jueves, 31 de agosto de 2017

Isabelita de Jerez




Manuel Bohórquez hacía referencia ayer en El Correo de Andalucía a la artista Isabel Ramos Moreno, conocida por Isabelita de Jerez, fallecida en Zamora en 1942 y cuyos restos mortales se desean trasladar ahora a su tierra natal. Señala Bohórquez: “José Ignacio Primo es quien descubrió la verdadera fecha de su muerte y se ha encargado de pagar las tasas que nadie pagó durante medio siglo”. Su muerte aconteció a las 8 de la tarde del 7 de junio de 1942 en la pensión Cuatro Naciones, que era donde se hospedaba toda la compañía durante sus representaciones en el Teatro Nuevo. Cuentan los cronistas que a pesar del suceso triste, la función de aquel día no se suspendió. Parece ser que el motivo de su muerte fue una insuficiencia hepática. Aquel año, la compañía de Pastora Imperio había estrenado el espectáculo “El Amor Brujo, La Bodega, La Zapaterita y Rumbero Gitano”.Después de haberse presentado con notable éxito en el madrileño Teatro Fontaba, la compañía inició una gira por Valladolid y más tarde fue a Zamora donde, como se ha señalado, falleció Isabel Ramos. Había nacido en Jerez en 1895, en el barrio de San Miguel. Comenzó a cantar en 1914 junto a los guitarristas Pepe Crévola y Javier Molina. Por aquellos años se la conocía como La Jerezanita. Solía actuar en los cafés cantantes sevillanos, tales como Kursaal y Novedades. Durante los años 30 ya tenía en su haber treinta placas de pizarra (discos de 78 r.p.m.) con el sello Odeón acompañada a la guitarra por Manolo de Badajoz. En 1930 La Jerezanita participó como artista en la fiesta flamenca que organizó Juan Pedro Domecq en su finca jerezana de El Majuelo con ocasión del segundo centenario de sus afamadas bodegas. Actuaron, entre otros, el marido de La Jerezanita, Pepe Durán, conocido como El Tordo, su hija Rosa Durán, el guitarrista Perico el del Lunar, etcétera. Sobre las  cuatro de la madrugada se incorporó a la fiesta flamenca Manuel Torre. Tras pasar algún tiempo en un café cantante de Valdepeñas con Antonio Chacón y Manuel Torre, se instaló en Madrid junto a su familia. También ese año, Isabelita de Jerez comparte cartel con Manuel Centeno en el Cine Alcázar, poniendo sus voces a las saetas de la película “Fútbol, amor y toros”. A partir de 1934 ya actúa en la compañía de Pastora Imperio, donde cantaba acompañada a la guitarra de Ramón Montoya. En mayo, la compañía de Pastora Imperio hace unas giras por la costa mediterránea. Ya en plena Guerra Civil, regresan al madrileño Teatro Alkázar junto a Caracol (padre), Niño Caracol, Manolo el de Badajoz, Perico el del Lunar y José Ortega. En 1938 vuelve a pertenecer al grupo de Pastora Imperio en el madrileño Teatro Variedades con el cuadro flamenco  “Canasteros de Triana”, donde actúan, además de Isabelita de Jerez, Caracol (padre), La Niña de los Peines y Rosa Durán. Durante los años 1940 y 1941, Isabelita de Jerez actúa poco en los escenarios por enfermedad, aunque seguía perteneciendo al elenco de Pastora Impero. Más tarde, en 1942, es cuando llega, como contaba al principio, la gira por tierras de Castilla  y su muerte en Zamora.

miércoles, 30 de agosto de 2017

La Dama y la hormiga





Nadie se explica cómo pudo entrar una hormiga voladora en el busto de la Dama de Elche, que permanece en una cabina hermética. La descubrió un visitante durante un recorrido por el Museo Arqueológico Nacional. Pero no hay problema. El busto de la Dama está compuesto de manera íntegra por piedra caliza, un material inorgánico inalterable por los insectos. Ya respiro más tranquilo. No encuentro razón, por otro lado, para que esa mínima historia pueda llegar a ser trending topic, como así ha sucedido.  Pero nadie, al menos que yo sepa, se ha preocupado en conocer cómo se encontraba la hormiga, si deshidratada, sin fuerzas por carencia de comida, estresada por no encontrar la salida... La Dama de Elche, escultura ibérica que representa para  algunos la mujer más bella del mundo, se encontró en  La Alcudia cuando ya había perdido toda su policromía. Parece ser que un muchacho de 14 años, Manuel Campello Esclápez,  aprovechó el descanso de unos jornaleros para usar un azadón como divertimento y dio con algo duro el miércoles 4 de agosto de 1897. La extrajo del campo de labor pensando que se trataba de una piedra. Aquella finca  con árboles frutales pertenecía a su padre, el médico Manuel Campello Antón. Óscar Calvé, en el diario Las Provincias (04/08/17) señalaba que inicialmente era conocida como Reina Mora, adquirida sólo dos semanas más tarde por el arqueólogo francés  Pierre París llamado ex professo por el entonces cronista municipal Pedro Ibarra, por la que pagó el 18 de agosto de aquel año 5.200 pesetas de la época, que era el precio de un kilo de oro. Pierre París llevó el busto a Alicante y lo embarcó a Marsella, pero su destino era el Louvre. En ese museo estuvo hasta 1939. Por temor a la invasión nazi, fue trasladada al castillo de Montaubán (ciudad donde murió y está enterrado Manuel Azaña) y allí permaneció oculta durante dos años. Regresó a España en 1941. El lote estaba compuesto, además de la Dama de Elche, por otras esculturas antiguas, una pintura de Murillo, otra de El Greco, unos tapices de Goya y unos dibujos de Houel. Lo que nunca supe es qué se entregó a Francia como contrapartida. La Dama de Elche fue a parar al Museo del Prado y allí permaneció durante treinta años. En 1958 visitó el Museo del Prado Manuel Campello Esclápez. Tenía por entonces 75 años.  Señaló a los presentes que “tenía menos color la Dama que cuando él la encontró”. En 1971 pasó definitivamente al Museo Arqueológico Nacional. La estatua tiene un peso de 65 kilos y mide 56 centímetros. En los restos de su policromía se intuyen tonos rojos, rosas, azules, amarillos y algo de dorado. En la parte posterior posee un orificio que parece destinado a contener cenizas mortuorias. Pero la hormiga, ¿qué fue de la hormiga? ¿Por qué sitio de la vitrina entró? Deberían disecarla y colocarla en lugar próximo a la Dama. Una hormiga voladora rocambolesca que llega a ser trending topic por haber acariciado y besado el rostro de la Dama bien merece tal honor. O, al menos, a mí así me lo parece.

