sábado, 28 de julio de 2018

Lástima que fuera en manga corta



En la prensa de hoy leo con atención un artículo de José María de Loma en “La Opinión de Zamora”. En “Un señor con memoria”, De Loma hace referencia a un tipo elegante (camisa azul y pantalón gris) que se acerca a una librería en busca de una biografía sobre Juan Negrín.  En el catálogo de la tienda existen dos volúmenes de diferentes autores pero lo cierto es que están agotados. El empleado le indica al elegante cliente que los pedirá al almacén para que se los entreguen de inmediato. Y le pide un número de teléfono para poder ponerse en contacto.  El cliente no tiene inconveniente en darle su número de teléfono fijo. “No, un móvil-- dice el empleado--. Con un móvil le llega rápido la notificación de que el libro está aquí”. Parece absurdo. Aquel cliente de aspecto distinguido se palpa el bolsillo, comprueba que lleva su móvil pero se niega a darle el número. Yo tampoco se lo doy a un desconocido. El móvil es para emergencias, para ser utilizado por el titular cuando le venga en gana, pero no para que te den la lata tipos con los que no tienes ningún deseo de dialogar.  Aquel que es conocedor de tu número de móvil te controla, te llama a horas intempestivas cada vez que se aburre… Es como si le hubieses entregado una llave de casa. José María de Loma, en un momento de su escritura recuerda que, a su criterio, el mejor libro sobre Juan Negrín es uno de Enrique Moradiellos (Negrín. Ediciones Península. 2015) Pero se lo guarda para sus adentros. Aquel señor “de más de ochenta años, en perfecto estado de revista, elegante camisa azul, pantalón gris, sombrero y un abanico en la mano (lástima que fuera de manga corta) le dice al mozo del mostrador que él suele pasar todos los días por esa calle y que entrará en la tienda mañana o pasado por ver si ya disponen de la biografía solicitada. Descubro que a De Loma le sucede lo que a mí. No le gustan las camisas de manga corta salvo cuando juegas al tenis. Si hace calor, te aguantas.

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