domingo, 13 de mayo de 2018

Mayo, 13



Dice un conocido mío que si al arroz negro con calamares y gambas le quitas las gambas y los calamares aquello se queda en nada. Bueno, en nada no, en un mejunje negro como la sotana de un cura en el que pareciese que se hubiera derramado un frasco de tinta china sobre la escudilla. La tinta de calamar tiene su importancia. Es una estrategia de evasión para los cefalópodos. Cuentan que es tóxica como el veneno de la víbora si no se hierve. Hoy 13 de mayo se juntan las apariciones de la Virgen en Fátima a unos pastorcillos portugueses en 1917 con el cuadragésimo día posterior a la resurrección del Mesías a los cielos, si hacemos caso al credo de Nicea-Constantinopla, al credo de los Apóstoles y  a los escritos de Juan Crisóstomo. Esa fecha, la de la Ascensión, también coincidió con el 13 de mayo en 2010. Existía una coplilla que decía lo siguiente:”Tres jueves hay en el año/ que relucen más que el sol:/ Jueves Santo, Corpus Crhisti,/ y el día de la Ascensión”, hasta que llegaron los de San Martín, en la Vega de Alberche, y modificaron el texto: “Tres días hay en el año/ que relucen más que el sol:/ La Matanza, El Esquileo, y el día de la función”. Lo de la “función” es un misterio, otro misterio más, que todavía me queda por resolver. Lo que desconozco es si ya están resueltos los tres misterios de Fátima. Dicen que existe otro cuarto misterio, que la Iglesia todavía esconde. ¿Tendrá que ver con la tinta de calamar? Deberían preguntárselo a Ratzinger, el papa emérito que tuvo un turbulento pontificado por culpa de los lobis existentes dentro de la Curia.

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