martes, 29 de agosto de 2017

Cada cosa a su tiempo



Aunque sea por una vez, estoy de acuerdo con el grupo del PP en el Ayuntamiento de Zaragoza por criticar el inicio el próximo lunes  la “operación asfalto”. El alcalde Santisteve tuvo las noches de los meses de julio y agosto, como se llevaba haciendo hasta ahora,  para acometer el arreglo de calzadas. Pero no, esperó a que se le secase la gomina sobre el tupé y a que llegase septiembre, con autocares de niños camino de los colegios y los ciudadanos camino del tajo diario en lejanos polígonos industriales, para formar el bochinche padre. Menos mal que 300.000 euros de presupuesto municipal para esos menesteres darán para poco, o sea,  para cuatro parches. El edil del PP, Pedro Navarro ha señalado a este respecto: “Es lamentable el estado de calles no solo en la Zaragoza tradicional, como la avenida de Navarra, la avenida de Valencia o el paseo de Pamplona, sino también en barrios de nuevo desarrollo como el paseo de los Olvidados, de Valdespartera”. Hombre, digo yo que por algo se llama el paseo de los Olvidados. Zaragoza es una ciudad muy sucia, muy ruidosa, con excesivos semáforos y, lo que es peor, con gran cantidad de adefesios urbanos de principios de los 90, herencia del desastroso alcalde socialista Antonio González Triviño. Alguien dirá que no se llevó a cabo antes la "operación asfalto" por carecer de presupuesto municipal para tal menester. Puede ser, pero tal circunstancia no justifica la desidia existente en la quinta ciudad de España. Para cobrar el abultado IBI están más atentos.

lunes, 28 de agosto de 2017

Balborraz





En la empinada calle de Barborraz, en Zamora, no hay cojos. El que se cae, se mata o baja descalabrado hasta el Duero. Sobre todo si es invierno y hay una fina capa de hielo bajo los pies. Allá por el siglo XVIII fue calle de artesanos curtidores, guarnicioneros, zurradores y zapateros, como bien señala Balbino Lozano hoy en El Correo de Zamora. Cuenta Lozano que “en el año 1750 se hicieron unas Ordenanzas nuevas para fijar las condiciones que habían de tener las suelas, cueros de zumaque, vaqueta, cordobán y badana, que se fabricaban en la ciudad de Zamora. La norma establecía que todos estos géneros habían de estar herreteados con el herrete del Concejo, y para la venta se fijaban las calles de Balborraz y Zapatería, en las que residían los zapateros”. (...) “Se prohibía zurrar con tinta de caparrosa ni de zumaque porque se quemaba el cordobán, debiendo hacerlo con hierro y tinta de vinagre. Los zapatos habían de tener dos suelas y tacón, prohibiendo usar en ellos unto de caballo o de otro animal, y emplear más que grasa o aceite. Los gremios habían de nombrar veedores que cuidaran de la ejecución adecuada de los trabajos”. Balborraz, que termina en la calle de la Plata, proviene del árabe  bab al ras, que significa “puerta de la cabeza”. Por alli, aunque parezca trabajoso, han procesionado diversas tallas durante la Semana Santa. A un lado de la calle existe una placa en recuerdo del imaginero de Coreses Ramón Álvarez Prieto, aunque en la placa pone Ramón Álvarez Moretón. No hay error. Nombre y apellidos hacen honor a la misma persona.  Con el tiempo varió el apellido de su madre anteponiendo el de Moretón incluso en las firmas públicas. Y al final de la calle Balborraz que, como decía, baja hasta el río Duero,  hubo una puerta con el mismo nombre en las murallas, demolida en 1555 por amenaza de ruina. También hubo una casa señorial, la de Men Rodríguez de Sanabria, mayordomo de Pedro el Cruel,  así como el  Palacio de las Golondrinas, en el número 54 de la calle. También existen dos casas modernistas de gran interés: la de Mariano López, construida en 1910 en el número 4, y la de Faustina Leirado, en 1912, y que ocupa el número 3 de esa finca. Fue una suerte para Zamora la llegada del arquitecto catalán Francesc Ferriol en 1908 como arquitecto municipal. En la actualidad Zamora cuenta con 19 edificios modernistas de excelente calidad, de los que 14 están firmados por él. Francesc Ferriol también participó en el ennoblecimiento de la Plaza del Mercado. Buen testimonio de ello es la casa de Crisanto Aguiar (1908), donde destacan los tres piñones superiores que alojan medallones con rostros femeninos, y otra construcción ubicada en la esquina de la calle Traviesa. También proyectó las casas de Gregorio Prada (1908) y de Norberto Macho (1915), ambas situadas en la plaza de Sagasta. En la Plaza Mayor proyectó la casa de Juan Gato (1912), que remató con una solución acastillada, igual que hiciera en la casa de Tejedor (1913), situada en la Puerta de la Feria. En la calle Santa Clara, está la casa de Valentín Matilla,  coronada por un magnífico piñón y conservando el único portal modernista privado de Zamora. Tampoco hay que perder de vista la fachada modernista del Casino (1905) obra, en este caso, de Miguel Mathet Coloma.

Odres y Los Odres





Hace 23 años escribí cuarenta y nueve artículos de opinión en Diario de Teruel, a razón de uno por semana. Todo terminó cuando al entonces director, Carlos Hernández, no le gustó mi trabajo número 50, en el que refería una versión personal, quizás despiadada, sobre los Amantes de Teruel. Ahí quedó la cosa. Preferí dejar de colaborar si no se entendía mi ironía. Y entre aquellos artículos hubo uno, “Artesanos” (jueves, 24/11/94), donde hacía referencia a un excelente trabajo de investigación de María Elisa Sánchez Sanz que había sido publicado en la revista Turia. (números 21-22 y 24-25). Pues bien, de entre todos aquellos oficios perdidos a los que hacía referencia Sánchez, había uno, el de los sombrereros que confeccionaban los famosos sombreros de Tronchón a partir de pieles de conejo; y otro, el de los odreros. Para la confección de odres o pellejos (del lat. uter, utris) era necesario seleccionar la piel de cabra, frotarla con cal, quitarle el pelo, darle la vuelta, coser las aberturas de cabeza, rabo y patas con hilo de cáñamo, insuflarle aire, curtirla con ceniza de pino y encina e impermeabilizarla con pez, salvo los odres que fuesen a contener aceite, aguardiente o mosto. Existe una parábola del vino nuevo en odres viejos (Mateo 9: 14-17). Venía a decir que nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan. Calvino, en cambio, en unos comentarios señaló que los odres viejos y el vestido viejo representaban a todos los discípulos de Jesús, mientras que el vino nuevo y el trozo de tela nuevo representan la práctica de ayunar dos veces a la semana, y fue rotundo al entender que ayunar de esta manera sería pesado para los nuevos discípulos. (Calvin's Commentary XVI. 1981. p. 408.). De la misma manera que los odres se fabricaban las botas. Los Odres, por otro lado, es una pequeña aldea cercana a Moratalla (Murcia) y  ambos municipios forman pedanía de Cañada de la Cruz, incluida en el partido judicial de Caravaca.

domingo, 27 de agosto de 2017

Islero y el "Proyecto Islero"




Muchos recuerdan que mañana hará 70 años que Islero metió su cuerno en la ingle derecha de Manolete con las consecuencias por todos conocidas. “La cornada fue seca, se lo llevó hacia arriba, le dio la vuelta y lo tiró al suelo”, según contaba L. Cano en las páginas de ABC. Pero a Manolete no le mató Islero sino una transfusión de sangre noruega. Aquel plasma liofilizado había sido cedido a España por el Gobierno noruego para los miles de heridos de la explosión de un polvorín de la Armada en Cádiz, que había dejado 151 muertos, más de 5.000 heridos y 2.000 casas dañadas a las diez menos cuarto de la noche del lunes 18 de agosto de aquel año. Nadie se pregunta 70 años más tarde cómo terminó aquel toro entrepelado y bragado de Eduardo Miura, quinto de la tarde. Es posible que de un puntillazo.  Islero le había correspondido a Gitanillo de Triana pero Manolete se lo cambió por motivos que desconozco. Y por si lo sucedido en Cádiz era poca cosa,  el “Proyecto Islero” fue la idea que Franco llevaba en su cabeza de fabricar una bomba de plutonio, que encargó a un físico militar del Ejército del Aire, Guillermo Velarde. De hecho, la víspera del atentado en el que murió Carrero Blanco, éste se reunió en Madrid con Henry Kissinger, secretario de Estado norteamericano, con la idea de presionarle para que firmase un nuevo tratado de colaboración con España que incluyese sus quijotescas peticiones. Y en aquella reunión llevaba Carrero dos folios con el resumen del “Proyecto Islero”, donde se señalaba que España podía fabricar bombas atómicas. Pero Carrero saltó por los aires al día siguiente de ese encuentro hasta una azotea de los Jesuitas, en la madrileña calle Claudio Coello, por obra y gracia de un comando de ETA. Sin embargo, ni su asesinato ni la muerte del Franco, acaecida dos años más tarde, supusieron el fin del “Proyecto Islero”. Según relata Velarde en un libro, “a los pocos días del atentado, con Carlos Arias Navarro como nuevo presidente del Gobierno, recibió la noticia de que se iba a avanzar con el objetivo de disponer de un pequeño arsenal de bombas atómicas para el final de la década”. Fue en 1987, ya con los socialistas en el poder, cuando se firmó el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares como parte del acuerdo para la integración de España en la CEE. 

Excusatio non petita...





