jueves, 29 de mayo de 2025

A modo de nota al pie

 

 

En mi último trabajo, el de antes de ayer, comentaba cómo habían cambiado las cosas en los últimos cincuenta años en España y del deseo de entrar en la OTAN pese a la oposición inicial de los socialistas (todavía disfrutando de unas casi eternas vacaciones) con aquel eslogan de “De entrada, no”, que más tarde tuvieron que rectificar cuando el 31 de enero de 1986 el gobierno presidido por Felipe González ganó con un “Sí” por los pelos tras su cambio de posición con un  56,85% de los votos válidos a favor de permanecer en la OTAN y una participación del 59,4%, aunque bajo tres condiciones atenuantes: una, la no incorporación a la estructura militar; dos, la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares; y tres, la reducción de las bases militares norteamericanas en España instaladas tras los Pactos de Madrid de 1953, y una vez que González hubiese tenido que convencer a su propio partido en el XXX Congreso celebrado en diciembre de 1985. Pero el próximo día 12 de junio se cumplirán 50 años de la muerte en carretera del ministro Herrero Tejedor, maestro político de Adolfo Suárez. El coche oficial, un “Dodge-Dart” matrícula SGM-2322 conducido por Pablo Fernández Cobo entraba en la raqueta de empalme de la carretera Palencia-Valladolid-Madrid con la nacional de Galicia, a 2 kilómetros de Adanero. Eran las 8,25 de la tarde. La visibilidad era buena, el terreno llano y una señal indicaba una limitación máxima de 60 kilómetros por hora. Al mismo tiempo que el coche oficial entraba en la raqueta, el camión C-33875, conducido por Germán Corral Gómez, salía de un “ceda el paso” de forma indecisa en dirección norte. Se produjo una colisión tremenda y el coche oficial quedó empotrado bajo el camión. El ministro herido, secretario general del Movimiento (que había sustituido a  José Utrera Molina solo cien días antes) fue trasladado con urgencia a Villacastín. Al llegar ya estaba muerto. Franco (que aún no había terminado de digerir la “bomba de Estoril”) conoció la luctuosa noticia mientras presenciaba en la Monumental la corrida de Beneficencia. Y en Zaragoza, después de casi tres días de absoluta incomunicación, ese mismo día 12, el director de “Andalán”, Eloy Fernández Clemente, ingresaba en la Prisión de Torrero, sin que el juzgado que instruyó las diligencias decretara su libertad, ni incondicional ni bajo fianza. La víspera, el día 11, funcionarios de Información y Turismo secuestraban también el número 141 de “Cuadernos para el diálogo”, donde había un artículo de Rafael  Arias-Salgado titulado “Razones para el cambio político”. El horno de Arias Navarro, caracterizado por su espíritu receloso y estrecho, no estaba por aquellos días para bollos. A España le había mirado el tuerto y había que ir con mucho cuidado y tocando madera.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario