sábado, 21 de enero de 2023

Para todos los gustos

 



Hoy la prensa tiene un selecto menú, como los restaurantes de postín. Por un lado, en El Debate, podemos leer un artículo de Antonio Jiménez, donde éste anima a salir a los ciudadanos a la calle ante la amenaza creciente de Sánchez y su Gobierno. Jiménez dice del presidente del Gobierno que es “sumiso y claudicante ante Aragonés porque le mantiene en el poder y arrogante y firme con Mañueco al que le envía ridículos requerimientos sobre supuestos e inexistentes incumplimientos de la legalidad constitucional”. Y otro columnista del mismo periódico digital, el lacayo Ussía, en su particular culto de latría, vuelve a echar incienso sobre el  Emérito afirmado que “si Don Juan Carlos vuelve a su casa [la Zarzuela] debe hacerlo sin dar explicaciones a nadie, porque tiene  pleno derecho a hacerlo”, y se permite llamar al ministro  Félix Bolaños “el pequeño Fouché de la Moncloa”. Por otro lado, Rosa María Artal, en Eldiario.es, escribe que  “la derecha más ultramontana ha elegido el momento de mayor prestigio internacional –hasta ahora- de Pedro Sánchez y su Gobierno para armarle una manifestación de protesta a la brava. La extrema derecha oficial y la del PP y los rescoldos de Ciudadanos se apuntan. Y todo ello acontece cuando se suceden los elogios en los foros internacionales –ya sabemos qué es Davos pero allí también-, Alemania lo considera referente en política laboral, se citan como ejemplos las leyes del Ministerio de Igualdad, se valora su papel en la excepción energética española, el logro de rebajar la inflación a niveles mínimos en Europa. Pedro Sánchez es entrevistado en CNN y Yolanda Díaz aparece en portada del Financial Times. Y en julio, España, con Sánchez, inicia la presidencia de turno de la UE”. Rosa María Artal continúa diciendo que “el PP invita a sus simpatizantes a ir a hacerse otra foto (en esta ocasión, en Cibeles) con los ultras. No han tenido suficiente con el escándalo de Castilla y León con ecos internacionales ya. Feijóo sigue de perfil, pero Ayuso ha entrado en barrena con una soflama golpista a la que le sirvió de plataforma el diario El Mundo, el medio que más dinero público recibe en subvenciones de la Comunidad de Madrid. Lo que esta dirigente soltó por su boca es literalmente inadmisible y muy peligroso”. Rosa María Alta –para el que no lo sepa- se refería a las declaraciones de Ayuso donde ésta decía que “España se encuentra en la antesala de la guerra civil”. Yo, por si las moscas, me voy a las barricadas antes de que Madrid se transforme en el Cantón de Cartagena y la “insurrecta” Ayuso se meta de lleno en el papel de Antoñete Gálvez, o de Juan Contreras, que nunca se sabe…

viernes, 20 de enero de 2023

Falta de brillo

 


Leo un artículo de Carlos Martínez-Gorriarán, en  Vozpópuli, “Reyes en la oscuridad”, donde su autor señala que “hay monarquías, como la española, que parecen interesadas en pasar casi por repúblicas peculiares renunciando al boato y la pompa de otras monarquías constitucionales”. En España salimos de una dictadura  en 1975 por muerte del dictador; y, después, nos encontramos con un panorama inédito, con un rey impuesto por el dedo de un sátrapa que había hecho un paripé de referéndum en 1947 sobre la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado para dejar claro que España se convertía en Reino y que, tras su mandato vitalicio, le sucedería un rey sometido a los principios y leyes fundamentales del régimen franquista. Pero  casi nadie esperaba  que su  “mandato vitalicio” durase casi cuatro décadas. Aquel referéndum del 6 de junio de 1947 estuvo desprovisto de garantías donde, además,  se  coaccionó a los votantes mediante la exigencia de certificados de voto a los trabajadores en empresas y el sellado de las cartillas de racionamiento. Pero movamos la moviola hacia adelante en el tiempo. En el referéndum de 1978 se “incrustaba” dentro del texto constitucional la figura de Juan Carlos de Borbón como rey de España, pese a que ya había sido proclamado por las Cortes dos días después de la muerte del dictador. Ahí se ratificaba, con la aprobación del texto por los españoles, la figura del nuevo monarca (que había heredado todos los poderes del dictador) y la segunda restauración de la Casa de Borbón en España. Fue una trampa bien maquinada por Adolfo Suárez para conseguir lo que se había evitado hacerse a su debido tiempo, o sea un referéndum sobre la forma de Estado. Y el hasta entonces Juan Carlos el Breve, como así lo entendían los inquilinos del búnker, se convirtió en rey de España de pleno derecho, puesto que hasta entonces solo existían derechos históricos, como así lo entendían los monárquicos, en la figura del Conde de Barcelona. Aquellos derechos históricos se perdieron, a mi entender, el día que Alfonso XIII  abandonó el país en 1931 y la Monarquía se convirtió en República. Lo que vino después es por todos conocido. La mañana del 18 de enero de 1980 llegaban a Cartagena los restos mortales del rey Alfonso XIII a bordo de la fragata Asturias para ser enterrado en El Escorial. Tras el desembarco del féretro, se depositó sobre un armón de artillería llevado por una compañía de Marinería, al tiempo que se dispararon veintiuna salvas por la batería del Arsenal mientras se interpretaba el Himno Nacional. Más tarde se procedió al desfile de una compañía de honores de Infantería de Marina con banda de música, finalizando el traslado a paso lento al helicóptero Sikorsky  al aeropuerto de San Javier, donde un avión Hércules C-130 esperaba para volar hacia Getafe. No se tuvieron tantos miramientos con la llegada desde Argentina de los restos de Niceto Alcalá Zamora, primer presidente de la II República, repatriados y enterrados a las nueve de la mañana del 11 de agosto de 1979 en el cementerio madrileño de La Almudena en la más estricta intimidad. Está en lo cierto Martínez-Gorriarán al afirmar que “la monarquía española tiene menos boato que otras monarquías constitucionales”. Es normal. Aquí ha perdido capital simbólico la Corona y hasta se escamotean fotos de Felipe VI con su padre. Pero de la falta de brillo de la realeza española no tienen la culpa los ciudadanos, que miran las nubes pasar y siempre pagan los platos rotos.  Ya lo dijo Aristóteles: “La causa de la causa es el mal causado”.

