viernes, 31 de octubre de 2014

Cebollas para todos los gustos





Leo hoy en El País un artículo de Carlos Franz titulado “Cebollas dulces”, donde su autor hace referencia a unas cebollas que no pican y que son, según él, de un sabor muy agradable. “Cerca de la próspera ciudad de Rancagua, en Chile- escribe Franz- una empresa aragonesa produce cebollas dulces. (…) En Rancagua, los vozarrones aragoneses de los cultivadores españoles de cebollas se oyen a una calle de distancia”. Blanco y en botella. Si hablamos de Aragón, parece caro que tales cebollas exportadas y plantadas en ese país  latinoamericano son procedentes de seis municipios, Mediana de Aragón, Osera de Ebro, Pina, Quinto y Villafranca y Fuentes de Ebro, que todos ellos presumen de cultivar una cebolla de escaso picor con Denominación de Origen Protegida desde 2010, aunque ya sea producida y comercializada en otras Comunidades Autónomas con ese nombre, o sea “cebolla dulce de Fuentes”, o “cebolla gruesa de Fuentes”. El secreto está en que tales cebollas son laboradas en terrenos con poco azufre y por tanto con escaso sulfóxido de tiopropanal, que las hace menos indigestas y dejan un aliento poco intenso. Pero esa exquisitez no es para todos los gustos ni sirve para todos los platos. Por ejemplo, a mí me siguen gustando las tortillas de patata con la cebolla de siempre, la “grano de oro”, que produce lágrimas al ser troceada e irritan la nariz. De la misma manera, Dios me libre de volver a hacer unos chipirones en su tinta con esa cebolla aragonesa tan afamada. Me sucedió en cierta ocasión (ya lo he escrito anteriormente) que la utilicé y los chipirones resultaron de sabor dulzón. Y a la hora de trocearla en ensaladas me quedo con la italiana “cebolla roja”, esa que los mejicanos llaman “cebolla morada”. Desde aquí invito a confeccionar una tortilla de cebolla y jengibre, parecida a la tortilla árabe conocida como eggah, donde la cebolla roja aporta a la lengua un cierto sabor adulzado y el jengibre le añade un regusto cítrico y picante. El resultado final es curioso.

jueves, 30 de octubre de 2014

Ni "meybas" ni taparrabos




La casta tienen miedo a Podemos. Las últimas encuestas del CIS les favorecen cada día que pasa y no por méritos propios, que no dudo que los tenga, sino por deméritos ajenos. Populistas y socialistas  no acaban de tocar fondo en esa piscina de agua fecal en la que se encuentran sumergidos. Unos y otros, PP y PSOE, ese bipartidismo al que le crecen las corruptelas como las amapolas en los trigales, tiene el  rabo de paja. A nada que se repase la historia reciente de nuestro país, se comprende fácilmente que la decimonónica fórmula “Cánovas-Sagasta” trasladada a los tiempos actuales no ha ayudado mucho para poder equipararnos al resto de Europa. Tampoco la segunda Restauración borbónica llegada en su día de la mano de Francisco Franco. Como escribía hace poco el catedrático de Economía Juan Torres López, y así lo recuerda Carlos Enrique Bayos hoy en Público, ambos partidos “no tienen miedo de la formación que lidera Pablo Iglesias sólo porque sepan que podría tomar medidas para acabar con los privilegios oligárquicos que provocan las crisis y el atraso económico. Lo que sobre todo les aterroriza  es que Podemos encendiera las luces para que todos los españoles se enteren de cómo se han enriquecido quienes vienen detentando el poder político, judicial, económico y financiero en los últimos decenios gracias al dinero público y a su información privilegiada”. Carlos Enrique Bayos sigue escribiendo que “cuando los periodistas Alfonso Rojo, Eduardo Inda y Hermann Tertsch toman aliento, tras repetir a gritos incesantemente (para no dejar argumentar a los otros tertulianos ni pensar a los espectadores) calumnias disparatadas (como que Iglesias y Monedero son cómplices de ETA, lacayos de los ayatolás, ideólogos de la ‘represión’ chavista y hasta futuros asesinos si llegan al poder), entonces toman el relevo sesudos catedráticos para argüir que las medidas propuestas por Podemos en defensa de los oprimidos no sólo son irrealizables sino que, si fueran posibles, provocarían una auténtica hecatombe económica”. Hoy jueves, sin ir más lejos, el PP, en la Junta de Portavoces convocada por Jesús Posada,  ha vuelto a sacar el rodillo para evitar que Mariano Rajoy comparezca en sesión plenaria, como señala El País, “para explicar las iniciativas del Ejecutivo frente a los casos de corrupción, como ha pedido toda la oposición”. La situación no es nueva. Algo parecido ya sucedió el año pasado con el escándalo del extesorero Luis Bárcenas. La Operación Púnica está sacando a flote parte de esa basura contenida en la piscina llena de aguas fecales y en la que ni PP ni PSOE hacen pie. El asunto de las corruptelas a todos los niveles y en todas las instituciones del Estado ha llegado tan lejos que de nada sirve ya usar taparrabos al estilo de aquel el viejo “meyba” usado por Manuel Fraga en Palomares, para decir que aquí no pasa nada. Y sí pasa: no hay dolor de corazón ni propósito de enmienda ni confesión de boca ni satisfacción de obra en esa caterva de sinvergüenzas.

