martes, 5 de junio de 2018

Un raro rendibú



Las Cortes de Aragón que preside Violeta Barba Borderías,  a falta de mejor cosa que hacer, han aprobado  solicitar la inscripción de la jota aragonesa como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en la Unesco, a iniciativa del Partido Popular. España es rica en patrimonio no tangible, verbigracia: el silbo gomero, el misterio de Elche o las fiestas de las fallas de Valencia. También, dentro de nuestro patrimonio no tangible contamos con una importante gastronomía: las papas arrugadas con mojo, la tortilla de patata, la paella valenciana, la quesada pasiega, el pulpo gallego, el paparajote murciano, etcétera. Pero no recuerdo que se encuentre en esa lista el cocido madrileño que, como dijo  Gregorio Marañón, salvó más vidas en la posguerra que la penicilina. Por cierto, se cuenta de Rafael Guerra Bejarano que, cuando alguien le presentó a ese ilustre endocrinólogo, el torero le espetó: “¿Y usted, en qué es doctor?”, a lo que Marañón le contestó: “En Metafísica”. El torero se quedó pensativo y al cabo de un rato le contestó: “Claro, hay gente pa’tó”.  Lo cierto era que Gregorio Marañón había obtenido su doctorado en 1910 con su tesis “La sangre en los estados tiroideos”. No sabemos la razón por la que Marañón señaló esa rama de la Filosofía. Supongo que le diría a Guerra “Metafísica” como le podría haber dicho cualquier otra cosa, o que fue lo primero que se le ocurrió. Pues bien, de  la misma manera, no comprendo cómo se le ha ocurrido a las Cortes de Aragón a instancias del Partido Popular (y tal vez de sus acólitos del PAR) solicitar que la jota forme parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Está bien la idea, pero hay muchas cosas por hacer de mayor enjundia. La jota, a fin de cuentas, nació en Valencia y es una danza y cante español extendida como una mancha de aceite por gran parte de España. Hay variedades de jota castellana, manchega, montañesa, navarra, de León, de Valencia, de La Rioja, de Extremadura, de Murcia…, cuyo contenido letrístico incluye desde el exacerbado patriotismo hasta la religión o las picardías sexuales. Y en consecuencia, la solicitud de tal inscripción hace bueno por lo que afirmó Guerra: que “hay gente pa’tó”. Y ahí incluyo a unos diputados aragoneses con exiguas pretensiones,  que infunden un raro rendibú y que demuestran tener muy apagadas iniciativas.

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