martes, 10 de junio de 2025

Pasarse de frenada

 

 


Antonio Pérez Henares, en su artículo de hoy en Diario de León (El pinganillo y los gilipollas”), en referencia a la Conferencia de Presidentes en Pedralbes, donde se reunieron los barones regionales hace unos días con el presidente del Gobierno, señala lo siguiente: “Sencillamente, y más allá de cualquier otra consideración, al personal de a pie y sin antojeras, lo de tener que ponerse pinganillos para que les traduzcan entre gentes que saben hablar perfectamente la misma lengua, les parece un verdadera y patente gilipollez”. No sé si Pérez Henares con su término “antojeras” se refiere a anteojos, a viseras o a antojos (vehementes deseos por puro capricho). Antojera (de antojo), f., es su 3ª acepción académica equivalente a “anteojera”. Antojos, también (en su 4ª acepción), hacen referencia a “lunares, manchas o tumorcitos eréctiles que suelen presentar en la piel algunas personas, y que el vulgo atribuye a caprichos no satisfechos de sus madres durante el embarazo”. Y antojo, en su 5ª acepción, equivale a anteojos, o sea,instrumento óptico compuesto de cristales y armadura o guarnición que permite tenerlos sujetos delante de los ojos”. Pero, como escribió Juan Ramón, “no le toques ya más, que así es la rosa”. A lo que iba, amigo lector. A Pérez Henares le choca que hayan tenido que utilizar pinganillo aquellos barones que desconocen el catalán  y vasco (tanto batúa como suletino (incluido el roncalés) o navarro-labortano, ambas lenguas cooficiales en sus respectivos territorios autónomos. Por cierto, uno de los primeros estudios científicos de los dialectos del euskera, en relación las formas verbales auxiliares, fue hecho por Louis-Lucien Bonaparte, sobrino de Napoleón, y publicado en 1869. Solo faltaría que uno tuviese que aprender los siete dialectos del vasco siendo consciente de que el contertulio o el orador que está en el uso de la palabra sabe perfectamente hablar en castellano. Pérez Henares se pregunta: “¿En qué hablaron Puigdemont y Otegui en Waterloó? ¿Se puso Cerdán el aparatejo en la oreja? ¿En qué habló el lendakari vasco en la rueda de prensa posterior? ¿En qué se expresan en sus mitines y ante su propia parroquia?”. Parece ser que Pérez Henares tiene una sencilla solución frente a esa torre de Babel: “Que hablen en lo que les venga en gana. Vale, pero no hay por qué traducirles ni rotularles en la tele ni leches en vinagre. En cuatro días dejarían de hacer el idiota y pretender, encima, que lo haga el resto. La próxima vez, con no ponerse el pinganillo, listo. Se acababa la tontería o se les dejaba a solas con ella”. Para los vascos, por ejemplo, Bilbao es Bilbo; Valmaseda, Balmaseda; Mondragón,  Arrasate; y San Sebastián, Donostia. Todo muy respetable cuando se habla en vascuence, claro. Y en catalán, ídem del lienzo. Gerona es Girona. Vale. Lo respeto. Pero me pareció de enorme burricie por parte de los gijoneses, que cuando se cambió en las antiguas matrículas “GE” por “GI” acudiesen en masa a esa provincia catalana los vecinos de Gijón para adquirir un utilitario o una moto.. Era una ficticia manera de desligarse de la “O” de Oviedo, por existir una cierta rivalidad entre Gijón y Oviedo. Me consta que una empresa catalana llegó a cobrar hasta 25.000 pesetas por realizar los trámites necesarios. Algo parecido ocurrió en otras localidades de España, como en Cartagena (no sé si en recuerdo de 'El Cantón de Cartagena', novelado por Sender) donde a los vehículos les correspondía la matrícula de la Región de Murcia (‘MU’) y algunos cartageneros decidieron matricular el coche en la provincia de Cádiz, para tener la matrícula ‘CA’. En fin, nos hemos pasado de rosca.

 

lunes, 9 de junio de 2025

El servilletero de don Claudio

 

