Me entero de que Fernando
Suárez González, el último ministro vivo de la Dictadura publica sus memorias
a lo largo de un tocho de 880 páginas titulado “Testigo presencial” (Real de Catorce Editores). Con la llegada de
la democracia, Fernando Suárez pasó a
formar parte de Alianza Popular, partido
del que llegó a ser vicepresidente, diputado y miembro del Parlamento Europeo. A la
muerte de Franco hubo quienes
trataron de “blanquear” su pasado
fascista, como fue el caso de Silva,
Fraga, o Adolfo Suárez. Pero todo aquello ya queda demasiado lejos. Como
escribió Emilio Silva (26/8/2022) “durante
veinticinco años tras la muerte del dictador, el Parlamento español no debatió
sobre los crímenes del franquismo. Los libros escolares ocultaban la historia
de la dura represión de la dictadura y todo ese silencio negacionista hizo
sobrevivir en el imaginario colectivo el relato franquista que justificaba la
necesidad de que un general fascista diera un golpe de Estado y asaltara
violentamente el poder con ayuda de los ejércitos de Hitler y Mussolini. En
la Transición, tras la dictadura, llamaron reconciliación a ocultar el pasado,
a dejar que los fascistas normalizaran su presencia en la vida política
democrática y a dejar sin justicia ni reparación a las víctimas”.
Recientemente, Mariano Rajoy se jactaba de no haber aportado un céntimo de
euro a la Ley de Memoria Democrática
durante su mandato. Una ley necesaria, cuyo embrión se gestó en el año 2000 con una Asociación, cuando en una cuneta
de Priaranza del Bierzo, un grupo de arqueólogos y forenses comenzaron a
exhumar los cuerpos de 13 civiles republicanos asesinados por pistoleros
fascistas el 16 de octubre de 1936 pese a las evidentes protestas de ciertos pseudo-intelectuales
que defendían el golpe de Estado, como fue el caso de los medios de
comunicación de la Conferencia Episcopal,
de cierta prensa ultra conservadora y de escritores fascistas, como fue el caso
de Pío Moa y de César Vidal, o de los historiadores Ricardo de la Cierva y el contradictorio Stanley Payne, que colaboró en un libro promovido por Vox
en contra de la Ley de la Memoria Histórica titulado "Memoria histórica, amenaza para la paz en
Europa”, editado por el del Parlamento Europeo, y en el que también
participaron Hermann Tertsch y Francisco José Contreras. César Vidal en
la actualidad tiene la nacionalidad de estadounidense. Ándele y que le vaya bonito.