sábado, 6 de diciembre de 2025

Rimando, que es gerundio

 

 Una historia contada por Alfonso Ussía (aunque su nombre real fuese Ildefonso María Ciriaco) traigo hoy a la palestra. Como todo el mundo sabe, Pedro Muñoz Seca, abuelo del columnista de El Debate fallecido ayer en Cantabria, fue fusilado en Paracuellos de Jarama el 25 de noviembre de 1936. Había sido detenido en Barcelona (tenía por aquellos días una obra en cartel, 'La tonta del rizo', en el Teatro Poliorama) y trasladado a Madrid junto a su esposa, que corrió mejor suerte que su marido por ser cubana. Dicen que se le acusó de “albergar ideas monárquicas y católicas”. Fue dramaturgo y poeta, especialista en “astracanadas”, entre ellas “La venganza de don Mendo”. Contaba su nieto Alfonso, el ahora fallecido, lo siguiente: “Recibió Pedro Muñoz Seca en cierta ocasión una carta del entonces Ministro de Cultura, Filiberto Villalobos, en la que se le decía: "Estimado Sr. Muñoz Seca: (…) Sin duda, usted es un escritor de gran popularidad, por lo que resulta especialmente lamentable que a menudo el lenguaje empleado en sus obras sea tan vulgar y malsonante (…)" La respuesta no se hizo esperar y el ministro recibió una carta de Muñoz Seca, en estos términos: "Estimado Sr. Ministro: en este mismo instante tengo su carta delante; en breves momentos la tendré detrás". Alfonso Ussía era, como decía, nieto de Pedro Muñoz Seca y primo de Joaquín Solís, a su vez nieto de un hermano de Pedro, de nombre Francisco, médico de profesión. Y en cierta ocasión Alfonso le escribió un poema a su primo Joaquín de este tenor: “Hablando de megatones/ de carreras de trotones/ de peces de minerales/ de cositas anormales/ de humildad, gozo y de dones./  Una figura nerviosa/ con una boca de rosa/ más grande que un arlequín/  empieza a hablar es Joaquín/ que sabe todas las cosas./ De carbones y de hierro/ de enfermedades de perros/ de turismo con campaña/ por pueblecitos de España/  que no conoce un cencerro./ Nos habla de Arquitectura,/ sabe latín, más que un cura/ más de hulla, que es minero/ más de toros que un torero/ siempre su boca es segura./ Homo Sapiens, le llamamos/ Homo Sapiens le imploramos/ en cualquier dificultad/ al momento empieza a hablar/ y nosotros nos callamos./ Pesa más que un celemín/ es más veloz que un patín/ de cultura sabe todo,/ y por eso yo lo apodo/ Homo Sapiens a Joaquín”. Les deseo un buen fin de semana.

 

viernes, 5 de diciembre de 2025

En la muerte de Ussía

 

Isabel Díaz Ayuso, a la que se nota que  le han escrito su artículo póstumo sobre la figura literaria de Alfonso Ussía, confunde a Jesús de la Serna, hijo del prestigioso periodista y escritor Víctor de la Serna Espina, con Justo Serna (sin el “de la”) catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Valencia, que equivale a confundir el tocino con la velocidad, sin despreciar a ninguno de ellos. Por todos es sabido que Díaz Ayuso es persona muy inculta pero aquel que le ha ayudado a confeccionar a vuelapluma su elogio funeral sobre ese articulista fallecido (al que no tengo el gusto de conocer), no lo es menos. Se señala ese artículo de autor desconocido lo siguiente: “No dudo de que [Ussía] habría brillado en una revista como ‘El Madrid cómico’, que publicaba a autores como Leopoldo Alas ‘Clarín’. Y habría encajado como uno de los grandes de aquel ‘27 del humor’, la ‘Otra Generación del 27’, donde deslumbraron Jardiel Poncela, Mihura, Tono o Neville” Bueno, eso es mucho decir. Ussía murió matando al volapié. En su último trabajo en  El Debate se permitió menospreciar a Miguel Gila, sin venir a cuento, como antes lo había hecho con todo aquel que no pensaba como él, algo muy común en los reaccionarios. Según Díaz Ayuso, “en vez de escribir sobre princesas rusas, cosacos y fiestas en palacios a orillas del Nevá (sic) [se dice escribe Neva aunque se pronuncia Nevá] le tocó hacerlo sobre zapatos de rejilla, meñiques disparados al levantar la taza del café, cazadores vestidos de verde veronés y, en general, de todos aquellos horteras que en lugar de cuarto de baño dicen váter, en lugar de barco dicen yate, y en lugar de mesa de las bebidas, mueble-bar”. Lo de ‘verde veronés’ también debería ser aclarado. Porque  no sé si se referirá al ‘verde veronese’, un color verde usado principalmente en pintura artística relacionado con el pigmento de acetato de cobre producido por chapas de ese metal introducidas en vinagre, utilizado por el pintor Paolo Veronese y que no debe confundirse con el pigmento moderno ‘verde de Verona’. Dicen que un libro es del que lo firma. Un artículo, también. A Díaz Ayuso le convendría asistir a clases de repaso de cultura general. Al menos, de su pluma no saldrían tantas sandeces. Tiene su gracia eso de “meñiques disparados al levantar la taza de café”. Algo parecido escribió Cela en ABC sobre aquellos cursis que levantaban el dedo meñique al tomar ojén. Hay priapismo de ciruelo, priapismo de meñique y priapismo de brazo saludando a la romana. Pero al menos Príapo, que mantuvo un duelo dialéctico con un burro que tenía la capacidad de hablar y al que acabó matando, protegía las cosechas.

