miércoles, 31 de enero de 2018

La "leyenda negra" que no cesa




Resulta chocante un reportaje de The Times sobre los españoles. Dice ese diario de nosotros lindezas de este tenor: “Son tragones, maleducados, gritones, sucios y vagos”. Y sobre  nuestras costumbres culinarias afirma que  es el país del aceite de oliva”. Ahí aciertan. Eso nos debe llenar de orgullo. Les asombra que  dediquemos algo de tiempo a lo que en Aragón conocemos como “almuerzo” en otra acepción académica del diccionario de la RAE referida a la comida de mediodía, o sea, tomar un bocadillo a media mañana.   “Dos horas más tarde –señala The Times- los españoles se toman un menú de tres platos que les lleva entre dos y tres horas. Después, la siesta”. Bueno, eso de la cantidad de platos, depende. Lo normal es tomar dos platos, salvo que estemos invitados a la BBC, es decir, a bodas, bautizos o comuniones. En 2017 llegaron a España más de 82 millones de turistas internacionales, lo que supone un 8’9% más que el año anterior, sólo por detrás de Francia y Estados Unidos. Y gran parte de ellos fueron  británicos.  Lo que no cuenta The Times es que algunos turistas británicos hurtan a los hoteles españoles más de 50 millones de euros anuales por el procedimiento de las falsas diarreas, que se desmadran hasta la grosería en  Magaluf, en la isla de Mallorca, donde conviven sexo, drogas, borracheras, balconing,  mamading en la vía pública, etcétera, de forma bochornosa.  Si a los ingleses no les gusta España, ¿por qué vienen año tras año? Les sugiero que, de ahora en adelante, veraneen en Gibraltar con los monos, si se lo permite  Fabián Picardo, ministro principal de la Roca. El artículo de The Times forma parte de la extensa “Leyenda Negra” que se cierne sobre España desde el siglo XVI. Me viene a la cabeza la famosa “gripe española,  acaecida hace ahora un siglo. Una pandemia que trajeron las tropas norteamericanas a Europa y que diezmó la población de muchos países, también de España. Casos similares ocurrieron en México, Rusia, Irán, Nueva Zelanda, etcétera, que causó casi 50 millones de muertos.  Los principales países beligerantes de la Primera Guerra Mundial hicieron todo lo posible por evitar dar ánimos a sus enemigos, así que en Alemania, Austria, Francia, Reino Unido y Estados Unidos se suprimió la información sobre el alcance de la enfermedad.  España, al ser neutral, no necesitaba ocultarla y se dieron datos estadísticos que nos perjudicaron. Respecto a la siesta, les recordaría a los hijos de la Gran Bretaña que Churchill afirmaba que debía dormir una siesta entre el almuerzo y la cena y Thatcher decía que en torno a las tres de la tarde no debía ser molestada. Hay costumbres que no deben perderse ni soñando.

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