La noticia de que la marca Lacoste cambia su logo de cocodrilo por el de especies en peligro
de extinción va a romper los esquemas de muchos pijos de puerta de bar con copa
de balón de gin-tonic en mano, polo
con banderita española rodeando el borde de la solapa, pantalón color garbanzo
de pitillo muy por encima de los tobillos, chaqueta tan estrecha que pareciese
que la guardaran de la primera comunión y mocasines de corte ancho. Este verano,
esa pintoresca tribu deberá adquirir los
polos de piqué con figuras de diferentes animales en peligro de extinción: la
marsopa del Golfo de California, la tortuga Batagur de Birmania, el lepilemur
del Norte, el rinoceronte de la Sonda, el gibón de Cao-vit, el loro Kakapo, el
cóndor de California, el saola, el tigre de Sumatra y el ciclón de la isla de
Anegada. Pero lo van a
tener más fácil los sub-saharianos
manteros del “barato-barato”. Cualquier animal que incrusten como logo en el
pecho de los polos que venden en las calles añadirá glamur y se venderá como
rosquillas. Esos Lacoste outlet con logo falsificado tendrán de
ventaja para los vendedores ocasionales que tampoco el cliente de “medio pelo”
preguntará de qué animal se trata, por evitar ser tomado por inculto, es un
suponer. Hasta ahora, los polos de Lacoste falsos solían tener la boca más
abierta aún y el escamoso rabo como más elevado, de tal manera que más que un
cocodrilo del Nilo parece un caimán cubano, que no es menos perturbador. La
compañía fundada en 1933 por el tenista Jean
René Lacoste, alias Crocodile (1904-1996), ganador de 7
torneos de Grand Slam, fabricó la
conocida prenda para ser utilizada en ese juego inglés del mismo nombre que
tanto gustaba a Alfonso XIII. Disponía
de dos botones en las solapas para evitar que se movieran durante la
cabalgadura y utilizó como emblema de la marca un caimán gigi verde. El juego
de polo dejó de ser olímpico en 1936.
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