Ayer en Barcelona, al rey le habían colocado dos niñas, una a cada lado, a modo de monaguillos silentes a las que sólo les faltaba portar la palmatoria con la vela y el platillo. Era la excusa perfecta para que el jefe del Estado no se hiciera la foto codo con codo con Puigdemont. Había que guardar las distancias en tiempos de tribulación. Cuenta Sánchez Dragó en La Razon que “la ciudadanía hace lo de siempre: obedecer consignas y balar mientras deposita en el escenario del suceso exvotos de película de Walt Disney. Doble mentira: la democracia, por sí sola, nos dicen, es más fuerte que el terrorismo (como en los siglos de la Reconquista creían los cristianos que lo era Santiago Matamoros) y democráticas en su fuero interno son las mayorías silenciosas del islam. ¡Y tan silenciosas! Sólo cuatro gatos teledirigidos rechistan en aras del disimulo”.  El eslogan “No tenemos miedo” - también lo aclara Sánchez Dragó- fue durante todo el recorrido por el Paseo de Gracia la excusatio non petita. Y ya lo saben: Excusatio non petita, accusatio manifesta. Los aforismos jurídicos a veces dan en el chiste. El miedo, utilizado en muchas ocasiones por los grandes poderes, incluidas las religiones monoteístas, para controlar a las masas, o para moldear a las poblaciones a su antojo, también culpable de guerras e incultura, lo tenemos todos. Se inventaron dioses vengativos y situaciones de pánico para poder controlar a masas analfabetas y alienadas, capaces de creer en los mayores disparates,  incluso que un burro vuela, por tener la fiesta en paz. Lo importante es balar, no salirse del rebaño ni tener miedo al lobo. Ayer estuvo todo controlado y perfectamente señalizado. Hubo una cabecera portando una pancarta, seguida de un  puñado de ciudadanos con banderas diversas; después, un “cortafuegos” de seguridad; y detrás de ello, el rey entre dos niñas muy raras, a las que parecía que se les hubiese aparecido la Virgen diez minutos antes;  y Rajoy con cara de gárgola de catedral, a su derecha; y Puigdemont, sereno, a su izquierda; sin dirigirse la palabra ninguno de los tres. Y allá fueron, paseo abajo, hasta la Plaza de Cataluña, para terminar escuchando unos versos del autor de “La herida luminosa”, José María de Sagarra, seguido de una interpretación de “El cant dels ocells” en boca de Rosa María Sardá, seguido de una interpretación de “El cant dels ocells” (villancico de autor desconocido, pero que muchos sansirolés  atribuyen a Pau Casals). Y mientras todos ellos, conversos e inicuos, caminaban Paseo de Gracia abajo, me vino a la memoria “La canción del pirata”, de Espronceda: “Asia a un lado, al otro Europa, / y allá a su frente Estambul; / navega velero mío / sin temor, / que ni enemigo navío, / ni tormenta, ni bonanza, / tu rumbo a torcer alcanza, / ni a sujetar tu valor”.

sábado, 26 de agosto de 2017

Trincado por el ronzal





En una reciente entrevista televisiva, la pucelana Concha Velasco manifestó: “Quiero un hombre que sea impotente y millonario”. Hombre, eso me recuerda aquel dicho de la gallega: “dinero acá, indiano allá”. Me pregunta usted, señorita, por qué razón siempre pido un “Jack Daniel’s” cuando me acerco a la barra de este bar y por qué demonios siempre echo una moneda en la ranura de la sinfonola para escuchar “Verde, que te quiero verde” en la voz de Manzanita. Pues no se me ocurre otra cosa que responderle  que lo hago por inercia,  por rutina..., pero que si a usted no le parece bien, mañana puedo pedir una orangina. Lo que ya no podré, señorita, es seleccionar Pavane pour une infante défunte. Me consta que no está Ravel entre las tripas de la máquina. Llega un momento en el ombligo de la noche en el que mejor se está callado, pero es comprensible que la señorita de la barra cuyo nombre desconozco desee darme conversación y procurar que le invite al descorche de una botellita de Benjamin, como las que existen en los pequeños frigoríficos de las habitaciones de los hoteles. En una esquina del bar hay una pianola y una estantería con rollos dentro de alargadas cajitas de cartón. Me refiere usted, señorita, que la pianola lleva mucho tiempo silente y que es probable que al fuelle se le escape el aire y que esté estropeada la palanquilla del ralentí. A ello le respondo que la palanquilla del ralentí es fundamental, sobre todo cuando se interpretan las Czardas, de  Vittorio Monti. Es comprensible que para cuatro minutos y medio que dura la pieza no traiga cuenta buscar un afinador de pianos. Los colores morados de la noche se van difuminando y salgo de aquel guariche dispuesto a meterme dentro del sobre de las sábanas de la cama. Y camino despacio por una estrecha acera acompañado del monótono latir del silencio y trincado por el ronzal del aburrimiento y de una tenue melancolía.

La "alianza inquebrantable"





Al referirse a lo sucedido en Barcelona, Francesc de Carreras, en El País, viene a señalar que casi nadie sabe que el número de atentados yihadistas es infinitamente mayor fuera de Europa, y que “en el pasado mes de julio se han producido en el mundo 154 ataques terroristas de signo yihadista que han provocado 744 muertos, la mayoría en países musulmanes, sólo uno en Europa”. Añade De Carreras que no se trata de una guerra entre el Islam y la Cristiandad, que la raíz hay que encontrarla en causas económicas, políticas y sociales. “Deberíamos repasar –señala De Carreras- hechos históricos recientes: la ayuda de EE UU a la guerrilla, de la que formaba parte Ben Laden, que luchaba contra el gobierno prosoviético de Afganistán en 1979; la invasión de Irak en 1992 tras la ocupación de Kuwait por parte de Sadam Hussein; los semanales bombardeos de este país por las tropas occidentales comandadas por EE UU en época de Clinton; la guerra de Bush (y Blair y Aznar) en 2003; el apoyo a la oposición a Bashar al-Asad en Siria, provocando una guerra que, de hecho, apoya al yihadismo; la despreocupación por la formación del Daesh, el llamado Estado Islámico, principal fuente del actual terrorismo. Deberíamos analizar el papel del petróleo en todo ello, quién fabrica el armamento, la alianza inquebrantable de Occidente con Arabia Saudí, el país que más apoyo ha suministrado desde siempre a los fundamentalistas islámicos”. Y en eso de la “alianza inquebrantable”, a mi entender, ha tenido y tiene mucho que ver la Corona en España.

viernes, 25 de agosto de 2017

No he de callar, por más que con el dedo...