 

jueves, 4 de diciembre de 2025

Melancolía

 

 

Entre los pueblos desaparecidos en la provincia de Zaragoza existen los restos de Pardos, donde la luz eléctrica llego en 1958. Lo componía cuarenta viviendas y era pedanía de Abanto. Estaba situado en la embocadura de un barranco que forma el arroyo de Trescastillo entre un farrallón rocoso y el arroyo de la Veguilla. El ganado, fue una de sus principales riquezas. Sus dueños llevaban los corderos  a Abanto, donde acudían carniceros de Calatayud y Calamocha para comprarlos. Había caza, sobre todo perdices, conejos y liebres, se fabricaban quesos de cabra y del entorno de las carrascas se extraía leña para consumo propio y para la venta. En  un blog de Faustino Calderón (morcat4@gmail.com.) se cuenta que sus fiestas patronales eran el día de san Ramón Nonato, cada 31 de agosto.  Allí acudían vecinos de Abanto, Alarba, Castejón de Alarba, Acered, Cubel…, a la procesión del santo por las calles, a la misa y al rosario. También, para participar en los actos profanos que se celebraban en la plaza en la atardecida, entre ellos el baile que amenizaba una banda de música de Cimballa. Por la noche había otro encuentro musical en alguna de las dos tabernas existentes, todo ello sufragado por el ayuntamiento de Abanto, donde guitarras y bandurrias de vecinos de Munébrega solían poner la nota de color. Había otras fiestas. Una de ellas, el 25 de noviembre, en honor de santa Catalina, con romería hasta la ermita y posterior invitación a vermú por las cofradías; y el 17 de enero, san Antón, 17 de enero, donde en una hoguera se asaban morcillas. El cartero llegaba a pie desde Acered, y las reuniones y las juntas de vecinos se llevaban a cabo en la escuela. Pero Pardos carecía de carretera y, si mal no recuerdo, se hizo algo parecido a una pista forestal cuando ya no quedaba un solo vecino. ¡Qué desastre! Y cuando aquella pedanía de Abanto quedó vaciada y ya no se escuchaba ni el ladrido de los perros apareció por esos andurriales un tipo vestido de tirolés que dijo ser el archiduque de Austria Hugo de Absburgo. Corría el año 1995. Según llegué a escuchar, aquel raro personaje estaba pasando unos días en el Monasterio de Piedra cuando alguien le indicó que había un pequeño pueblo abandonado cerca de allí. Sin pensárselo dos veces, Hugo de Absburgo tomó el camino y allí marcho (según contó a un pastor) “buscando una temporada de retiro espiritual”. Lavaba su ropa en la fuente, trabajaba en un pequeño huerto (era vegetariano) y daba clase de inglés a niños de Abanto de forma desinteresada. Se ganó la simpatía de todo aquel que quiso conocerle. Un  vecino le permitió vivir en su casa deshabitada y le cedió el huerto y alguien le regaló una cabra. Allí permaneció durante casi tres años. Varios medios de comunicación le hicieron entrevistas: Interviú, El Periódico de Aragón (26/02/95) con una excelente entrevista de Roberto Miranda, reproducida posteriormente en el libro "Aragón tal como viene" (Asociación de Prensa de Aragón, Zaragoza, 2000. p.184-186), por un equipo de Antena 3 Televisión, etcétera. Un día desapareció. Nunca más se volvió a saber de aquel estrafalario personaje.  Pardos volvió a quedarse silente. En la actualidad, me he enterado de que un grupo de oriundos intenta sacarlo del olvido y han creado la “Asociación de Amigos de Pardos”. Se reúnen cada año un día del mes de Junio en la restaurada ermita de san Antón, asisten a una misa y confraternizan en una posterior comida. Después llega el sonido negro, el peor de los silencios.