miércoles, 29 de octubre de 2014

La corrupción que no cesa





Don Juan Carlos de Borbón pidió perdón por su operación de cadera tras su safari en Botsuana. Ayer Rajoy pedía perdón en el Senado por la corrupción existente dentro de su partido y por haber nombrado él a determinados corruptos.  Queda muy bien de cara a la galería, en este caso de cara al ciudadano harto, eso de la atrición y el propósito de enmienda, pero no es suficiente. Falta la satisfacción de obra y aquí nadie devuelve lo robado. El anterior rey abdicó con prisa inusitada pero sigue viviendo en La Zarzuela y gozando de casi todos los privilegios que le asigna el Estado a la Corona. ¿Alguien lo entiende? Rajoy, por otro lado, ni se plantea dimitir, a pesar del escandaloso incumplimiento de sus promesas electorales y de las “algarabías” existentes en el interior de su partido.  Por estos pagos ni se devuelve lo robado, ni se entra en la cárcel salvo excepciones ni se cesa a todos los corruptos, que ya son legión. Sólo se airean las fechorías de determinados chivos expiatorios que se apropian de lo ajeno “puenteando” al partido en un intento vano de salvar el tipo ante la molesta situación creada. ¿Alguien en su sano juicio entiende, por ejemplo, que pueda seguir en el Gobierno de España la ministra Ana Mato? Que el disfraz de enfermera del ébola sea la estrella de Hallowen es como para reflexionar. Y que Mato no se enterase de nada y fuese apartada del caso por Soraya Sáenz de Santamaría es como para echarse a temblar. A Rajoy, un tipo con suerte, le ha salido bien que se haya curado la auxiliar de enfermería de Becerreá. Pero podía haber salido mal. No se debe tentar a la suerte poniendo aviones al servicio de frailes moribundos cuando el Estado no financia la cura de la hepatitis C al considerar inasumible el alto precio del “sofosbuvir”, que el principio activo de la pastilla de “sovaldi”. Tampoco se debe confiar en que la economía de este país vaya mejor sólo por inercia, en función de cómo tire para adelante la economía del resto de Europa. El dontancredismo, o sea, esperar quieto en la mata por ver qué sucede por ahí afuera para recoger, si acaso, las migajas del banquete ajeno nos está llevando a una situación insostenible. Rajoy supone ahora que controlando RTVE se puede volver al viejo No-Do. Sólo falta dotar a las aldeas de nuevos teleclubes y hacer una reposición de “Crónicas de un pueblo”, como tantas veces se ha hecho ya con “Verano Azul”, pero adaptando los diálogos del  cartero, del alcalde, del cabo, del cura, del maestro y de los niños de la escuela de Puebla Nueva del Rey Sancho a los vaivenes del momento. Eso sí, todo muy costumbrista y edulcorado. En la serie anterior, la de Antonio Mercero con guión de Juan Farias, se enseñaba, de paso, el Fuero de los Españoles. Ahora, en una nueva serie, se puede poner en marcha, por ejemplo, el ventilador que echa la culpa de todos nuestros males a Zapatero y a  los españoles en general, por haber gastado por encima de nuestras posibilidades, que nos ha llevado a la crisis en la que nos sumimos y que estamos superando gracias al esfuerzo del adalid Rajoy. De hecho, ya se acaba de nombrar a José Antonio Álvarez Gundín (subdirector de La Razón) como director de informativos de TVE. La sombra de Lara es alargada. Su fiel escudero, Marhuenda, en quien éste tiene puestas todas sus complacencias, está omnipresente en todas las salsas.

martes, 28 de octubre de 2014

Loterías




Las grandes superficies ya tiene colocados los turrones navideños y en la carnicería, la pescadería o la frutería a las que habitualmente acudimos para hacer nuestras compras ofrecen participaciones de lotería, como todos los años. Pero compramos lotería compulsivamente, sin caer en la cuenta de que el soñado premio “gordo” ya no es tan gordo, con esa maldita deducción del 20% que practica el Estado a partir de los 2.500 euros del premio conseguido. Por si ello fuera poco, también tendremos que tener cuidado con los fraccionamientos que hacemos para regalar a amigos y familiares de esos décimos adquiridos, práctica muy común en el sorteo del 22 de diciembre. Según Hacienda, el gestor del décimo premiado (o sea, el que acude a la ventanilla de la entidad bancaria con los décimos en su poder) deberá acreditar en la Agencia Tributaria que tal premio fue repartido entre varios titulares, en evitación de que tales fraccionamientos sean considerados como una “donación” y, como consecuencia de ello, se le deba aplicar al que acude a cobrar su beneficio otro impuesto añadido: el de “Sucesiones y Donaciones”. O sea, lo mejor que podemos hacer es no adquirir lotería y dedicar ese dinero que iba a destinarse a probar suerte a otros menesteres más provechosos, que haberlos, haylos. Las probabilidad de que toque sólo es del 0’001% mientras que la posibilidad de perder es del 85% y eso lo explica bien un miembro del Círculo Escéptico, Julián Aguirre, catedrático de Análisis Matemático de la Universidad del País Vasco, hoy en el diario Abc. “La suerte no existe –comenta Aguirre-, las casualidades sí”. De hecho, en España se repitió el “gordo” de la lotería de Navidad en los años 1956 y 1978, en el número 15.640. Fue una casualidad. Por esa razón no existen los números “feos” ni las administraciones de lotería más afortunadas, llámense “Doña Manolita”, en Madrid, La Bruixa d'Or”, en Sort, “Lotería Valdés”, en las Ramblas de Barcelona, “Ormaechea”, en Bilbao, etc. Estadísticamente son las administraciones que más premios reparten a lo largo del año por la simple razón de que son las que más décimos despachan. Ante la repetición del mismo suceso aleatorio, a medida que aumenta el número de repeticiones, la distribución de los resultados se aproxima más a la distribución de probabilidad. Hagan la prueba con un dado, cuya probabilidad es 1 entre 6, y apunten los resultados de cada tirada. Ahí obtendrán la respuesta. No le demos más vueltas. Como dicen por mi tierra: “Jugar por necesidad, perder por obligación”.