Gonzalo Bareño en La Voz de Galicia (07/02/17) contaba lo siguiente: “En agosto del año 1954, el escritor catalán Josep Pla visitó la ciudad de Nueva York. Recién llegado a la gran urbe, sus anfitriones quisieron mostrarle el esplendor de la megalópolis con un paseo nocturno por las enormes avenidas. Pla quedó fascinado por la iluminación resplandeciente de los rascacielos y el fulgor parpadeante de las luces de neón. Pero, tras unos segundos de recogimiento ante el espectáculo, retomó su trabajada pose de ingenuo payés para desarmar a sus orgullosos amigos con una sola pregunta: «Y todo esto, ¿quién lo paga?». Ello viene a cuento  con los tres aviones que el Gobierno fletará para trasladar a los diversos políticos a la manifestación de mañana en Barcelona. Moncloa ha fletado un Airbus de la Fuerza Aérea Española en el que viajará Soraya Sáenz de Santamaría, acompañada por el Gobierno casi al completo y los políticos que acudan al acto, entre ellos José Luis Rodríguez ZapateroMª Teresa Fernández de la VegaAna PastorPío García-Escudero, Cristina Cifuentes; y los presidentes de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, de Canarias, Fernando Clavijo; de Murcia, Fernando López Miras; y de Ceuta, Juan Jesús Vivas. También, Rafael Hernando, Fernando Martínez-Maillo y el actual comisario europeo de Acción por el Clima Miguel Arias Cañete. El rey viajará en otro avión y Mariano Rajoy utilizará  el Falcon de Presidencia por motivos de seguridad. Todos ellos irán directamente a la Delegación de Gobierno, donde estarán para recibirles  Iñigo de la Serna y Dolors Montserrat. Parece que estará ausente Cristóbal Montoro y existen dudas sobre la asistencia a acto de Álvaro Nadal. De igual manera, se espera la asistencia de  Miguel Ángel Revilla, Alberto Núñez Feijóo, Emiliano García-Page, el presidente de la CEOE, Juan Rosell, los líderes de UGT y Comisiones Obreras, José María Álvarez y Unai Sordo, respectivamente, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias, que acudirá por sus medios, cosa que se agradece. Serán conducidos en autobuses desde la Delegación del Gobierno hasta el núcleo de la manifestación, para recorrer todos juntos en unión el Paseo de Gracia hasta la Plaza de Cataluña. Todos querrán salir en la foto y quedar bonitos para la posteridad. ¿Quién paga todo esto? ¿Se cantará Els Segadors al finalizar el acto? ¿Dónde colocarán a Felipe VI? Y después de la manifestación, qué. Dice José Luis González Quirón en Vozpópuli que “toda esta urdimbre, específicamente bélica [provocada por Dáesh, acrónimo en árabe del Estado Islámico] es lo que queremos negar cuando nos refugiamos en interpretaciones lenitivas, en absurdas proclamas de valor cívico, en toda una serie de actitudes escapistas que, allá en el fondo, se apoyan en un egoísmo feroz, en la gozosa certeza de que el impacto del terror nos ha afectado de manera sumamente relativa, lejana, como si se tratase de un cuento de miedo, de una pesadilla funesta de la que podemos desembarazarnos con toda facilidad al despertar de nuevo a la normalidad”. Insisto: y todo esto ¿quién lo paga? Comprendo que el imparable “tic tac” que avisa de que el 1 de octubre está a la vuelta de la esquina les pone nerviosos y que Rajoy no sabe cómo resolver la papeleta (salvo si aplica el artículo 155 de la Constitución, a todas luces contraproducente). Supone don Tancredo, y supone mal, que exhibiendo en Barcelona mañana todo su poderío en una “gran parada civil” hará recapacitar a Puigdemont en sus deseos secesionistas. Lo malo es que ese poderío popular con desfile de tanques de cartón-piedra no asusta ya ni a al tonto del paseo, del Paseo de Gracia, quiero decir. Y los catalanes lo saben y se esconden para reírse. En España, por desgracia, donde las apariencias alcanzan jerarquía de realidad, son mayores los fastos que la eficacia. Y así nos luce el pelo.

El rey, mal aconsejado





Estoy de acuerdo con el editorial de El Español. El jefe del Estado no debe ponerse detrás de una pancarta ni debe ser utilizado por el Gobierno, que pondrá un avión a disposición de los políticos de turno para desplazarse a Barcelona, de la misma manera que el Movimiento Nacional pagaba los autocares y los bocadillos de tortilla de patata a la gente de los pueblos hasta Madrid, ida y vuelta, para que pudiesen extender pancartas y vitorear a Franco en la Plaza de Oriente. Y El Español pone un ejemplo: “En 2015 el rey Abdalá de Jordania y su esposa Rania se manifestaron en París junto a los principales líderes europeos en memoria de las víctimas del terrorismo. Pero habría sido impensable que lo hicieran en Amán. Nadie imaginaría a la reina de Inglaterra encabezando una marcha”. Y el periódico digital es rotundo en su exposición: “Si el sábado Felipe VI se manifiesta en Barcelona creará un precedente: tendrá que hacerlo también cada vez que se produzcan atentados similares. Y si no lo hace, generará agravios difíciles de justificar”. (...) “Felipe VI ha sido mal aconsejado, quizás en aras de una popularidad fácil. Pero si acaba yendo a la manifestación de Barcelona diluirá su singularidad en la calle y se apartará de la propia naturaleza de la institución que encarna”.

