lunes, 30 de abril de 2018

Vermú



Cuenta César Rufino en las páginas de El Correo de Andalucía el chiste del gangoso aquel que, por no atreverse a pronunciar otra cosa, siempre que iba al bar pedía un vermú. Y estaba el hombre ya hasta el hipotálamo de vermú”. A los españoles nos ocurre algo parecido con la palabra democracia y con la palabra Europa. A fuer de tanto decirlas, nos olvidamos de que este país es una oligarquía de partidos y de que europeos tenemos lo que de vascos tienen los que habitan en el Condado de Treviño. Hemos olvidado que las fábricas crean riqueza y hemos apostado por el turismo, que también crea puestos de trabajo pero temporales y de baja cualificación. Damos por hecho que invertir en I+D+i no trae cuenta. Es mejor que inventen ellos, es decir, los de más allá de los Pirineos. Aquí ya hemos inventado el tinto de verano y el rebujito para demostrar a los turistas que sabemos hacer bien las cosas cuando nos lo proponemos. Al español le encandilan cuatro cosas: la marcha palillera, las perfomances con el motivo que sea, no importa de qué se trate, el fútbol, y tener una mujer gorda, ya que éstas tienen más pecho, más culo y más de donde agarrar. Es el famoso síndrome del cebador, que es una variedad del síndrome de Munchausen, que afecta mayoritariamente a los hombres por aquello de que más vale que sobre y no que falte, o sea.

domingo, 29 de abril de 2018

Nada ha cambiado



Ayer tarde pude ver en la céntrica calle del Coso una performance de los Sitios de Zaragoza, donde corrieron la pólvora y se dieron lucimiento a  trajes de época en señoras,  soldados vestidos a la antigua usanza, curas trabucaires y algún ciudadano con paletó. Por haber, hubo hasta la acalorada proclama de alguien que representaba al cura Boggiero. Y hoy, en EL Español, leo una interesante entrevista de Mariano Gasparet y Carmen Suárez al biógrafo de Fernando VII, Emilio La Parra. De esa entrevista me quedo con lo siguiente: “Se construyó una imagen totalmente irreal y positiva de Fernando VII porque interesaba. Se trataba de propaganda política. Los españoles lucharon contra Napoleón para establecer al rey. En 1808 nadie pensaba en la libertad de España, sino en su rey. Además se decía que José I iba a imponer el francés, que iba a prohibir el catolicismo y que iba a obligar a los españoles a luchar en el extranjero con las tropas imperiales”. (…) “Fernando VII no quiso asumir ningún elemento de modernidad y le dio mucho juego a la Iglesia Católica. Los obispos de la época eran bastante burros, tenían escasa preparación intelectual y sólo pensaban en el esplendor del culto, en los mantos de las vírgenes y en las coronas… diría que eran en realidad poco católicos”. Reflexionando sobre lo dicho por el historiador La Parra, entiendo que poco han cambiado las cosas desde entonces. El nacional-catolicismo del periodo franquista, donde la Iglesia Católica tuvo un poder casi absoluto en lo referente a enseñanza y censura;  donde la Sección Femenina del Movimiento se encargó de “aleccionar” a las mujeres respecto a sus “obligaciones” al servicio de los hombres; donde el Derecho Mercantil no permitía al sexo femenino el ejercicio del comercio sin consentimiento expreso o tácito del marido; y donde el Derecho Penal no tipificaba las mismas penas en el hombre que en la mujer en lo relacionado con el adulterio; todo ello, digo, dejaron secuelas de muy difícil erradicación pese al gran salto a la democracia. La sentencia contra “La Manada” ha llenado de estupor a la mayor parte de la ciudadanía. Hasta Ana Botín se ha manifestado en contra de la opinión del Tribunal, señalando que ese veredicto “es un retroceso para la seguridad de las mujeres”. En este caso, a mi entender, los jueces  tampoco han querido asumir ningún elemento de modernidad a un asunto tan delicado. Nada ha cambiado. EL ministro de Justicia, Catalá, pretende ahora acelerar la reforma del Código Penal y ha dicho una cosa de Perogrullo, ese personaje paremiológico: “La víctima nunca es responsable de nada”. Hombre, claro, ¡hasta ahí podríamos llegar!

