Cuenta
César Rufino en las páginas de El Correo
de Andalucía el chiste del gangoso aquel que, por no atreverse a pronunciar
otra cosa, siempre que iba al bar pedía un vermú. Y estaba el hombre ya hasta
el hipotálamo de vermú”. A los españoles nos ocurre algo parecido con la
palabra democracia y con la palabra Europa. A fuer de tanto decirlas, nos
olvidamos de que este país es una oligarquía de partidos y de que europeos
tenemos lo que de vascos tienen los que habitan en el Condado de Treviño. Hemos
olvidado que las fábricas crean riqueza y hemos apostado por el turismo, que
también crea puestos de trabajo pero temporales y de baja cualificación. Damos por
hecho que invertir en I+D+i no trae cuenta. Es mejor que inventen ellos, es
decir, los de más allá de los Pirineos. Aquí ya hemos inventado el tinto de verano
y el rebujito para demostrar a los turistas que sabemos hacer bien las cosas
cuando nos lo proponemos. Al español le encandilan cuatro cosas: la marcha
palillera, las perfomances con el motivo que sea, no importa de qué se trate,
el fútbol, y tener una mujer gorda, ya que éstas tienen más pecho, más culo y
más de donde agarrar. Es el famoso síndrome del cebador, que es una variedad
del síndrome de Munchausen, que afecta mayoritariamente a los hombres por
aquello de que más vale que sobre y no que falte, o sea.
lunes, 30 de abril de 2018
domingo, 29 de abril de 2018
Nada ha cambiado
Ayer
tarde pude ver en la céntrica calle del Coso una performance de los Sitios de
Zaragoza, donde corrieron la pólvora y se dieron lucimiento a trajes de época en señoras, soldados vestidos a la antigua usanza, curas
trabucaires y algún ciudadano con paletó. Por haber, hubo hasta la acalorada
proclama de alguien que representaba al cura Boggiero. Y hoy, en EL
Español, leo una interesante entrevista de Mariano Gasparet y Carmen
Suárez al biógrafo de Fernando VII,
Emilio La Parra. De esa entrevista
me quedo con lo siguiente: “Se construyó una imagen totalmente irreal y
positiva de Fernando VII porque interesaba. Se trataba de propaganda política.
Los españoles lucharon contra Napoleón
para establecer al rey. En 1808 nadie pensaba en la libertad de España, sino en
su rey. Además se decía que José I iba
a imponer el francés, que iba a prohibir el catolicismo y que iba a obligar a
los españoles a luchar en el extranjero con las tropas imperiales”. (…)
“Fernando VII no quiso asumir ningún elemento de modernidad y le dio mucho
juego a la Iglesia Católica. Los obispos de la época eran bastante burros,
tenían escasa preparación intelectual y sólo pensaban en el esplendor del
culto, en los mantos de las vírgenes y en las coronas… diría que eran en
realidad poco católicos”. Reflexionando sobre lo dicho por el historiador La
Parra, entiendo que poco han cambiado las cosas desde entonces. El
nacional-catolicismo del periodo franquista, donde la Iglesia Católica tuvo un
poder casi absoluto en lo referente a enseñanza y censura; donde la Sección
Femenina del Movimiento se encargó de “aleccionar” a las mujeres respecto a
sus “obligaciones” al servicio de los hombres; donde el Derecho Mercantil no permitía al sexo femenino el ejercicio del
comercio sin consentimiento expreso o tácito del marido; y donde el Derecho Penal no tipificaba las mismas
penas en el hombre que en la mujer en lo relacionado con el adulterio; todo ello,
digo, dejaron secuelas de muy difícil erradicación pese al gran salto a la
democracia. La sentencia contra “La
Manada” ha llenado de estupor a la mayor parte de la ciudadanía. Hasta Ana Botín se ha manifestado en contra
de la opinión del Tribunal, señalando que ese veredicto “es un retroceso para
la seguridad de las mujeres”. En este caso, a mi entender, los jueces tampoco han querido asumir ningún elemento de
modernidad a un asunto tan delicado. Nada ha cambiado. EL ministro de Justicia,
Catalá, pretende ahora acelerar la
reforma del Código Penal y ha dicho
una cosa de Perogrullo, ese
personaje paremiológico: “La víctima nunca es responsable de nada”. Hombre,
claro, ¡hasta ahí podríamos llegar!
sábado, 28 de abril de 2018
Despoblación
Este
país anda preocupado por la disminución progresiva de las abejas, también de
los gorriones. La disminución del número de abejas parece estar relacionado con
determinados plaguicidas que las perjudican. El de gorriones, por la llegada en
los últimos años de otras especies invasoras que han ocupado su espacio. Pero
resulta que Zamora es a día de hoy el
epicentro de la despoblación ciudadana. Los datos demográficos son elocuentes.
En 2017 perdió el 1’6% y desde 1998 su población ha caído un 15% en el medio rural.
Otro fenómeno digno de ser analizado es la edad de la población en España. A
este paso, pronto seremos un país lleno de geriátricos. Y, claro, si decae la
polinización, si desaparecen los gorriones que alegran las amanecidas con su
trino despertar y los pueblos se convierten en lugares fantasmales sólo aptos
para filmar películas de terror, el futuro español se presenta más negro que la
sotana de un cura. Pero Rajoy, para
dar ánimos a los últimos residentes de los páramos zamoranos, ya ha tomado dos importante decisiones: la
primera de ellas consistió en hacer una parada de trenes de alta velocidad en
la pedanía de Otero de Sanabria, que cuenta con 26 habitantes, sin haberse
tenido en consideración que en junio de 2013 Renfe suprimió los 14 servicios
semanales del tren regional entre Orense y Puebla de Sanabria por el escaso uso
de la línea. Entre ambas localidades continuó circulando cuatro trenes al día
en cada sentido, pero todos ellos de largo recorrido y sin paradas entre las
diez estaciones gallegas: Taboadela, Paderne, Ponte Ambía, Baños de Molgas,
Vilar de Barrio, A Alberguería-Prado, Laza, Castelo do Val, Vilariño de Conso-A
Capela y A Mezquita. Tampoco el AVE parará en ellas. La segunda de esas decisiones
consistió en vestirse con la capa parda alistana, fea a más no poder, y dejarse
fotografiar con ella sobre los hombros. Y como ejemplo de la proyección futura
de los pequeños municipios, Rajoy prometió Internet
vía satélite por valor de 525 millones
de euros destinado a los pequeños núcleos de población. Es decir, donde ya sólo
queda un anciano de boina entretenido en dar de comer a las gallinas, buscar
algo de leña, ver volar las mariposas y que no tiene gran interés en conocer qué
es eso del Wi-fi.
viernes, 27 de abril de 2018
Romería del descrédito
Karina Sainz Borgo cuenta que “a Caronte
no podrá Cifuentes sacarle gratis el
cruce hacia la Laguna Estigia”. (…) “Renunciar a la prudencia es, también, una
forma de autodestrucción. Lo más parecido a hacerse un corte con un cúter antes
de saltar a una en una piscina llena de barracudas. En su romería
del descrédito, Cifuentes
se llevó por delante el futuro electoral propio y el de su partido, arrastró
por el suelo la credibilidad de una universidad e incluso hasta nos hizo dudar
de si la presidenta de la Comunidad estaba en su sano juicio”. En fin, más se
perdió en Cuba. Mientras tanto, Rajoy intentaba sacar adelante unos
Presupuestos pasando por el aro de Íñigo
Urkullu. Pero no hay que preocuparse demasiado. Como señala Jesús Mota en El País, “la productividad cae, la desigualdad aumenta y el dumping empresarial campa por sus
respetos; pero no hay que alterarse, porque el crecimiento se mantiene. (…) El
mercado de trabajo en España, bien radiografiado por la EPA, roza la
deformidad. Lo saben los pesimistas recalcitrantes y los optimistas pendulares”.
Fernando Vallespín, en el mismo
diario, deja anotado que “en democracia el mejor purgante, el máximo oxigenador,
siempre acaba siendo el voto”. Y Montoro,
ante el “chantaje” vasco para coadyuvar a que los Presupuestos sean aprobados
siempre que se dé un poco más a los pensionistas, propone financiar esas pequeñas
subidas de acuerdo con el IPC (con un
coste aproximado de 1.500 millones de euros) creando un gravamen a las grandes
tecnológicas, es decir, gravando las
transacciones electrónicas a determinados servicios digitales. Estoy pensando,
cómo no, en Amazon, ahora que El Corte Inglés desea convertirse en su
mono de repetición. A mi entender, lo más correcto sería que los bancos y cajas
(que ahora también son bancos) devolviesen al ICO los 70.000 millones de euros
de dinero prestado. Pero parece que no van por ahí los tiros. Faltan bolas para
reclamarlos.
jueves, 26 de abril de 2018
Al césar lo que es del césar
Dice
el refrán que cree el ladrón que todos son de su condición. En una democracia,
cualquier funcionario público, también los alcaldes, debe justificar cada gasto
oficial que realiza dentro o fuera del país. Esto viene a cuento con el viaje
realizado a Chile por Pedro Santisteve,
el concejal de Urbanismo Pablo Muñoz,
el coordinador de Ebrópolis, Michel
Zarzuela y el asesor Raúl Royo.
El motivo de tales desplazamientos fue una cumbre del Centro Iberoamericano de
Desarrollo Estratégico Urbano. Al Alcalde le acompañaron su mujer y su hija. El
montante de gastos justificados ascendió a 5.944,68 euros. Pero la oposición
municipal, además de la exigencia del desglose de tales gastos, critica
duramente que Santisteve efectuase ese viaje coincidiendo con la gran crecida
del Ebro. Como digo, los gastos de viaje siempre deben ser justificados y el
Alcalde tiene obligación de presentar todas las facturas y gastos producidos.
Pero lo que ya no comprendo es que la oposición le “acuse” de haberse ausentado
mientras el río Ebro aumentaba su caudal a su paso por Zaragoza. ¿Acaso se
había producido una catástrofe? Pedro Santisteve tendrá defectos, como todos
los seres humanos, pero también sería bueno que se resaltasen sus virtudes. Y
que a mí me conste, la ciudad de Zaragoza ha amortizado 80 millones de euros en
un año y ha reducido la deuda con las contratas y los servicios a la
mitad. Al césar lo que es del césar.
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