jueves, 3 de julio de 2025

El laberinto


 

Los políticos ha entrado en pánico. Núñez Feijóo mira con un ojo a Díaz Ayuso, con el otro a  Abascal. Y Sánchez se encomienda a san Cojoncio para que no aparezcan más defraudadores al Fisco en su partido. Y mientras, Aitor Esteban se muere de risa, como si viese a un burro comiendo higos. Al fondo se escucha en los muros de la Moncloa el salmo 50, el “miserere”, y la recomendación del alma para los seres afligidos. Creo que ambos, tanto Sánchez como Feijóo, deberían hacer ejercicios espirituales en Loyola en un  intento de sosegarse y poder aclarar sus respectivas ideas. Ya lo dijo san Ignacio: “En tiempos de tribulación no hacer mudanza”. Sánchez mira los números, la economía va bien y el paro disminuye. Y Feijóo, mientras tanto, pone sus ojos sobre la luna de Valencia esperando que alguno de los que apoyaron a Sánchez en su investidura cambie ahora de rumbo y le conceda los apoyos necesarios para proceder a llevar a cabo una moción de censura  y alzarse con el santo y con la peana. Pero esos socios de gobierno no parece que estén  por la labor de desenterrar a Franco y regresar a un país en blanco y negro que todos queremos olvidar definitivamente. Y en esas estamos. Afilar los cuchillos no asusta ya ni a los sietemesinos. El fracaso político está servido y aquí, con este pirocúmulo de fracasos encadenados a diestra y siniestra solo sirve el lema del marqués de Iria Flavia: “El que resiste, gana”.  A todos ellos le huele el culo a pólvora en un país donde hasta las bacterias fecales claman por sus derechos. Confiemos que este sindiós nos pille a todos confesados con el 'penitencial'. Más vale una tremenda penitencia impuesta por los pecados cometidos que contar cada anochecida los barrotes de la celda.

 

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