domingo, 26 de octubre de 2014

El hoyo, el bollo y demás mamandurrias





Cuenta hoy Nekane Goñi en un artículo gastronómico en El País, “El hoyo y el bollo”, que los velatorios de los norteamericanos acaban siendo auténticos festines. “En las pelis -señala Goñi- siempre macarrones con queso. En España, pegarse un festín con el finado de cuerpo presente se considera de mal gusto. Aquí nos arreglábamos con café, aguardiente y rosquillas. Eso cuando se velaba en casa”. En este sentido, escribí yo un relato hace ya muchos años, “Aquel verano, entre el tío del fagot y el árbol de las genealogías”, donde contaba cómo con motivo de la muerte de Ramiro Carramiñana, acudí a un velatorio con mi amigo Penicilinas, hijo de un mancebo de botica. Las mujeres permanecían rezando cerca de la cama, junto al “fiambre”, que llevaba la boina puesta. Y en el cuarto de estar permanecían los varones, que se miraban unos a otros por el rabillo del ojo alrededor de una mesa camilla con tapete verde y un adorno de ganchillo blanco, donde había un plato de rosquillas además de una botella de Machaquito, otra de Tres cepas y una tercera muy rara, donde ponía Licor Izarra, también verde… En fin, ahora con los tanatorios la cosa ha cambiado. Los allegados y amigos del difunto se acercan a la cafetería anexa para hacer más llevadera su pena. Decir “¡ay!” con un gintonic  en la mano hace más soportable el trance, aunque la pena sea la misma. Se acerca noviembre y pronto aparecerán en los escaparates de las confiterías los famosos huesos de santo, las floristerías harán su particular agosto y las discotecas anunciarán su fiesta de Halloween, esa horterada innecesaria que no tiene nada que ver con nuestra cultura latina. A este paso, pronto importaremos la fiesta del Día de Acción de Gracias, tal como lo hacen los norteamericanos, reuniéndose a comer toda la saga familiar alrededor de un gran pavo asado. Pero antes de que esa fiesta estadounidense se “importe” por estos pagos, como ya ha sucedido con el Halloween, sugiero que los banqueros, políticos y sindicalistas manilargos devuelvan el dinero afanado y vayan a presidio sin contemplaciones. Será la única forma posible de que ese Día de Acción de Gracias pueda tener un poco de sentido.

sábado, 25 de octubre de 2014

Mejor no hurgar en la herida





Verán ustedes: el pasado día 27 se agosto, en mi trabajo “Rayas y estrellas” hacía referencia a otro trabajo mío de días anteriores, concretamente del 18 de agosto,  “Elogio del traje de mil rayas”, en el que terminaba diciendo que “es necesario recuperar lo antiguo, también en la forma de ataviarnos, en un intento no sé si vano de perseguir hasta encontrar el camino inverso a nuestra particular desolación”. Lo que la primera vez no sabía es que Zara acababa de descatalogar una prenda de sus tiendas que para los israelíes evocaba la estrella de David. La empresa de Amancio Ortega decidió retirarla del mercado no sin antes dejar claro que tal  estrella “evocaba la placa de un sheriff del Lejano Oeste”. Pero aquello no había sido por casualidad., puesto que había antecedentes. Ya en 2007 esa empresa, Inditex, se había visto obligada a retirar del mercado un bolso que llevaba entre sus dibujos una esvástica verde. Pues bien, ahora existe una blusa, en este caso de Mango, empresa presidida por Isak Andic (que curiosamente procede de familia hebrea sefardí), que molesta a los alemanes. Y con razón. Se trata de la “blusa-SS”, tal como se la define en las redes sociales, que recuerda a las insignias de las Schutzstaffel, aquellas temidas tropas de asalto nazis que vestían de color bruno y portaban en la gorra de visera de su uniforme una calavera. A Isak Andic quiero suponer que alguien, no importa quién, le ha metido un gol por toda la escuadra.

viernes, 24 de octubre de 2014

Estancos, el "holding Comillas" y un poeta social





Me entero de que, de ahora en adelante, los estancos podrán vender todo tipo de productos por la modificación de la ley sobre el modelo de distribución de labores en España, publicada en el BOE el pasado 10 de septiembre. Es decir, que en un estanco, además de sellos de Correos, tabaco y artículos del fumador, se podrán servir  botellas de “Machaquito”, latas de sardinas “El velero”, calzoncillos “Cañamares”, o el cancionero con los éxitos más celebrados de Los Chalchaleros. Ha sido una buena idea ese cambio de ley. Los españoles cada día fuman menos, las pólizas pertenecen al pasado, las letras de cambio no se estilan, ya sé que no se estila que te pongas para cenar jazmines en el ojal, cada día se escriben menos cartas de amor y las que llegan al buzón suelen estar relacionadas con tasas municipales y cargos en cuenta de los bancos, todas ellas con “franqueo concertado” para fastidio de los filatélicos. Antes era distinto. Los estancos se les concedían a las viudas de los generales o a los mutilados de guerra. Lo que pasa es que mutilados de la última contienda ya casi no quedan y las viudas de los generales prefieren matar el tiempo en los “rastrillos” y en las mesas petitorias colocando banderitas. Con tanta necesidad obrera, tanto paria en la Tierra y tanta famélica legión, a esas distinguidas señoras no les queda tiempo para despachar detrás de un mostrador  cajas de “Farias” y cartones de “Fortuna”. Por otro lado, no está nada mal que los estancos deriven en bazares al estilo chino, en tiendas de conveniencia. También se supone que cambiará la labor del Comisionado del Mercado de Tabacos, (o sea, ese organismo que es lo más parecido a una agencia de la Gestapo,  cuyos agentes secretos aparecían de sopetón en los estancos y multaban  por un quítame allá esas pajas) y que ahora, con la nueva normativa, sólo podrán realizar las inspecciones a posteriori, pero de no sabemos a posteriori de qué. Con César Alierta desapareció el monopolio de Tabacalera de la misma manera que mucho antes había dejado de administrar esa empresa estatal la Compañía de Tabacos de Filipinas, que fue la primera multinacional española que tuvo un servicio propio de navíos y una línea de ferrocarril de más de mil kilómetros para el transporte de sus productos, es decir, el tabaco, la explotación forestal, el azúcar (Central Azucarera de Bais y Central Azucarera de Tarlac) y la distribución de alcohol, copra, abacá y maguey, así como también  la compañía de seguros, la Tabacalera Insurance Co., y la fábrica de papel, la Compañía de Celulosa de Filipinas, que elaboraba papel y cartón aprovechando el bagazo de la caña de azúcar. Del mismo modo, creó la red eléctrica de Manila y los tranvías de la capital. Tampoco existe la que fuese Casa Central, situada en las Ramblas de Barcelona, junto a la Iglesia de Belén y que ahora ha quedado convertida en el Hotel 1898. La Compañía de Tabacos de Filipinas se constituyó en Barcelona el 26 de noviembre de 1881 por iniciativa de Antonio López y López (primer marqués de Comillas),  el Banco Hispano Colonial, la Sociedad General de Crédito Inmobiliario Español y el Banco de París y de los Países Bajos (Paribas). La Segunda Guerra Mundial, la ocupación de Filipinas por los japoneses y la posterior liberación por el Ejército norteamericano ocasionaron una grave crisis para la Compañía. Se destruyeron casi todas sus instalaciones y fábricas y las oficinas centrales en Manila, paralizando los negocios. Ahora la casa madre está en Holanda. Pero ese es otro cantar.  Por cierto, el poeta Jaime Gil de Biedma y Alba (tío de Esperanza Aguirre y de la fotógrafa Ouka Leele, o sea, Bárbara Allende) fue secretario general de la Compañía hasta casi su muerte, en 1990. Su padre, Luis Gil de Biedma, había sido consejero de la Hullera Española antes y después de la guerra civil; su tío José, Conde de Sepúlveda, era en 1956 consejero de la Trasatlántica, compañía de la que Javier Gil de Biedma Vega de Seoane era entonces secretario general. Su abuelo Javier Gil Becerril había sido el apoderado en Madrid del Marqués de Comillas, cargo que debía a su enlace con Isabel Biedma, nieta de Atanasio de Oñate, consejero de la naviera desde 1882 y hasta su fallecimiento. En fín, lo dejo aquí, que me canso, o terminaré escribiendo la segunda parte de “Pío XII, la escolta mora y un general sin ojo”, ahora que Paco Umbral ya no puede evitarlo, o sea.

