viernes, 28 de diciembre de 2018

Pérez Abellán: el maestro



Me entero de la muerte de Francisco Pérez Abellán, el hombre que más sabía sobre la crónica negra de este país. Su libro “Matar a Prim”, donde se investiga a fondo la  verdadera muerte del general, despejó muchas dudas mantenidas en el tiempo sobre la muerte del presidente del Consejo de Ministros, tiroteado en la madrileña calle del Turco la tarde del 27 de diciembre de 1870 cuando regresaba al palacio de Buenavista en una berlina desde el Congreso de los Diputados. En 2012 un grupo de forenses analizó su cadáver embalsamado y se llegó a la conclusión de que había sido estrangulado a lazo en su cama y que no murió, por tanto, como consecuencia de sus graves heridas. Los forenses detectaron en su momia “un surco que parte desde la parte posterior del cuello y presenta continuidad hasta la zona delantera”. Pero en otro informe de 12013 se llegó a la conclusión de que “el surco del cuello se produjo post mortem, a causa de la presión por elementos de la vestimenta”. Fátima de la Fuente, en un serio reportaje publicado en National Geographic (“¡Han matado al presidente! El asesinato de Juan Prim”, 27/12/16) señala que “aquella tarde, Prim acudió a las Cortes para votar las últimas disposiciones acerca del presupuesto de la nueva Casa Real. Al término de la sesión conversó un rato con algunos diputados y quedó con uno de ellos que por la noche acudiría a un banquete organizado por una sociedad masónica en la Fonda de Las Cuatro Estaciones, aunque lo haría a los postres, después de cenar en casa con su familia. A las siete y media, el conde de Reus y marqués de los Castillejos se subió a una elegante y sobria berlina, tirada por dos caballos, que debía llevarlo a su residencia en el palacio de Buenavista, hoy sede del Cuartel General del Ejército, a menos de un kilómetro de distancia. Bajo una espesa nevada que caía sobre la capital, Prim se encaminó a su casa en compañía únicamente de su secretario personal, González Nandín, y su ayudante, el general Moya. Pese a las advertencias que regularmente le hacían sobre el peligro de ser víctima de un atentado, Prim se negó siempre a llevar escolta”. (…) “Prim falleció a las ocho y media de esa jornada [30 de diciembre]. El diagnóstico sobre la causa de la muerte era claro: una septicemia, esto es, una infección generalizada provocada por el material que acarrearon los proyectiles, incluida la ropa. Los medios médicos disponibles en la época no permitieron frenar este desenlace, aunque también se ha reprochado que sólo se convocara al cirujano más reputado de Madrid, Melchor Sánchez de Oca, cuando ya era demasiado tarde”. Tenía 56 años. Su cadáver fue trasladado a la Basílica de Atocha. Ese mismo día desembarcaba Amadeo de Saboya en Cartagena. Nadie supo desatar el nudo gordiano. Las pesquisas oficiales ocuparon 18.000 folios  (de los que desaparecieron 1500),  se cerraron en 1877 sin poder probar con rigor la autoría de los verdaderos culpables. La berlina se custodia en la actualidad en Toledo, el Museo del Ejército junto a los automóviles de Eduardo Dato y de  Luis Carrero. Juan Prim hizo cosas buenas.  La mejor de todas ellas, echar a Isabel II fuera de España. Pero su famosa frase “los Borbones nunca más” no sirvió de nada. Siete años más tarde volvían más galanes que Mingo, se entronizaba a Alfonso XII y se tornaba, también, a un sistema oligárquico y centralista donde la Iglesia Católica ganó poder económico y controló gran parte de la educación. A río revuelto…

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Lo importante es el respeto



Leo en El Correo de Andalucía que “CS presidirá el Parlamento y el PP el Gobierno andaluz con el apoyo de Vox”. Y en ese mismo diario aparece un artículo de Gabriel Ramírez, “¿Son unos fachas los votantes de Vox?”, que me ha hecho reflexionar. Señala Ramírez que “cuando apareció Pablo Iglesias en el escenario político español nadie quiso construir un cordón de seguridad alrededor de él o de la formación política que lidera. Si alguien levantaba la mano para decir que era simpatizante de Podemos no pasaba nada. Ni se le acusaba de ser un extremista, ni de ser malo para la sociedad española. Los simpatizantes de Podemos nunca tuvieron que ocultar lo que eran ni lo tienen que hacer ahora. Y el populismo de Iglesias es evidente, igual que lo es su extremismo de izquierdas. Vox irrumpe con fuerza en las instituciones y se convierte en el peligro público número uno en España. Por su extremismo y por su populismo. A todo aquel que levanta la mano para decir que es simpatizante de Vox se le señala y se le califica de facha, de fascista y de loco”. A mi entender, Vox es lo más parecido, salvando matices, a aquella primigenia Alianza Popular que lideró Manuel Fraga en los primeros tiempos de la Democracia. Vox no tiene nada que ver con Fuerza Nueva ni con Falange Española. Santiago Abascal, y así me consta, siempre estuvo en las filas del Partido Popular (durante mucho tiempo a la sombra de Esperanza Aguirre) y fue parlamentario entre 2004 y 2009.  Preside hoy una rama escindida del Partido Popular que siempre estuvo dentro de esa formación política. Vox y Podemos, como digo, son dos partidos extremistas, uno de derechas y el otro de izquierdas, que cuentan con un determinado número de simpatizantes y afiliados, y que se presentan legalmente en las urnas en las municipales, en las autonómicas, en las europeas y en las generales con mayor o menor fortuna. Eso es todo. Personalmente no pienso votar ni a uno ni al otro, pero debo reconocer que cualquier ciudadano tiene derecho a tener una ideología, guste o no guste al resto de los ciudadanos que votan otras opciones, todas ellas respetables.  El respeto democrático es la antesala de la libertad en todo Estado moderno.

martes, 25 de diciembre de 2018

Manuel Centeno



Más de una vez me he preguntado si verdaderamente existió la niña de Puerta Oscura. Parece ser que esa copla parte de una historia verdadera acontecida en Málaga a principios del siglo XX. La copla fue escrita en 1953 y estrenada por Concha Piquer en su espectáculo “Salero de España” con gran éxito: “Y al verla ponerse como una amapola/ Manolo Centeno le dijo a la Lola: / Limoná / y en medio del limoná, limoná / de conchas y caracolas, / le tengo que hacer a mi Lola / una casa de coral”. ¿Quién fue Manolo Centeno? Pues Manuel Jiménez Centeno, de nombre artístico Manuel Centeno, fue un cantaor de flamenco nacido en Sevilla el 11 de octubre de 1885 y fallecido en Cartagena  el 12 de agosto de 1961. Sobrino del torero Manuel Centeno, debutó de banderillero en Sevilla el 7 de octubre de 1907 y abandonó el traje de plata en 1910, después de haber  sufrido varias cogidas de importancia. Cambió las banderillas por el cante y también por actuar de tenor de zarzuela. En 1926 ganó la Copa Pavón en el concurso del Teatro Pavón, de Madrid, con una saeta por martinetes. Actuaba en Cartagena, en la compañía de Pepe Marchena, cuando le sobrevino una indisposición y la muerte de forma fulminante mientras actuaba en el espectáculo “Así canta Andalucía”.  Abundando en detalles, por Manuel Bohórquez sé que había nacido en la sevillana Puerta de la Carne, en el número 29 de la calle Doncellas. Y, también, que el día l8 de octubre de 1908 toreó en la Real Maestranza de Sevilla formando terna con Cuatrodedos y Morenito Chico de San Bernardo, con tan mala fortuna que uno de los novillos que lidió, Pocaprisa, le pegó una cornada en el pecho que casi lo mata. Cuenta Bohórquez que “el mismo Pepe Marchena le recogió un dinero para trasladar el cadáver a Sevilla, pero su viuda, Josefa Pacheco Gascó -su segunda esposa, puesto que el cantaor enviudó de su primer matrimonio-, le dijo a Marchena que le diera el dinero a ella para poder comer y el cantaor fue enterrado en tierras levantinas”.


lunes, 24 de diciembre de 2018

Lecciones de cosas



Lecciones de cosas fue un libro de José Dalmau Carles  publicado por primera vez en 1934, en plena República.  Se trataba de un manual de aprendizaje básico encuadernado en cartoné que servía de ayuda a alumnos y maestros con enseñanzas elementales: el viento, el agua, el mar, los peces, urbanidad, la higiene, la escritura… La primera de las lecciones trataba sobre el concepto de la Patria y la descripción de la bandera, con tres bandas horizontales iguales: roja, amarilla y morada. Como resulta evidente, tras el triunfo de los rebeldes en la Guerra Civil fue necesario cambiar algunos conceptos. Con el tiempo, Dalmau, ante el éxito obtenido con su libro, se editó otro, que tituló “Otras lecciones de cosas” (Joaquín Pla Cargol). Y con ese mismo título (“Lecciones de cosas”) escribió Amando de Miguel un artículo interesante en Libertad digital (01/07/13). Y aprovechó De Miguel (en sus particulares “Lecciones de cosas”) para contar el significado de nuevas palabras: pagapensiones, pagafantas, etc, utilizadas en el lenguaje popular. Planteaba, asimismo, el origen del verbo cabrear, que no debe asociarse al despectivo y malsonante  adjetivo cabrón, que tiene varias acepciones tanto en España como en México o en América del Sur. Pues bien, decía De Miguel que Ignacio Frías (un lector suyo) le aclaró el curioso étimo de esa voz. “Procede -decía- del latín capibrevium, la acción de recuperar algo a lo que se tiene derecho del modo más expedito posible. En rigor, era el procedimiento judicial para exigir los pagos de algunas deudas atrasadas. De ahí la sensación de enfado de quien recibe una reclamación que no esperaba. Es decir, el estado de cabreo”. Y añadía De Miguel que “con algunas palabras malsonantes ocurre algo curioso. Pueden ser obscenas en su significado original, pero se lavan elegantemente en algunas otras derivadas o afines. Consideremos la voz carajo. Es de origen incierto, pero existe en las lenguas romances con el mismo sentido de miembro viril. Por tanto, no debe dejarse caer en una conversación culta o semiculta; por ejemplo, una tertulia. Pero sí se puede decir "carajal" (lío, confusión, caos) y, desde luego, "carajillo"  (café con coñac), palabras, si no elegantes, sí populares. Caben también algunos ñoñismos para no pronunciar la palabra vitanda: caray, caramba, carape, caracho, caracoles. Tantos eufemismos nos indican que la voz primigenia es sumamente útil en el lenguaje coloquial”.

domingo, 23 de diciembre de 2018

Elogio de la letra "fea"



La Universidad de Yale acaba de demostrar lo que yo siempre había intuido: que las personas con letra “fea” son más inteligente. Y la razón de ello, como ahora se ha demostrado, es que la mente va a mayor velocidad que lo hacen las manos y prioriza la información que está procesando al hecho mecánico de escribirla. Es conocida la frase: “tienes letra de médico” cuando el lector no termina de descifrar lo que otro plasmó en un escrito. Es posible que la mala letra se deba, en parte, a la toma de apuntes o a las prisas por terminar de poner sobre el papel algo que uno tiene ganas de concluir, o tiene la mente inquieta. Pero ello no significa de ningún modo que aquel que escribe a toda prisa deje de poner tildes y comas en su sitio, o que tenga faltas de Ortografía. Cosa diferente es el lenguaje chat y los SMS. Cosa distinta es que, en una traducción, el traductor no entienda cómo expresar determinados modismos o metáforas propios del lugar, por ejemplo “a buenas horas mangas verdes”, para indicar que la solución de un problema llega demasiado tarde, como aquellos cuadrilleros de la Santa Hermandad que no se destacaban por su diligencia; “colgar el sambenito”, que hace referencia a una prenda que se colocaban los penitentes católicos para mostrar en público su arrepentimiento; “tener más cuento que Calleja”, referido a don Saturnino Calleja, editor, pedagogo, escritor y fundador de la  Editorial Calleja, que hizo muchas tiradas de libros y cuentos en ediciones populares; “estar en Babia”, que puede significar dos cosas:  estar distraído, o en una región de León que en la Edad Media fue la residencia de verano de los antiguos monarcas de ese reino.