lunes, 15 de abril de 2019

La España cabreada



Aquí algo está sucediendo. Es raro que en televisión no se muestren los aforos en los mítines de los políticos. Ya nadie llena plazas de toros como en tiempos de González y hay salas con butacas vacías, como cuando las representaciones teatrales tienen mala crítica. Cuando los camareros de los bares de carretera quieren hacerse fotos con  Abascal nos damos cuenta de que existe un voto oculto en la ciudadanía silente que puede modificar todas las estadísticas. En democracia todo es posible. Claro, los que hemos leído algo sabemos que Alemania durante varias décadas estuvo asfixiada por  una serie de medidas y de multas que debía dar a los países afectados tras la Guerra Europea y las responsabilidades contempladas en el Tratado de Versalles, que terminó anidando un visceral odio de una Alemania arruinada a hacia el resto de Europa. La quiebra financiera del 29 dio la puntilla a la República de Weimar. Ello se tradujo en que en las elecciones de 1930 tanto el Partido Nazi como el Partido Comunista subiesen como la espuma. Y mientras esto pasaba, Hitler seguiría viajando por Alemania para captar adeptos, mientras que las tropas de las SA iban marchando por todas las ciudades e interrumpiendo los mítines de las demás formaciones políticas. Y así llegamos a 1933, cuando el 30 de enero Hitler es nombrado canciller de Alemania tras una coalición de partidos de ultraderecha y de conservadores nacionalistas. Tras el incendio del Reichstag, Hitler se volvió mucho más autoritario, exigiendo a los demás partidos políticos su voto para todo y eliminando del gobierno a los comunistas. Y luego pasó lo que pasó. Hoy leyendo a Jesús Cacho en vozpópuli  algunos lectores hemos podido despejar dudas sobre el efecto “bola de nieve”. Pone el punto de mira sobre algo que debería hacer reflexionar. Escribe: “Lo de Palencia el miércoles, una ciudad acoplada al voto ‘popular’ desde que hay recuerdo, con grandes colas para entrar en el cine Ortega y dos veces el aforo en la calle. Lo de este jueves en Madrid, a las puertas de ese ICADE donde se forman las nuevas generaciones de la dirigencia española. Y la marea sigue. La pleamar Vox no deja de subir. Hay quien sostiene que estamos ante la reedición del fenómeno Podemos en 2015, y a mí no me lo parece. Porque la España cabreada, cansada de la clase política, harta de pagar impuestos y soportar ofensas del separatismo, asqueada de la corrupción y el mamoneo, no es de derechas ni de izquierdas o es mucho más que eso”. Y luego pasa lo que pasa, si es que pasa. Y si pasase lo que podría pasar, seguro que aparecería un imbécil en la Sexta “aclarando” al televidente trasnochador de los sábados que la culpable de las mareas es la Luna.

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