lunes, 31 de octubre de 2016

Baroja, sesenta años después





Estos días se escribe mucho en la prensa sobre Pío Baroja, coincidiendo con el sexagésimo aniversario de su muerte que se conmemoró ayer, 30 de octubre. Baroja es un triedro, el médico, que estuvo en el Balneario de Cestona, el panadero y el novelista. Muchos de los personajes de sus novelas son vagabundos, como luego acontecería en la obra de Cela. Como escribió Justo Fernández López, “el núcleo de muchas de sus novelas lo forma una especie de terapia que consiste en deambular, andar, vagar; una terapia contra la melancolía. Sus personajes vagabundean, charlan y hacen teorías. El vagabundeo aventurero de los personajes de Baroja está impulsado por la energía del hombre independiente que no se quiere someter a la sociedad. Para Baroja consiste el sentido de la vida en este constante vagabundear sin meta alguna; en el encuentro constante con hombres que aparecen y desaparecen sin dejar huella; en la observación y crítica de la vida; en la acción por la acción sin sentido final alguno”. (…) “A veces parecen sus novelas un montón de anécdotas. Por eso decía Baroja que una novela larga siempre será una sucesión de novelas cortas”. Con Cela sucede algo parecido. En sus viajes (Viaje a la Alcarria, El gallego y su cuadrilla…, etc.) aparecen en todos ellos una serie de personajes que pasan casi de refilón, que se topan con el viajero, o con el vagabundo, en sus trochas y dialogan aunque no mucho, a veces comparten fonda, casi siempre fuman un cigarro juntos y se les termina por perder de vista en media página. Para Baroja las visiones de Castilla son como los trazos de Zuloaga: tétricos y nada edificantes. Para Cela, en cambio, cada viaje por Castilla la Vieja, por La Alcarria,  por el Pirineo de Lérida, por Andalucía, o desde el Miño hasta el Bidasoa, constituye un ejercicio pedestre entre paisajes, ríos o ciudades de medio pelo sin mayores pretensiones. Sólo el deseo de distraer al lector, que le acompañará como si fuese su sombra cuando goze con su lectura. En su ensayo Cuatro figuras del 98, Cela, al hacer referencia a Baroja, dice de él: “El porvenir en el que Baroja creía y con el que se entusiasmaba, fue siempre pretérito”. (…) “Baroja, inmerso de hoz y coz en el siglo XIX, llamó siempre porvenir a lo que ya había pasado”. En otro de sus ensayos, Recuerdo de don Pío Baroja, al hacer referencia a su muerte, cuenta Cela: “En su casa, la noche que murió, no hablaban de él más que las mujeres. Los hombres fumábamos pitillos y decíamos que hacía frío o que si Rusia tal y Estados Unidos cual. Esto fue lo que me dio más la impresión de que Baroja, contra todas las apariencias, no estaba muerto más que para el registro civil, esa minucia”.

No me mates con tomate...





Acabo de leer con atención un editorial de El País, “La trampa retórica de servirse de los abuelos”, firmado por José Andrés Rojo. Y se hace referencia a Gabriel Rufián y a Pablo Iglesias, pues ambos, por separado, mentaron a sus respectivos abuelos, a los que consideran socialistas de ley. Es bueno que todos, también ellos, estén orgullosos del pasado de unos abuelos que sufrieron la Guerra Civil, primero, y la larga dictadura de un sátrapa, después, sin reproches y sin pasar facturas a nadie. ¿Qué argumentos hubiese querido Rojo que expusieran en la tribuna del Congreso ambos diputados? ¿Eso es retórica pringosa? En efecto: nadie en su sano juicio entiende que cómo, salvo honrosas excepciones, los socialistas, principal partido de la Oposición, se pusieran de rodillas con su abstención y dieran el poder al candidato de un partido corrupto a cambio de nada. Fue el temor, sí, el temor, a que hubiese terceros comicios, con todas sus consecuencias negativas para ellos. Sabían por las encuestas, también por la opinión de la calle, que el sorpasso de Podemos estaba asegurado y que el PP remontaría en votos como la espuma de la cerveza. Y, ante tales temores, decidieron poner la venda antes  de la herida. Era aquello de “que viene el lobo”; y como en la fábula de El escorpión y la rana el anfibio anuro ayudó a pasar el río al arácnido poniéndose debajo ante la promesa de que no iba a hacerle ningún daño. Y a mitad del trayecto, el escorpión picó a la rana con el argumento de que no tenía elección,  que era su naturaleza. Pues bien, es evidente que en una guerra entre hermanos, como sucedió aquí, sólo la derrota era posible. Pero unos lo pasaron peor que otros al término de la contienda y muchos años después. Sólo acierta Rojo al final, cuando entiende que “a los abuelos [a aquellos abuelos, supongo que querrá decir], por lo menos, se les debe un minúsculo respeto”. También se les debe a los de ahora. El hambre crece en España. Sólo hay que echar un vistazo a los informes de Cáritas. Y muchos de los actuales abuelos, con pensiones de miseria, se ven en la disyuntiva  de tener que ayudar a hijos, yernos, nueras y nietos sin recursos. Y esa tragedia de hoy algo tiene que ver con aquella reforma in extremis del artículo 135  de la Constitución entre PP y PSOE, firmada con nocturnidad, alevosía y sin el refrendo de los españoles, una noche de verano de 2011 entre Rodríguez Zapatero y Rajoy, para garantizar el Principio de Estabilidad Presupuestaria en las Administraciones Públicas, y donde se introdujo lo siguiente: “Los créditos para satisfacer intereses y capital de deuda pública se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos presupuestarios y su pago gozará de prioridad absoluta, clarificando así que ante la disyuntiva de satisfacer distintos tipos de gastos, prestaciones por desempleo, jubilación, pobreza o exclusión social, por poner algunos ejemplos, la principal norma del ordenamiento jurídico español exigiría al conjunto de las Administraciones Públicas el pago preferente y prioritario de las sumas de capital e intereses a todos aquellos (banca, inversores, instituciones financieras, ahorradores) poseedores de instrumentos y títulos de deuda pública. En suma, tanto el PP con la Gürtel, por poner la muestra de un botón, como el PSOE con los ERE, por poner la muestra de un ojal, nos perdieron el respeto hace ya mucho tiempo. Pero unos mandan por la parálisis de un dontancredismo que ha ejercido su magnetismo catatónico sobre las clases pasivas;  y los otros, miren ustedes por dónde, se encuentran a un tris de desaparecer del mapa político por seguir las directrices de la encantadora de serpientes Susana Díaz,  actual presidenta de la Comunidad donde existe mayor pobreza.

