lunes, 2 de abril de 2018

Presencia y apariencia


Leo en La Opinión de Zamora que el alcalde de Toro, Tomás del Bien, critica a la presidenta de la  Diputación Provincial de Zamora, Teresa Martín Pozo, por haber abandonado la procesión del Santo Ecce Homo el pasado Martes Santo, después de haber desfilado sólo en el tramo televisado que iba desde el monasterio de Santa Clara hasta la plaza Delhy Tejero. A la sucesora en la Diputación Provincial de Fernando Martínez-Maíllo, actual vicesecretario de organización del PP,  le sucede como a todos los políticos, que sólo desean cortar cintas de inauguraciones o salir en la foto de lo que sea, en este caso, de una procesión. No sé de qué se asombra el alcalde de Toro, si también forma parte de ese club de advenedizos de la cosa pública. A mi entender, lo importante no es conocer si la presidenta de la Diputación Provincial permaneció con el cirio en la mano, o vestida de “manola”, durante todo el recorrido, sino si durante ese recorrido hubo coherencia entre presencia y apariencia. Como señala María Graciani en El Correo de Andalucía, “la mente y el corazón deben bailar al mismo son para crear la necesaria correspondencia entre esencia y apariencia que se trasluce en elegancia”. Particularmente, ignoro cómo es Teresa Martín Pozo y si se siente a gusto o no dentro de su piel. No es fácil estar dotado de gracia, nobleza y sencillez a un mismo tiempo. Pero no se le puede pedir a alguien, ejerza o no ejerza la política, que sea un preciso reloj Omega. Lo extraño hubiese sido que, durante el recorrido procesional del Santo Ecce Homo toresano, hubiese desaparecido la talla  del siglo XVII y de autor anónimo sobre la peana, que representa al Mesías atado a la columna y que, tras ser azotado, muestra los trallazos en su espalda doblada por el dolor, aunque parece buscar con su mirada a sus agresores para  perdonarlos. Todo lo demás carece de importancia.

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