jueves, 24 de enero de 2019

La pusilánime Rocío Ruiz



En el diario Viva Huelva publicó en 2013 la entonces profesora de Secundaria Rocío Ruiz un artículo titulado “Las monedas de Judas”, que alguien ha rebuscado ahora en las hemerotecas y está levantando ampollas en ciertos sectores conservadores andaluces. La actual consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía venía a definir  la Semana Santa como “desfiles de la vanidad y rancio populismo cultural” y añadía que “nada tiene que ver con lo que dicen representar” por ser “"una exitosa puesta en escena turística y una penosa demostración de la necesidad que tiene la gente de 'pan y circo'. Un entretenimiento de la plebe, devotos que confunden la religión con el protagonismo". Y acusaba a los cofrades de doble moral: “Grandes hombres inflados de autoestima piadosa a punto de reventar, especialistas en maquillar sus sombras tras una máscara o un capirote”. Vox pide la reprobación inmediata de la consejera de Ciudadanos. Y determinados plumillas de sacristía y alcanfor la atacan sin piedad desde determinados medios conservadores. Entre ellos, Antonio Burgos en ABC, con su artículo “Consejera, ¡vivan los rancios!, donde cuenta: “Estamos muy orgullosos, consejera, de que haya "gente que se autoinflige (sic) castigos y se destroza la columna por cargar a cuestas enormes trozos de madera decorados con costosos vestidos. ¡Usted no sabe lo que es una levantá a pulso a golpe de martillo o de campana! Usted no sabe cómo nos emocionamos cuando vemos ese ‘trozo de madera’ con que Juan de Mesa esculpió a Dios, y avanza con paso de Hombre llevado por esa gente que no se destroza la columna, porque el andar de un paso, racheando el andar divino, es un arte que usted no está capacitada para degustar desde la emoción de la Fe”. Me hace gracia que una de las virtudes teologales, “fe”, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve, la escriba Burgos con mayúscula. Lo que no señala Burgos es que la Semana Santa sevillana, como los actos procesionales que se celebran en todas las grandes ciudades andaluzas, también en las de Castilla y León, generan importantes ingresos tanto por turismo interior como foráneo. Y estoy refiriéndome a dos Comunidades Autónomas amplias, geográficamente hablando,  aunque muy deprimidas en lo económico y en la creación de empleo. Personalmente estoy de acuerdo con la consejera Rocío Ruiz en lo de que las procesiones en Sevilla constituyen un espectáculo sin parangón, que a unos gusta, a otros no gusta, pero que a nadie deja indiferente. Caso distinto es el caso de Málaga, donde se utiliza a la Legión en sus raros performances, donde hemos podido ver hasta ministros del gobierno de Rajoy (Zoido, Calatá, Íñigo Méndez de Vigo y hasta la encargada de Defensa, Cospedal) cantando “Soy el novio de la Muerte” a grito pelado y produciendo en los ciudadanos vergüenza ajena en un Estado aconfesional. Dígame usted, amigo lector,  si tales políticos no estaban insuflados de autoestima piadosa a punto de reventar, como señalaba la consejera en su artículo. Lo que no debe hacer la consejera Rocío Ruiz es pedir perdón, como ha hecho ahora por mantenerse en su poltrona, por un artículo enviado a un diario de provincias hace cinco años. Ello denota su pusilanimidad,  es decir, su poco ánimo para enfrentarse a las dificultades. Y eso, en política, no vale.

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