martes, 30 de junio de 2015

¡Que se marchen ya!





La prensa de papel sólo comenta el asunto griego y los ahogamientos en piscinas. Lo segundo es fruto del verano. Lo primero es consecuencia de la presión del Eurogrupo. Se habla de que “el rescate termina esa noche” como si se tratase de un secuestro del FRAP.  El ayuntamiento de Zaragoza, solidario con Grecia, ha colocado la bandera de ese país en su fachada. Me descubro ante Pedro Santisteve Roche. Menos miedo. Si hay que salir del euro, se sale. Grecia nunca debió entrar a formar parte de ese club de mafiosos controlados por Merkel y la troika. España tampoco. El resultado ha sido, al menos para los países del Sur, empobrecimiento de casi todos los ciudadanos y enriquecimiento de unos pocos. “La Unión Europea –así lo cuenta El País- quiere que Alexis Tsipras caiga para que no haya en Grecia un gobierno contrario a sus políticas”. Y en España, Rajoy, Aznar y el resto del combo ya empiezan a relacionar lo que sucede en Grecia con lo que podría suceder en España de ganar Podemos. Por lo pronto, Carmena ha renunciado a asistir en tribunas o palcos preferentes por ahorrar alrededor de 300.000 euros anuales, cosa que nunca hizo Botella, y a rebajarse el sueldo, cosa que tampoco hizo esa mujer. Ahora dice Rajoy –el hombre que dice no tener enemigos internos en su partido político- que “nos ha dañado más la crisis que la corrupción”. Pero si la crisis es consecuencia de la corrupción en todos los órdenes. ¡Qué trae ahora este político a la violeta! Eso que se lo pregunte a José Luis Olivas, presunto responsable del saqueo de Bancaja, por ver qué le contesta. En este país ya no cabe un tonto más. Ni un sinvergüenza más. Ahora, Rajoy,  debería decir de una vez por todas que las generales serán el 27 de septiembre. Si lo sabe, ¿por qué no lo dice? Pero hombre, si esta al tanto hasta el tonto del paseo, el que recibe todas las bofetadas. Y ahora que se bate en retirada saca su partido en el Congreso la “ley mordaza”, como si estuviéramos en los tiempos de la dictadura de Primo. Menos mal que les queda poco tiempo a unas leyes sacadas por mayoría absoluta, que son un absoluto disparate. Un ejemplo: será delito que los partidos reciban de particulares o empresarios más de 500.000 euros, salvo que tales guindaleras procedan del extranjero (y no estoy pensando en Venezuela). Claro, en los papeles de Bárcenas no se llegan a esas cifras. En fin, espero que esas leyes sean derogadas en menos de lo que a Rajoy le cuesta hacerse un tinte en el pelo. La derechona se hunde como el “Titánic” pero sin orquesta en cubierta. La culpa es el choque del partido que  sustenta al Gobierno con el iceberg de la corrupción existente entre las filas de la casta, los nietos del 18 de julio, causantes de la crisis y de la pobreza a la que nos han llevado ciertos indeseables manejando el dinero ajeno. Y aquí ya se sabe: no hay botes salvavidas para todos.¡Que se marche la derechona ya! No necesitamos de salvadores patrios ni de pisaverdes ni de políticos que mienten. Seguro que todo irá mejor sin ellos.

lunes, 29 de junio de 2015

Ni patología ni enfermedad





Al tiempo que está a punto de celebrarse en Madrid la Semana del Orgullo Gay, que este año coincide con el décimo aniversario del matrimonio entre personas del mismo sexo, y que el barrio madrileño de Chueca está a punto de convertirse en un inmenso arco iris, la parroquia sevillana Dulce Nombre de María, en Bellavista, acaba de retirar de su página web la siguiente entrada: “Sanar la homosexualidad si es posible”, firmada por el párroco Santiago González Alba. En esa web el cura ecónomo hacía la siguiente pregunta: ¿Es la homosexualidad una patología o una enfermedad? Aquí lo que hay que hacer es matizar conceptos. Patología no es sinónimo de enfermedad, de la misma manera que no es lo mismo síndrome que trastorno. La enfermedad es la pérdida de la salud,  el síndrome es el síntoma de la enfermedad. La patología es el estudio de las enfermedades y la nosología es la parte de la Medicina que se dedica a la clasificación sistemática de las enfermedades. Y una enfermedad ha de tener una etiología (una causa), un diagnóstico, un pronóstico y un tratamiento. Trastorno es, finalmente, una alteración leve de la salud. Dicho eso, hay que señalar que la publicación de ese cura, que más tarde dijo que no era de él, es del  jueves 25 de junio; y que se hacía eco de la noticia cuatro días más tarde, es decir, hoy, El Correo de Andalucía. También hoy lunes, en los comentarios a la noticia en ese mismo diario, un lector de nombre Francisco Manuel, se preguntaba: “Si es una enfermedad, ¿se puede pedir la baja? Vamos, un cachondo.  En la introducción se animaba a los feligreses a compartir y difundir el artículo publicado en la página web de la parroquia para “hacer frente a la ideología que destruye la familia cristiana”. La entrada más tarde suprimida de la página web incluía un trabajo del escritor Richard Cohen, autor de libros como 'Comprender y sanar la homosexualidad', 'Abriendo las puertas del armario'  y otros del mismo estilo. Que yo sepa, salvo para el psiquiatra Aquilino Polaino, que considera la homosexualidad como una patología, y de un exsenador del PP, Agustín Conde,  que en 2005 citó un estudio de Hazteoir.org que aseguraba que “el 29% de los padres que ha violado a sus hijos son homosexuales”, deberemos hacer caso a la OMS, que dejó de considerarla como enfermedad en 1990. De la misma manera, Fernando Chacón, decano del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, declaró recientemente que “desde el punto de vista médico no existe ninguna diferencia entre los homosexuales y los heterosexuales. Los gays y lesbianas –señalaba- pueden sufrir más problemas psicológicos si no aceptan su condición de homosexual, pero igual que le ocurre a cualquier otra persona que se rechaza a sí misma, como pasa con algunos pacientes obesos”. Así de claro.

domingo, 28 de junio de 2015

Rudi: último acto




Que se haya colocado una pequeña placa en el respaldo de un banco público, en el lugar donde fue secuestrado Publio Cordón Munilla, me parece respetable. Es bueno que no perdamos la memoria de las cosas. El señor Cordón ya tiene reciente homenaje, placa y un camino peatonal que lleva su nombre. Pero me permitirá el lector que pida remembranzas equivalentes para otras muchas personas que fueron víctimas de la represión y que, por desgracia, permanecen en el anonimato y su recuerdo tan difuminado en la Memoria Histórica como el polvillo de las mariposas. Es decir,  no existen placas en los barrancos y en las cunetas donde hubo fusilamientos masivos por defender la Libertad; ni en el punto exacto donde un entrañable amigo se cayó de la moto y se dejó los sesos sobre el asfalto; ni nadie tiene en su recuerdo a aquel albañil, posiblemente subsahariano, que se fue al vacío desde el andamio y cuyos restos fueron a la fosa común; etcétera. Durante los años 60 del siglo XX al ministro de Obras Públicas de turno se le ocurrió la rara idea de señalar los puntos tétricos de las carreteras donde había fallecido alguien: “Aquí un muerto”, “Aquí tres muertos”, en un intento vano de concienciar a los conductores de la importancia que tenía estar muy atentos a las curvas y a los cambios de rasante. Pero nunca reconoció aquel Estado Español vencedor en cien batallas y manejado por el dictador Franco que las carreteras de entonces eran infames, parcheadas, con árboles pintados con una faja blanca en su tronco, de un solo carril de circulación en cada sentido de la marcha y en las que cada adelanto a un camión equivalía a jugarse el tipo por el alma de la abuela. La culpa, siempre había culpa, era del ciudadano despistado. Jamás de las infames infraestructuras viales. Eran los años en los que se pusieron de moda los eslóganes “Papa, no corras” y “Papá, ven en tren”, aunque en el tren se tardasen seis horas en hacer el recorrido Zaragoza-Madrid, o 36 horas en ir desde Barcelona hasta La Coruña. Otro eslogan famoso fue el de “Trabaja, pero seguro”, animando a los obreros a que llevasen en la obra el casco protector, más por evitar posibles absentismos que por la preocupación por la salud del productor. Al menos, aquel Estado Español, aunque fuese por pasiva, era consciente de que si al cabeza de familia le sucedía algo en un viaje o en la factoría su familia se quedaba automáticamente en la peor de las ruinas posibles. Lo de Publio Cordón es distinto. Tuvo la desgracia de toparse con unos miserables del GRAPO, que le secuestraron. Se pagó un fuerte rescate, sin éxito. Silva Sande confesó años más tarde que el cadáver de Publio Cordón fue enterrado en un paraje francés del Mount Ventoux, pero sus restos no han sido encontrados pese a los importantes intentos de búsqueda. Es todo lo que sabemos veinte años después. Y todos los ciudadanos de bien lo sentimos. Se da la circunstancia de que el ministro de Interior y Justicia de entonces era Juan Alberto Belloch, actual alcalde saliente del Ayuntamiento de Zaragoza. Mis respetos para Pilar Muro, viuda legalmente reconocida y actual presidenta del Grupo Hospitalario Quirón. Por fortuna, a la señora Muro no le ha sucedido lo que a la viuda del obrero muerto que antes comentaba, cuando se quedaba en la miseria tanto ella como sus hijos pequeños. La señora Muro (primera accionista de  USP Grupo Hospitalario), Alfonso Soláns (dueño de Pikolín) y César Alierta (presidente de Telefónica) son las personas más ricas de Aragón, según los Top 3 por Autonomías publicados por la revista Forbes. Y “…los duelos, con pan son menos;  pero tal vez hay que se nos pasa un día y dos sin desayunarnos…”. (El Quijote, cap.XIII, 1ª parte).

sábado, 27 de junio de 2015

Vamos a la conga, ¡ay, Dios!





Se marcha Wert, el ministro peor valorado entre los españoles, y aparece en escena Méndez de Vigo, que no es de Vigo sino de Tetuán, aunque tenga apellido de Shangái Express, aquel convoy que tuvo una categoría sobrevalorada ya que en realidad era un semidirecto por el que había que pagar un suplemento de “exceso velocidad” y que tardaba 36 horas en ir de Barcelona a Vigo y La Coruña. El tren – ya lo he contado en alguna otra ocasión- salía de la estación barcelonesa de Vilanova y llegaba a Zaragoza-Arrabal por vía Manresa, la de la antigua compañía Norte. Desde Zaragoza pasaba a las líneas de la antigua MZA (estación de Campo Sepulcro) hasta Ariza, en donde tomaba la línea Ariza-Valladolid de la misma compañía. Desde Valladolid, de nuevo a las líneas de la antigua Norte por Venta de Baños, León y Monforte de Lemos, en donde se dividían las ramas, la de Vigo por Orense y la de La Coruña por Lugo. La composición de los coches era de lo más variada: “verderones”, “cincomiles” y algún “pullman” de los obsoletos ferrocarriles andaluces. El nombre lo acuñó un ferroviario cachondo, Ángel Rodríguez López.  Y aquí lo dejo. Aquel que esté interesado en el tema, le recomiendo que lea el relato “El Shangai Express”, de Toni Nieto. Pero bueno, a lo que iba, dentro de tres días comienza el veraneo de los ministros, por lo que presumo que le queda a este advenedizo lo que va de aquí a las catalanas, que coincidirán posiblemente con las generales (27 de septiembre). A Rajoy le crecen los enanos. Ahora resulta que el Tribunal de Cuentas (Línea 1 de metro, Plaza de Castilla –Valdecarros, entre Gran Vía y Bilbao, ¿te sitúas, Rudi?) señala que la Diputación General de Aragón dejó sin contabilizar 80 millones de euros en 2013. En este sentido, hay un artículo hoy en El Periódico de Aragón de José Luis Corral, “La contable que fracasó”, que pone el dedo en la llaga: “La señora Rudi –señala Corral- abandona la presidencia con una deuda enorme, muchísimas facturas sin pagar y gran malestar entre los proveedores. Vamos, que su sucesor, supongo que el señor Lambán, va a recibir una herencia de aúpa. Claro que, para enredar aún más, aparece el señor Montoro y amenaza con cortar la financiación de autonomías como la de Aragón, porque no ha cumplido --se refiere a su conmilitona la señora Rudi, claro-- con la ley de estabilidad presupuestaria. Con una economía tan endeudada y tantas facturas sin abonar, el nuevo gobierno de Aragón tiene tajo por delante. Pero parte con una ventaja de salida: a poco que haga ya habrá hecho más que el saliente”. Como decía al principio, se marcha Wert y aparece en escena Íñigo Méndez de Vigo, barón de Claret, sobrino de  Carmen Díaz de Rivera (la hija que tuvo fuera del matrimonio Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco) y nieto de Carmen de Icaza, en Educación, Cultura y Deporte. La prensa señala de Íñigo Méndez de Vigo Montojo y de los Grandes Expresos Europeos que es “alto, cordial y afable en el trato corto”,  como si ser alto fuese garantía de saber hacer las cosas bien.  Hay algún alto, muy alto, que los ciudadanos tenemos en observacion, conque... Juró el cargo de ministro ayer viernes, día de san Pelayo. Como curiosidad, señalaré que la boda de sus padres viene en los “ecos de sociedad” del diario ABC el jueves, 24 de marzo de 1955, página 31. Entre los invitados, en San Jerónimo El Real, se encontraba Carmen Polo Valdés y, eso sí, niños y niñas de los diferentes hogares de la Obra del Auxilio Social, de Madrid. No me pregunten qué pintaban allí aquellos niños, que no lo sé.”Vamos a la conga, ¡ay, Dios! / Vamos que ya suena el bongó…”.