domingo, 30 de octubre de 2016

Triste foto





La foto de ayer al término de la investidura, estrechando la mano Antonio Hernando a Mariano Rajoy, me recordó el cuadro de La Rendición de Breda. En el campo de batalla quedaban los cadáveres de Pedro Sánchez, que ese mismo día aparecía ante los micrófonos como Boabdil el Chico, el último emir musulmán del reino nazarí tras la pérdida de Granada: “Llora como mujer…”, etc.; y de otros quince compañeros de partido que jamás volverán a salir en la foto. Aquí parece que todavía no se ha acabado esta guerra interna entre socialistas, que lleva camino de convertirse en otra Guerra de los Treinta Años que todos sabemos cómo terminó. Aquella, la de los Treinta Años, con la derrota de España y la independencia de los Países Bajos; la de aquí, la de los socialistas, lleva camino de terminar como el rosario de la aurora, o sea, a farolazos. Entre tanta polvareda desapareció don Beltrán y los de Podemos afilan los cuchillos tras la inyección de hepal-crudo y la cucharadita de fercobre fólico que les ha administrado Gabriel Rufián, portavoz adjunto de ERC, desde la tribuna de oradores del Congreso, donde éste se vino arriba como los toreros de postín y abrió la caja de Pandora. Ana Pastor brincó en el asiento como si le hubiesen colocado una sarta de petardos, y los socialistas presentes, a los que acusó de Iscariotes “por doblegarse a la cacique Susana Díaz, que gobierna la Comunidad Autónoma con una de las tasas de paro y fracaso escolar más altas”, agachaban la cabeza muertos de vergüenza. La dignidad del vencido no estuvo presente, como sucede en el óleo de Velázquez. Eso, a mi entender, fue lo peor de todo.

sábado, 29 de octubre de 2016

Las milongas de Elena Allué





El Partido Aragonés,  que firmó un pacto de gobernabilidad con el PP (además de Foro Asturias, UPN y Coalición Canaria)  ha criticado en las Cortes de Aragón de mermar en un 39% las subvenciones a las Casas de Aragón en el exterior de la Comunidad. En ese sentido ha expresado la diputada del PAR Elena Allué de Baro (portavoz de su partido en la Comisión de Hacienda de las Cortes) que tal circunstancia “pone en serio riesgo la difusión de la identidad aragonesa”. Esa misma diputada había criticado el pasado mes de junio la subida de impuestos del gobierno de Lambán, señalando que “el equilibrio presupuestario era fundamental para salir adelante”; y también dejó claro que “en Aragón son más caros los servicios por sus especiales peculiaridades como son la densidad de  población, la dispersión y el envejecimiento”. Pues bien, con esos bueyes hay que labrar estos campos; es decir, si esa diputada autonómica considera que en Aragón, dadas sus peculiaridades, resultan más caros los servicios, no se comprende que  desee dotar de más dinero a las casas regionales que existen fuera del territorio. La jota es sagrada, el trigo es sagrado. Existe, aunque esa señora lo desconozca, un orden de prioridades a la hora del reparto del dinero público si se desean cumplir con los objetivos de déficit a los que obliga el Gobierno central. Y por estos páramos, por encima de las castañuelas, los guitarricos y los pintorescos trajes regionales están las competencias transferidas (Educación, Sanidad, Servicios Sociales, etc.) donde sería deseable que no existieran fisuras. Puede ser que las cantidades donadas a esas entidades folclóricas a las que hace referencia la señora Allué sean cada vez más exiguas, y que esos 66 centros aragoneses en el exterior estén dotados con unas ayudas de 199.000 euros frente 438.568 de años anteriores. La señora Allué debería ser consciente de que el actual presupuesto de la DGA tenía un descuadre inicial (a la llegada de Lambán a Gobierno de Aragón) de 200 millones de euros; y que, como no podía ser de otra manera, había que atender las deudas y los compromisos adquiridos durante el gobierno de la señora Rudí. No sé si me explico, no sé si me entiende.

viernes, 28 de octubre de 2016

Missa pro defunctis





En el supuesto de que el PSOE decidiera expulsar de su partido a los diputados que rompan su disciplina mañana, habría que dedicarles a esos “espabilados” una missa pro defunctis. Han decidido abstenerse mañana sábado para permitir el gobierno de Rajoy. Dicen que lo hacen por España. Ja. Eso mismo decía el abuelo de Felipe VI. Digamos la verdad: lo hacen por miedo. Miedo a que los españoles podamos ir a las terceras elecciones, y entonces posiblemente el PP se acerque a la mayoría absoluta. Miedo a que los socialistas pierdan muchos escaños y los que queden deban  irse al “gallinero”. Miedo a que Pablo Iglesias les haga el sorpasso sin echar los intermitentes. Miedo a que dejen de ser el primer partido en la Oposición. Miedo, en fin, a terminar como UCD. Ya le gustaría a Rajoy ir a las terceras. Ganas no le faltan. En la prensa ya se ha producido un sorpasso: La Razón adelanta en difusión al ABC. Marhuenda está que se sale. Agustín Valladolid cuenta en Vozpópuli que le llamó la atención que Monedero llamase “idiotas” a determinados diputados. Nos aclara que debía referirse a la acepción griega del término “idiotes”, “que describe a los políticos que por delante de los asuntos públicos colocan sus intereses particulares”. ¡Señor, qué cruz!, aunque sea la de Borgoña.

jueves, 27 de octubre de 2016

Entre el Oriamendi y el esplín





El político Pablo Iglesias ha hecho referencia hoy a la cruz de Borgoña al dirigirse a Aitor Esteban en el Congreso de los Diputados y decirle desde la tribuna de oradores que “a día de hoy, las dos instituciones tradicionales a prueba de crisis son la monarquía y el PNV, bien unidos por la cruz de Borgoña”. Mientras el líder del PNV se sonrisa con socarronería Iglesias aprovechó para, de una forma sutil, llamar ignorante a Albert Rivera: "El señor Rivera quizás lo busca en Google”.Y a las ediciones digitales de la prensa gráfica  les ha faltado tiempo para explicar que esa cruz de san Andrés nudosa fue traída a España por Felipe el Hermoso, etc., etc.; que fue distintivo en la cola de los aviones y que la primera vez que se pintó una de esa cruces (roja sobre fondo blanco) fue por orden de Franco al principio de la Guerra Civil, casi al tiempo que en la zona rebelde se hacía desaparecer la bandera tricolor de la II República, bla, bla,bla… La última manifestación de ese emblema quedó reflejada en el escudo cuartelado de Juan Carlos I. Incluye los cuarteles de Castilla, León, Navarra y Aragón; la flor de Granada; el escusón con las flores de lis de la Casa de Borbón; la corona real de España; el Toisón de Oro; la cruz de Borgoña roja y el yugo y las flechas que Falange Española copió, aunque con menor número de flechas, del escudo de los Reyes Católicos. Y así consta en la Regla número 1 del Título II del Real Decreto 1511/1977 sobre Reglamento de Banderas y Estandartes. Guiones, Insignias y Distintivos. En el pendón de armas de Felipe VI desaparecieron el yugo y las cinco flechas falangistas (incluidos en el escudo de España franquista) y la Cruz de Borgoña. El color azul en guiones, estandartes y matrículas de coches oficiales, se cambió por el carmesí. A mi entender, el escudo de Felipe VI es muy parecido al que tuvo Amadeo de Saboya, solo que en el escusón se han cambiado las tres borbónica  flores de lis que con Amadeo llevaba la Cruz de los Saboya. Por cierto, el escudo de España con el escusón de la Cruz de los Saboya, franqueado por dos leones, estuvo en lo más alto del frontón de la antigua Capitanía General de la V Región Militar, en Zaragoza, hasta su modificación por los años 80 del siglo XX. Algo que parece raro, si tenemos en cuenta que el palacio de Capitanía se acabó en 1879. Pues bien, a lo que iba, la Cruz de Borgoña, también fue considerada por Franco al término de la Guerra Civil como bandera del Requeté. Y ondeó durante mucho tiempo en los edificios oficiales junto a la bandera de España y la bandera de Falange. Y en las escuelas hasta se cantaba el Oriamendi, el Cara al Sol y un Himno de España con una absurda letra de José María Pemán. Los chavales de entonces, que hoy rondarán los setenta años, puede que todavía los recuerde en las escuelas públicas, entre pupitres, pizarras, enciclopedias de Dalmau, tinteros, plumillas, batas, collejas a tutiplen y frío en los huesos, junto a un maestro que fumaba ideales, que tosía,  y que preguntaba cada lunes a los educandos de qué color llevaba el cura la casulla, por estar seguro de que habíamos oído a misa el día anterior.

martes, 25 de octubre de 2016

Lapsus inexpliables




Repasar la historia reciente de España, pongamos de las Cortes de Cádiz a la abdicación de Juan Carlos I, equivale a bucear en una espiral de intrigas y sangre en un país lleno de lapsus inexplicables y de paradojas absurdas. El BOE se olvidó el jueves 20 de noviembre de 1975, pese a ir orlado de luto, de hacer un comunicado oficial de la muerte de Franco. Lo mismo puede decirse, tanto de la despedida del Consejo de Regencia –asunción prevista por la Ley Orgánica del Estado y por la Ley de Sucesión, a pesar del automatismo de su ejecución-, como del número 282 de la Gaceta de Madrid, de fecha 24 de noviembre de ese año y primero publicado desde la coronación de Juan Carlos de Borbón, hasta entonces Príncipe de España, donde aparece como disposición más destacada una “Orden por la que se determina la normativa y trámites que han de cumplirse en las operaciones efectuadas al amparo del régimen de Tráfico de Perfeccionamiento Activo”, sin la menor mención a la solemne jura real llevada a cabo por el príncipe en las Cortes sólo 36 horas antes. Por si todo ello fuese poco, a Franco se le olvidó bastantes años antes derogar la Constitución de 1931 y la forma de Estado que constituía la II República Española.

Pobreza en Los Pajaritos





Los datos elaborados por el Instituto Nacional de Estadística revelan que  cinco de los diez barrios más pobres de España se encuentran en Sevilla. Susana Díaz, presidenta de esa Comunidad, como el socialista Juan Espadas, alcalde de Sevilla, deberían hacérselo mirar. Según El Correo de Andalucía, esa es “una cifra escalofriante que deja entrever las dificultades económicas por las que pasan desde hace años numerosas familias sevillanas, no solo azotadas por la crisis económica sino también por las consecuencias que ésta ha tenido en la sociedad: pérdida de puestos de trabajo, falta de oportunidades, rentas bajas y hogares que deben tirar de ingenio para llegar a fin de mes”. Para que luego nos venga Antonio Burgos en las páginas de ABC a contarnos milongas al estilo de que “Sevilla no es Alsasua”. Yo, lo he contado en varias ocasiones, soy un enamorado de Sevilla desde hace ya muchos años. Sevilla tiene luz; Sevilla tiene vencejos acharolados y limpios que planean con señorío por encima de los edificios de baja planta; Sevilla es una ciudad alegre y bulliciosa que anima al visitante; y Sevilla es, en fin, un buen sitio para vivir sin demasiado estrés. Pero Sevilla no puede vivir sólo del turismo y de la hostelería, como está sucediendo. El turismo, que aviva la llama de esa efímera riqueza, es mudable como mudables son los gustos del ser humano. Lo de ayer no sirve para hoy y lo de hoy no servirá para mañana. España, también Sevilla, necesita industrias que favorezcan el desarrollo y cree puestos de trabajo que dignifiquen a sus ciudadanos. A nadie se le escapa que el sector primario, que favoreció la creación de azucareras en sus proximidades (La Rinconada, Los Rosales…) se disipó como el humo. Y las empresas aceiteras, ya veremos al paso que llevan. Empresas punteras sevillanas se encuentran en horas bajas (caso de Abengoa) o están en manos extranjeras: la cervecera Cruzcampo pertenece a Heineken; y la empresa de café molido Saimaza, en la actualidad  propiedad de la norteamericana Mondelez Int.,  se marchó de Dos Hermanas por “exceso de capacidad de producción”.  Pero existen otras empresas importantes en la provincia que han echado el cierre: Roca Radiadores, Danone, Puleva, Cargill, Panrico o Flex. Y no se deben olvidar los problemas existentes con General Dynamics-Santa Bárbara y Alestis Aerospace. En resumidas cuentas, la provincia de Sevilla ha perdido con la recesión más del 17% de su cifra de negocio y el 30% de su número de empleos. Menos mal que viendo el lado positivo siempre  quedará la Feria de Abril, la Semana Santa, la romería del Rocío y las franquicias de 100 Montaditos, que tuvo su origen no en Sevilla sino en Islantilla (Huelva) de la mano de José María Fernández Capitán, quien fijándose en el método de los chinos logró desde su chiringuito playero hacer un “todo a 100”  trasladado al campo de la hostelería. Y le salió bien.

