martes, 30 de abril de 2019

Se acaba abril

Suárez Illana es como el santón que acompaña  a Casado en todos los actos públicos, como el pendón de Castilla, como el mascaron de proa que surca los mares procelosos, como la gaviota de las siglas de un PP al que le han dejado el culo pajarero, que no ha cubierto sus expectativas y que ha contraído una deuda de 25 millones de euros al perder 71 diputados. Con Fraga –recuerdo- nunca se ganaban las elecciones generales. De nada le servía ponerse los tirantes con la bandera bicolor, hablar en la tribuna de oradores comiéndose palabras, o llevar el Estado en la cabeza. Pero Fraga sabía hacer queimadas y entenderse con Santiago Carrillo, lo que no era poca cosa. Pero  a Casado la faltan tablas y le sobra soberbia. No se puede intentar querer gobernar cuando lleva sobre sus espaldas todo el lastre de la Gúrtel y el desprecio de un Rajoy que  celebró su derrota personal en un bar de copas hasta las nueve de la noche el 31 de mayo del pasado año, y la derrota de su partido comiendo ayer en Horcher. A Casado le ha tocado bailar con la más fea la pieza más larga. Es una milonga sentimental que dice aquello de “milonga pa’ recordarte / milonga sentimental, / otros se quedan llorando, /  yo canto pa’ no llorar…”. A Rajoy le perdió la altivez y a Casado le ha perdido su miedo a Vox y escorarse más hacia la derecha por contentar a Aznar, que es un valor amortizado, pensando erróneamente que su enemigo era Abascal y que Rivera -que casi le hizo sorpasso- sólo era como un pez anádromo, o una veleta naranja que viraba según  soplase el viento.

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