jueves, 25 de junio de 2015

Endosar el muerto




La Iglesia católica se empeña en señalar en los púlpitos y en las homilías, siempre por cuenta de clérigos que nunca han cimentado una familia ni saben lo que cuesta llevar dinero a casa, la importancia que tiene la familia cristiana. Alrededor de la alianza entre varón y mujer existe una gran variedad de valores, usos, costumbres, normas y leyes que la configuran no sólo como un grupo social característico, sino como una institución social fundamental. Y tales funcionarios de un Cielo difícilmente azul hacen énfasis en la indisolubilidad del matrimonio. Siempre terminan poniendo como ejemplo a Saulo, de nombre artístico san Pablo, al que atribuyen que llega a comparar la unión entre los esposos a la que existe entre Cristo y la Iglesia católica por ellos manejada. Hasta que Juan  Luis Ossorio, marqués de la Valdavia, dio en la diana cuando afirmó que “la familia es una importante institución, de muy difícil manejo”. Mas tarde, J.V. Marqués, en su artículo “La insólita modernidad de la familia”, publicado en un magacín semanal en los años 80, se anticipó como un iluminado a lo que viene aconteciendo ahora, treinta y tantos años más tarde. Decía entonces Marqués: “La exaltación actual de la familia responde al propósito de liquidación del llamado Estado de bienestar. ¿Qué no se puede resolver el paro? Nada como la familia para alimentar y dar un dinero de bolsillo a los jóvenes. ¿Qué la sanidad pública es deficiente? Nada como la madre, la tradicional mujer abnegada, para atender a los enfermos. ¿Qué no hay guarderías públicas? No importa, así se disfruta más del cariño de la mamá. ¿Qué no hay dinero para asumir el apoyo al drogadicto y su eventual desintoxicación? Aquí está la familia como supuesto arropamiento del afectado. ¿Qué los salarios no permiten contratar cuidadores o cuidadoras de niños? Aquí están los abuelos, encantados de quedarse con los nietos…”. Nos han endosado el muerto y no queda otra que aguantar lo que venga. Vale, pero que no adoctrinen con éticas victorianas unos tipos que han optado por el celibato, que es lo cómodo y lo que encaja con los intereses económicos de esa Iglesia, y cuya única misión en este mundo consiste en vivir del cuento.

martes, 23 de junio de 2015

Las Corsarias versus Pedro Sánchez





España, que es tierra de descubridores (me refiero a Orellana, Cortés, Pizarro, Almagro y todos esos respetables aventureros) tiene una bandera bicolor. Pues nada, ahora resulta que Pedro Sánchez Pérez-Castejón, imitando a Obama, la acaba de descubrir durante el acto de proclamación de su candidatura a La Moncloa y se tapa en ella como si fuese en una manta de Palencia en pleno enero. Y Podemos, en boca de Errejón, pregunta al secretario general del PSOE: “¿estás con el cambio o con la bandera?”, como si una cosa tuviese que ver con la otra. Cosa distinta es que a Podemos no le haya gustado la escenografía, con Sánchez besando a su mujer, de rojo integral, sobre la pista de ese “circo americano” aunque sin leones ni tragasables. A este paso, a no tardar veremos a Pedro Sánchez cantar la Marcha de Oriamendi con el arte de un bersolari (recuerden que en vascuence no existe la uve): “Gora Jainko maite maitea/ zagun denon jabe. / Gora Espania ta Euskalerria/ ta bidezko errege”. Aquí da igual arre que so. En ese toreo de salón lo que importa es mirar al tendido y quedar bonito. Ciento treinta años de historia  y cuarenta de ellos de vacaciones han dado mucho juego. Pero aquello era, escucha atento, como asistir a la humorada cómico-satírica Las Corsarias, pero sin la música del maestro Francisco Alonso y sin fray Canuto, que en realidad era Serafín, un hombre casado y con siete hijos. Es difícil poder entender los bandazos de ese partido del puño cerrado y la rosa mística, que sustituyó al yunque, la puma y el tintero, fundado por Pablo Iglesias desde los tiempos de Casa Labra (Tetuán,12) cuando todavía no ofrecía a la distinguida clientela los sabrosos soldaditos de Pavía. En principio se adoptó una postura anticlerical (léase su programa de 1918); convivió con la dictadura de Miguel Primo de Rivera, que toleró los movimientos de la UGT, convirtiéndose en la primera central sindical de España. Esa dictadura promovió también una extensa legislación social, parte de la cual se recogió en el Código del Trabajo (1926), en cuyo éxito fue clave la colaboración entre el régimen, el PSOE y la UGT. De hecho, la propaganda de Primo de Rivera insistía en que el PSOE era el único partido honesto de la etapa anterior, y llegó a afirmar que pretendía crear un nuevo sistema turnista con el PSOE y la Unión Patriótica. Y para muestra, un botón, es decir, que Francisco Largo Caballero tomó posesión como consejero de Estado el 25 de octubre de 1924. Y en 1929 el PSOE se declaraba favorable a la república. Dos años después se convirtió en el partido mayoritario de las Cortes republicanas de 1931, con 131 diputados. Esa mayoría se vio mermada considerablemente en 1933, con la llegada de la CEDA como primera fuerza parlamentaria. Y en 1934, tras una escisión entre los sectores más moderados (Indalecio Prieto y Julián Besteiro) y los más radicales, liderados por Largo Caballero, derivó  en la Revolución de Asturias, en 1934. Y en 1935 el PSOE participó en el llamado Frente Popular, que ganó las elecciones de febrero de1936. Lo que llegó más tarde preferiría que lo contase mi paisano Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza y colaborador de El País, ante cuya sapiencia me descubro.

lunes, 22 de junio de 2015

Leña al mono...