lunes, 24 de octubre de 2016

El sol sale para todos




Me alegra conocer que, al fin, el Ayuntamiento de Zaragoza ha dado vía libre a un gran centro de compras outlet en los terrenos de la antigua factoría de Colchones Pikolín en la carretera de Logroño. Como señala hoy Heraldo de Aragón, “la tramitación del expediente ha permitido mejorar el transporte hasta el futuro centro comercial y, sobre todo, exigir a los promotores el 10% de la cesión del aprovechamiento al Ayuntamiento. El edil de ZEC [Pablo Muñoz, concejal de Urbanismo] ha llegado a acusar a PP, PSOE y ZEC (aquí hay un error, debe querer referirse a Ciudadanos) de querer regalar a sabiendas 3 millones de euros a Iberebro, sociedad patrimonial de la familia Solans”. A mi entender, bienvenido sea todo aquel negocio que permita dar trabajo a tantos jóvenes desempleados existentes en nuestra Comunidad. No entiendo la oposición del PAR a la creación de ese centro comercial, como no entendí en su día que José Ángel Biel pusiera como ejemplo de bienhacer municipal la política llevada a cabo por Pinilla en el Ayuntamiento de La Muela. Tampoco entiendo la oposición de la concejala Leticia Crespo, de Chunta Aragonesista: “Ahora votamos en contra porque el plan va contra nuestro modelo de ciudad y por las afecciones al comercio”. Curioso. ¿Desde cuándo se interesa la concejala Crespo por las afecciones al comercio? No recuerdo, por ejemplo, que esa edila, que ya formaba parte de la anterior corporación, se hubiese manifestado en su día en contra de la expansión de Zara, sabedora de que iba a ocupar los bajos de toda una manzana en el sector del Paseo de las Damas. Ello no quita que a la señora Crespo le preocuparan en su día los derribos en una parte de Averly y Cía., empresa instalada en Campo Sepulcro en 1880; o se interesase en la restauración (como así fue por parte de la Confederación Hidrográfica del Ebro en 2013) de la neoclásica Fuente de los Incrédulos situada en el barrio de Casablanca. Una cosa no quita la otra. Tampoco entiendo la postura de ZeC. Pero eso parece normal en este silencio de los corderos. Santisteve, alcalde de Zaragoza, debería saber qué es lo que quiere para la Ciudad que gobierna. Yo todavía no sé qué pretende.

Claret





La Iglesia Católica celebra hoy la festividad de san Antonio María Claret Clará (Sallent de Llobregat, 1807-Fontfroide, 1870). Su biografía a grandes rasgos señala que fue ordenado sacerdote en 1835, en 1849 fundó la congregación  Hijos del Corazón de María (claretianos), ese mismo año recibió de Pío Nono el nombramiento de arzobispo de Santiago de Cuba, regresó a la Península en 1857 y fue nombrado confesor de Isabel II y arzobispo de Trajanópolis (entonces bajo control de Bulgaria y posteriormente cedido a Gracia por el Tratado de Neuilly de 1919), al año siguiente fue nombrado administrador de El Escorial, abandonó Madrid al desaprobar el reconocimiento del Reino de Italia por Isabel II; y más tarde regresó a España y siguió siendo confesor de la reina, a la que acompañó a Pau en su exilio en septiembre de 1868. Beatificado por Pío XI en 1934 y canonizado por Pío XII en 1950. Es el autor, entre otras obras, de un Catecismo de la Doctrina Cristiana que llegó a alcanzar 185 ediciones. En su libro, Isabel II. Una biografía (Madrid. Taurus. 2010. cap. 6) Isabel Burdiel describe, en referencia a la reina, que “su círculo íntimo fue haciéndose cada vez más estrecho y su paz espiritual cada vez más dependiente del padre Claret y de sor Patrocinio. La monja y el confesor eran percibidos como más ubicuos que nunca en cualquier decisión importante de Palacio”. Sor Patrocinio (María de los Dolores de Quiroga Capopardo), más conocida como la monja de las llagas, fue concepcionista franciscana y responsable del “Gobierno relámpago” e influyó en gran manera en Isabel II pero también en su consorte, Francisco de Asís. Parece ser que Salustiano Olózaga estuvo muy enamorado de ella, pero le rechazó y tomó los hábitos en el Convento de las Comendadoras de Santiago, en Madrid. Al margen de sus visiones místicas, de sus ataques de histerismo, de sus éxtasis, de sus llagas y de la “aparición” de la Virgen en 1830, su acusación de carlista y su traslado de convento a Talavera de la Reina (más tarde habría otros), tanto sor Patrocinio como Claret ejercieron una nefasta “ayuda” a la reina conocida como “de los tristes destinos”. Capítulo aparte merecería el trabajo de Sem en el periodo de 1868-69. En Los Borbones en pelota, libro de ilustraciones creado por Gustavo Adolfo Bécquer y su hermano Valeriano, la Corte de la época aparece caricaturizada en acuarelas y en posiciones poco decorosas viñeta tras viñeta, hasta en 89 ocasiones. Y entre esas viñetas aparecen tanto Claret como sor Patrocinio. En tales orgías hay participación del clero. En una de aquellas viñetas se puede ver a Carlos Marfori (presunto amante de la reina) sentado, mientras sor Patrocinio es requerida por González Bravo a quien reclama el sarasa Francisco de Asís, motejado por los madrileños como Paquita Natillas, mientras Claret le sodomiza. No cabe duda de que los hermanos Bécquer fueron licenciosos pero, pese a ello, disponen de calle en el madrileño barrio de Salamanca. El tiempo siempre pone cada cosa en su sitio, al margen de las parodias y de que todo tienda a la estratificación.

sábado, 22 de octubre de 2016

Elogio de los relojes de Corao





Parece ser que don Basilio de Sobrecueba fue un hidalgo sin fortuna que sobre 1870 estableció en Gijón entre la rechifla de sus amigos un taller de construcción de relojes con el consiguiente fracaso, según contaba Diego Plata, o sea, Víctor de la Serna, el ilustre hijo de Concha Espina, en su Nuevo viaje de España.  Hacer relojes que señalen más de dos veces al día la hora exacta es harto dificultoso por su complejidad. Es más fácil imitar a un cocinero haciendo empanadillas de escabeche o a un tabernero sirviendo vermú de garrafa con sifón, que entender de espirales, ejes volantes, ruedas de escape y trinquetes y saber colocarlas en su debido sitio dentro de la caja del reloj sin que pierdan su compostura. Cosa diferente es que el relojero en cuestión se dedique a fabricar relojes de sol, salvo que los coloque entre rascacielos y mirando al norte. Sin embargo, dos de los primos carnales de don Basilio Sobrecueba, Ismael y Roberto de la Miyar, supieron dar en el chiste. Se marcharon a Suiza, ese país que tanto gusta visitar hoy a determinados mangantes de la cosa pública, y aprendieron a montar relojes con maestría. De hecho, sus relojes de péndulo con sonería, los famosos ejemplares de Corao, encandilaron a la burguesía madrileña. En 1891 la Compañía de los Ferrocarriles del Norte les encargó ocho relojes a 500 pesetas cada uno. También se dedicaron a hacer fonógrafos. Entre 1900 y 1903 construyeron una serie de 150 para los almacenes “El Siglo”, de Barcelona, incluyendo bocina, diafragma y muelle, y en 1914 construyeron dos teodolitos con destino a la Sección Topográfica de la Dirección General de Montes. Tres años más tarde se dedicaron a fabricar piñones de acero para relojería de pared para Maurer y Cía. Entre otras muchas cosas, también fabricaron una serie de relojes de bolsillo sistema Roskopf. De su relojería fueron clientes la Naviera Aznar, de Bilbao, Ferrocarriles del Norte, de Langreo, de Asturias y Tranvía Arriendas, Diputación provincial de Oviedo, Bancos de Gijón, Oviedo y Herrero, Obispado de Oviedo, etcétera. A mi entender, la llegada del ferrocarril fue la causa de que muchos viajeros ingleses (donde la diferencia entre el norte y el sur era de casi media hora) utilizaran relojes con dos esferas: una con la hora local y la otra con la hora del convoy. Aún así, muchos perdían el tren. Menos mal que en 1848 (año de la inauguración en la Península del tramo Barcelona- Mataró) todas las compañías ferroviarias adoptaron la hora de Greenwich. Digo en la Península, porque el primer ferrocarril español se construyó en Cuba, entonces provincia española, entre La Habana y Güines, en 1837; y el primer ferrocarril entre Lisboa y Carregado fue inaugurado el 28 de octubre de 1856.

viernes, 21 de octubre de 2016

Anuncios por palabras





Tengo la manía de poner hojas de papel de periódico en la base de los cajones de una cómoda. El otro día, al hacer limpieza,  en una de aquellas hojas ya amarillentas descubrí algo que me pareció muy interesante. Se trataba de un pequeño anuncio publicado en Heraldo de Aragón con fecha 20 de julio de 1980. Decía: “Caballero jubilado, amante de la Virgen y de los deportes, agradable, sano, fino, culto, educado, bien trajeado, 1’60 metros, desea habitación y cena en casa de dama de 50 a 58 años, de agradable aspecto y trato, en sector Plaza del Pilar, Manifestación, Paseo Echegaray. Teléfono xxxxxx. De 3 a 8 de la tarde”. Lo recorté y lo guardé entre las páginas de “Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso” de Miguel Delibes, una novela epistolar que se vertebra en la historia de Eugenio (“conservo un  cabello fuerte y abundante, sí que entrecano”, p.18) cuando encuentra en una revista un anuncio de una señora que busca amistad por correspondencia. Pues bien, el señor del anuncio se me antoja como un cúmulo de virtudes. Lo que ya no sé, ahora que lo leo con 36 años de retraso, es si aquel demandante de compañía leía El Alcázar o el 7 Fechas, o si los trajes que usaba eran de franela, espiga, fil a fil,  chevió, de ojo de perdiz, o de pata de gallo; ni su grado de exigencia de cómo debería ser el colchón, si de muelles, de lana o de miraguano; o si se ponía para cenar jazmines en el ojal. Lo más seguro es que ya no se encuentre entre los vivos. El tiempo todo lo devora.

jueves, 20 de octubre de 2016

A porta gayola





Breve cronicón para un tiempo de tribulación:  Pérez Reverte desea meter a Sabina en la RAE; Picardo afirma rotundo que no existen negociaciones bilaterales sobre el futuro de Gibraltar, como cuenta bocina en mano a la rosa de los vientos García-Margallo; varios estudiantes no desean recibir el Premio Princesa de Asturias de manos de Felipe VI y de su consorte en el Teatro Campoamor de Oviedo; el Tribunal Constitucional anula la prohibición de corridas de toros en Cataluña; y la investigada Rita Barberá, sobre la que en el PP dicen que “ya forma parte del pasado” (como si hicieran referencia a una paella valenciana donde el arroz no hay quien se lo coma), tendrá que declarar en el Tribunal Supremo el próximo 21 de noviembre. Hay más asuntos, pero lo dejo aquí, para no marear al lector. Jesús Nieto Jurado, en su artículo ‘Escrache’ a Isidoro, en El Español, lanza una bomba de racimo como aquellas que fabricaba Instalaza: “Felipe y Cebrián no pudieron largar el miércoles en la Autónoma de Madrid lo que querían. No son ni Jack Lemmon ni Walther Matthau, pero siempre van en comandita y son pareja  y no tan extraña. Como Los Panchos; sí, pero es que Los Panchos son tres y aquí pasa que el tercero en discordia es ese periódico 3.0 que llevan a pachas; ese periódico donde no quedan ni los ecos de lo que fue y donde ya se han sacado el autor intelectual del escrache: Turrión. Ese periódico que les rasga la guitarra y que les marca a muchos el dónde y el cómo: la referencia dominante o así nos lo vendieron a los jóvenes plumillas”. La decisión del Tribunal Constitucional sobre los toros en Cataluña coincide en el tiempo con unas declaraciones de Brigitte Bardot en una entrevista para Vogue España donde hace referencia a “esa monstruosa comedia donde la sangre corre a raudales; ese espectáculo mortífero creado por sádicos que disfrutan con esa tortura lenta, con la agonía de un animal magnífico, que es asesinado premeditadamente por una marioneta ridículamente disfrazada. Es un espectáculo de degenerados que debería de ser definitivamente abolido”. Ya veremos qué dice Carles Puigdemont sobre ese asunto. De momento, como indica el perrillo de Maruja Limón, que acude moviendo el rabo al escuchar el nombre de Marcello, en Reública.com,  el honorable Puigdemont  “se pone de rodillas y a porta gayola a recibir al morlaco negro zaino y español que lo convertirá en mártir nacional catalán por culpa de las muchas atrocidades que ocurren en el Ruedo Ibérico, donde Mariano Rajoy, el gran don Tancredo de nuestro tiempo -como aquel otro que en 1900 actuaba en La Monumental de Barcelona bajo el apodo de ‘El Rey del Valor”-, permanece inmóvil, vestido de blanco y subido en un cajón mientras el toro anda suelto por la plaza”.

miércoles, 19 de octubre de 2016

La euforia de Sancho





Balbino Lozano Vicente, de enorme cultura, recuerda hoy en su artículo “Doña Urraca y el Quijote”, publicado en El Correo de Zamora, cuando en el capítulo V de la Segunda Parte del Quijote  discute un Sancho Panza eufórico, dispuesto a heredar la Ínsula Barataria, con su mujer, Teresa, que tiene los pies en el suelo no termina de entender los motivos de alegría de su esposo. Y ambos se enzarzan en una perorata sobre el rango que, según Sancho, habría que darle a su hija, Mari Sancha, a la que habría que convertirla en dama de alta alcurnia y procurarle un buen marido. Y en plena discusión dice Sancho:
"Ven acá mentecata e ignorante -que así te puedo llamar, pues no entiendes mis razones y vas huyendo de la dicha- si yo dijera que mi hija se arrojara de una torre abajo, o que se fuera por esos mundos, como se quiso ir la infanta doña Urraca, tenías razón de no venir con mi gusto; pero si en dos paletas, y en menos de un abrir y cerrar de ojos, te la chanto un "don" y una "señoría" a cuestas, y te la saco de los rastrojos, y te la pongo en toldo y peana, y en un estrado de más almohadas de velludo que tuvieron moros en su linaje los almohades de Marruecos, ¿por qué no has de consentir y querer lo que yo quiero?".
Cervantes hacía alusión en boca de Sancho a la  hija de Fernando I de Castilla, y al romance anónimo en el que Urraca se lamentaba de lo mal parada que había salido en el reparto de la herencia de su padre. Se olvida de su hermana Elvira, que recibió el Señorío de Toro con categoría de reino:
"Morir vos queredes, padre, ¡San Miguel vos haya el alma! / mandastes las vuestras tierras a quien se vos antojara; / diste a don Sancho Castilla, Castilla la bien nombrada, / a don Alfonso León con Asturias y Sanabria; / a don García Galicia con Portugal la preciada, / ¡Y a mí, porque soy mujer, dejaisme desheredada! / Irme he yo de tierra en tierra como una mujer errada; / mi lindo cuerpo daría a quien bien se me antojara, / a los moros por dinero y a los cristianos de gracia; / de lo que ganar pudiere, haré bien por vuestra alma".
Tras haber recapacitado Fernando I, le hace entrega de Zamora a Urraca. Pero, claro, aquí pasó lo de siempre. Sancho quedó descontento con el reparto y declaró la guerra a cada uno de sus hermanos. Primero contra Alfonso; más tarde, aliado con éste, contra García; luego vence a Elvira y le arrebata Toro; marcha sobre Zamora y Urraca resiste su acoso durante seis meses. Al final decide cortar por lo sano tramando el asesinato de su hermano, y lo logra utilizando a Bellido Dolfos. No sé por qué razón, me han venido a la cabeza tres mujeres de actualidad: Carmen Martínez Bordiú, en su día desposada con Alfonso de Borbón; Begoña, mujer de Pedro Sánchez; y Letizia Ortiz, unida en matrimonio con el entonces príncipe Felipe. A la primera de ellas hasta la sentaron durante un pase de modelos de Villagroy en un sillón isabelino y sobre una tarima, para quedar más elevada. La segunda, como escribió Peñafiel, “estaba dispuesta a hacer todo lo necesario para que su Pedro llegara a La Moncloa”; la tercera de ellas tuvo mejor suerte. La nieta de un taxista consiguió ser reina consorte. Lo que no sabemos es por cuánto tiempo.

