domingo, 24 de junio de 2018

Un libro de Manuel Ciges



No tenía ni idea de cómo se produjo la muerte del general extremeño de Montánchez Juan García-Margallo y García, bisabuelo del exministro de Asuntos Exteriores y aspirante a presidir el Partido Popular, José Manuel García-Margallo, el 28 de octubre de 1893. Pero me entero de ese suceso por el periodista José García Domínguez, que lo describe en Libertad digital. A su vez, Domínguez se enteró de ello, según cuenta, por un libro de Joaquím Torra: “Els ultims 100 metres”. Pues bien, según describe Domínguez y que resumo. “El general Margallo, gobernador militar de Melilla, moriría de modo súbito tras recibir un disparo de pistola en el cráneo. “Había tenido dos malas ideas unos meses antes de su triste último destino. La primera fue la de ordenar construir una muralla en torno a  Melilla cuyo trazado profanaba la tumba de cierto imán local muy preciado por los devotos del Profeta. El segundo,  la mala fortuna de ir a destruir casualmente una mezquita con los proyectiles de la artillería española en una reyerta con la morisma levantada en armas, asunto que enervó sobremanera a los rebeldes. Así las cosas, Margallo aún tuvo tiempo de incurrir en un tercer error fatal. Confundió  lo que en realidad era una maniobra militar envolvente por parte de la insurgencia bereber con una huida a campo través. El precio en vidas de su equivocación resultó en extremo elevado: la mayor parte de sus soldados morirían en el combate posterior, el 28 de octubre”. Según el informe oficial, Margallo murió como consecuencia de una bala perdida. Pero Manuel Ciges Aparicio, el que fuera gobernador civil de Ávila durante la República y luego fusilado sumariamente por los rebeldes en 1936, tuvo otra versión, y así lo contaba en su libro ‘España bajo la monarquía de los Borbones’ (Editorial Aguilar. Madrid, 1932.- 482 p.): “A Margallo se le dio por muerto en acción de guerra. En realidad fue abatido por un joven teniente, Miguel Primo de Rivera, el mismo que más tarde sería dictador, indignado por el hecho de que los fusiles con que los moros estaban matando españoles hubiesen sido vendidos ocultamente por el general". Aquella versión, la de Ciges, fue corroborada por Gerald Brenan, “quien sostuvo siempre que el fusilamiento del gobernador republicano de Ávila por los franquistas tuvo como verdadera causa el que hubiese aireado aquella sórdida historia africana, un episodio de corrupción en el que habrían estado implicados algunos otros altos mandos de la guarnición”. Hay que recordar que dos años antes, en julio de 1921 había tenido lugar el desastre de Annual donde hubo casi 11.000 soldados españoles muertos, entre ellos un tío abuelo del exministro, entre otras cosas por la incompetencia del alto mando, la corrupción de su intendencia, la improvisación y los ánimos de un descerebrado Alfonso XIII al incompetente general Silvestre. Se me ocurre que esa historia, que daría origen al posterior Expediente Picasso, hubiese quedado de maravilla de haber sido descrita en su “Anecdotario” por  Natalio Rivas, amigo de mi abuelo materno.

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