Cuando el Gobierno de turno cree necesaria cambiar la ponderación impositiva quiere decir que nos va a subir el IVA; si habla de flexibilidad laboral se refiere al abaratamiento del despido; cuando hace referencia a  gravamen a activos ocultos, que se ha practicado una amnistía fiscal generalizada para delincuentes; cuando informa de que hay hilillos de plastilina, que existe fuga masiva de fuel en el mar, provocando un desastre ecológico; señalar que existe un impacto asimétrico de la crisis significa que pagará más el que menos tiene; cuando algo es de interés general, quiere decirse que es de interés para las entidades financieras; ser liberal-conservador equivale a decir que se es de extrema derecha; la libre competencia es la competencia desleal defendida por aquellos que parten de mejor posición; línea de crédito para la banca en condiciones preferentes se puede reducir a una sola palabra: rescate; medidas de consolidación fiscal, no es leche sino caldo de teta, o sea, recortes; medidas para incentivar la tributación de rentas no declaradas es equivalente a amnistía fiscal para rentas elevadas; medidas para garantizar la sostenibilidad del  Sistema Nacional de Salud viene a significar privatización de la sanidad pública; mejora de la competitividad es otra forma de llamar a la congelación de salarios; prima de riesgo, según J.M Sánchez Gordillo, es un fantasma para asustar a idiotas; vivir por encima de nuestras posibilidades es creerse con derecho a una educación y una sanidad públicas y de calidad; etcétera. Hasta ahora creíamos que existía una jerga que utilizaba la clase médica y otra jerigonza entre la abogacía. Pero los políticos han descubierto otra manera de llamar a las cosas. Recuerden, por ejemplo, a Sancho Rof, cuando declaró a los medios que el “bichito” que producía la enfermedad causada por el aceite de colza desnaturalizado “si se caía de una silla se mataba”. Y aquel síndrome tóxico –que no el bichito- dejó un balance de 1.100 personas muertas y otras 60.000 envenenadas con secuelas irreversibles. ¿Se depuraron responsabilidades? Muy pocas. Rajoy, siendo vicepresidente del Gobierno, definió  el vertido de fuel del Prestige como “pequeños hilillos solidificados con aspecto de plastilina en estiramiento vertical”. Y se quedó tan pancho ante el chapapote causante de la una de las mayores catástrofes medioambientales de la historia de España. Hay más: el accidente de Palomares, donde todavía quedan tierras contaminadas; el escape radioactivo que contaminó el río Manzanares en 1970; la rotura del oleoducto Rota-Zaragoza, cuyo vertido fue al río Genil en 1998; el incendio en la central nuclear de Valdellós, en 1989; otra en Ascó, en 2007, cuando un operario vertió un bidón con agua contaminada y hubo fugas de partículas radioactivas; el accidente de Acerinox en 1998, cuando en el tratamiento de chatarras una fuente de cesio 137 llegó al río Tinto; etcétera. La primera medida de ese “libro de estilo” político consiste en intentar silenciar el problema causado por parte de las autoridades. Y cuando lo airea la prensa, entonces no queda otra que buscar responsabilidades. Siempre aparecerá un chivo expiatorio que cargue con el mochuelo: un obrero sin cualificación, un maquinista de locomotora, un factor de circulación…, y se zanjará el caso sin más trámites. Este es un país donde los políticos siempre esquivan responsabilidades utilizando la coletilla “y tú más” y donde los costes de sus derroches siempre van con cargo al maestro armero, es decir, a los ciudadanos. Pero no pasa nada. Y si pasa, ¿qué pasa? ¡Leña al mono, que es de goma!

domingo, 21 de junio de 2015

Esa chusma de la Castuza...





La chusma de la Castuza, como define Antonio Burgos a Podemos, ha sustituido en el Ayuntamiento de Cádiz el retrato de Juan Carlos I existente en el despacho de Teófila Martínez, por el de Fermín Salvochea, gaditano ilustre. Sobre ese asunto ya comenté el pasado viernes lo que creí oportuno en mi blog. Pues bien, Burgos, en su artículo de hoy en el diario ABC (“Con Iglesias hemos topado”) continua echando leña al fuego sobre esa “chusma de la Castuza” que gobierna los ayuntamientos de Madrid, Barcelona, Santiago de Compostela, La Coruña, Cádiz, Zaragoza; o sea, seis pueblecillos escondidos entre montañas que apenas constan en los mapas de carreteras de Repsol. Sobre el reciente viaje de Iglesias a Cádiz escribe Burgos: “A pie de obra, y qué obra, de José María González, ya Kichi para la Historia, Pablo Iglesias ha podido comprobar que se había quitado la inmensa Bandera de España, de todos, y que en la balconada del Ayuntamiento en la Plaza de San Juan de Dios (nos coja confesados) habían colocado una antigualla histórico-artística muy apropiada: la enseña tricolor que llaman "republicana", pero que no lo fue de la I República rojigualda de Salvochea y Pi Margall, sino de la II República, de Casas Viejas y de los tiros a la barriga, sin ir más lejos. Pudo comprobar también Iglesias que en el despacho de la Alcaldía han quitado el retrato de Don Juan Carlos y puesto el de Fermín Salvochea, mitológico apóstol de los pobres inventado por los anarquistas y que tuvo su evangelista en el tristemente famoso Doctor Vallina. ¿Quién era ese tal Juan Carlos para estar retratado en el despacho de Kichi? Nadie: un chufla, que nos trajo las libertades y la democracia, inventos malignos de la burguesía y la Banca, y que encima firmó la Constitución de 1978 renunciando a todos sus poderes y estableciendo el sistema de partidos, en vez de poner a Podemos como Partido único, que es lo que tenía que haber hecho y dejarse de cuentos”. Veamos: el “tristemente famoso doctor Vallina”, como dice Burgos, creó gracias a la suscripción popular abierta por el periódico El Noticiero Sevillano, en 1923, el Sanatorio Antituberculoso "Vida" muy cerca de Cantillana, el pueblo de la familia de su madre, donde se fue a vivir para atender gratuitamente a los enfermos que no tenían medios económicos. Un sanatorio que quedó sin terminar al ser desterrado por Primo de Rivera y saqueado en 1936. Participó activamente en defensa de la República y organizó la resistencia en diversos pueblos, como miliciano, como médico y como soldado. Marchó a Méjico y sirvió como médico a las comunidades indígenas hasta su muerte en Veracruz, en 1970. Fue interpretado por Manuel Morón en el film Una Pasión Singular (2002) de Antonio Gonzalo, que versa sobre la vida de Blas Infante, y sus  Mis memorias (publicadas por el Centro Andaluz del Libro - Libre Pensamiento, 470 pp. Sevilla 2000) inspiraron a Vicente Tortajada para hacer su novela Flor de cananas. Pedro Vallina, en fin, fue un destacado promotor del congreso pacifista que se opuso a la guerra entre pueblos europeos por causa de la incapacidad de sus gobernantes; analizó las causas sociales de las numerosas enfermedades, como la tuberculosis, que entonces se cobraban tantas vidas en Sevilla, encontrando una relación directa con el hacinamiento y falta de higiene en corrales y casas de vecinos, por lo que impulsó en 1919 una huelga de alquileres contra las deplorables y abusivas condiciones que imponían los propietarios y combatió las corridas de toros. Ese gran hombre fue para Antonio Burgos el “tristemente famoso doctor Vallina”. Por cierto, Burgos, Juan Carlos de Borbón no trajo las libertades y la democracia  a España. Llegaron de la mano de todos los españoles. Y ese rey, que tres años antes había jurado los Principios Fundamentales del Movimiento, rubricó la Constitución de 1978 por el imperativo de ser el Jefe del Estado; y, además, por su propia conveniencia para el futuro de la Monarquía. ¿Dónde está su mérito? La nueva Constitución matizaba la forma de Estado, evitándose el trance de una consulta popular previa sobre esa forma de Estado, como hubiera sido lo deseable a la salida de una siniestra dictadura. El humo del botafumeiro de Burgos dirigido hacia las imágenes de los Borbones, tanto vivos como muertos, no le deja ver la realidad. Este columnista sevillano, que sólo sabe recordar los sucesos de “Casas Viejas y los tiros a la barriga” (sin especificar por parte de quiénes), confunde los orzuelos con los defectos del paisaje.

viernes, 19 de junio de 2015

Por Cádiz sí se puede





El nuevo alcalde de Cádiz, José María González Santos, profesor de Historia y más conocido como  Kichi, haciendo bueno aquello de que “Por Cádiz sí se puede”, ha decidido sustituir el retrato de Juan Carlos de Borbón, que conservaba en su despacho la anterior alcaldesa del PP, Teófila Martínez, por  el que fuera primer alcalde y presidente de su Cantón durante la Primera República, Fermín Salvochea Álvarez. A mi entender, el retrato de Juan Carlos I estaba fuera de lugar en el Ayuntamiento, al hacer un año justo que éste había abdicado de sus funciones en la Jefatura del Estado. Salvochea, a mi entender hizo mucho más por la “Tacita de Plata” que el rey emérito. Salvochea fue un gaditano ilustre y a cada uno hay que darle lo suyo. Fue alcalde en 1883 cuando contaba 31 años. Pero años antes fue hombre de confianza de Juan Prim, miembro de la Comuna de Cádiz y segundo comandante de un batallón de “Voluntarios de la Libertad” en 1868 hasta el 11 de diciembre, fecha en la que tras entregarse fue  encarcelado en la fortaleza de  Santa Catalina. En 1869 salió elegido diputado a Cortes Constituyentes aunque el Gobierno no reconociera esa elección. Como ha quedado suficientemente descrito por sus biógrafos, Salvochea organizó guerrillas armadas contra el Gobierno en la Sierra de Cádiz, tomando Alcalá de los Gazules, hasta ser derrotado por las tropas gubernamentales y le obligaron a buscar refugio en Gibraltar. En 1871, gracias a la amnistía promulgada por el nuevo rey Amadeo de Saboya volvió a Cádiz. Durante su mandato tomó numerosas medidas para limitar la influencia de la iglesia. Sustituyó en las escuelas la enseñanza religiosa por la de "moral universal". Implantó la jornada laboral de ocho horas, se suprimieron las fiestas religiosas y se creó una fiesta cívica del advenimiento de la República Federal. Al disolverse la Primera República, fue apresado por las tropas del general Pavía, juzgado en Sevilla y condenado a cadena perpetua en el Peñón de Vélez de la Gomera y en Ceuta. Renunció al indulto que le consiguió el Ayuntamiento de Cádiz en 1883, se fugó a Marruecos y de allí pasó a Francia. Retornó a Cádiz, después de la amnistía tras la muerte de Alfonso XII, en 1885. En 1886 fundó el periódico El Socialismo, donde reivindicaba la huelga general como herramienta de lucha, por lo que pasó varias veces por la cárcel y fue clausurado su periódico. Organizó los primeros actos por el Primero de Mayo en Cádiz en 1890, siendo detenido de nuevo. Estando en prisión tuvo lugar el Motín Agrario de Jerez de la Frontera de 1892 en el que fue implicado por falsos testimonios y por el que fue condenado a 12 años de cárcel. Una nueva amnistía le permitió salir de la cárcel en 1899 y volvió a Cádiz. Allí conoció al médico anarquista sevillano Pedro Vallina y juntos partieron hacia Madrid, viviendo de forma muy austera, traduciendo algunos libros, y trabajando en diarios como El Liberal, El Heraldo o El País. Con motivo de la coronación de Alfonso XIII en 1902 fue detenido junto con otros anarquistas, acusados de tener planeado lanzar unos explosivos cuando el rey llegase al Congreso. Cinco años después regresó enfermo a Cádiz y falleció el 28 de septiembre de 1907. Durante su entierro, empezó a llover de forma torrencial y cuando la comitiva pasaba por el Ayuntamiento, el alcalde ordenó que el féretro entrara en la Casa Consistorial hasta que escampase. En Cádiz hay un dicho popular que dice: "Llueve más que el día que enterraron a Bigote”, nombre cariñoso con el que era conocido Salvochea. Su figura fue novelada por Blasco Ibáñez en La bodega, y por Valle-Inclán en Baza de espadas. En la Guerra Civil, una de las columnas de la CNT que luchó en Aragón contra las tropas sublevadas, tomó el nombre de Salvochea. En la década de los 80 el ayuntamiento de Cádiz, le dedicó una calle y le hizo un busto. Fue hijo único del adinerado Fermín Salvochea Terry, de origen navarro y dedicado al comercio de vinos, y de María del Pilar Álvarez, prima carnal de Juan Álvarez Mendizábal.

