Dicen que las llamadas turbo-rotondas facilitan la conducción pero, a mi entender, ello constituye una complicación añadida para los conductores que llevan una “L” blanca sobre fondo verde en el cristal trasero. De antemano es necesario conocer qué rumbo piensa uno tomar en un peligroso tramo en forma de espiral en la que cada carril tiene sus señales de indicación. En ambos carriles previos a la turbo-rotonda hay un ceda el paso de necesario cumplimiento. Para salir a la derecha se deberá acceder por el carril exterior; para continuar recto, se deberá elegir el carril interior; para tomar la salida de la izquierda, se deberá tomar el carril interior y seguir las indicaciones de las líneas blancas; y para hacer un cambio de sentido, será necesario tomar el carril interior y seguir las indicaciones de las líneas bancas. Es decir, si entramos en ese dédalo de asfalto lo mejor será que antes nos hayamos confesado con el penitencial por si las moscas. Con estas ideas, como sacadas de los “Grandes inventos del TBO” y asesorados por doctor Franz de Copenhague, ya verá, amigo lector, la que se monta, no a beneficio de inventario sino a favor de los chapistas. Pere Navarro, director general de la DGT, tiene a veces ocurrencias que nos deja con la boca abierta. Por poner un solo ejemplo, ya ha anunciado que a las personas mayores o con sus facultades físicas disminuidas que viven en el ámbito rural, en la llamada España vaciada, no se les retirará nunca el permiso de conducir por infracciones, para evitar que puedan tener psíquicas por el aislamiento que esa circunstancia pudiesen generarles. Se les permitirá que sigan disfrutando del permiso correspondiente, aunque limitándoles los trayectos largos y acotados a que puedan hacer pequeñas distancias de día, como poder ir a la consulta del médico, a comprar café al supermercado o a comprobar si maduran las alcachofas de su huerto. Por lo visto, para Pere Navarro, en pequeños recorridos es difícil que los ancianos habilitados o los disminuidos físicos puedan producir accidentes, algo que no parece cierto. En los recorridos cortos, aumentan los accidentes. No me pregunten por qué. En resumidas cuentas, confío en que esas personas octogenarias o disminuidas físicamente, aunque con documento de conducción en vigor, no circulen por turbo-rotondas en hora punta. No digamos nada si ese conductor, que siempre cree andar bien de reflejos, se viene arriba como los toreros de postín y mete el turbocompresor de su utilitario en medio del serpentín mareante. Entonces ya, como dice un de mi pueblo, puede producirse la “catatombe” sin necesidad de que Trump despliegue los submarinos atómicos cerca de Rusia por unos comentarios, a su criterio poco afortunados, de Medvédev.