viernes, 30 de noviembre de 2018

Alcaldes y demás ralea


Tengo unas ganas tremendas de que termine noviembre. Es un mes desesperante. Creo que ya se habrá marchado el Chino que se llevó la llave de Madrid en cajita de plata, como los judíos sefardíes cuando se llevaron la llave de su casa de Toledo  y  todavía conservan.  ¡Hay que ver cómo le adularon para que comprase jamones y uvas de Vinalopó! Noviembre, como digo, es el mes donde  de un tiempo a esta parte comienza la Navidad, esas fiestas en las que cunden más  los fastos que la eficacia. El alcalde de Zaragoza, en su discurso sobre el Debate del Estado de la Ciudad, manifestó que su pretensión era que Zaragoza se convirtiese en una ciudad de “bajas emisiones”; y, tal y como señalaba ayer Heraldo de Aragón,  Pedro Santisteve “, de Zaragoza en Común, “anunciaba restricciones de tráfico para vehículos contaminantes a partir de 2027”.  Lo que desconoce Santisteve es que dentro de 9 años de él no quedara ni rastro de su paso por la Alcaldía. Para que el recuerdo de un alcalde persista en la memoria ciudadana  es necesario que el titular lo haya hecho bien, o que lo haya hecho mal, que las dos cosas sirven, según aquel principio de Julio Cerón: “El que vale poco y se cree que vale mucho, no vale”. Lo normal es lo segundo, que no valga. Verbigracia: a González Triviño se le recordará durante mucho tiempo por sus famosos adefesios urbanos; a su antecesor, Ramón Sainz de Baranda, por haber sido el primer alcalde democrático tras cuatro décadas de dictadura. A Juan Alberto Belloch, por haber  logrado la primera línea de un nuevo concepto de tranvía; a Atarés, por haber sustituido en la Alcaldía a Luisa Fernanda Rudi cuando ésta fue nombrada presidenta de la Cámara Baja; y a Rudi por haber pasado sin pena ni gloria, como un cardo en un páramo. Los anteriores alcaldes: Merino, Horno, Alierta, Gómez Laguna, Sánchez Ventura, Caballero, Rivas, Perellada y López de Gera,  (nombrados de abajo a arriba y por orden de aparición) pertenecieron al partido único,  o sea, al Movimiento Nacional, y todos ellos fueron elegidos según antojo del gobernador civil de turno, que a su vez era jefe provincial del Movimiento. Antes de los citados alcaldes hubo otro, Federico Martínez Andrés, propietario de la imprenta “La académica”, al que en 1933 le suspendió el gobernador civil (José María Díaz) de sus funciones por su “pasividad y apatía”, aunque fue elegido nuevamente alcalde en febrero de 1936, hasta su detención por los golpistas el 19 de julio de ese año. Aprovecho para señalar que José María Díaz y Díaz-Villamil murió el 25 de septiembre de 1936 en Taramundi (Asturias), “como consecuencia de la hemorragia que le produjo un disparo” administrado por los rebeldes  que se movían en automóviles requisados pegando tiros de mosquetón dentro de la inmovilidad de aquel paradójico Movimiento inamovible, y que siempre mostraba su cara más atroz asesinando a ciudadanos en las cunetas por el hecho de pensar  de forma diferente.

lunes, 26 de noviembre de 2018

El nudo de Gordio




Un artículo de hoy, publicado en El Mundo, debería hacer reflexionar a la Casa Real. Eduardo Álvarez,  bajo el epígrafe “El Rey Juan Carlos y Salman, la foto de la vergüenza”, profundiza en lo acontecido en el Gran Premio de Fórmula Uno de Abu Dabi donde coincidieron en la misma tribuna Juan Carlos de Borbón, su hija Cristina y el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed ben Salman que, según la CIA, ordenó el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. Cuenta Eduardo Álvarez: “Don Juan Carlos ha mantenido a lo largo de su reinado una relación muy estrecha con las familias reales árabes que ha resultado muy beneficiosa para los intereses de España. Eso es algo que cabe reconocerle. Pero si abdicó la corona porque varios escándalos echaron por tierra la imagen de ejemplaridad que debe tener un Rey, no es de recibo que ahora que su hijo y sucesor, Felipe VI, está intentando reflotar el prestigio de la institución monárquica, él actúe con esta frivolidad tan irresponsable. El Rey Emérito está obligado a guardar ciertas formas y a tener visión de Estado y sentido de la oportunidad. Y desde luego ahora mismo no es oportuno fotografiarse con el heredero saudí en un acto de estas características. No ayuda nada así a la Corona”. Son demasiados errores. Hace 40 años, antes de concluirse y votarse la actual Constitución (que dentro de unos días conmemorará su cuadragésimo aniversario), debería haberse preguntado a los españoles sobre la forma de Estado que deseaban. Pero se prefirió optar por aplicar los deseos de Franco. Y los Padres de la Constitución ataron aquellos deseos al modo en el que Gordio ofreció su carro  al templo de Zeus y ató la lanza y el yugo con un nudo que nadie supo desatar.

