sábado, 24 de marzo de 2018

Algo huele a chamusquina



En su artículo de hoy en El Correo de Andalucía, Manuel Bohórquez se pregunta: “¿Para qué leches querría Cifuentes un máster en un país donde le dan el Premio Nacional de Flamencología a un indocumentado, a mí, con menos papeles que una liebre y sin saber cantar, bailar o tocar la guitarra?”. Un día de estos, seguro, pedirán ser titulado en algo, no sabemos en qué, para poder pedir limosna en la puerta de las iglesias, o para ser mozo de almacén en la tétrica nave de un polígono industrial. Aquí pronto sucederá como en el bar El Brillante, que vende bocadillos de calamares en Madrid, frente a la Estación de Atocha: si se le añade mayonesa, suplemento; si se le añade salsa picante, suplemento… O sea, si usted es mozo de almacén pero tiene título de carretillero, un plus en la nómina; si es simpático con los mandos intermedios, otro plus; si sabe esperanto, también. Es decir, que si cumple alguno de esos requisitos, en vez de ganar 735'9 euros mensuales brutos, puede llegar a ganar 740'8, con lo que puede terminar el mes con más desahogo. Yo no sé para qué quería Cristina Cifuentes poseer un máster de 600 horas lectivas y presenciales (jueves y viernes por la tarde y sábados por la mañana) mientras era delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid. En aquel curso se habían inscrito 21 alumnos. Al parecer, según cuenta hoy Eldiario.es, ninguno de ellos la vio asomar por las aulas. No entraré en lo de los “dos notables en diferido” o si existió el delito de falsedad de documentos públicos, que esa es harina de otro costal. Pero lo cierto es que Cifuentes terminó el máster con cinco sobresalientes en la Universidad Juan Carlos I en el curso académico 2011/12. Según  informa ese diario digital, las tres doctoras que evaluaron a Cifuentes forman parte del claustro de la URJC cuando el reglamento de este centro exige que un miembro del tribunal sea profesor de otra universidad o un experto para garantizar la imparcialidad”. De ser cierto lo que apunta ese diario, Cifuentes debería dimitir de su cargo de presidenta de la Comunidad de Madrid de forma inmediata. Cosa distinta son las posibles responsabilidades a que hubiera lugar. De momento, trece asociaciones de estudiantes han denunciado ante la Fiscalía Superior de Madrid la presunta manipulación de su expediente académico. ¡Qué vergüenza!

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