jueves, 24 de agosto de 2017

Soledad




La Ley de Dependencia, que ya cuenta con una década de vida, fue puesta operativa por el Gobierno de Aragón hace un año. ¡Qué vergüenza! Parece ser que la mayoría de los beneficiarios de ese servicio asistencial lo utiliza buscando conversación. Hay demasiadas personas ancianas que se encuentran muy solas; y cualquier motivo, por nimio que sea, les ayuda a encontrar compañía aunque sólo sea por un rato a través del hilo telefónico. La soledad es una de las situaciones más crueles que el ser humano puede afrontar. Los ancianos saben que son como de cristal, que nadie les hace caso, que no son visibles por su transparencia, que no interesan, y se sienten como un estorbo. Sin embargo se les utiliza sin empacho por parte de la familia para que firmen un aval, para que cuiden a los nietos, para que ayuden a una extensa prole cuando los padres se quedan sin trabajo... ¡Qué sería de España sin los abuelos! Y cuando fallecen, todos ellos se tiran encima de sus despojos por si existiere algo que rascar: un piso, una finca en un páramo, una pequeña libreta de ahorros donde está depositado el sudor de toda una vida, etcétera. Nadie quiere quedarse con sus fotos que viran al color sepia, ni con unos muebles obsoletos, ni con los veinte libros de su estantería, casi todos ellos en ediciones de bolsillo, que el anciano tanto releía las frías tardes de invierno. ¿A quién interesa las Nuevas Castellanas, de Gabriel y Galán; Las grandes ideas, de Juan de la Presa; Mireya, de Federico Mistral; Perfiles y colores, de Fernando Martínez Pedrosa; Aritmética razonada, de José Dalmau Carles; o Pepita Jiménez, de Juan Valera? Decía Eduard Punset que “la soledad sorprende a la víctima indefensa y totalmente desacostumbrada. ¿Puede alguien imaginar lo que implica ser prisionero para toda la vida? Los sueños se transforman en pesadillas y se descomponen los castillos que solo la imaginación sustentaba; solamente puedes imaginar fantasías y al final aborreces la realidad y prefieres vivir en el reducto contorsionado de un rincón que no es real. Se rechazan las leyes que rigen la vida ordinaria y se aceptan solo aquellas que determinan la vida aparte del resto. Pero en tu pequeño mundo no caben ni la luz ni las sombras; solo hay la oscuridad necesaria para vivir en un mundo traspuesto y fingido”. Es, supongo, como la soledad de los perros abandonados en la carretera.

miércoles, 23 de agosto de 2017

"El Niño del Museo"



El periodista Ignacio Ruiz Quintano, en el blog “Salmonetes ya no nos quedan” escribía el miércoles, 30 de octubre de 2013, sobre “El Niño del Museo”. E incluía un chiste de Gila en Hermano Lobo donde aparecían dos personas contemplando una sepultura. Uno de ellos le decía al otro: “Le hemos escrito el epitafio al revés para que él desde dentro lo lea al derecho”. Y añadió debajo del chiste un pedazo del artículo de Antonio Díaz Cañabate que apareció en ABC el 20/10/70, donde escribía: “Al “Niño del Museo” fue al primero que vi ponerse de espaldas para citar al toro, pero no como los toreros cómicos de ahora, que lo hacen de perfil y con la cabeza vuelta con disimulo para ver al toro. ‘El Niño del Museo’, no. Se ponía completamente de espaldas a distancia. Movía la muleta. Y me explicaba: ‘Mire usted, don Antonio, yo le llamo el pase del elijan. El toro puede elegir al arrancarse, la muleta o mi cuerpo. Yo no me muevo. Si elige el cuerpo, mala suerte’. La tuvo siempre. Jamás presencié un pase del elijan en el que el toro optara por la muleta. ‘El Niño del Museo’ era rubio y no desgarbada su figura. Es imposible describir su toreo en serio, que se trocaba, a su pesar, en cómico. Era patético y al mismo tiempo risible. Era sencilla, naturalmente genial. Ni el mejor de los toreros cómicos de ahora le llega a la suela de las zapatillas”.

martes, 22 de agosto de 2017

A propósito del monumento al "crucero Baleares"





Hace pocas fechas escribía sobre las dos tragedias del vapor “Cabo Machichaco” ocurridas en la bahía de Santander: la primera, el 3 de noviembre de 1893, al estallar dos bodegas de proa; y la segunda, el 21 de marzo de 1894, al intentarse rescatar parte de la dinamita que todavía contenía en su interior. Pues bien, también comenté que en su triste recuerdo existe un monumento en el lugar aproximado de la explosión, obra del escultor ovetense Cipriano Folgueras. Ello viene a cuento con la pretendida demolición del monumento erigido en 1947 en recuerdo de los tripulantes fallecidos en el crucero “Baleares”, torpedeado y hundido el 6 de marzo de 1938 cerca de la isla de Formentera. Fallecieron 788 marineros incluido el almirante Vierna. Aquello fue un acto de guerra y como consecuencia de un ataque de varios destructores. Un crucero, por cierto, en el que pretendió enrolarse Juan de Borbón sin éxito al impedirlo Franco. Sobre ese desastre marino se hizo una película, “El crucero Baleares”, dirigida por Enrique del Campo, con guión de Antonio Guzmán Merino, al más puro estilo franquista. La película, con un metraje de de 85 minutos, fue exhibida en pase privado el 10 de abril de 1941 en el Ministerio de Marina. Las autoridades franquistas ordenaron su posterior destrucción y no se llegó  a estrenar comercialmente, pese a su anuncio para el 12 de abril de 1941 en el madrileño  Cine Avenida. Juan Antonio Martínez-Bretón señala al respecto: “El guión aprobado se estructuró en dos partes. La primera, denominada ‘El martirio’, dedicada a la zona republicana, y la otra, ‘La Gloria’, centrada en la zona rebelde. Dentro del más puro estilo de utilización propagandística,  en ‘El Martirio’ la marinería republicana es mostrada de forma grosera, y sus cabecillas, cuyos motes responden a ‘el Rubio’, ‘el Responsable’ y ‘el Gorila’, son la perfecta representación de la ruindad humana y responsables de la insubordinación e insurrección contra los mandos del crucero ‘Miguel de Cervantes’. Tras un juicio sumario, los oficiales refractarios a la causa revolucionaria son arrojados al mar, mientras que los altos mandos son ejecutados. Sin embargo, la segunda parte, ‘La Gloria’, refleja la gallardía de los hombres de bien. Fieles soldados de la patria al servicio de la causa nacional, que se divierten y que disputan con honor los favores de las mujeres. Finalmente, el crucero ‘Baleares’ es alcanzado por un torpedo ‘rojo’. Y, según el argumento oficial recogido por Fernández Cuenca, ‘bajo las primeras luces del día, los marinos, formados en cubierta y con las gorras en alto, cantan el Cara al sol; el 'Baleares' y sus hombres desaparecen bajo las aguas”. Ahora, las actuales mayorías de izquierdas que gobiernan en el Ayuntamiento de Palma, y también en el Consell de Mallorca, llevan meses abogando por la inmediata demolición de esa estatua, al considerarla un memorial fascista. Y así debería ser, de conformidad con la Ley de Memoria Histórica. Muertos de la Guerra Civil hay diseminados por todas las cunetas y campos de la España. Pero el  Gobierno que preside Rajoy ni dota de los medios económicos necesarios para el cumplimiento de la Ley 52/2007 de 26 de Diciembre, ni condena el golpe de Estado de 1936 ni los crímenes del franquismo. Con esos mimbres no se puede hacer un buen cesto.