jueves, 18 de junio de 2015

Plebeyez insufrible





Cuenta Luis María Anson hoy en el diario El Mundo que “a Don Felipe le emocionó su abuelo Juan III (sic) cuando, al abdicar los derechos históricos de la Corona, se cuadró ante su hijo Juan Carlos I y dijo: “Majestad, por España, todo por España”. A mí alguien con capacidad bastante debería explicarme de una forma que pudiera entender sin fisuras qué derechos históricos recaían en la persona de Juan de Borbón. El día que su padre Alfonso XIII tomó las de Villadiego, el exrey de España dejaba de estar en condiciones para nombrar sucesor a título de rey. Además de ello, lo único que Juan de Borbón hizo por España fue intentar combatir al lado de los rebeldes en la Guerra Civil sin éxito. Sería bueno que los españoles no perdiéramos la memoria. Tanto Alfonso XIII como su hijo Juan dieron su apoyo desde el exilio al golpe militar del 18 de julio de 1936. Y Juan de Borbón intentó, como decía antes, ser voluntario. De hecho, entró por Dancharinea, el único paso fronterizo abierto por los rebeldes. En Biarritz se les unieron el Fernando de Baviera y el conde de Mora, Juan Manuel Mesía del Barco. Transcribo parte de lo que cuenta en el capítulo "Juan López en Burgos" dentro del libro  "Momentos estelares de la Guerra de España" Carlos Rojas: “Llegados a Pamplona, visten al príncipe (sic) con un mono de mecánico (el obligado uniforme de los milicianos de ambos bandos) y le calan la boina roja carlista. Don Juan pregunta a sus colaboradores qué harán las autoridades militares cuando conozcan su regreso a España. Le contestan que lo echarán inmediatamente pero que habrá probado, frente al país, su compromiso entusiasta con la insurrección. Efectivamente cuando avisan al general Mola de la presencia de don Juan en Burgos con el nombre de Juan López y de su intención de unirse a una columna en Somosierra, Mola monta en cólera. Ordena que el príncipe (sic) abandone inmediatamente el país y ruge: "Díganle a esos imbéciles que han acompañado al príncipe que no les hice matar de milagro". Por añadidura promete que también "Juan López" será fusilado, con todos los honores correspondientes a su cargo, si reincide en el intento. (…) De nuevo intenta don Juan de Borbón ponerse a las ordenes de Franco. El 7 de diciembre de 1936 le escribe ofreciéndose como marinero en el crucero Baleares ‘pronto listo para hacerse a la mar’. Le recuerda a Franco que hizo estudios en la Escuela Naval Británica, navegó dos años en el crucero Enterprise y siguió un curso especial como artillero. Se despide con sus votos más fervientes para que "Dios le ayude en la noble empresa de salvar a España". (…) Franco le responde el 12 de enero del año siguiente. Agradece al príncipe de Asturias (sic) el intento de unirse a la lucha que "trasciende lo nacional y es parte de la defensa de la civilización cristiana de Occidente". Pero cree que el entusiasmo de unos y la obsequiosidad de otros impedirían a don Juan servir de forma adecuada en el [crucero] Baleares. Sin molestarse en exponer razones más convincentes, concluye "contra los dictados de mi corazón" por declinar la apreciadísima solicitud. (…) No obstante, en los años de la guerra don Juan confía plena y rendidamente en Franco. El príncipe vive entregado a consejeros tan reaccionarios como Francisco Bonmatí de Codecido (su primer biógrafo) quien lo lleva a estudiar con la mayor entrega el fascismo y el nazismo, movimientos que conducen a sus pueblos a "la felicidad, el bienestar, el progreso y la potencia" según semejante mentor. (…) El 25 de agosto de 1948 Franco y don Juan sostienen la primera de sus entrevistas en el yate Azor del generalísimo. El acuerdo más notorio salido de ese encuentro es la venida a España de los dos infantes, don Juan Carlos y don Alfonso a cursar estudios. (…) “Al día siguiente [de la muerte de Franco] don Juan Carlos juraba de nuevo los Principios del Movimiento Nacional ante las Cortes” y era proclamado Jefe del Estado a título de Rey “desde la emoción en el recuerdo de Franco”, como dijo aquel 22 de noviembre de 1975  Rodríguez de Valcárcel, entonces presidente de las Cortes. Dicho eso, sería conveniente que Felipe VI no sintiese tanta emoción, a juicio de Luis María Anson, el día en el que su abuelo abdicó de unos derechos históricos de la Corona de los que carecía. Cuando Juan de Borbón se cuadró sin venir a cuento como si fuese actor de una opereta y dijo aquello de “Majestad, por España, todo por España” ya sabíamos muchos ciudadanos a qué modelo España se refería ese sainetesco señor, de nombre artístico Juan III. Dicho de otra manera: Felipe VI merece todos mis respetos como Rey de España; su abuelo, no. Y lamento si se ofenden los monárquicos sobrevivientes que formaron parte de los “cuarenta de Ayete”. A Ansón, tan acostumbrado a dar jaboncillo a la Monarquía de una forma tan vergonzosamente plebeya, le recuerdo que la soberanía reside en el pueblo, dueño de sus destinos.

lunes, 15 de junio de 2015

Un chiste en El Progreso





Hoy lo más gracioso de la prensa gráfica es la viñeta de Santy Gutiérrez en El Progreso, de Lugo. En el vestíbulo de un Ayuntamiento hay dos tipos de seguridad observando a un ciudadano que entra cartera en mano, con vaqueros y la camisa por fuera del pantalón. Uno de los encargados de la seguridad le llama la atención en gallego: “Eh, eh, oia, onde vai vostrede, documentación por favor”. El otro encargado de seguridad le toma por el brazo a su compañero mientras le recuerda: “Epa, tío! E a terceira vez esta semana quer paras ao alcalde”. Y el compañero, dándose cuenta de su metedura de pata, dice: “Cagonamar! Que lle costará poñer garabata”.  Me he tenido que acercar a la sabiduría de Eligio Rivas Quintas, (1978) “Frampas, contribución al diccionario gallego”, CEME, Salamanca, para conocer a ciencia cierta qué es eso de “garabata”. Al fin, como ya suponía, hace referencia a “corbata” entre otras 14 acepciones: trampa, enredo; angazo con dientes y mango largos; horca de hierro formada en ángulo recto que se usa para escardar patatas; brezo pelado y quemado que se utilizaba para alumbrar; etcétera. Desde luego, el alcalde de la viñeta no era Lara Méndez, que ha conseguido ser alcaldesa con el apoyo de 13 votos (8 del PSOE, 3 de Lugo Novo y 2 del BNG) y a la que le deseo suerte en su nueva gestión. Los ciudadanos, no queda otra, deberán acostumbrarse a las nuevas cualidades y las nuevas maneras de muchos de los alcaldes y ediles recién salidos de las listas electorales. Por ejemplo, Carmena, viajando en el metro de Madrid; Colau, entre la gente de Barcelona; Ribó, por Valencia montado en bicicleta… Esas cosas jamás se le habrían pasado por la cabeza a Botella, Trías o Barberá. Los alcaldes deben acercarse a la ciudadanía. Forman parte de ella. Doy por hecho que Carmena una de las primeras cosas que cambiará, además de bajarse el sueldo considerablemente, será deshacerse del sirviente que hasta ahora servía el café, no sé si con leche, a Botella en el Palacio de Cibeles. ¿Cuánto ganaba ese asistente? ¿A qué otras labores se dedicaba en su horario laboral? Botella, allá donde se encuentre, debería explicarlo. En fín, todo es cuestión de tiempo. Hay que levantar muchas alfombrar por ver qué hay debajo. Las sorpresas pueden ser acojonantes.

