la sede de su empresa. Tienen la mitad del dinero en el rojo y la otra
mitad en el negro, y cuando vean que la bola va a caer se llevan la ruleta, me
dice un empresario en Barcelona, un gallego que lleva poniendo toda la vida la
ruleta, la bola y el imán. No va a ser diferente ahora. Nunca han pagado nada y
siempre ha sido mejor así; cuando se les ocurre pagar algo es porque piensan
cobrar el doble. A quien sea y como sea, en concepto de lo que sea”.
A propósito de los golpes de Estado
Estos días escucho y leo con demasiada frecuencia en los
medios que el Gobierno catalán ha dado un golpe de Estado a la democracia. Algunos periodistas lerdos hasta lo comparan con el 23-F. En este sentido, Vicenç Navarro, catedrático de Ciencias
Políticas y Políticas Públicas de la Universidad Pompeu
Fabra, ha dejado escrito (Público, octubre 18, 2017) algo que
deberíamos considerar: “Una persona, no sospechosa de simpatías
secesionistas, como Josep Borrell,
que fue presidente del Parlamento Europeo
y Ministro en el gobierno PSOE presidido por Felipe González, ha hecho una breve lista de los agravios y ofensas
a Catalunya. En 2005, el gobierno de izquierdas del tripartito, liderado por el
socialista Pasqual Maragall, propuso
un Estatut que redefiniera la
relación del gobierno de la
Generalitat con el
Estado español, proponiendo, entre otros elementos, el reconocimiento de
Cataluña como una nación dentro de un Estado plurinacional. Tal Estatut fue aprobado por el Parlament de Catalunya, más tarde
(modificado) aprobado por las Cortes Españolas, y por último, aprobado por el
pueblo catalán en un referéndum. Ahora bien, todo este proceso acumulativo de
decisiones tomadas por distintas soberanías fue completamente ignorado. Borrell
señala que elementos importantes de tal Estatut
fueron vetados por el Tribunal
Constitucional, controlado por el PP, en un hecho que el catedrático Javier Pérez Royo ha definido como un
golpe de Estado, saltándose todo tipo de soberanías debido a intereses
partidistas. Y para mayor ofensa, se eliminaron elementos, como señala también
Borrell, que ya habían sido aprobados en otras Comunidades Autonómicas, como es
Andalucía”. Este es un país donde el artículo 155 que ahora se desea aplicar en
Cataluña forma parte de la Constitución Española aprobada en 1978 por los
ciudadanos, donde también se incluyó la Monarquía Parlamentaria
como forma de Estado sin haberse hecho una consulta previa sobre la forma de
Estado que deseaban los españoles. Se “incrustó” la Monarquía en el texto
general como un trozo de salami dentro del bocadillo. Existen unas
declaraciones de Adolfo Suárez donde ese político afirmaba que,
de haberse hecho una consulta popular previa sobre la forma de Estado, la
elección de Juan Carlos de Borbón se
hubiese desechado de forma mayoritaria por la ciudadanía y que, por esa razón,
se incluyó la Monarquía dentro del conjunto del texto constitucional
motivo de la consulta aquel 6 de diciembre de 1978. En ese sentido, Vicenç
Navarro también detalla lo siguiente: “En cuanto al argumento de que la
aprobación de la
Constitución por parte de la población española legitimó que
se considerara como el punto de referencia de todos los demócratas hay que
señalar que tal argumento ignora que las dos alternativas posibles que se
presentaron a la población fueron o bien inaugurar la democracia (reflejada en la Constitución) o
continuar en la dictadura. Entre tales opciones era claro que la población
eligiera la primera alternativa sobre la segunda. En realidad, el hecho de que
Cataluña fuera la Comunidad
donde la aprobación de la
Constitución fue mayor se debió, no tanto al entusiasmo por la Constitución, sino
por el gran rechazo a la dictadura. Aprobar tal referéndum fue la única salida
a tal situación intolerable”. Lo primero que debería hacer el actual Gobierno
sustentado por el PP serían dos cosas: una, dotar la Ley de la Memoria Histórica
con dinero público, cosa que no sucede. Y dos, que el PP y el Gobierno que
preside Rajoy hiciesen un rechazo solemne al golpe de Estado que provocó la Guerra Civil y al
franquismo, que tampoco se lo plantean.
jueves, 19 de octubre de 2017
Al alba y con tiempo duro de levante...
