En rigor, me gustaría conocer qué méritos ha contraído la princesa Leonor para que su padre, el rey, le haya impuesto hoy en Marín la Gran Cruz al Mérito Naval con Distintivo Blanco. Es una condecoración establecida en 1864 (hasta 1995 como Orden del Mérito Naval) y que, según leo, puede tener distintivo rojo, azul, amarillo y blanco, según los casos. También me informo que “se concederá por méritos, trabajos, acciones, hechos o servicios distinguidos, que se efectúen durante la prestación de las misiones o servicios que ordinaria o extraordinariamente sean encomendados a las Fuerzas Armadas o que estén relacionados con la Defensa, y que no se encuentren definidos en las tres secciones anteriores de este capítulo. Esmaltada en blanco y llevará el ancla en azul. Penderá de una cinta con los colores nacionales en la misma disposición que tienen en la bandera”. O sean que, a este paso, la Heredera pronto tendrá más condecoraciones que Casto Méndez Núñez. Pero a mí las condecoraciones me merecen de poco respeto si no son otorgadas por meritos de guerra. Franco, responsable de un golpe de Estado, de una guerra civil y de los padecimientos y la muerte de casi media España se concedió a sí mismo la Gran Cruz Laureada de san Fernando en calidad de generalísimo de los Ejércitos, que le impuso Varela el 19 de mayo de 1939 en la tribuna del madrileño Paseo de la Castellana poco antes del desfile de la victoria. Acto que Varela volvió a repetir el 19 de julio de 1940 en el Palacio de Oriente. Pero no fue el único caso. A Juan de Borbón se le concedió el despacho de almirante con carácter honorífico en 1978 “por su papel en la transición española y su relación con la Armada Española”. Algo que no me consta. Y el 16 de julio de 1988, Juan Carlos I, en la Zarzuela, le impuso la faja de capitán general con el rango de almirante, como heredero de los derechos dinásticos desde 1941 por renuncia de sus hermanos Alfonso y Jaime y la abdicación de su padre, que dejó de ser rey de España desde el momento que puso pies en Polvorosa de forma cobarde en 1931. O sea, que de derechos históricos, nada. De paso, como decía, se creó la cátedra "Almirante Don Juan de Borbón" en el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional. En resumidas cuentas, todo un paripé que ahora se repite para que la Monarquía no decaiga. Mientras, en Sanjenjo, el abuelo del actual rey permanece al margen de todo. Al anterior rey, que por extrañas razones sigue siendo rey, lo que le gusta es navegar aunque sea con el viento en contra. Pero a los republicanos no nos interesa el juego de tronos ni el teatro de polichinelas. El oficio de jefe del Estado, debería salir de las urnas en un Estado de derecho. En fin, hoy es la virgen del Carmen. Cantemos eso de “Salve, reina de los mares…”, que es un fragmento de la zarzuela “El molinero de Subiza”, con libreto de Luis de Eguílaz de Cristóbal y música de Cristóbal Oudrid, adoptado en 1872 por los alumnos de la Escuela Naval Militar que asistieron a una representación de esa obra en Ferrol. Qué risa si no fuese todo tan absurdo.
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