sábado, 13 de junio de 2015

Hay que abrir las ventanas





Aquí hay de todo: desde el plumilla que llama “chusma” a los votantes de la izquierda que ahora han conseguido cambiar el Ayuntamiento de Sevilla y que compara lo que ahora acontece con la Revolución de Asturias de 1934, hasta  el que cuenta disparates por no haber alcanzado la poltrona ( caso de Esperanza Aguirre), o haber salido tarifando después de mogollón de años haciendo de la ciudad por ellos gobernada su particular cortijo; verbigracia: Rita Barberá o Francisco Javier León de la Riva. Otros, que aparentaban ser más moderados, se han limitado a dirigir una orquesta de periodistas del pesebre para que escribiesen mañana, tarde y noche sobre la llegada del Frente Popular, como si Podemos, Ciudadanos y Comprimís fuesen unos virus peligrosísimos sobre los que no existe vacuna alguna disponible para evitar una posible pandemia. Son, todos ellos, como los causantes de la gripe española de 1918 trasladada al siglo XXI. Lo que acontece ahora le parece a la derechona de inusitada gravedad. El virus se ha trocado mutante y virulento. Sí, hagamos memoria, como desean algunos miserables. Aquel año, 1918, el año de la gripe española, hubo elecciones generales y fueron elegidos  412 diputados. El partido más votado fue el Liberal Conservador, de Eduardo Dato, pero dos facciones del Partido Liberal (García Prieto y Álvaro de Figueroa) obtuvieron más votos. Hubo una Alianza de Izquierdas (Partido Reformista, Federación Republicana, PSOE, Partit Republicà Català, Partido Republicano Radical, PURA, Partido Republicano Democrático Federal y Republicanos Nacionalistas Catalanes Independientes) que intentó presentar la alternativa de Melquíades Álvarez. Finalmente fue elegido presidente del Congreso Miguel Villanueva y presidente del Senado  Alejandro Groizard. El nuevo presidente del Consejo de Ministros, Antonio Maura, dirigió un gabinete con mezcla de conservadores, liberales y de la Lliga, que duró lo que un pirulí a la puerta de un colegio. El 9 de noviembre el Gobierno era sustituido por liberales y designado presidente  Manuel García Prieto, que dimitió 26 días más tarde. El 5 de diciembre era nombrado presidente Figueroa, aquel que dijo “¡joder, qué tropa!” cuando no le apoyaron para ingresar en la Real Academia, y que en enero de 1919 suspendió las garantías constitucionales. El 15 de abril del año siguiente se convocaban nuevas elecciones. ¿Ese modelo queremos para España? Hay hasta quien llama “horda de una vociferante chusma impresentable” a aquellos ciudadanos que han conseguido, no sin esfuerzo y por medio de las urnas, un cambio de modelo de política municipal. Si ese es el nuevo Frente Popular, bienvenido sea. Y ya puestos, espero que esa “chusma  impresentable”, a criterio de los hijos y  nietos de los que apoyaron a Franco con todas sus consecuencias, ganen las próximas generales y hagan unas nuevas Cortes Constituyentes por mor de la afición y por higiene política.

viernes, 12 de junio de 2015

A propósito de una revocación





El Rey ha revocado el título de duquesa de Palma de Mallorca a su hermana Cristina. A su marido no ha hecho falta, por ser consorte. De nada sirve que la infanta pretenda “rebozarlo” con  una carta de fecha 1 de junio, que dice mandó a La Zarzuela para adelantarse a los acontecimientos. Las mentiras tienen las patas muy cortas. Los derechos dinásticos a la sucesión en el Trono de esa mujer están en séptima posición, conque no hay “peligro” de que llegue a reinar en este país. Hay precedentes de revocaciones de títulos nobiliarios. A Enrique de Borbón y Borbón Dos Sicilias,   hijo de Francisco de Paula, vivo retrato de Godoy, hermano de Francisco de Asís y nieto de Carlos IV, le fue revocado el título de duque de Sevilla (concedido en 1823 por Fernando VII) y el tratamiento de infante de España por su simpatía con la causa republicana durante la Revolución de Francia de 1848 que acabó con el reinado de Luis Felipe. Precisamente un hijo de ese rey de Francia, Antonio de Orleáns, casado con Luisa Fernanda, hermana menor de Isabel II, lo mató de tiro de pistola en duelo llevado a cabo en Leganés el 12 de marzo de 1870. Enrique de Borbón dejaba tras de sí tres hijos varones (un cuarto hijo había muerto en la infancia, y su única hija, María del Olvido, estaba casada con un aristócrata). Durante el reinado de Alfonso XII, los tres varones restantes se hicieron un hueco entre las filas militares, y a pesar de no gozar del título ni de las prerrogativas de infantes, sí tenían una relación cercana con su primo el rey. Alfonso XII, generoso como su madre, repartió títulos a sus tres primos huérfanos: Enrique Pío sería duque de Sevilla (como lo había sido su padre), Francisco de Paula no ostentó título nobiliario alguno y Alberto (1854-1939) fue marqués (y posteriormente duque) de Santa Elena. Alberto se casó tres veces. Su segunda esposa, Clotilde de Gallo y Díez de Bustamante (casada en primeras nupcias con el marqués de Viesca de la Sierra), fue asesinada en Madrid en 1936. Tuvo tres hijos de su primer matrimonio: Isabel, Inmaculada y Alfonso, que sería duque de Santa Elena a la muerte de su padre. Alfonso tendría a su vez un hijo que moriría en Lérida luchando el día de Navidad de 1938; su temprana muerte le impidió heredar el título paterno, que pasaría por lo tanto a su propio hijo, Alberto Enrique de Borbón y Pérez del Pulgar (1933-1995), padre del actual duque, Francisco de Paula de Borbón y Escasany (n. 1943), economista y empresario. Pero, desgraciadamente, para  Francisco de Paula (1853-1942) su larga vida estaría repleta de infortunios. La Guerra Civil española, que raras veces se asocia con la dinastía Borbón por encontrarse entonces en el exilio el rey Alfonso XIII y su familia, diezmaría a su familia  Su hija mayor, Elena (1878-1936) y sus dos hijos varones, nacidos de su segundo matrimonio, Enrique (1891-1936) y Alfonso (1893-1936) serían fusilados por los republicanos en los primeros meses de la guerra. También perdió a tres de sus nietos: Jaime de Borbón y Esteban, que tenía sólo 14 años, fue fusilado junto a su padre; y sus primos María Luisa González-Conde y Borbón, de 24 años, y José Luis de Borbón, teniente de infantería, que murió luchando al lado de los rebeldes en Gerona, en 1938. Enrique Pío (1848-1894), contrajo matrimonio con una francesa que le aportaría tres hijas, herederas en un momento u otro del ducado paterno. La primera de ellas, María Luisa, fue duquesa de Sevilla, pero al no tener descendencia el título debería haber pasado a su siguiente hermana, Marta, que cedió sus derechos en favor de la menor, Enriqueta (1882-1968). Estaba entonces casada ya con su primo carnal, Francisco, hijo de su tío Francisco de Paula. Tuvieron dos hijos: Isabel, que se casaría con un noble italiano, y Francisco de Paula (1912-1995), que heredaría el ducado de Sevilla de su madre, y contraería matrimonio dos veces; primero con una de las hijas de los condes de la Puebla de Claramunt, y en segundas nupcias con otra dama que le daría su tercer hijo. El actual duque de Sevilla, hijo del primero de esos dos matrimonios, está casado en terceras nupcias y tiene varios hijos. El hermano del Duque de Sevilla, Alfonso, está actualmente casado con la también mediática Marisa Yordi, alias Marisa de Borbón, y son padres de dos hijas, la menor de las cuales está casada con un hijo de Alfonso Ussía. Pero las desgracias de esa familia no terminaron ahí. En 2003 el capitán Iñaki López de Borbón perdió la vida en el accidente del Yakovlev-42 que se estrelló en Turquía. Su madre, Milagros de Borbón, es biznieta de Francisco de Paula de Borbón y Castellví. Y en 2005, Alfonso de Borbón y Medina, primo carnal del actual duque de Santa Elena, murió en un accidente de tráfico en Valladolid. Curiosamente, Blanca de Borbón y León, hija menor de Francisco de Paula de Borbón y Castellví, se casó con Álvaro de Figueroa Torres, conde de Romanones, y fue la madre de Victoria de Figueroa y Borbón, marquesa de Tamarit y madre de los hermanos Suelves, así como de Blanca de Figueroa y Borbón, mujer de Jaime Martínez de Irujo y Artazcoz, cuñado de la duquesa de Alba. Otra nieta, Natalia Figueroa está casada con el cantante Raphael, actual consuegro de José Bono.