jueves, 23 de octubre de 2014

Cervantes y su afición por la cocina





Ayer escribía de un libro de cocina sobre el que recomendaba su lectura: “Conduchos de Navidad” de Francisco Martínez Montiño, editado en 1485 por el que fuese jefe de cocina de Felipe II. En su Capítulo I, sobreLa colación de Nochebuena y banquetes por Navidad”, hace referencia a la importancia al guiso de la pintarroja, a los calamares rellenos, al pavo asado, a las batatas, a los dulces, a los vinos… Pero, de entre todo ello, me llama la atención su receta sobre la “olla podrida en pastel”. De ella cuenta que lo de podridano es corrupción de la olla, sino del lenguaje, pues debe decirse poderida, que significa poderosa por el gran poder alimenticio que esa olla tiene por suculencia”. Pues bien, aclarado el concepto, al referirse Martínez a la olla podrida en pastel cuenta lo siguiente:
Conozco a un hombre de gran valía, que aún no ha llegado a la cuarentena, ha estado en la Gloriosa batalla de Lepanto; captivo en Argel y ha publicado en los comienzos deste año, la Primera parte de la Galatea, libro que aunque de fábulas de pastores retrata a gentes muy conocidas. El tal que se llama Miguel de Cervantes, es muy sabedor de cosas atañentes al Arte de Cocina y, sin duda por esto muestráseme grandemente aficionado y me consulta, algunas veces sobre las cosas que escribe y que guardan relación con la materia. Agora anda metido en el empeño de dar a luz un libro que trata de las aventuras de un caballero, entre grandemente cuerdo y disparatadamente loco, y un su escudero que parésceme tiene más de socarrón que de bienaventurado, al cual le hace descir en el original que me ha mostrado:
Aquel platonazo que está mas adelate vahando, me parece que es olla podrida, que por la diversidad de las cosas que en las tales ollas podridas hay, no podré dejar de topar con alguna que me sea de gusto y de provecho. Absit, dijo el médico, vaya lejos de nosotros tan mal pensamiento: no hay cosa en el mundo de peor mantenimiento que una olla podrida: allá las ollas podridas para los canónigos, o para los retores de colegios, o para las bodas labradorescas, dejennos libres las mesas de los gobernadores, donde ha de asistir todo primor y toda atildadura. Hízele observar a mi amigo que la tal olla puede y debe estar asistida de todo primor y atildadura, pues por algo se pone, no ya en mesa de gobernadores, sino en la de los propios Reyes, por ser el manxar nacional de España y como símbolo. Esto aparte de su suculencia, pues no es un plato sino, quince xuntos, y en tal concepto ella sola vale por una comida entera. No sé la suerte que habrá corrido mi consejo”.
A continuación, Martínez expone su receta de cocina sobre la “olla podrida en pastel”, que omito aquí por no aburrir a los lectores. Un poco más adelante cuenta su receta sobre los “huevos de engaño”, cuya lectura es una delicia en su modo de expresarse. En mi escrito de ayer recomendaba la lectura de ese libro. Hoy voy más lejos: descubro que Cervantes también entendía de pucheros y que, a veces, se dejaba aconsejar por Francisco Martínez Montiño, cocinero real que tuvo la suerte de ver de cerca el manuscrito original de El Quijote salido de la pluma de Cervantes.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Sobre un libro de cocina