Ante la penosa situación creada, cuenta hoy El País en un editorial: “La
desconcertada y desconcertante reacción del Gobierno de Mariano Rajoy, mal asesorado en su alianza con el igualmente
desconcertado y desconcertante Pedro
Sánchez, ha acabado de redondear el entuerto. La sociedad española en su
conjunto, no solo la catalana, antes irritada, está cayendo ahora en el
abatimiento y la frustración. La larga crisis política en Cataluña, que está ya
minando seriamente la reputación de nuestra democracia y todas las
instituciones de nuestro sistema, amenaza con prolongarse aún más”. A mi
entender, si Mariano Rajoy no sabe cómo solucionar este entuerto debería
dimitir y dejar paso a unos nuevos comicios que cambiasen los culos de las
bancadas de las dos Cámaras. A los españoles, que en su conjunto formamos el
Estado, les perdieron hace mucho tiempo el respeto determinados políticos
corruptos que, pese a todo, se permiten la osadía de dar lecciones de
democracia. En España ningún político enfrascado en el merengue putrefacto
dimite por vergüenza torera, por decencia y por respeto al paisanaje. Pero lo
peor de todo, como bien señala El País,
es que “la inseguridad jurídica campa a sus anchas en el vértice de la
jerarquía normativa, aunque de facto rija el ordenamiento constitucional. El
sistema democrático cojea”. Hay que evitar males mayores. La encarcelación de Jordi Sánchez y Jordi Cuixart ha sido el estopín que ha vuelto a encender los
ánimos de muchos catalanes separatistas. Joseph
Ramoneda entiende que “parece llegada la hora de la aplicación del artículo
155. Una auténtica caja de Pandora
que hasta ahora nadie había abierto. Una vez se ponga en marcha, es
imprevisible cómo se ejecuta y cómo y cuándo acaba. Sin duda puede servir para
bloquear el proceso independentista. El Estado tiene fuerza y recursos sobrados
para ello. Pero no es una salida. Cuando se restablezca la normalidad
autonómica el soberanismo seguirá allí y el desapego y el resentimiento serán
mucho mayores todavía”. La aplicación del 155, de producirse el próximo sábado, no será, a mi entender, como la
recuperación del islote Perejil. No veo a Rajoy pasado mañana diciendo aquello de “Al
alba y con tiempo duro de levante...”, como dijo Trillo el 17 de julio de 2002 en su particular y españolísimo "desembarco de Normandía".
Un diez para el alumno
De niños, recuerdo, nos preguntaba el maestro si
considerábamos los educandos igual, o no, medio metro
cuadrado que la mitad de un metro cuadrado; o cuál era la cima más alta de
España; o cuál era el río más largo de la Península; o a cuánto equivalía la mitad de medio
duro (moneda de 5 pesetas), etcétera. Eran preguntas con trampa. No era igual
responder Teide que Mulhacén, ni Ebro que Tajo, etcétera. Pues bien, leo en Heraldo de Aragón la acertada respuesta
que un alumno de 7 años que no entendió a su profesor. El trabajo consistía en
dar respuesta por escrito a la pregunta siguiente: “Escribe con cifra los siguientes números: diez, noventa y ocho,
ochenta y uno, sesenta y seis; treinta”. Respuesta del alumno: 11, 99, 82,
67 y 31. El profesor entendió que el alumno no había dado una en el clavo y le
puso dos rayas rojas cruzadas sobre su trabajo. Su padre, Ignacio Bárcena, lo puso en Twitter
señalando: “Yo creo que quien no lo ha
entendido bien es el profe”. Y, a mi entender, el padre tenía razón. El
niño había seguido literalmente las instrucciones de su maestro. Y escribió “los siguientes números”. No conozco al
muchacho, pero entiendo que merece la máxima nota en ese examen. Cosa diferente
es que el maestro hubiese dicho: “Escribe
con cifras estos cardinales...”. Y aquí aprovecho para decir, y
así lo he comprobado en demasiadas ocasiones, que muchos redactores de prensa no saben escribir
determinados ordinales. Y que otros confunden los ordinales con los partitivos;
no mantienen bien la concordancia de “un”, “una” en los cardinales compuestos,
verbigracia: veintiún países, veintiuna naciones; ni manejan
acertadamente el numeral distributivo “sendos”;
etcétera. Ello se soluciona consultando el léxico cuando se desee conocer la
grafía. Para eso se crearon los “manuales de estilo”.
