Isabel Díaz Ayuso, a la que se nota que le han escrito su artículo póstumo sobre la figura literaria de Alfonso Ussía, confunde a Jesús de la Serna, hijo del prestigioso periodista y escritor Víctor de la Serna Espina, con Justo Serna (sin el “de la”) catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Valencia, que equivale a confundir el tocino con la velocidad, sin despreciar a ninguno de ellos. Por todos es sabido que Díaz Ayuso es persona muy inculta pero aquel que le ha ayudado a confeccionar a vuelapluma su elogio funeral sobre ese articulista fallecido (al que no tengo el gusto de conocer), no lo es menos. Se señala ese artículo de autor desconocido lo siguiente: “No dudo de que [Ussía] habría brillado en una revista como ‘El Madrid cómico’, que publicaba a autores como Leopoldo Alas ‘Clarín’. Y habría encajado como uno de los grandes de aquel ‘27 del humor’, la ‘Otra Generación del 27’, donde deslumbraron Jardiel Poncela, Mihura, Tono o Neville” Bueno, eso es mucho decir. Ussía murió matando al volapié. En su último trabajo en El Debate se permitió menospreciar a Miguel Gila, sin venir a cuento, como antes lo había hecho con todo aquel que no pensaba como él, algo muy común en los reaccionarios. Según Díaz Ayuso, “en vez de escribir sobre princesas rusas, cosacos y fiestas en palacios a orillas del Nevá (sic) [se dice escribe Neva aunque se pronuncia Nevá] le tocó hacerlo sobre zapatos de rejilla, meñiques disparados al levantar la taza del café, cazadores vestidos de verde veronés y, en general, de todos aquellos horteras que en lugar de cuarto de baño dicen váter, en lugar de barco dicen yate, y en lugar de mesa de las bebidas, mueble-bar”. Lo de ‘verde veronés’ también debería ser aclarado. Porque no sé si se referirá al ‘verde veronese’, un color verde usado principalmente en pintura artística relacionado con el pigmento de acetato de cobre producido por chapas de ese metal introducidas en vinagre, utilizado por el pintor Paolo Veronese y que no debe confundirse con el pigmento moderno ‘verde de Verona’. Dicen que un libro es del que lo firma. Un artículo, también. A Díaz Ayuso le convendría asistir a clases de repaso de cultura general. Al menos, de su pluma no saldrían tantas sandeces. Tiene su gracia eso de “meñiques disparados al levantar la taza de café”. Algo parecido escribió Cela en ABC sobre aquellos cursis que levantaban el dedo meñique al tomar ojén. Hay priapismo de ciruelo, priapismo de meñique y priapismo de brazo saludando a la romana. Pero al menos Príapo, que mantuvo un duelo dialéctico con un burro que tenía la capacidad de hablar y al que acabó matando, protegía las cosechas.