viernes, 30 de octubre de 2020

Casi en la esquina del calendario

 

Llega el momento del “truco o trato” de una fiesta macabra importada que más parece un oficio de difuntos que otra cosa. Hasta he visto al vicepresidente del moño Iglesias en fotografía con traje oscuro y corbata como si se tratara de un empleado de pompas fúnebres. Asoma noviembre, ya casi en la esquina del calendario de un año bisiesto para olvidar. Como cuenta Karina Sainz Borgo en Vozpópuli, “a la manera de un serial de terror, noviembre parece una reposición de marzo, aunque sin metáforas bélicas ni aplausos en los balcones. Por los tenebrosos rincones de nuestro cerebro, acurrucados y desnudos en nuestra imaginación, como escribió Gustavo Adolfo Bécquer, monstruos: un IRPF engrandecido, un ERTE sin cobrar, unas navidades clausuradas de antemano y una carta a unos Reyes que se han apeado del camello porque ya no saben si traerán o no la vacuna en la caravana de enero”. En el Oficio de Tinieblas se utilizaba -recuerdo siendo niño-  el tenebrario con quince velas que se iban apagando una tras otra, para quedar el templo prácticamente a oscuras tras el canto del Miserere. Al final, quedaba encendido sólo el cirio principal que recordaba la muerte de Cristo y el ruido de matracas en el proscenio de ceremonias y cerca del velón morado que cubría el altar. Nos ha mirado el tuerto, hemos perdido perspectiva y no sabemos calcular distancias. En consecuencia, no debemos bajar una escalera sin sujetarnos a la balaustrada. Comienza la fiesta de Halloween y, dadas las circunstancias, parece necesario tocar madera.