 
Con algunos libros me sucede algo parecido a algunas viejas películas. Cuanto más los releo o las vuelvo a ver proyectadas más me gustan. Siempre encuentro tanto en los libros como en las películas, como digo, algún matiz que se me había pasado desapercibido. Y me vuelven a sorprender. Hoy haré referencia a un libro de bolsillo de don Claudio Sánchez-Albornoz (“Aún. Del pasado y del presente”, prólogo de Hilda Grassotti.- Espasa Calpe, Madrid.-1984). En su segunda parte (“Del presente”, cap. VIII) Sánchez-Albornoz, todavía mudado en Buenos Aires con cerca de 90 años a sus espaldas, hace referencia al servilletero de su abuela que siempre estaba sobre el mantel argentino a la hora de comer y que le retrotraía con recuerdos inolvidables. Era el único recuerdo que conservaba en la diáspora de sus antepasados. Todo lo demás, todo lo que conservaba en su casa de España de algún valor, como algunos cuadros heredados y su espléndida biblioteca, le fueron robados por las tropas rebeldes y los falangistas al comienzo de la guerra civil. Aquel servilletero, según describe en su libro, “es de plata maciza y está ornado con dos escenas de caza a caballo. Un jinete armado con flechas  enfrenta a u jabalí al que acosa un perro. Y la escena se repite a uno y otro lado del artístico recuadro que brinda las iniciales de la progenitora de mi madre”. Un poco después, en un salto en el tiempo, recuerda “cuando el 22 de diciembre de 1932 murió mi esposa dejándome tres hijos pequeños, mi madre los acogió en su regazo. Fuimos a vivir juntos y en nuestro departamento de Ferrer 2 se unieron los viejos óleos familiares y las familiares antigüedades de las dos familias. Por herencia de sus respectivos abuelos mis padres poseían muy bellos retratos de sus antepasados. Uno de ellos había tenido la humorada de hacer retratar a su cocinero francés M. Jean…”.  (…) “De aquel robo dio en su día noticia indirecta el marqués de Moret en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones”. Aquí deseo hacer una precisión necesaria. Supongo que Sánchez-Albornoz se referiría a Julio Cavestany y de Arduaga (1883-1965), marqués de Moret consorte (al estar casado con  María Pilar de Labastida y Moret, II marquesa de Moret y poseedora del título nobiliario, tras su rehabilitación por Franco al estar vacante desde 1935), e historiador de Arte, ya que el Marquesado se lo concedió Alfonso XIII a María de las Mercedes Moret y Beruete en 1914 en recompensa por los méritos de su padre, el ilustre político Segismundo Moret. Por no alargarme, estoy seguro que con el servilletero de plata de don Claudio se podría haber construido un excelente relato literario o un guión de cine. Me lo estoy pensando.

 

domingo, 8 de junio de 2025

Teatro de marionetas



En la manifestación de hoy en Madrid con  el Partido Popular agitando el avispero, Núñez Feijóo, acompañado de su combo de mamelucos con olor a naftalina,  sacaba pecho de toro  de maletilla  enamorado de la luna y en busca de una oportunidad como Platanito, y retaba a Sánchez, actual presidente del Gobierno por derecho, “a tener coraje para ir a las urnas” y a que “se rinda a la Democracia” en vista de que una moción de censura, que parecería lo normal cuando se entiende que el Gobierno está degradado, no le sería favorable. Por otro lado, Vox, con Santiago Abascal a la cabeza, se ha negado a asistir a la manifestación y ha exigido al PP que presente una moción de censura. Pero Núñez Feijóo, a lo suyo, erre que erre en su burricie y con la misma letanía monocorde, actuando desafiante y al estilo de esos barateros de barrio chino y siguiendo con su recurso de bribón con chaira en mano imponiendo su ley en las timbas de garitos, buscando la precisa ocasión para “darle un viaje” mediante un rápido molinete o con la suerte de la culebra, para rebañar el mondongo de su rival guiñando un ojo y meneando una pierna ante un público variopinto formado por ‘charranes’, ladrones, ‘gachés’ y demás ralea. En el “Manual del baratero”, escrito anónimo publicado en 1849, se cuenta (página 47) que “el baratero es enemigo nato de los paisanos a quienes llama ‘patrones’ y que por un quítame allá esas pajas mete mano al primero que topa y que él cree que ha ‘diquelado con malos clisos’, y arma un  zipizape de todos los diablos”. Para el lector que no lo sepa, en la jerga de germanía ‘diquelado’ (del verbo transitivo desusado ‘diquelar’) significa ver, mirar, de la misma manera que camelar’ significa querer; ‘naquerar’,  hablar; ‘chanelar’, saber;  ‘jallar’, comer, etcétera. Y ‘clisos’ (del romaní), significa ojos. Sobre esa burda comedia de teatro de marionetas habría que recordarle a Núñez Feijóo un conocido y preciso epígrafe: “Los muertos que vos matáis / gozan de buena salud” (Corneille).  En lo que respecta a Núñez Feijóo y sus ataques furibundos a Sánchez, doy por sentado que la sangre no llegará al río. Y si llegase, siempre habría una duquesa de Osuna de turno que intentara restañar con su pañuelo la firma del gañafón astado, como hizo con la herida de Pepe Hillo, “el de la peineta grana”, que decía Fernando Villalón, producida por el séptimo morlaco, Barbudo, de la divisa morada de Joaquín Rodríguez, de Peñaranda de Bracamonte, y que le costó la vida.



