miércoles, 4 de julio de 2018

Sábado sabadete...



Leo en El País algo interesante que comenta Sara Navas: “Frases que usamos a diario y que tendríamos que eliminar pero ya”, es decir, ahora, sin pérdida de tiempo y sin excusa ni pretexto. Elijo una de ellas: “Sábado sabadete, camisa nueva y un polvete”, que  siempre se me antojó que era una auténtica grosería vulgar y vejatoria. Pero descubro qué significaba la expresión: “En el siglo XVII ‘sabadete’ surgió de juntar las palabras “sábado” y “siete” y hacía referencia a cualquier sábado que caía en día siete. Conjunción que se da dos veces al año y que según una superstición judía era idónea para dedicar esa jornada a elaborar polvos de talco. La tradición decía que, para que tuvieran más propiedades, estos polvos debían prepararse vistiendo una camisa nueva”. El significado sexual de la expresión llegó mucho tiempo después, cuando empezó a extenderse el uso del polvo de talco por las meretrices en las casas de lenocinio. Fíjense ustedes: en este país siempre terminamos tomando el rábano por las hojas.  Y ya puestos, la más extravagante deformación popular se produce -según Fernando Lázaro Carreter- en un culto texto latino registrado por Francisco Correas. Dice: “Hocico dambico, varitas os dio padre”. Comenta Lázaro Carreter: “En su segunda mitad,  se retuerce increíblemente una sentencia de Terencio, que dice: Veritas odium parit (‘la verdad engendra odio’). Lo curioso es que, al filo de 1600, todo el mundo interpretaba lo de las varitas en su correcto sentido terenciano: que cantar las verdades al prójimo, lo irrita”. Soltar latinajos a troche y moche sin venir a cuento, y lo que es peor, sin saber latín, suele conducir a la astracanada. Tal le sucedió un día  -como también lo recuerda Lázaro Carreter en “El dardo en la palabra”-  al presidente de una comunidad autónoma cuando visitó un pabellón deportivo juvenil. En su discurso preñado de frases-papilla señaló en un momento dado a los muchachos allí presentes: “Mens sana in corpore insepulto”. Y se quedó tan ancho el tío. Sólo le faltó recitar aquello de “Voto a Dios que me espanta esta grandeza/y que diera un doblón por describilla...” con el más puro acento cervantino.  Más tarde, hasta puede que le ofrecieran un vino español a ese sansirolé de mierda.  Ay, mi niña, algunos días trae más cuenta no levantarse de la cama.

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