jueves, 16 de mayo de 2019

Un fortepiano aragonés



La respuesta a la diferencia existente entre un piano y un pianoforte que me pareció más acertada fue cuando, en 2013, Jorge (desconozco su apellido) en ForoClásico.com. decía que, en su opinión, era la diferencia entre una tortilla de patata hecha sin cebolla con una tortilla de patata hecha con cebolla y pimientos. Para Jorge, el piano dispone de más avances técnicos y más efectos con pedal (existen 4 posibles pedales) que un  pianoforte, porque ambos instrumentos tienen el mismo criterio de percutir las cuerdas con macillos. En resumidas cuentas: el piano es un pianoforte evolucionado. En el caso del clave, al pulsar una tecla se acciona un mecanismo que hace que un plectro pellizque la cuerda. Al levantar la tecla, un apagador se posa sobre la cuerda deteniendo la vibración y, por tanto, el sonido. El mecanismo para hacer sonar las cuerdas en el fortepiano y el piano es distinto. En estos instrumentos, al pulsar una tecla se acciona un mecanismo que mueve unos martillos que golpean o percuten —en vez de pellizcar o pinzar— las cuerdas. El principal resultado es que el volumen del sonido resultante deriva directamente del modo con el que se percute la tecla: a mayor fuerza, mayor volumen de sonido y a menor fuerza, menor volumen. Todo lo que acabo de exponer viene a cuento con una noticia que hoy aparece en Heraldo de Aragón de la mano de Mariano García. En ese diario aragonés se señala que “Tomás Torrente era hasta ahora una referencia erudita para especialistas en la historia de la música en Aragón. Su nombre aparece repetidamente mencionado como constructor de instrumentos de prestigio, desconociéndose el sonido y la calidad real de sus pianofortes. Pero un músico aragonés, el organista Jesús Gonzalo, posee un 'Tomás Torrente' en casi perfecto estado, que adquirió hace años a un anticuario zaragozano. Su pianoforte es el único ejemplar que se conoce de ese constructor y esa época, estando a la venta desde hace meses y ninguna institución aragonesa parece interesada en comprarlo”. (…) “La historia del pianoforte en Aragón arranca documentalmente en el siglo XVIII, cuando el turolense Antonio Enríquez presentó en 1778 y 1780 diversos artefactos a la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, que estaba interesada en proteger la artesanía y la manufactura mediante un sistema de premios y subvenciones. Entre estos artefactos figuraban dos pianofortes de madera”. (…) “El instrumento [construido en 1829] es un mueble de estilo imperio, realizado en madera de caoba y sustentado en seis patas de madera lacadas en negro. Mide 165 centímetros de largo por 82 de alto y 60  de profundo con la tapa cerrada. Tiene un teclado de cinco octavas y media, con las teclas realizadas en hueso y madera”. A mi entender, es una lástima que, como decía, ninguna institución aragonesa se hayan interesado por esa joya musical de los tiempos de Francisco de Goya y según parece en buen estado de conservación, ni conozco el precio ofertado por su dueño. ¿Acaso será una manzana con gusano? Pensemos que no.

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