Ya han puesto los turrones a la vista en los “mercadonas” y los “eroskies” (me acabo de inventar el plural) que hay cerca de mi casa. Sólo falta que vayas a comprar pasta de macarrones o una lata de bonito y te pongan la musiquita de “pero mira como beben los peces en el río…”. “Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad”, que decía don Hilarión en “La Verbena de la Paloma”. Tanto adelantan que cualquier día se juntará la Navidad con la Semana Santa y ya no sabremos si el Hijo de Dios acaba de nacer o ya lo están matando. Un amigo mío, cada vez que se enfadaba decía “me cago en el turrón”, que era una forma hipocorística de exonerar el vientre en la señora madre del que le producía el enfado. Bueno, no era una forma hipocorística del todo, puesto que la palabra griega hypokoristikós significa “con caricias”, y no hace al caso. El hipocorístico de Francisco es Paco y de José, Pepe, ya lo sé. Pero cuando alguien se caga en el turrón, no sabemos si con almendras, es que está muy cabreado con las comisiones bancarias que le han aplicado en los derechos de custodia de valores mobiliarios; o con el vecino que pone la radio muy alta a las siete de la mañana. Yo le sugerí que mejor dijera “me cago en tó”, pero no me hizo caso. Por cierto, existe un libro de Francisco Martínez Montiño, titulado “Conduchos de Navidad”, escrito en 1584. Martínez era el jefe de cocinas de Felipe II y en ese libro se refleja la costumbre de comer turrón en las fechas navideñas ya en el siglo XVI. En ese libro hay una certificación:
Suma de la Tasa.
Juan de Peyuelas, Secretario de la Cámara del Rey nuestro Señor, y de Gobierno (sic) del Consejo
Certifico que habiéndose visto por los señores en él, el Libro intitulado Conduchos de Navidad, su autor Francisco Martínez Montiño, Cocinero Mayor del Rey, que con licencia la sido impreso le tasaron a seis maravedis (sic) cada pliego, a cuyo precio, y no a más se vendiese, y que esta certificación se ponga al principio de cada libro, para que se sepa el a que precio se ha de vender, salvo que estuviere encuadernado. Y para que conste lo firmo en Madrid a 3 septiembre de 1585.
Don Juan de Peyuelas
PRO=
El libro es de suma importancia gastronómica. Se hizo una edición facsímile en abril de 1959  a cargo del entonces abogado y amante de los fogones José Guardiola Ortiz y a expensas del Ayuntamiento de Alicante, que entonces presidía Agatángelo Soler. Esa edición estaba agotada y se hizo otra en 2012. La segunda parte del libro lo tituló “Gastronomía alicantina”. En el prólogo se cuenta que “aprovechando el pretexto de la llegada a Alicante de una embajada japonesa, en tiempos de Felipe II, y de los agasajos y homenajes que en nuestra ciudad recibieron tan exóticos visitantes, convierte en autor del libro al cocinero mayor de tan austero rey, llamado Francisco Martínez Montiño. Con tal argucia, Guardiola, en un castellano rancio e insuperable, compone la obra, y la dota de cuantas ‘aprobaciones’ y ‘licencias’ fueron necesarias, dedicando a ‘obtenerlas’ el tiempo que transcurre desde el quince de Julio de 1.585 al tres de Septiembre del mismo año. Que ya, en aquella época, empezaban las dificultades”. Recomiendo su lectura.


martes, 21 de octubre de 2014

Hay que irse acostumbrando





Ya han retirado en Zaragoza las flores a la Virgen del Pilar, donde días pasados el espabilado de turno se hizo de oro haciendo fotos a aquellos que después de aguantar fila subían hasta el balconcillo, donde estaba la imagen con el manto rojo de claveles y la cruz de Lorena incrustada. No podías hacerte la foto  con la cámara de un amigo, que tenía que hacerlas el Delegado De Hacer Fotos, no sé si puesto por el Deán o por el Ayuntamiento que preside Belloch. Un carguillo para sólo breves días pero con los que se come medio año. España es así, hay que ser delegado de algo, aunque sea por unos días. Si no, no eres nadie. Ahora toca comprar flores, aunque sean de plástico, para ponérselas a los muertos cuando empiece noviembre. Cuenta Burgos en el Abc que está el naranjo en flor junto a la Torre del Oro. Otoño. Acortan los días pero todavía no hace frío. Y los peatones, cuando nos encontramos y nos saludamos, hablamos sobre cómo está España. Lo hacemos como si se tratase de un familiar a punto de fenecer. “Hoy parece que ha amanecido con mejor cara”,  me dice el conocido de acera. Yo le he contado mi queja: lo de las piruletas con forma de corazón. Le he dicho que el fabricante de caramelos Fiesta, José Ángel Mayoral Ortiz, se ve obligado a cerrar su fábrica en Alcalá de Henares por no poder pagar a los acreedores. Pero mi contertulio, sin inmutarse, ha preferido hablar sobre los gorriones. “¿Se ha dado cuenta de que están desapareciendo los gorriones?”. “Pues no sé –le respondo-, no me había dado cuenta”. Ahora mueren los olmos de grafosis, los gorriones desaparecen y, como escribió Antonio Gala, “vamos tanteando el vacío sin darnos cuenta de que el vacío somos nosotros. En nosotros no concluye nada ni somos nunca el fin”. Ya ni siquiera recordamos en qué jaula hemos estado cautivos. La vida, como envejecer, es irse acostumbrando.