martes, 17 de enero de 2023

La tradición no se inventa

 


Eso de la Gastronomía tiene su aquel, como decía un conocido. Melasipo Castrón,  viajante de “calzoncillos Cañamares”, cuando alguna vez coincidíamos a la hora de comer en un restorán de carretera de Osorno. Nunca supe que quería decir con “su aquel”. La llamada “cocina de autor”, los soles de “Repsol”  y las estrellas  “Michelín”, que se conceden a criterio de no sabemos quién como si fuesen las  más altas recompensas concedidas por un monarca bananero, y esas academias gastronómicas que aparecen por todas las costuras de nuestra geografía, dan idea de la aparente importancia que tienen los pucheros en la actualidad en un Estado, el nuestro, donde el turismo de sol y playa se ha convertido en la primera industria nacional y en la principal fuente de riqueza.  En  Aragón disponemos hasta de pasteleros que inventan tradiciones, como ocurrió con el “lanzón” para tomar como postre coincidiendo con la festividad de san Jorge; las “téticas” de santa Águeda”; la “corbata”, por el Día del Padre; etcétera. Ninguno de esos pasteleros ha caído en la cuenta de que la tradición no se inventa. Manuel Martín Ferrand contaba en un pequeño artículo, “¿Menestra?”, (XLSemanal, 03/09/2006), cuando el 26 de junio de 1963, en los salones del Gran Casino del Sardinero, entonces presidido por el jefe del Sindicato de Hostelería y Similares de Santander, un tal Julián Gutiérrez, se celebró un concurso patrocinado por la empresa Corcho e Hijos (fabricante de las actuales cocinas “Teka”) a fin de poder determinar el plato típico regional de Cantabria que representaría a esa Comunidad Autónoma en una fase posterior, en Madrid, compilatoria de la cocina autóctona española. Cuenta Martín Ferrand, como digo, que “asistieron  obispo de la diócesis incluido, un gran número de autoridades y fue reconocido como plato identificador de La Montaña la “Menestra de ternera a la santanderina”, según la receta y ejecución de María Luisa Tejera, que después, en la final nacional del concurso, se diluyó en el montón de participantes”. La receta, para seis personas, era la siguiente: 2 kilos de morcillo de ternera, una cebolla grande, 2 dientes de ajo, 1 ramita de perejil, 1 nabo, 1 pimiento verde grande, 1 pimiento rojo, 1 puerro, 250 g de zanahorias, champiñones, 150 g de guisantes, 6 huevos, 12 alcachofas, 12 tomates de rellenar, 300 g de tomate para salsa, 400 g de patatitas frescas, espárragos, 250 g de judías verdes, 1 lechuga tierna, acelgas, 1 remolacha, 1 berenjena, aceite de oliva, vino blanco, maicena, pimentón, azúcar, sal y agua. Terminaba Martín Ferrand su artículo diciendo que en sus posteriores recorridos por los más diversos restaurantes de Cantabria no había conseguido encontrar aquel “disparatado invento”. Hoy, día de san Antón, patrón de los animales, he preferido anteponer los fogones y manteles a las tradicionales hogueras por hacer bueno el viejo dicho aragonés: “Por san Antón/ el que no mata gorrino/ no come morcillón”. De paso, por asociación de ideas, me vienen a la memoria las “Aventuras de Eustaquio Morcillón y  Babalí”, creadas por Joaquím Buigas y dibujadas por Benejam a partir de 1946 para el TBO. Morcillón, para quien no lo recuerde, era un explorador rechoncho y Babalí, su miedoso ayudante africano. Ambos se dedicaban a capturar animales salvajes para enviarlos a circos y parques zoológicos.

viernes, 13 de enero de 2023

Loros

 


