viernes, 20 de julio de 2018

"Cachondeíto fino"



Hoy, Antonio Burgos, en las páginas de ABC, hace “cachondeíto fino” con la propuesta ciudadana y de la Junta de Andalucía de que se desentierren los restos del general Queipo de Llano en la iglesia de La Macarena. Queda claro que, de hacerlo, ni bajarán las cifras de paro, ni se eliminarán los atascos en el Puente del Amarillo, ni se terminará con ello el problema de las migraciones, ni con la violencia machista, ni con la corrupción, etcétera. Una cosa nadas tiene nada que ver con la otra. Pero si se exhuman los restos de Quipo de La Macarena de una puñetera vez se habrá dado un paso gigantesco en la devolución de la dignidad de los sevillanos. Queipo, además de golpista, fue responsable de muchas muertes. Queipo, al que Franco le hizo marqués, había dirigido en 1930 la “cuartelada de Cuatro Vientos”, llegó a ser consuegro de Niceto Alcalá Zamora y fue el responsable de la muerte de 3.028 ciudadanos en el corto periodo del comienzo de la Guerra Civil y enero de 1937. Para el que no lo recuerde, en 1930 y tras el fracaso de la sublevación de Jaca,  Queipo, por entonces en la reserva, Ramón Franco y un grupo de oficiales y paisanos asaltaron el aeródromo de Cuatro Vientos en un intento de promover una insurrección republicana en contra de Alfonso XIII y que terminó siendo sofocada por el general Orgaz. Paca la Culona, como le motejaba Franco, fue según Ian  Gibson quien ordenó el fusilamiento de  Federico García Lorca con aquella frase histórica de “café, mucho café” dicha a Valdés por teléfono. Sería larga la lista de fechorías realizadas por ese general, amigo de arengar a través la radio, cuyo fajín lució la Virgen Macarena durante casi cuarenta años en sus desfiles procesionales por las calles de Sevilla. Antonio Burgos podría ahorrarse lo que él denomina como “cachondeíto fino” y dejarse de hacer encomio de un franquismo trasnochado que llena de vergüenza a todos demócratas. O sea, guasas, chacotas y zumbas, las justas. El “cachondeíto fino” y la ironía son una cosa. La ponderación de los culpables de la mayor tragedia histórica del siglo XX en España, otra. Y Bieito Rubido, director de ABC, debería tenerlo muy en cuenta.

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