sábado, 28 de abril de 2018

Despoblación


Este país anda preocupado por la disminución progresiva de las abejas, también de los gorriones. La disminución del número de abejas parece estar relacionado con determinados plaguicidas que las perjudican. El de gorriones, por la llegada en los últimos años de otras especies invasoras que han ocupado su espacio. Pero resulta que Zamora es a día de hoy  el epicentro de la despoblación ciudadana. Los datos demográficos son elocuentes. En 2017 perdió el 1’6% y desde 1998 su población ha caído un 15% en el medio rural. Otro fenómeno digno de ser analizado es la edad de la población en España. A este paso, pronto seremos un país lleno de geriátricos. Y, claro, si decae la polinización, si desaparecen los gorriones que alegran las amanecidas con su trino despertar y los pueblos se convierten en lugares fantasmales sólo aptos para filmar películas de terror, el futuro español se presenta más negro que la sotana de un cura. Pero Rajoy, para dar ánimos a los últimos residentes de los páramos zamoranos,  ya ha tomado dos importante decisiones: la primera de ellas consistió en hacer una parada de trenes de alta velocidad en la pedanía de Otero de Sanabria, que cuenta con 26 habitantes, sin haberse tenido en consideración que en junio de 2013 Renfe suprimió los 14 servicios semanales del tren regional entre Orense y Puebla de Sanabria por el escaso uso de la línea. Entre ambas localidades continuó circulando cuatro trenes al día en cada sentido, pero todos ellos de largo recorrido y sin paradas entre las diez estaciones gallegas: Taboadela, Paderne, Ponte Ambía, Baños de Molgas, Vilar de Barrio, A Alberguería-Prado, Laza, Castelo do Val, Vilariño de Conso-A Capela y A Mezquita. Tampoco el AVE parará en ellas. La segunda de esas decisiones consistió en vestirse con la capa parda alistana, fea a más no poder, y dejarse fotografiar con ella sobre los hombros. Y como ejemplo de la proyección futura de los pequeños municipios, Rajoy prometió Internet  vía satélite por valor de 525 millones de euros destinado a los pequeños núcleos de población. Es decir, donde ya sólo queda un anciano de boina entretenido en dar de comer a las gallinas, buscar algo de leña, ver volar las mariposas y que no tiene gran interés en conocer qué es eso del Wi-fi.

viernes, 27 de abril de 2018

Romería del descrédito



Karina Sainz Borgo cuenta que  “a Caronte no podrá Cifuentes sacarle gratis el cruce hacia la Laguna Estigia”. (…) “Renunciar a la prudencia es, también, una forma de autodestrucción. Lo más parecido a hacerse un corte con un cúter antes de saltar a una en una piscina llena de barracudas. En su romería del descrédito, Cifuentes se llevó por delante el futuro electoral propio y el de su partido, arrastró por el suelo la credibilidad de una universidad e incluso hasta nos hizo dudar de si la presidenta de la Comunidad estaba en su sano juicio”. En fin, más se perdió en Cuba.  Mientras tanto, Rajoy intentaba sacar adelante unos Presupuestos pasando por el aro de Íñigo Urkullu. Pero no hay que preocuparse demasiado. Como señala Jesús Mota en El País, “la productividad cae, la desigualdad aumenta y el dumping empresarial campa por sus respetos; pero no hay que alterarse, porque el crecimiento se mantiene. (…) El mercado de trabajo en España, bien radiografiado por la EPA, roza la deformidad. Lo saben los pesimistas recalcitrantes y los optimistas pendulares”. Fernando Vallespín, en el mismo diario, deja anotado que “en democracia el mejor purgante, el máximo oxigenador, siempre acaba siendo el voto”. Y Montoro, ante el “chantaje” vasco para coadyuvar a que los Presupuestos sean aprobados siempre que se dé un poco más a los pensionistas, propone financiar esas pequeñas subidas de acuerdo con el IPC  (con un coste aproximado de 1.500 millones de euros) creando un gravamen a las grandes tecnológicas, es decir,  gravando las transacciones electrónicas a determinados servicios digitales. Estoy pensando, cómo no, en Amazon, ahora que El Corte Inglés desea convertirse en su mono de repetición. A mi entender, lo más correcto sería que los bancos y cajas (que ahora también son bancos) devolviesen al ICO los 70.000 millones de euros de dinero prestado. Pero parece que no van por ahí los tiros. Faltan bolas para reclamarlos.

jueves, 26 de abril de 2018

Al césar lo que es del césar



Dice el refrán que cree el ladrón que todos son de su condición. En una democracia, cualquier funcionario público, también los alcaldes, debe justificar cada gasto oficial que realiza dentro o fuera del país. Esto viene a cuento con el viaje realizado a Chile por Pedro Santisteve, el concejal de Urbanismo Pablo Muñoz, el coordinador de Ebrópolis, Michel Zarzuela y el asesor Raúl Royo. El motivo de tales desplazamientos fue una cumbre del Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano. Al Alcalde le acompañaron su mujer y su hija. El montante de gastos justificados ascendió a 5.944,68 euros. Pero la oposición municipal, además de la exigencia del desglose de tales gastos, critica duramente que Santisteve efectuase ese viaje coincidiendo con la gran crecida del Ebro. Como digo, los gastos de viaje siempre deben ser justificados y el Alcalde tiene obligación de presentar todas las facturas y gastos producidos. Pero lo que ya no comprendo es que la oposición le “acuse” de haberse ausentado mientras el río Ebro aumentaba su caudal a su paso por Zaragoza. ¿Acaso se había producido una catástrofe? Pedro Santisteve tendrá defectos, como todos los seres humanos, pero también sería bueno que se resaltasen sus virtudes. Y que a mí me conste, la ciudad de Zaragoza ha amortizado 80 millones de euros en un año y ha reducido la deuda con las contratas y los servicios a la mitad.  Al  césar lo que es del césar.