miércoles, 18 de octubre de 2017
Estado y Derecho
Mañana jueves termina el segundo ultimátum de Rajoy a Puigdemont. Pero no pasa nada. Ahora resulta que el presidente del
Gobierno le da otra semana de prórroga a condición de que el presidente de
Cataluña “vuelva a la legalidad” y convoque
elecciones. ¿Alguien entiende algo? Juan
Carlos Bermejo, en Vozpópuli,
hace referencia a la tesis de García
Trevijano: “Rajoy todo lo fía a la aplicación del Artículo 155, que es una
tomadura de pelo, porque lo único que permite es ordenar a Puigdemont que acabe
con la sedición. La política defensiva de cualquier Estado de derecho no está
encomendada al código penal, puesto que la jurisdicción penal no tiene la
fuerza, los conocimientos, ni la determinación de acabar con un problema tan
grave como la sedición, la rebelión e incluso la traición. Por eso en todos los
Estados de derecho existen medidas excepcionales para ello, y en el caso de
España es el Artículo 116 de la
Constitución en su apartado cuatro: el estado de sitio, que
no dura mucho tiempo pero que permite que la jurisdicción militar procese a los
traidores y se restituya de inmediato la normalidad, como exigió el rey Felipe VI a Rajoy, y éste último ha
ignorado la Ley y
el orden constitucional en Cataluña”. (Me viene a la cabeza el pobre Domingo Batet). El Estado de derecho
está formado por dos componentes: el Estado (como forma de organización
política) y el Derecho (como conjunto de
las normas que rigen el funcionamiento de una sociedad). En consecuencia, el poder del Estado se
encuentra limitado por el Derecho. Partiendo de esa premisa, entiende Bermejo que “pase lo que pase
es inútil esperar que Rajoy arregle una situación de la que es principal
responsable. Le invade el vértigo ante la posibilidad de acción, no es solo un
inútil, es claramente un impotente político, ha arrastrado por el fango la
dignidad, la Constitución
y la Ley mirando
para otro lado cuando tenía que actuar, algo que en la historia política es
siempre preludio de la destrucción de una nación”. (...) “Rajoy es el responsable
principal del desastre que ha enfrentado para generaciones a las familias y
ciudadanos de Cataluña. Desde 2012, este cobarde patológico ha mirado para otro
lado cuando los sediciosos incumplían sistemáticamente la Constitución y la Ley y tampoco ha movido un
solo dedo ante la implantación obligatoria en la enseñanza pública del
adoctrinamiento sistemático en el odio a España y la más grosera y delirante
falsificación de la historia, algo inimaginable en un Estado soberano”. Ahora
lo que hace falta saber es cómo se arreglará ese desaguisado.
martes, 17 de octubre de 2017
Un falso sentido patrio
Se comenta lo grotesco del bolso de Cristina
Cifuentes el día de la Fiesta Nacional.
Alejandro Inurrieta, en Vozpópuli, señala en este sentido lo
siguiente: “Un país [refiriéndose a España] que desprecia su lengua, se escribe
y se habla cada vez peor, y apenas se dotan recursos para su defensa fuera de
nuestras fronteras. Un país que vomita bilis contra su cine, sus cineastas y
sus productores, achacándoles sus veleidades izquierdistas. Un país que ha
abandonado a su suerte a millones de investigadores, a la ciencia en general, y
que prefiere primar a folclóricas o futbolistas como ídolos nacionales. Un país
que ha dejado desamparados a maestros y profesores que tienen que luchar día a
día contra la desidia de familias y poderes públicos a la hora de dignificar la
educación. Y por supuesto un país que no cuida a sus mayores, ni a los sufridos
inmigrantes que vienen a trabajar y a aportar su ilusión por levantar la nación
que les ha acogido, en general, con indiferencia, cuando no con desprecio”.