Sistema moribundo




El periodista Alberto Lardiés lo tiene muy claro: “O se regenera España por la vía de las reformas legales profundas o habrá que votar a Pablo Iglesias para zarandear este sistema moribundo”. Y eso lo cuenta en el mismo medio (Vozpópuli) donde otro colega, Jesús Cacho, al referirse a Rodrigo Rato, en su artículo “El hombre al que perdió la soberbia y el dinero”,  señala lo siguiente:
“Él y otros como él son los directos responsables de la deriva comatosa, el camino de perdición que a partir de primeros de los noventa ha recorrido nuestro sistema político, devenido en una triste cloaca donde chapotea toda corrupción imaginable. Solo había en ellos espejo para el dinero, alma para su firme determinación de enriquecerse, su querencia a pagar favores con favores, a confundir lo público con lo privado, a caminar por el lado oscuro de la ley, a dar la espalda a las necesidades a largo plazo de un país que, tras la pobreza vivida de siglos, tras los siglos de borbónicas incurias, hubiera necesitado de la exquisita honradez de unas élites ejemplares para pavimentar con solidez su camino hacia el futuro. No fue así, no ha sido así y por eso estamos aquí. "De todas las historias de la Historia / sin duda la más triste es la de España / porque termina mal" (Jaime Gil de Biedma).
Da pena escuchar eso. El tema de las tarjetas opacas de Cajamadrid sólo es un caso más de lo que acaece en España. Rato salió del FMI sorpresivamente, sin dar tiempo a la reacción. Pasó algo parecido con Juan Carlos I, donde desde el Gobierno y la “presa del pesebre” rebozaron esa “espantada súbita” con el pan rallado de que el Rey “tenía pensada su abdicación desde principios de año”. Nadie con dos dedos de frente se lo creyó. Y lo primero que se le ocurrió hacer  Rajoy, sin que la ciudadanía se lo pidiese y antes de que el nuevo rey fuese coronado, fue aforar al rey saliente  por procedimiento de urgencia y con carácter retroactivo el domigo, 13 de julio (BOE, 12 de julio) mediante un artículo en el que se establecía que las posibles causas civiles y penales que pudieran entablarse contra el rey después de su abdicación de dirimirían en el Tribunal Supremo, “atendiendo a la dignidad de la figura de quien ha sido el Rey de España, así como al tratamiento dispensado a los titulares de otras magistraturas y poderes del Estado”. El pusilánime Rajoy ya podía respirar tranquilo tras haber dado en el chiste con esa “extravagancia jurídica” por el carácter retroactivo de tal privilegio.  Y, colorín, colorado, se cerró un aforamiento exprés y total de Juan Carlos en el Congreso, en sesión extraordinaria y sólo con el voto del PP, de los dos diputados de UPN y Foro de Asturias. ¡Oh, que lindo¡ España puede ser republicana o monárquica, o mitad y mitad, pero lo que no se puede consentir de ninguna de las maneras es que Urdangarín, yerno del rey, o Spottorno, jefe de la Casa Real, estén presentes en el juego de la corrupción, cuando su probidad debería haber sido exquisita en un país donde existen seis millones de ciudadanos desempleados y donde los datos de Cáritas ponen los pelos de punta.




lunes, 20 de octubre de 2014

Falta vergüenza torera





Lo más gracioso de la prensa de hoy, si me lo permiten los lectores, es el fotomontaje del encuentro Hitler-Franco en Hendaya en “Libertad digital”, donde aparece en medio de ellos alguien que ya ha sido trending topic por su osadía. Me refiero a Francisco Nicolás  Gómez Iglesias, estudiante del Centro Universitario de Estudios Financieros  ahora acusado de haberse hecho pasar por asesor del Gobierno de España, por agente de CNI y por haber estafado 25.000 euros falsificando informes. La magistrada del Juzgado de Instrucción número 24 de Madrid, que le puso en libertad provisional a primera hora de la mañana del pasado 17 de octubre, refleja en  su auto, entre otras cosas, que “no acierta a entender cómo un joven de 20 años, con su mera palabrería, aparentemente con su propia identidad, pueda acceder a las conferencias, lugares y actos a los que accedió sin alertar desde el inicio de su conducta a nadie”. De la misma manera, el psiquiatra-forense que le atendió al ser detenido informó a la juez tras un reconocimiento (no sabemos si de diván, como en las películas americanas) que ese joven posee “una florida ideación delirante de tipo megalomaníaco”. ¡Toma ya! Eso, dicho así, parece más un verso de “Claridad triunfante” de Leopoldo Lugones que otra cosa: “…que así, a la gloria próxima del lírico derroche…”, o sea. Francisco Nicolás estuvo en los actos de coronación de Felipe VI, en reuniones con empresarios del Ibex-35, en desayunos informativos, en el palco del Santiago Bernabéu. Se presentaba como miembro de la Oficina Económica o de la Vicepresidencia, sin exhibir, y sin que tampoco nadie se la exigiera ningún tipo de documentación acreditativa, y se desplazaba en un coche carísimo al que ponía sobre el techo, cuando las circunstancias lo requerían, una luz azul giratoria como las que llevan los vehículos camuflados de la policía y que sólo utilizan en circunstancias especiales para abrirse paso. Tuvo que ser la Embajada de los EE.UU en España la que no permitiera “colarse” a ese joven a una recepción dentro de sus instalaciones. A los sobrinos del Tío Sam es difícil dárselas con queso. En fin, el joven Francisco Nicolás le ha metido un gol por toda la escuadra a todo un servicio secreto de la Cuesta de las Perdices que está en la inopia. Félix Sanz Roldán (secretario de Estado-Director de CNI) y Elena Sánchez Blanco (secretaria general), ambos dependientes del Ministerio de la Presidencia, es decir de Soraya Sáenz de Santamaría, deberían pedir la cuenta por vergüenza torera. El sueldo hay que ganárselo.




domingo, 19 de octubre de 2014

Cayetano García en el recuerdo





De Antonio Burgos extraigo, y que yo no sabía, aquello que predijo el canciller Bismark: “Estoy firmemente convencido de que España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a sí mismo y todavía no lo ha conseguido”. Este es un país insólito. Aquí, en Zaragoza, donde resido desde antes de que al  Pilar le alzaran las dos últimas torres que dan al norte, o sea, la de san Francisco de Borja y la de santa Leonor (haciendo memoria del matrimonio que las costeó, Francisco Urzáiz y  Leonor Sala), resulta que esta pasada noche un tipo de 30 años ha resultado herido grave al intentar salir del taxi que le llevaba no sabemos adónde por una ventanilla. Está claro, por la edad del viajero, que éste no había transitado nunca a bordo de los viejos carruajes de ferrocarril, aquellos que disponían de balconcillo y una manivela para frenar el convoy, en los que avisaba: “Es peligroso asomarse al exterior”. Era un aviso con pleonasmo incluido, que lo hacia más contundente y aparatoso. La noticia sigue contando que el taxista dio negativo en la prueba de alcoholemia. Hombre, hacer soplar al conductor cuando un viajero se tira en plena carrera de punta cabeza contra el asfalto está fuera de lugar, salvo que se trate de un desasosiego insuperable al ser conducido por del chofer de Drácula. Recuerdo cuando el periodista Mariano Gracia (En “Tinta de hemeroteca”, enero 24, 2011) se hacía eco de una entrevista para Heraldo de Aragón sobre los últimos coches de punto arrastrados por caballos, que en Zaragoza circularon hasta 1953. Y recuerda cuando uno de los últimos cocheros, Cayetano García, contaba al periodista Marcial Buj: “Cuatro pesetas carrera. Créame que se pierde dinero. Por eso mismo se retiraron los demás. Todas encerraron y vendieron los caballos. El coche no da para mantener a una familia”. En aquella entrevista, el cochero recordó el coche de Francisco Urdáiz: “El coche de don Paco: ¡cómo alegraba las calles zaragozanas aquel soberbio ‘milord’ de cuatro jacas con sus cascabeles y sus adornos! ¡Qué color le echaba! ¡Y qué lástima que dejara de salir!”. En fin, ha sido necesario que un descerebrado se tirase de cabeza esta pasada noche por la ventanilla de un taxi, para que hilase la noticia con el recuerdo de Cayetano García, el último conductor de simón que tuvo Zaragoza.