 

sábado, 7 de junio de 2025

Un lío de aúpa



Me entero de que existe un pueblo de la provincia de  Valladolid que está en la de León y que sus vecinos utilizan el prefijo telefónico 980, de Zamora. Se trata de Roales de Campos, en la Tierra de Campos, y posee 165 habitantes. Junto a Quintanilla del Molar forma del Enclave de Roales y Quintanilla. Dicen que tiene su origen en un error cartográfico de Javier de Campos sucedido durante la división provincial de 1833. Pese a encontrarse en la provincia de León su administración se adjudicó a Villalón de Campo, en Valladolid. Además de todo ello, los niños asisten a colegios  de Valderas,  las amas de casa suelen hacer las compras en Benavente, provincia de Zamora, las consultas hospitalarias las tiene en Valladolid y pertenecen a la diócesis es la de León. Se da el caso de que un  pueblo contiguo a Roales y a Quintanilla, San Miguel del Valle, en la provincia de Zamora, estudia llevar a cabo los trámites correspondientes para segregarse de Zamora y pertenecer  también a la provincia de Valladolid. El motivo que alegan es que al arreglar alumbrado y red de tuberías en el vallisoletano Enclave de Roales y Quintanilla no se tuvo en cuenta a San Miguel del Valle, en el partido judicial de Villalpando, por pertenecer a Zamora, “donde no llega un duro para nada”, en palabras de su alcaldesa, Ángela Morán Astorga. En San Miguel del Valle se celebra hoy, 7 de junio, una de sus principales fiestas en honor de la Virgen de la Torrica, por ser el sábado anterior al lunes de Pentecostés, donde es costumbre ancestral procesionar la imagen de esa virgen protectora hasta las orillas del rio Cea en romería. Posteriormente es costumbre celebrar una comida de hermanamiento. El año pasado cada residente recibió un  pan y una botella de vino, cortesía de la generosidad de la Comunidad Autónoma como símbolo de abundancia y fraternidad. Por cierto, pasado mañana se celebra una fiesta parecida en Toro (Zamora) en honor del Cristo de las Batallas alrededor de una ermita de ladrillo del siglo XII. Ese cristo estuvo presente en la Batalla de Toro, que tuvo lugar el 1 de marzo de 1476 y que consolidó el trono de Castilla en la persona de Isabel I en detrimento de su sobrina Juana de Trastámara, la legítima heredera e hija de Enrique IV. Lo que no termino de saber es la razón por la que en el cartel oficial de esa fiesta toresana, con actos para tres días, aparezcan unos sobaos pasiegos. Miren, eso ya no hay quien lo entienda.

 


 

 

 

jueves, 5 de junio de 2025

Cenotafios literarios

 

 

 

Luis Alloza me sorprende con un  suelto en El Periódico de Aragón donde señala que en Santa Fe (en la comarca de la Vega de Granada) la Policía Municipal podrá multar a los santaferinos por el hecho de sacar las sillas a la calle para tomar la fresca. A mi entender, habría que conocer a ese respecto la opinión del alcalde popular Juan Cobo Ortiz, desde que en las últimas elecciones se hiciera con la vara de regidor con su remonta y la sonada derrota del Partido Socialista tras 44 años de gobierno ininterrumpido. Santa Fe linda con Fuente Vaqueros, patria chica de Federico. El actual pueblo está asentado sobre un viejo campamento en el que los Reyes Católicos planearon la toma de Granada, y donde tuvieron lugar la ‘Capitulaciones de Santa Fe’  entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón (17 de abril de 1492) y, anteriormente a ello,  los acuerdos establecidos entre los reyes y Boabdil el Chico para la entrega y rendición de Granada el 2 de enero de 1492. Tras la capitulación, los reyes concedieron a Boabdil un extenso señorío en las Alpujarras. Cuando éste se cansó de vivir en España se trasladó a Marruecos y los reyes le indemnizaron por las tierras que abandonaba. Boabdil murió en Fez en 1533. Lo de la “leyenda del Puerto Suspiro del Moro” recuerdo que de niño la explicaban como cierta aunque de forma novelada los maestros en las escuelas. En la exposición de aquel relato lacrimógeno del pobre Boabdil cada docente añadía algo de su cosecha para hacerla más melodramática. Más o menos, el maestro venía a decir que el pobre sultán nazarí caminó sin volver la mirada a su reino hasta llegar a la última colina. Allí se detuvo para observar a lo lejos su palacio perdido. Y lloró desconsoladamente. Entonces su madre, Aixa-al-Horra, le tomo por el hombro y le dijo: “llora como mujer lo que no has sabido defender como un hombre”. Desde entonces el puerto de Villa de Otura, de 800 metros de altitud, se conoce con el nombre de “El suspiro del Moro”. No sé si las vecinas que en las atardecidas se reúnen sentadas en sillas de anea a la puerta de sus casas en Santa Fe ampliarán el relato de Boabdil el Chico con más añadidos legendarios, todos ellos respetables, hasta que densas lágrimas afloren a sus ojos y que sus cuerpos excreten demasiadas proteínas en la orina por una rara nefrosis de cenotafio literario. No entiendo que se le deba multar a ninguna  santaferina por sentarse a tomar la fresca en las atardecidas a la sombra de una acacia, o a la puerta de casa y con la señal de tráfico castigada y mirando a la pared, junto a un búcaro de arcilla colorada que suda frío cuando asoma la luna como un espejo roto por donde mataron a Lorca.