Las
Cortes de Aragón que preside Violeta
Barba Borderías, a falta de mejor cosa que
hacer, han aprobado solicitar la
inscripción de la jota aragonesa como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial
de la Humanidad en la Unesco, a
iniciativa del Partido Popular. España es rica en patrimonio no tangible,
verbigracia: el silbo gomero, el misterio de Elche o las fiestas de las fallas
de Valencia. También, dentro de nuestro patrimonio no tangible contamos con una
importante gastronomía: las papas arrugadas con mojo, la tortilla de patata, la
paella valenciana, la quesada pasiega, el pulpo gallego, el paparajote murciano,
etcétera. Pero no recuerdo que se encuentre en esa lista el cocido madrileño
que, como dijo Gregorio Marañón, salvó más vidas en la posguerra que la
penicilina. Por cierto, se cuenta de Rafael
Guerra Bejarano que, cuando alguien le presentó a ese ilustre endocrinólogo,
el torero le espetó: “¿Y usted, en qué es doctor?”, a lo que Marañón le
contestó: “En Metafísica”. El torero se quedó pensativo y al cabo de un rato le
contestó: “Claro, hay gente pa’tó”. Lo
cierto era que Gregorio Marañón había obtenido su doctorado en 1910 con su
tesis “La sangre en los estados tiroideos”.
No sabemos la razón por la que Marañón señaló esa rama de la Filosofía. Supongo
que le diría a Guerra “Metafísica” como le podría haber dicho cualquier otra
cosa, o que fue lo primero que se le ocurrió. Pues bien, de la misma manera, no comprendo cómo se le ha
ocurrido a las Cortes de Aragón a instancias del Partido Popular (y tal vez de
sus acólitos del PAR) solicitar que la jota forme parte del Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad. Está bien la idea, pero hay muchas cosas por hacer
de mayor enjundia. La jota, a fin de cuentas, nació en Valencia y es una danza
y cante español extendida como una mancha de aceite por gran parte de España.
Hay variedades de jota castellana, manchega, montañesa, navarra, de León, de
Valencia, de La Rioja, de Extremadura, de Murcia…, cuyo contenido letrístico
incluye desde el exacerbado patriotismo hasta la religión o las picardías sexuales.
Y en consecuencia, la solicitud de tal inscripción hace bueno por lo que
afirmó Guerra: que “hay gente pa’tó”. Y ahí incluyo a unos diputados aragoneses
con exiguas pretensiones, que infunden
un raro rendibú y que demuestran tener muy apagadas iniciativas.
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