sábado, 18 de octubre de 2014

El rollo enmascarado




Señala Jesús Alfaro en Vozpópuli que “no podemos protegenos frente a la incompetencia. No hay medidas preventivas que podamos adoptar para evitar los desastres que provocan los incompetentes”. Y pone algunos ejemplos: José Antonio Sánchez, que tras aparecer en los papeles de Bárcenas y hundir  Telemadrid, le acaba de conceder el Gobierno la presidencia de RTVE; Ana Mato, mujer de dudosa reputación ética (caso Gürtel),  “cuya capacidad de gestión se le suponía -como el valor a los militares que nunca han combatido- cuando su amigo Rajoy la hizo ministra”; Magdalena Álvarez, a la que Felipe González colocó de ministra pese a que “fue una incompetente de estatura sideral, capaz de que le montaran el mayor fraude a las arcas públicas de la historia de la democracia delante de sus narices sin – según ella – enterarse de nada”; etcétera. Antaño todo era distinto y determinados incompetentes aupados a cargos de responsabilidad eran como anodinas guidas escarchadas sobre pasteles de merengue. “El Estado –según palabras de Alfaro- hacía pocas cosas y la mayor parte de ellas muy simples: mantener un ejército y el orden público, pagar los sueldos de los maestros y poco más”. (…) “Pero todo cambió cuando el Estado decide sobre cosas complejísimas y se ocupa de cosas que requieren un enorme talento gestor”. Ahí es cuando ya no sirven los incompetentes ni los amigotes ni los “versos sueltos” capaces de meternos en tremendos líos internacionales. No se debe conceder un puesto público de responsabilidad a un sansirolé de mierda cuyo aparente mérito a ojos de quien le nombra es el de no parecer demasiado ladrón. Como cantaba Manel Joseph con la Orquesta Platería  en la balada de “Pedro Navaja” : La vida te da sorpresas, ¡ay, Dios…!

viernes, 17 de octubre de 2014

Elogio del gorrilla




Pues nada, que el gorrilla ya tiene derecho a que su nombre figure en el Diccionario de la Real Academia. En realidad, gorrilla, gorrilla, es el nombre que se ha sido dando desde tiempo inmemorial a los aparcacoches espontáneos en la ciudad de Sevilla, que por extensión ejerce su cometido en todo el territorio nacional. Porque gorrilla también lo eran los maleteros de estaciones de ferrocarril, ya extinguidos desde que a las maletas les pusieron ruedas, y los subalternos de las plazas de toros que controlan las entradas a los espectáculos. A los gorrillas nunca hay que confundirlos con los gorrones, que esos no acostumbran a llevar gorra de plato, sino un careto como el cemento armado. Alguien me dijo que existía una forma de espantar a los gorrillas que no fallaba. Se trataba de un idioma falso, pero contundente: “Ijams aguanchflei, ti ta nocsche cojoustacambo”. El que me dijo eso me aseguró que no fallaba, siempre que se dijera con timbre imperioso y mirándole fijamente a los ojos. Susana Regueira, que sabe mucho de estos temas, contaba en  Faro de Vigo que José, el tipo al que le hizo una entrevista hace unos meses, “coloca los coches como moviendo un cubo de Rubik: saca uno, adelanta otro, mueve un tercero hacia otra fila... Todo un rompecabezas mecánico hasta conseguir dejar en la acera el vehículo de su cliente”. El gorrilla fetén no es un ganapán sino persona de fiar, que conoce a todos los conductores por su nombre y conserva en su bolsillo todos las llaves de los vehículos que tiene a su custodia. En él se deposita toda la confianza, como un banco se la otorga al cajero. El gorrón, en cambio, vive de gorra, o sea, a costa de otros. Los hay de todas las clases sociales, profesiones, edades y sexos Su origen se remonta a los siglos XVI –XVII, cuando los estudiantes se vestían con gorra, se colaban en los banquetes y hacían enormes aspavientos al saludar, como si conociesen a todos los invitados. Hubo otra figura, la de “capigorrón”, de capa y gorra, que hacían de mozos de otros estudiantes más adinerados a cambio de poder asistir gratis a las clases. Pero el gorrilla, cuyo nombre ya figura en el Diccionario de la RAE, vive de las propinas a cambio de un servicio. Como aquellos “mozos del exterior” de los andenes que cobraban “la voluntad”. Nunca se cuestionó su profesionalidad.