lunes, 21 de agosto de 2017

Sostiene Santiago Martín





El párroco de Nuestra Señora de los Ángeles, en Madrid, Santiago Martín, sostiene que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, “tiene una parte de la culpa de los sucesos en Barcelona” por no situar bolardos en la entrada de las Ramblas. A mi entender, está cometiendo un delito de injurias injustificable. No se deben hacer tales afirmaciones, menos aún en su homilía del pasado domingo, con la intención de crear un falso estado de opinión entre los feligreses de esa parroquia. De la misma manera, señaló que “están muy bien los agnósticos minutos de silencio y rezar, pero hay que hacer algo más. ¿Por ejemplo? Es cierto que el Gobierno, tras los sucesos de Niza, mandó cartas a los ayuntamientos pidiendo que se pusieran bolardos en las principales arterias de las ciudades. Pero también es cierto que un  alcalde, en este caso la alcaldesa de Barcelona, puede obrar con otro criterio, sabedora de que poner bolardos interrumpiendo la circulación también impediría una rápida actuación de ambulancias y bomberos. Ese párroco, por aquello de ir por atún y ver al duque, aprovechó la homilía para señalar que “cosa parecida podría suceder en la madrileña Puerta del Sol, al estar abarrotada de gente”. Que casualidad que Santiago Martín sólo haga referencia a Madrid y Barcelona, con ayuntamientos gobernados por la izquierda. “Si yo fuera abogado de las víctimas –dijo el párroco en su desacertada perorata- estaría planteando una denuncia contra el Ayuntamiento de Barcelona por cooperación”. Santiago Martín, como cualquier ciudadano, puede presentar las denuncias que estime convenientes en el juzgado de guardia más próximo. ¿Por qué no lo hace? ¿Qué teme? Los “agnósticos minutos de silencio” –como el los llama—sirven para que durante sesenta minutos algunos irresponsables dejen de decir tonterías, como las que dice Santiago Martín desde el altar mayor de su parroquia. Para algunos curas, el “introibo ad altare dei” sólo sirve para intentar apagar un incendio con gasolina. A Santiago Martín se le ha olvidado citar en su homilía para asustar a sietemesinos que Santiago de Compostela, La Coruña, Ferrol, Zaragoza y Cádiz, son todos ellos ayuntamientos democráticos gobernados por movimientos sociales asociados a Podemos. El ecónomo Santiago Martín me recuerda al rancio José Guerra Campos, obispo de Cuenca desde 1973 y uno de los 59 procuradores que el 18 de noviembre de 1976 en las Cortes Españolas votaron en contra de la Ley para la Reforma Política que derogaba los Principios Fundamentales del Movimiento. Un obispo, digo, que siendo auxiliar de Madrid-Alcalá participó en las sesiones del Concilio Vaticano II, con intervención especial sobre el ateismo marxista en la constitución pastoral Gaudium et spes. A Santiago Martín le recomendaría que buscase en las hemerotecas un artículo de Santiago Carrillo titulado “O la libertad o el búnker”. Pero no voy a seguir escribiendo de ese párroco madrileño que confunde el culo con las témporas. No trae cuenta.