En “Garito de hospicianos”, de Camilo J.Cela, aparece un artículo, “El último cuento de loros”, donde su autor señala textualmente que “la distribución de loros sobre la superficie de la Tierra es algo que aún no se ha abordado con suficiente serenidad”. Y abundando en ello, entiende Cela que un loro de alrededor de ciento cincuenta años que sepa decir disparates podría cotizarse en Madrid por una fortuna. Lo que pasa es que con la nueva ley de Protección Animal se limitan mucho las mascotas que podremos tener en casa como animales de compañía. Más aún, todo aquel que posea un perro tendrá dos años para hacer un curso de formación obligatorio para su tenencia y, dependiendo de sus características, será necesario hacer un “examen de sociabilidad” junto a la mascota que se posea. Eso sí, parece que será gratuito y de validez indefinida. Al dueño de la mascota se le hará una especie de DNI donde consten los datos identificativos y sanitarios del animal, así como el nombre y domicilio del amo. Por si ello fuera poco, la mascota deberá estar provista de un seguro de responsabilidad civil obligatorio en vigor. Vamos, que se va a ser más exigente con el poseedor de un animal de compañía que con el dueño de un patinete. Según la nueva ley, tampoco se podrán tener en casa periquitos ni tortugas. Ignoro qué habrá que hacer para poder registrar en el severo organismo que corresponda un loro que lleva en casa de sus dueños ciento cincuenta años, o sea, casi seis generaciones, y que rompió el cascarón cuando asesinaron a Prim, cuando murieron los hermanos Bécquer, o cuando se movía el señor Witt por Cartagena.  Doy por sentado que en el caso del loro que nos ocupa, dada su presunta antigüedad, estará exento de ciertos trámites burocráticos. La veteranía es un lujo que no se puede desaprovechar. Si además de ello el loro sabe hablar (aunque solo pronuncie palabras malsonantes, use lenguaje de germanía, o cante el Himno de Riego) miel sobre hojuelas.

jueves, 12 de enero de 2023

Don Mason

 


No pongo en duda que aquel señor de calcetines blancos y sandalias  al que todos llamaban don Mason fuese de Denver (Colorado). Uno nace  donde se encuentra su madre en el momento del parto, no cabe duda. Por eso no hay que tener en cuenta su procedencia. Don Mason estaba pasando unos días en casa del terrateniente Aquiles Machuca, su cuñado desde que su hermana Paquita conociese a don Mason en el bar Texas, en Zaragoza, cuando estaba activa la base americana de utilización conjunta. Paquita Machuca y su amiga Encarna habían estado en la boda de otra amiga en una iglesia de la avenida de Navarra que parecía un garaje, y tras el banquete en el restaurante Rio-Club de la calle Requeté Aragonés, aprovecharon para visitar el Tubo, que a esas horas bullía de gente. Después de haberse sentado a ver el espectáculo de El Plata, donde actuaban de vocalistas Mary de Lis y Marga Castillo, se acercaron hasta el bar Texas. Y Juan Lería, su propietario, les sirvió unas cervezas y unas madejas de tripas de cordero. Por él supieron tanto Paquita como Encarna que Mayte, una excepcional vocalista de El Plata, la que cantaba “Besos de celofán”, se había casado con un americano. Por allí apareció don Mason con unos amigos y allí se conocieron y se enamoraron. Pero, por no cansar más al lector, debo señalar que nadie tuvo la culpa de que la vela que portaba un monaguillo sobre un cirial plateado al poco de salir de la iglesia se le torciese y unas gotas de cera, esa lluvia dorada que quema como el lacre, cayeran sobre la calva de don Mason y le causaran dolorosas quemaduras. Se puso histérico y necesitó la asistencia del practicante titular, Nazario Grau, al que hubo que ir a avisarle al bar la Convivencia, donde estaba tomando un vermú casero y unas gildas al tiempo que le explicaba a Carrodilla, la dueña, cómo funcionaba el mecanismo de la cisterna del retrete. Le colocó en la sacristía a don Mason unos parches cicatrizantes en la cabeza y le administró una inyección muy dolorosa de Hepal-crudo con vitamina B12 de los Laboratorios Juste que guardaba en un armario de su cocina y que, aunque no venía a cuento la inyección con las consecuencias de la quemadura, Nazario Grau entendió que no le iría mal, por ayudar a la formación de glóbulos rojos. Don Mason se había quedado pálido tras el desgraciado despiste del monaguillo cuando el cirial chocó con la rama de una acacia y la cera caliente goteó sobre su colodrillo, como gotea el agua de un tanque alto si no está bien ajustada la ventosa del descargador. A los pocos días de aquel suceso, don Mason regresó a Denver con Paquita, con calcetines blancos, sandalias, la maleta repleta de estuches metálicos con de guindas al marrasquino bañadas de chocolate y los apósitos en la cabeza, que se cubría con una gorra de visera verde en la que ponía “Massey Ferguson” que le regalaron a su cuñado Aquiles durante una visita a la Feria de Muestras en 1964, coincidiendo con los “25 años de paz”.