 Hubo otro precedente en revocaciones de títulos nobiliarios. Alfonso XIII revocó en 1924, por su poco ejemplar comportamiento, el título de infante de España (que le había concedido la reina regente María Cristina) a Luis Fernando de Orleáns (Madrid, 1888-París, 1945) hijo de la infanta Eulalia y de Antonio de Orleans, nieto de Isabel II. Aquel año, Francia le había expulsado de su territorio por un oscuro caso de drogas. Llegó a ser un destacado miembro de la Resistencia francesa. Murió de un cáncer testicular. De cualquier manera, en 1984 se suprimió el último privilegio legal que tenían los títulos considerados como Grandes de España. Era el derecho a pasaporte diplomático. En el caso de la infanta, el título era graciable. A su muerte debería revertir a la Corona. Tal fue el caso de Alfonso de Borbón y Dampierre, duque de Cádiz concedido por Franco al estar vacante, o de Juan de Borbón, conde de Barcelona. En la actualidad sólo quedan tres títulos graciables: Pilar de Borbón, duquesa de Badajoz; Margarita de Borbón, duquesa de Soria; y Elena de Borbón, duquesa de Lugo. Entre las funciones del Rey está la de conceder honores y distinciones con arreglo a las leyes, y así se contempla en el artículo 62 de la Constitución Española. Los títulos nobiliarios se transmiten por Real Decreto firmado por el ministro de Justicia y se publican en el BOE. Juan Carlos I otorgó durante su reinado 55 títulos nobiliarios. En España hay en la actualidad, además de los duques, alrededor de 1.300 marquesados; unos 1.000 condados; unos 150 vizcondados; sobre 170 baronías; y, que yo sepa, un señorío, el de Meirás.

martes, 9 de junio de 2015

La fosa 32 y Ana Botella





Yo aposté doble contra sencillo a que Ana Botella no dejaría la Alcaldía de Madrid sin dedicar un monumento a Miguel de Cervantes en las Trinitarias. Y que aprovecharía tal ocasión, la ocasión la pintan calva, para colocar una placa donde figurase su nombre y que lo vieran los turistas, como si esa señora que ahora se larga de la Alcaldía con más pena que gloria hubiese sido la descubridora de la vacuna contra el sarampión. El acto será el próximo día 11, es decir, pasado mañana.  Para ello se va a proceder a quitar una imagen de san Antonio de Padua de un altillo, con lo milagroso que es el lisboeta, para  dejar sitio a  los huesos encontrados en la fosa 32 de la cripta, que no sabemos a ciencia cierta a quién pertenecen. Pero el diario ABC acaba de anunciar que la cosa no quedará ahí. Dice: “Cervantes recibirá una misa sencilla, pero solemne. Será honrado como un hombre de armas, como soldado del Rey. El acto contará con los honores de una banda militar, el toque de oración a los caídos y el himno nacional”, no sabemos si con la letra compuesta en 1928 por José María Pemán, como sería lo deseable para ese diario. Ya saben, aquello de “¡Viva España!, alzad la frente, hijos del pueblo español que vuelve a resurgir…”. Hay que tener cuidado. Recuerden cuando al equipo español de Copa Davis le pusieron en Australia el Himno de Riego, o cuando Diego Valderas, de IU, siendo vicepresidente de la Junta de Andalucía fue recibido en el Centro Cultural Palestino Andaluz en Beit Sahur con el himno nacional con letra del gaditano. De haber vivido hoy Cervantes se partiría de risa con el toque de oración a los caídos y con un himno nacional del que él nunca tuvo noticia. La Marcha Granadera es himno de España desde Carlos III, con la excepción del Trienio Liberal, y las dos Repúblicas. Además de ello, los derechos de autor no se adquirieron plenamente hasta 1997. Su primera mención  aparece en 1761 en el Libro de la Ordenanza de los Toques de Pífanos y Tambores que se tocan nuevamente en la Ynfant° Española, compuestos por Don Manuel de Espinosa.  Existe otras letras: una de ellas de Eduardo Marquina (1927); otra de  Jon Juaristi, Luis Alberto de Cuenca, Abelardo Linares y Ramiro Fonte, a instancias del entonces presidente del Gobierno José María Aznar. Era aquella de “Canta, España, / y al viento de los pueblos lanza tu cantar: / hora es de recordar. /Que alas de lino/ te abrieron camino/ de un confín  al otro del inmenso mar. / Patria mía…”, etcétera. Vamos, más cursi que un ataúd con pegatinas. Por fortuna, no cuajó. Hubo otras letras: una versión seleccionada por el Comité Olímpico Español en 2007, obra de Paulino Cubero; una versión de Joaquín Sabina; y otra de autor desconocido aparecida en la Enciclopedia Álvarez.