martes, 7 de mayo de 2019

A la mar, marea, y a la Virgen, cirios


Estos días recibe el presidente en funciones  Pedro Sánchez a Rivera, a Casado y a Iglesias en La Moncloa. Me parecen bien tales reuniones. Con ello, a mi entender, no se le quita protagonismo al Jefe del Estado. No sé el grado de satisfacción que habrán en esos dirigentes de partidos tras esos encuentros Ignacio Ruiz-Quintano, con esa fina ironía que le caracteriza, señala hoy en ABC: “Entran Rivera y Casado de Romanones y Dato a La Moncloa (¡No a La Zarzuela!) y salen, tan pichis, de Azaña y don Niceto”. Herrera, en ese mismo diario, cuenta algo que pudo pasar en aquellos encuentros que, según ciertos sectores, deberían haberse producido en alguno de los salones de la Cámara: “En cierta manera, creo que tiene razón Iglesias: yo he venido contigo hasta aquí, yo apoyé tu moción de censura, yo firmé documentos de emprendimiento político contigo, yo pacté contigo la subida de Salario Mínimo, yo he sangrado algunos diputados a favor tuyo... ahora no me puedes dejar tirado en la cuneta y entenderte con otros. Yo no puedo quedar como el grupo subsidiario que te sugiera el nombre de un catedrático para llevar un ministerio menor. Yo tengo que formar gobierno contigo, si no quieres que sea vicepresidente me parece bien, pero un par de ministerios de los de gastar me los debes dar a mí”. Rivera le dijo, según parece, que le ayudaría a aplicar otro 155 en Cataluña, así, sin venir a cuento. ¡Vaya con el sietemachos! ¡Pero si sólo cuenta con cuatro senadores! Tiene guasa la cosa. Y Margarita Robles, con consejos al estilo de Elena Francis, y utilizando los métodos del doctor Trueta tras la batalla del Ebro, dice que esos encuentros monclovitas son “una oportunidad para bajar los niveles de confrontación y encontrar puntos de encuentro en cuestiones de Estado”. Ja. Y el diario aragonés Heraldo de Aragón me despierta esta mañana con un titular alarmante, (“Agravio comparativo”), donde señala con cierto poso de amargura: “Aragón arrastra dos carencias desde hace ya muchos años que limitan su desarrollo de forma muy relevante. Por una parte, un evidente déficit de infraestructuras de transporte. Por otra, un peor trato presupuestario de los Gobiernos centrales en comparación con otras comunidades autónomas. La última prueba es la discriminación que sufre Aragón en la bonificación de peajes de autopistas, que ahora se va a acentuar tras la cesión al País Vasco del tramo de la AP-68 a su paso por las provincias de Álava y Vizcaya”. Ese “agravio comparativo” es de difícil manejo. Aragón es un  territorio muy poco poblado en relación con su superficie y su “peso político” en nada es comparable al del País Vasco. Lambán, por otro lado, apoyó incondicionalmente a Susana Díaz para la Secretaría General del PSOE. Y llegó a decir aquello tan sublime de “Susana Díaz es la trianera tocada por los dioses del socialismo y la política”. ¡Qué bello! Se equivocó, como se equivocaron  Pérez Anadón y su pequeño combo. Todo está escrito. Y los ciudadanos, también Sánchez, tienen memoria. Recuerden cuando Lambán intentó justificarse: “No sólo el aparato apoyó a Susana Díaz, también hay aparatillos y aparatejos y cada uno con sus intereses”. Y usted, señor Lambán, ¿a cuál de los tres pertenecía? ¿Qué le dijo a Sánchez en el Comité Federal? Dígalo de una vez, sea valiente.

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