(...) “A España solo le sale la vena patriota cuando saca la bandera para
confrontar un falso sentido patrio contra un supuesto enemigo exterior, se
llame Cataluña o cualquier selección de futbol en un mundial o Eurocopa.
Qué triste y qué lejos de nuestros vecinos franceses”. Jesús Cacho, en el mismo diario,
señalaba que “es el espíritu que sobrevoló la recepción ofrecida por los Reyes en el Palacio Real tras el
desfile del jueves 12 de octubre,
día de la Hispanidad,
un copetín que, por cierto, y con el cadáver del piloto del Eurofighter siniestrado
aún caliente, tenía que haberse suspendido de forma automática, señores, todos
a tomar el canapé a casa que aquí estamos de luto, un piloto de nuestro
Ejército ha fallecido en acto de servicio en momentos tan dramáticos como los
actuales, y es obligado el luto”. Rajoy
y Cospedal abandonaron la recepción
en el Palacio Real y se fueron a la Base
Aérea de Albacete para salir en la foto y, de paso, dar el
pésame a la viuda del capitán Borja
Aybar García. Pero hoy, 5 días más tarde, la tragedia aérea
se ha vuelto a cebar en Torrejón de Ardoz. Un teniente de sólo 26 años, Fernando
Pérez Serrano, se ha dejado la vida al tratar de despegar un F-18. ¿Rajoy y Cospedal volverán a repetir el paripé político del
pasado día 12? No lo sé, permitan que lo dude.
Tragedia shakesperiana
Yo entendía que las novelas epistolares en España eran cosa
de otros tiempos. Y estoy pensando en “Pepita
Jiménez”, de Juan Valera, y en
otras más recientes, como “Cartas de amor
de un sexagenario voluptuoso”, de Miguel
Delibes, o “Nubosidad variable”,
de Carmen Martín Gaite. Pero me
equivocaba. Aunque todavía no constituye una novela por entregas al uso, las
cartas entre Mariano Rajoy y Carles Puigdemont llevan camino de
convertirse en una obra literaria digna de merecer tesis doctorales. Ambos,
Rajoy y Puigdemont se mueven entre el
“sí” y el “no”, como si deshojasen la margarita en un prado de ababoles. Rajoy
exige a Puigdemont que éste le haga ciertas aclaraciones y le da un breve plazo
de días para contestarle y poder cambiar su actual angustia por un plácido sosiego. Y encima de sus cabezas
aparece no la espada de Damocles,
sino el Deus ex machina del 155, esa
cifra que ya se está haciendo esotérica. Puigdemont, atentamente contesta en
tiempo y forma a las exigencias de Rajoy. Pero esa contestación de Puigdemont,
en este caso de pretender dialogar, no convence a Rajoy, que entiende que no da
respuesta a su pregunta. Y Rajoy le da otro plazo a Puigdemont, ahora hasta el
próximo jueves, para que se defina con un “sí” o un “no” que le saque de dudas.
Llegados a este punto, parece como si los ciudadanos de Carpetovetonia
estuviésemos en la sala de butacas de un teatro viendo una representación
shakespeariana de Hamlet, o la
eterna duda. Yo estaba convencido, al menos hasta ahora, de que “ser o no ser” era la duda metafísica
más repetida en la cultura occidental. Ya sólo falta que el próximo jueves nos
deje Puigdemont boquiabiertos a los espectadores de este espectáculo lleno de
bucles, donde la tragedia se trastoca en género ínfimo y le conteste Puigdemont
a Rajoy algo que nadie espera: “Mi reino por un caballo” (de Ricardo III). Pero uno y otro, Rajoy y
Puigdemont, deben entender de una puñetera vez que este país no es Dinamarca.
En las tragedias de Shakespeare muere hasta el apuntador, es
decir, Hamlet, Claudio, el Rey, Gertrudis, la Reina, Laertes, Polonio, Ofelia, Rosencrantz, Guildenstern... Pero por estos pagos carpetovetónicos donde sólo nos supera en número de asesinados en las cunetas Camboya, sólo podemos,
si acaso, morirnos de un hartazón de risa.
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