jueves, 16 de octubre de 2014

Negociado de ideas





Leo en la prensa de hoy que “Hacienda estima que las CCAA recaudarían 1.700 millones más si subieran los impuestos”. Vamos, que hay margen si se incrementase el gravamen el 10% en transmisiones patrimoniales, el 1’5% en actos jurídicos documentados, si se pone un canon autonómico sobre hidrocarburos y otro en los medios de transporte. Cristóbal Montoro da ideas. Lo que pasa es que los partidos políticos instalados en el poder son conscientes de que tales medidas les restarían votos. Y eso no mola. Podía haber dicho Montoro (porque Hacienda es muda) que sería una acertada medida eliminar diputaciones provinciales, televisiones y radios regionales, asesores a tutiplé, despachos habilitados  en  cabeceras de comarcas recientemente inventadas a mayor gloria de esos partidos, defensores del Pueblo inoperantes, coches oficiales, excesiva burocracia, duplicidad de servicios, etcétera. Pero Montoro también podría haber dicho que subiendo el doble de lo que estima, la recaudación podría ser de 3.400 millones. No sé que  patrimonio vamos a transmitir como herencia a nuestros hijos si ya nos clarea la raspa. Tampoco sé cómo “se lo montan” de un tiempo a esta parte notarios y registradores, si se considera que la burbuja inmobiliaria pinchó y que ellos, ¡pobrecitos!, son funcionarios públicos retribuidos mediante el sistema de arancel, es decir, que reciben sus percepciones directamente de los ciudadanos a quienes prestan sus servicios. Está claro que Hacienda debería instalar en todas sus Agencias Tributarias el “Negociado de Ideas”, donde se estudiasen todos los pensamientos propuestos por el ciudadano masoca y que les favoreciesen. Ahí, en ese nuevo negociado, no cabría el “vuelva usted mañana” del funcionario indolente que tanto molestaba a Mariano José de Larra. Lo del canon sobre hidrocarburos ya es otra cosa. Está comprobado que el ciudadano prefiere quitárselo de comer que quedarse sin utilitario. Se protesta cuando sube el precio del arroz, de los guisantes o de las lechugas, pero en el surtidor de gasolina paga y calla. El coche, aunque sólo se use una vez cada treinta días para ir al pueblo, se ha convertido en un fetiche que hay que cuidar, lavar y acariciar con mimo desde el sábado por la mañana hasta el domingo por la tarde. Con el automóvil hay que presumir cuando se llevan flores de plástico al cementerio de la aldea remota el día de Todos los Santos. Al hambre ya estamos acostumbrados.

Elena Francis al difumino





La familia Fradera fue dueña en Barcelona de un importante salón de belleza y de unos laboratorios cosméticos. Allá por octubre de 1947, a Francisca Bes Calvet, esposa de José Fradera Butsems, que entonces era propietario del Instituto y los Laboratorios Francis (Bel Cosmetic), se le ocurrió la idea de hacer un programa de radio dirigido a las mujeres españolas que, de paso, sirviera como soporte publicitario a sus “cremas hidratantes”. Aquella aventura duró desde aquel año hasta 1984. Comenzó sus andanzas hertzianas en Radio Barcelona (Fradera era amigo de Ramón Barbat, entonces director de aquella emisora de la Cadena SER).  A partir de octubre de 1966 pasó a emitirse en Radio Peninsular y en Radio Intercontinental. En realidad fue Barbat el que propuso al industrial catalán hacer un programa dirigido a las mujeres y patrocinarlo con los productos cosméticos de su laboratorio. A aquella primera reunión (1947) también acudieron, además de Fradera, Bes y Barbat, Jaime Torrens, jefe de Programas, Jorge Janer, jefe de Emisiones, Isidro Solá y Ángela Castells (guionista); y del embrión de aquel encuentro conjunto salió  al aire el futuro programa radiofónico. Jorge Janer propuso una sintonía: “Indian Summer”, del compositor Víctor Herbert. El espacio previsto sería de media hora de duración y en él se recibirían cartas que Elena Francis (nombre ficticio) iría contestando en número máximo de siete respuestas por programa, “que se irían ajustando al perfil de mujer española y católica”. Y ahí es cuando comenzaron a entrar en aquel “juego” diferentes locutoras: María Garriga, Rosario Caballé, Maria Teresa Gil,  Soledad Ambrojo y Maruja Fernández del Pozo. La primera voz que daba lectura a las cartas era María del Carmen Torres y en los últimos años Pilar Morales. Los guionistas responsables del programa y que redactaban las respuestas radiadas fueron Ángela Castells (desde 1947 hasta 1952), Maria Castañé, Joaquina Algars, L.Taboada, Eduardo Alarcón (entre 1959 y 1962) y Juan Soto Viñolo desde 1966 hasta su fin en 1984. En el blog “El medio sonoro” (viernes, 27 de febrero de 2009), bajo el título de “El consultorio de Elena Francis”, aparece lo siguiente:
“El primero que se atrevió a “desnudar” a Elena Francis fue Gerard Imbert en su libro ‘Elena Francis, un consultorio para la transición’ (1982): El consultorio radiofónico de Elena Francis no es más que un simulacro, un fetiche; pero se trata de un simulacro en el que en realidad no existe ni siquiera estafa. Elena Francis es su voz simplemente, una voz hecha carne que no necesita de encarnación personal. Existe realmente, socialmente, como representación ideológica, como hecho del lenguaje. Y no se puede hablar en este caso de una usurpación de identidad, sino de una creación ficticia de identidad. El consultorio se desarrollaba en un marco de claras connotaciones nacional-católicas y de defensa de una imagen tradicional de la mujer. Aunque supuestamente Francisca Elena Bes era la que atendía inicialmente las respuestas, la realidad es que el consultorio de Elena Francis era un programa patrocinado por una empresa cuyo objetivo era la venta de sus productos. Las respuestas a las cartas estaban escritas por el equipo de guionistas de Radio Barcelona. El halo de misterio que rodeó siempre al personaje de Elena Francis perduró hasta sus últimos años de emisión, misterio al que los responsables del programa también colaboraban con un pacto de silencio respecto a la verdadera identidad del personaje".
¿Y por qué cuento yo todo eso? ¿Por nostalgia? No. Lo que sucede es que he leído en La Vanguardia que el pasado lunes, 13 de octubre, murió Roser Cavallé (Rosario Caballé) locutora y actriz de doblaje que fue la voz de Elena Francis durante 16 años. Descanse en paz.






(Fuentes: Blog “El medio sonoro”, y el libro “Querida Elena Francis”, del crítico taurino Juan  Soto Viñolo (Grijalbo, 1995) sin cuyas ayudas hubiese resultado harto trabajoso conseguir la necesaria información).