domingo, 7 de abril de 2019

Dígaselo en latín



Cada día que pasa me indigno más ante la estupidez humana. Me entero de que el alcalde de Tamarite de Litera, Francisco Mateo, ha escrito una carta en catalán al obispo de Lérida, Salvador Giménez, para reclamarle un retablo de san Blas que salió de la iglesia de la pedanía de Algayón en 1904. Creo que Tamarite de Litera se dice en catalán Tamarit de Llitera y está en la Franja, donde se habla tanto en castellano como en catalán en forma de chapurreau, según con quién te topes para preguntarle es un suponer por “casa Galindo”. En Tamarite de Litera, en 1904, como decía, alguien afanó un retablo que los tamaritanos ahora pretenden que se les devuelva, no sé si por Amazon y a portes pagados. Pero en el año 2000, que a mí me conste, se perdió algo más importante: el poder administrativo de Tamarite de Litera en beneficio de Binéfar, cuando se le arrebató la capitalidad de la comarca. Ya puestos, el alcalde Mateo debería también escribir, eso sí, esta vez en inglés, al Museo de Arte de Filadelfia, para que devuelvan  la tabla de san Miguel, pintada por Xuan Jiménez,  que fue lo único que se salvó tras la Guerra Civil del retablo mayor de su iglesia y que un día se marchó en un barco al anochecer, cuando el blanco faro sobre los veleros su beso de plata dejaba caer. Que me perdone el alcalde de Tamarite de Litera, pero me ha salido algo de una letrilla de la Piquer. A ese alcalde yo le diría que debería haber escrito la carta al obispo de Lérida en latín, que es el idioma oficial de la Iglesia. Más o menos de esta guisa: Me redire cupio retrablo Sancti Blasii quae hujus parochiae…”. Porque, claro, pedir la devolución de un san Blas en catalán a un obispo que nació en Muro de Alcoy, provincia de Alicante, puede enfadar al monseñor. En todo caso debería habérselo pedido el alcalde en valenciano, que no es lo mismo, de la misma manera que no es igual el castellano que se habla en Mansilla de las Mulas que el andaluz que se habla de Vejer de la Frontera.  Hay matices que siempre debemos tener en cuenta para evitar susceptibilidades innecesarias. Por otro lado, desde 1904 hasta hoy han pasado 115 años; y esas cosas, a mi entender, hay que reclamarlas en caliente, bien sea en castellano, catalán, valenciano, latín, o andaluz. Reclamar ese retablo ahora es como reclamar las dos esmeraldas de un ceñidor que pertenecieron a Zobeida, la esposa del famoso señor de Bagdad Harun-Ar-Raxid y que brilló en la corte de los Omeyas, en el Andalus español, y más tarde en el traje de gala de Eugenia de Montijo, como contaba Gregorio Marañón en su ensayo “Rapsodia de las esmeraldas”.

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