domingo, 15 de octubre de 2017

Otra vez la rutina





Sobre la mesa de la cocina queda el pan correoso con relleno de calamares de la amanecida, la herida sin cerrar, las cuartillas volanderas, la foto oxidada por el tiempo, la lámpara sin arreglar, el dislocado recuerdo de otras albas camino de andenes de estación, de hospitales robados, de brillos de oropel con la lasitud casi total en las pupilas de los ojos. No queda tiempo para pensar en las musarañas; ni en el delantal de los hotentotes; ni en Dora la Cordobesita, modelo de Romero de Torres y mujer de Chicuelo; ni en el Libro de los Siete Sabios vertidos al castellano por orden del infante don Fadrique; ni en El Chiripa, que murió a tiros de la Guardia Civil entre Tierga y Trasobares; ni en Pigmalión, que se enamoró de una estatua salida de sus manos. Hay que lamerse las heridas sin curar y  escuchar la Glenn Miller en una mierda de radio repleta de válvulas empolvadas y el  mueble revestido con paño de ganchillo. En la calle se monta jabardillo por un perro atropellado. Los forasteros vuelven a tomar el tren, pero ningún viajero se acuerde ya, maldita sea, de Maristany, director que fuese de los Ferrocarriles de Madrid, Zaragoza y Alicante. Nadie, entre los peatones que con morbosidad endiablada ven agonizar al perro herido, ha oído hablar de la Bella Monterde, cupletista del género ínfimo; ni de Paul Ehrlich, inventor del Salvarsán; ni del gobernáculum de Hunter, inserto en el extremo inferior de epidídimo. Tampoco importa demasiado en este trance. En Zaragoza se terminan las Fiestas del Pilar con cohetería en la noche morada. Los gigantes y cabezudos de cartón-piedra se guardarán hasta otro año en la nave de un polígono industrial de los tiempos del Desarrollismo. Pero las banderas de España confeccionadas en China, que algunos ciudadanos pusieron en los barrotes de los balcones de sus viviendas como antídoto patriótico al trasunto catalán, siguen a la intemperie como si se tratasen de longanizas de Graus. No sabría decirles por cuánto tiempo. Habría que leer  con atención el papelito con la posología contra el acendrado patriotismo crónico y purulento, como sucede con los fármacos en los tratamientos contra el tabardillo, las tercianas, o esas purgaciones de garabatillo que se suelen enganchar en las sórdidas despedidas de soltero, cuando el protagonista de la juerga, en un arranque de valentía,  saca la minga de su estuche como si se tratase de una aguja de ramplonete en manos de un artillero.

No hay comentarios: