martes, 26 de diciembre de 2017

Revilla merece respeto





Las señales del agente de la autoridad prevalecen por encima de las señales de tráfico. A mi entender, Miguel Ángel Revilla no ha cometido ninguna infracción de tráfico el pasado 24 de diciembre, al obedecer las indicaciones de un agente. En consecuencia, los insultos recibidos por un  grupo de ciudadanos que se encontraban en una zona de bares de Puerto Chico, en Santander, están fuera de lugar. Izquierda Unida de Cantabria señaló al respecto que “vivimos el bochorno de ver cómo tienen que ser los propios ciudadanos que estaban en ese momento en Peña Herbosa los que informen al presidente de Cantabria de cuáles son las normas de circulación”. De cualquier manera, Revilla, al que tengo por hombre inteligente e íntegro, debería entender que esos gritos intempestivos por parte de determinados energúmenos que se estaban bebiendo hasta el agua de las macetas, entra dentro del sueldo. Quizás aquellos tipos que le gritaban “¡que sople!, “¡que sople!” y “¡payaso!” preferirían el regreso de Juan Hormaechea,  el hombre que tiene el dudoso honor de haber sido el presidente de una Comunidad Autónoma condenado por delitos cometidos en el ejercicio de su cargo. Si la memoria no me falla, en 1994 el Tribunal Superior de Justicia le impuso una pena de seis años y un día de prisión y siete de inhabilitación por un delito de malversación de caudales públicos y a otros siete años de inhabilitación por un delito de prevaricación. Pero tuvo la suerte de que el Gobierno presidido por Felipe González le concediese el indulto en 1995 aunque Hormaechea mantuviese su inhabilitación durante 14 años. Que yo sepa, Miguel Ángel Revilla, secretario general de Partido Regionalista de Cantabria, es actualmente el más alto representante del Estado en esa región española y merece respeto y consideración. Es el político que más está haciendo en beneficio de su Comunidad, como lo demuestra la difusión del Año Jubilar Lebaniego, donde invita a los turistas de todo el mundo a participar en un montón de actividades en el Valle de Liébana, un paraje rodeado de montañas donde se ofrecen al visitante platos como el contundente  cocido lebaniego y productos como los embutidos de jabalí y venado, la miel, el licor de orujo y el queso azul Picón Bejes-Tresviso con Denominación de Origen.

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