El diario ABC
da cuenta de lo que para ese diario monárquico fue un “inoportuno comentario”
de una anciana a Letizia Ortiz. Hace
algo más de una semana, la reina consorte visitaba el monasterio de san Blas,
en Lerma, con ocasión de haberse
inaugurado en esa ciudad burgalesa la exposición “Las Edades del Hombre”. Y la consorte real aprovechó para saludar
a las personas que esperaban en la calle su presencia. Entre ellas, un
matrimonio de ancianos. La consorte les dijo: “! Qué matrimonio tan mayor, pero
tan bien! Aquí en Lerma viven ustedes
muchos años. Con 93 años hay que dar gracias”. Pero la mujer anciana aprovechó
la coyuntura favorable para preguntarle a la consorte real su edad. La consorte
respondió: “Yo tengo 46 años”. Y la anciana, sorprendida, le espetó: “¡Yo te
echaba muchos más!”. No sé cómo le sentarían a la reina consorte esas palabras
de alguien que ya iba de vuelta de la vida. Supongo que no muy bien. Se limitó
a contestarle: “Muchísimas gracias. Cuídese, señora”. Y la reina consorte
siguió saludando a más gente anónima. A mi entender, esas cosas acontecen
cuando alguien, en este caso la reina consorte, intenta “hacerse la rocera” con
una ciudadanía alejada de los protocolos, de los besamanos y del glamur, que
nunca sabe uno (tampoco la reina consorte) por dónde puede a salir el ciudadano
de a pie. En esta vida ya se sabe, hay personas ancianas que son joviales y
alegres; y otras, más jóvenes, que parecieran tener las arterias del color de
las angulas. Es una actitud. No se trata de tener o no arrugas, sino de
sonreírle a la vida y saberse reír uno de sí mismo. En efecto, con 93 años hay
que dar gracias, pero ¿a quién? ¿Al Cielo, a los servicios sociales, a los
hijos que les cuidan con cariño, a la buena alimentación…? ¿A quién?
Lo malo de la vida es no saber usar bien el presente. A mí desde niño me
indicaron mis padres que nunca se debe preguntar la edad a las señoras. Es de
mal gusto. Y tomé nota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario