jueves, 3 de julio de 2025

El laberinto


 

Los políticos ha entrado en pánico. Núñez Feijóo mira con un ojo a Díaz Ayuso, con el otro a  Abascal. Y Sánchez se encomienda a san Cojoncio para que no aparezcan más defraudadores al Fisco en su partido. Y, mientras, Aitor Esteban se muere de risa, como si viese a un burro comiendo higos. Al fondo se escucha el salmo 50, el “miserere” y la recomendación del alma para los seres afligidos. Creo que ambos, tanto Sánchez como Feijóo, deberían hacer ejercicios espirituales en Loyola para sosegarse. Ya lo dijo san Ignacio: “En tiempos de tribulación no hacer mudanza”. Sánchez mira los números, la economía va bien y el paro disminuye. Y Feijóo, mientras tanto, pone sus ojos sobre la luna de Valencia esperando que alguno de los que apoyaron a Sánchez en su investidura cambie ahora de rumbo y le conceda los apoyos necesarios para proceder a llevar a cabo una moción de censura  y alzarse con el santo y con la peana. Pero esos socios de gobierno no parece que estén  por la labor de desenterrar a Franco y regresar a un país en blanco y negro que todos queremos olvidar definitivamente. Y en esas estamos. Afilar los cuchillos no asusta ya ni a los sietemesinos. El fracaso político está servido y aquí, con este pirocúmulo de fracasos encadenados a diestra y siniestra solo sirve el lema del marqués de Iria Flavia: “El que resiste, gana”.  A todos ellos le huele el culo a pólvora y en este país hasta las bacterias fecales claman por sus derechos. Más vale que este sindiós nos pille a todos confesados.

 

martes, 1 de julio de 2025

Cacicadas a tutiplén

 

 

Leo en Heraldo de Aragón que Ibercaja Banco dará su nombre al nuevo estadio de fútbol de La Romareda. A cambio, esa entidad bancaria  dará 10 millones de euros al Ayuntamiento a lo largo de la próxima década (hasta 2035), y esa aportación podría incrementarse hasta los dos millones anuales si el Real Zaragoza consiguiera ascender a Primera División, algo que hoy por hoy parece una entelequia. Pero aquí suceden dos cosas que no sé si están previstas en el contrato firmado: una de ellas es que en una década Ibercaja Banco podría sr absorbido por otra sociedad en el caso de salir a bolsa, donde ya ha hecho varios intentos fallidos. La otra, que dado el rumbo negativo del equipo de futbol, lo más probable parece que podría bajar a Segunda B en las próximas temporadas. En cualquiera de los casos, hay que tocar madera frente a los antojos insensatos de la alcaldesa Chueca. Esa cifra podría equivaler al 13% del coste total de la obra. Ya solo falta saber si Ibercaja Banco desgravará en sus impuestos la cantidad aportada en concepto de “obra social”, que aquí nadie da puntada sin hilo. Ya tenemos la cuatro patas del banco: el Club, el Gobierno de Aragón, el Ayuntamiento de Zaragoza y un banco que cobra abultadas comisiones a los clientes, muchos captados con la absorción de CAI, hasta por darle los buenos días al empleado del mostrador. De Azcón y de Chueca podemos esperar  lo más imprevisible aunque nada bueno. El uno y la otra están atados de pies y manos  por las bridas caprichosas de la ultraderecha, o sea, de VOX, socio de gobierno en ambas instituciones.  Azcón no sabe por dónde le sopla el aire, como ha quedado demostrado en el mal funcionamiento de Educación y Sanidad  entre otros servicios públicos transferidos, y Chueca se ha empecinado en administrar Zaragoza como si la Ciudad si fuese una empresaria de Ibex, ora a China, ora a Miami, y mañana puede que a Burundi para fichar a hutus y tutsis para la cantera blanquiazul de sus entretelas. En resumidas cuentas, la entrada de Ibercaja Banco en el equipo de fútbol de Segunda División se me antoja como una cacicada más de las que ya nos tiene acostumbrados la derechona nostálgica y esperpéntica que espera la resurrección de Franco montado en el carro de fuego de Elías. Esperar para ver. Tiempo le pido al tiempo, que tiempo el tiempo nos dará.