sábado, 24 de noviembre de 2018

Lapicero bicolor



La campaña de Casado en Andalucía huele a rancio. Casado pretende que las competencias de Educación reviertan al Estado cuando Rajoy lo rechazó de lleno; exige a Sánchez  que reclame Gibraltar para España y, también, que a la inmigración ilegal se la ponga en la frontera, es decir, que los migrantes que llegan a nuestras playas huyendo del horror de sus lugares de origen se marchen por donde han venido. Que yo recuerde, las competencias sobre Educación ya las contempló la II República; lo de la devolución de Gibraltar fue una reivindicación constante de Falange Española; y  la xenofobia me recuerda los discursos en Alcubierre y los vítores de “¡caudillo Blas Piñar!”.  El Partido Popular no goza de buena salud y quiere morir matándonos, pero de risa. Es lo más parecido a un lapicero bicolor al que le sacan punta por ambos lados: Ciudadanos por un extremo y Vox por el otro. El resultado es que lo están dejando cada día que pasa más menguado y menos manejable. El mensaje patriótico sobre Gibraltar podría haber tenido una solución, de haber estado ahora Cospedal al mando de Defensa, a la manera que se “reconquistó”  la isla de Perejil en la mañana del 17 de julio de 2002. ¿Recuerdan? Ana Palacio, entonces ministra de Exteriores, no logró convencer a Rabat para que los soldados marroquíes depusieran las armas, retiraran su bandera del islote y se retomase el status quo.  El Gobierno de Aznar creyó entonces que no había más remedio que una intervención militar para resolver un conflicto que no existía. Los soldados se pintaron la cara de guerra y revisaron sus equipos para entrar en feroz batalla. En Perejil, desde los avistamientos aéreos, daba la sensación de que había muchos militares. Más tarde se confirmó que se trataba de cabras. “Al alba y con fuerte viento de levante…”. En fin, no me quiero reír, que se me despeina el bigote. Decía el argentino Adolfo Bioy Casares que la vida es una partida de ajedrez y nunca sabe uno a ciencia cierta cuándo está ganando o perdiendo.

Don Germán


Hacía tiempo que no veía a  Germán López Sampedro. Un día primaveral de 1997, paseando por el zaragozano Parque del Tío Jorge, me lo encontré y le saludé. Quedamos en que nos veríamos más veces. Aquel hombre tenía la sabiduría y la humildad de siempre. Don Germán había ejercido el magisterio durante muchos años  en Cervera de la Cañada, y cuando terminaba sus clases montaba en su “Platero”, una lambretta, y regresaba a Calatayud, donde también impartía clases de Matemáticas en una academia. Siempre de chaqueta y corbata,  del bolsillo superior de su americana asomaba un lapicero y una regla de cálculo. Posteriormente ejerció de profesor de Geografía e Historia en el I.S. “Miguel Servet” de Zaragoza. Lo que nunca conocí fue su faceta literaria. Un día me enteré que había fallecido. Alguien me contó que por un lapsus de memoria había estado varios días perdido y sin saber dónde se encontraba. Falleció tres días más tarde. Hoy, Antonio Sánchez Potero, en Facebook, me ha vuelto a traer a la memoria su recuerdo. Don Germán, aunque ya digo que no lo sabía, había colaborado en diversas publicaciones. Y hoy sábado, a un mes de la Nochebuena, Sánchez Portero lo recuerda por su colaboración en la “Guía de la ciudad monumental de Calatayud”, que don Germán llevó a cabo al alimón con Gonzalo M. Borrás Gualís en una edición facsímil de 2002 y publicada por el Centro de Estudios Bilbilitanos. Don Germán, lo supe después, colaboró intensamente en publicaciones colectivas: “Calatayud”, en el Diccionario Geográfico de España; “Para la carta arqueológica antigua del término municipal de Calatayud”; “Los musulmanes en la tierra del Jalón”; “La avanzada del Masilón”… También colaboró en numerosas revistas: “El escudo de Calatayud”; “Sobre Noticia y antología de poetas bilbilitanos”, etcétera. Don Germán fue un hombre bueno y amante de la tierra que le vio nacer en 1934, en plena República. Siempre estará en mi recuerdo. Merecería el nombre de una calle en Calatayud. Sería como una ramita de yerbabuena en un vaso con agua de lluvia, o como el arranque de una mazurca arañada por la aguja en el microsurco en tediosa tarde de domingo. Don Germán para mí siempre será don Germán, o sea.