domingo, 20 de agosto de 2017

España, de luto





A mi entender, llenar las calles y plazas públicas de bolardos y pesados maceteros de hierro fundido en evitación de posibles ataques terroristas conduciendo furgonetas o vehículos pesados tiene mas inconvenientes que ventajas. ¿Qué sucedería si tuviese que entrar con urgencia a esa calle bloqueada una ambulancia o los bomberos? Pretender disminuir un riesgo creando otro no parece que sea una buena solución a nuestros ataques de miedo. No se pueden poner puertas al campo, salvo que sea de fútbol. ¿Se evitaría con esos obstáculos posibles ataques yihadistas? Entiendo que no. Como bien sostiene hoy Rubén Amón en un artículo de El País: “¿Dónde está aquí el enemigo? ¿Qué territorio ocupa? ¿Cuándo lo consideramos aniquilado? (...) No es posible fichar ni seguir a cualquier musulmán que sienta como propia la llamada yihad. No puede controlarse el terrorismo imitativo ni es viable amurallar las ciudades de bolardos y cámaras. (...) Los únicos remedios concretos no van a emprenderse nunca. Porque implican la acusación de Arabia Saudí y de las satrapías del Golfo como divulgadoras y financiadoras de la doctrina letal del wahabbismo”.  Por muchos bolardos que se instalen en  calles y plazas, siempre habrá un tipo, en ocasiones menor de edad, con un cuchillo, un hacha, o un cinturón de explosivos, dispuesto a convertirse en mártir,  llevándose por delante todo lo que encuentra. Y mientras esas cosas acontecen, Jaime Mayor Oreja, que fue ministro del Interior entre 1996 y 2001, y al que la Universidad Católica de Valencia le ha entregado la dirección de la Cátedra Tomás Moro,  señala que “los españoles merecerían que les explicaran los atentados en español”, y así se lo ha indicado a Ferrer Molina en una entrevista en El Español. Supongo que Mayor Oreja habrá querido decir “dar explicaciones en castellano”. ¿Acaso el idioma catalán no forma parte de la cultura española? Mayor Oreja debería conocer que el Estatuto de Autonomía  de Cataluña, en su artículo 6.a., señala: “El catalán [...] es la lengua de uso normal y preferente de las Administraciones públicas y de los medios de comunicación públicos de Cataluña, y es también la lengua normalmente utilizada como vehicular y de aprendizaje en la enseñanza”.  Que el consejero de Interior del Govern, Joaquim Forn,  la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, o el jefe de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluis Trapero, diesen explicaciones públicas en catalán ante los micrófonos sobre la tragedia de Barcelona se me antoja de lo más natural. Lo raro hubiese sido que lo hicieran en tagalo o en kirundi. Declarar, como ha declarado el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoído, que la célula terrorista que atentó el pasado jueves en Barcelona y Cambrils “como grupo organizado ya no existe”, es como para preocuparse. ¿Cómo  puede hacer tal afirmación ese ministro cuando todavía hay terroristas sin detener? La CIA había avisado del peligro. ¿No será que existe una clara descoordinación entre el CNI y el Govern de Cataluña? No lo sé, sólo me lo pregunto sin encontrar respuesta. En fin, lo que interesa ahora es la evolución de los heridos, muchos de ellos de extrema gravedad.

sábado, 19 de agosto de 2017

Elogio de la cocina viejuna





El excelente restaurador sevillano, Francisco Jacquot, en una declaraciones a ABC de Sevilla, al ser preguntado sobre una tapa clásica que le da pena que esté desapareciendo, respondía: “La salsa española, que es la madre de todas las salsas, y es muy difícil de encontrar en la actualidad. También se están perdiendo el ragú de ternera, la pavía de bacalao o los riñones al jerez, entre otros”. Jacquot es nieto de un médico que llegó a Sevilla para trabajar en el Hospital de las Cinco Llagas, pero se siente vecino de La Macarena. Cabo Roche fue su primer negocio hostelero que ahora lleva su hija. También escribe críticas gastronómicas. El ragú de ternera se lo solían dar a Franco en El Pardo y éste se quejaba de que le servían mucha carne y pocas patatas. A Franco, por lo que parece, también le gustaban las patatas e ignoro si Carmen Polo se las tenía controladas por algún motivo de salud. Las pavías de bacalao siempre fueron un clásico durante la Semana Santa. También se las conoce como soldaditos de pavía. Son piezas de bacalao desalado y rebozado acompañadas de pimientos rojos. Parece ser que las idearon en la madrileña Casa Labra, local situado en el número 12 de la calle Tetuán desde 1860, donde fundó el PSOE  Pablo Iglesias el 2 de mayo de 1879. Entre las muchas teorías, existe una que parece acertada. Ese bocado tomó el nombre del uniforme amarillo de los soldados que lucharon en la Batalla de Pavía, en el siglo XVI, cuyo color de uniforme era muy parecido al del rebozado. También los riñones al jerez  fueron muy populares en los cafés madrileños de principios del siglo XX. El ragú y los riñones de ternera al jerez forman parte de lo que Mikel López Iturriaga denominaría como “cocina viejuna”. A mí me encantan. La salsa española era para la Marquesa de Parabere una “salsa fundamental”. Se compone de un fondo oscuro, de ternera o vaca, y de un roux oscuro, que es una mezcla de harina y de mantequilla. Se trata de una salsa base para hacer otras salsas más complejas. La ligazón de harina y mantequilla deberá hacerse a 8º grados centígrados y no deberán cocinarse más de 30 minutos. Existen tres tipos de roux: roux claro, roux rubio y roux oscuro. Pues bien, para hacer la “salsa española” primeramente deberemos tener reservado un roux oscuro. El origen de esa receta re remonta a 1615, concretamente al 24 de octubre, fecha de la boda de Luis XIII con Ana de Austria, hija de Felipe III. Esa salsa se hizo en Francia por cocineros franceses pero quedó denominada como “salsa española”. Y así se la sigue llamando. Para su confección serán necesarios los siguientes ingredientes: 500 gramos de carne de ternera (falda, aguja o morcillo); 2’5 cucharadas de harina; 3 cucharadas de un buen aceite de oliva; 500 gramos de tomate tamizado; 1 cebolla; 1 rama de apio; 1 zanahoria; 1 vaso de vino tinto; 1 vaso de vino blanco; 1 cucharada de perejil; 1 cucharada de tomillo; 1 hoja de laurel; sal y pimienta (a discreción); 1 litro de agua. Para su preparación, se lavan y pelan cebolla, zanahoria y apio. Se pican finos y se reserva. Se tuesta harina en una sartén sin que se queme. Se retira de la lumbre y se reserva. Se pone aceite en una sartén  y se sofríen las verduras picadas entre 3 y 4 minutos. Se ata la carne en forma de rollo, y se calienta en una cazuela con el sofrito de verduras durante 10 minutos. Pasado ese tiempo se le incorpora la harina y el tomate tamizado a la carne. Se le añade el perejil, el laurel y el tomillo junto a los dos vasos de vino. Se remueve y se le añade el litro de agua, la sal y la pimienta. Se cocina todo ello a fuego lento durante 3 horas. Después de su cocción, se quita la hoja de laurel y se vierte la salsa en un vaso de batidora. Deberá triturarse hasta obtener una  crema fina. Finalmente se pondrá el roux oscuro sobre la carne antes de ser servido el plato.