Pérez-Maura se equivoca





En su artículo “De la impunidad para injuriar”, aparecido hoy en ABC, Ramón Pérez-Maura, adjunto a la dirección de ese diario conservador, al hacer referencia a lo que él entiende como impunidad para injuriar en este país, recuerda el programa “Al rojo vivo” de la Sexta, al que él acudió el 29 de enero de 2014 en calidad de tertuliano. Y en aquel programa, Pérez-Maura no tuvo mejor ocurrencia que afirmar que  “éste es el mejor momento de la historia de la Humanidad para ser pobre: los desheredados nunca tuvieron más ayudas que en la hora presente”. Aquellas palabras suyas, como era de esperar, no sentaron demasiado bien a determinados grupos de población que las estaban entonces, y las están ahora, pasando moradas con la pertinaz crisis económica.  Inmediatamente apareció una torrencial lluvia de insultos contra él en Twitter. Era algo normal. Nunca es el mejor momento para ser pobre. En España se han recortado todo tipo de ayudas sociales durante el mandato de Rajoy y, además de ello, no es de recibo que aparezca Pérez-Maura (el bisnieto de Antonio Maura, que usó la amnistía para legalizar ocho millones escondidos en Suiza, según puede leerse en eldiario.es 17/06/2016) en un programa televisivo de gran audiencia, encima cobrando por su asistencia, para decir que “este es el mejor momento de la Humanidad para ser pobre”. En el caso de Víctor Barrio, al que Pérez-Maura hace alusión aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, parece normal que la familia del torero muerto esté indignada ante los insultos recibidos en las redes sociales, concretamente en Facebook, por un tal Vicent Belenguer y un grupúsculo de majaderos. Pero su caso no es comparable ni de coña.

martes, 18 de octubre de 2016

A vueltas en el tiovivo





Es inútil, mi niña, que el tiovivo siga dando vueltas con esos caballitos de cartón a cuestas, similares a aquel otro con el que Ángel Cordero se ganaba la vida detras de la Lonja, plasmando instantes fugaces de militares sin graduación, de criadas soñadoras, de niños con tos ferina, de invitados que hacían tiempo al banquete de bodas en Salduba… Nuestra infancia quedó registrada en una estúpida libreta escolar y en un ramillete amargo de fotos de color sepia. De nada sirve beber un sorbo de Anís La Dolores para olvidar/recordar algo que siempre se reaviva al olisquear un perfume barato, o descubrir una hoja de tilo liofilizada dentro de un libro desencuadernado por la desidia de los traslados. No sé si fue Antonio Gala el que dijo que tres traslados equivalían a un incendio. Sí, ya sé adónde van las nubes, mi niña. Verás, las nubes se alejan cada atardecer y regresan a la mañana siguiente aunque con distintos matices.
--Oiga, amigo, ¿le importa si mojo mi ensaimada en su café?
--Hombre, no sabría decirle…
Por estos lares nos hemos convertido en místicos oradores de cafetín-concierto. Los políticos arremeten unos contra otros y el contrario se defiende siempre con uñas y dientes. Y los ciudadanos de a pie observamos atónitos a unos tertulianos de televisión que sacan el plato con la frase-papilla, intentando convencernos de que son necesarios los pactos por el bien de España. “¡España, todo por España!”. Eso se lo decía García Carrés por teléfono a Tejero, al tiempo que en el Congreso de los Diputados se podía cortar el silencio. Eso también lo decía Juan de Borbón, el hombre que nunca hizo nada por España. No veo necesario que alguien tenga que inmolarse en la pira. A nadie se le obliga a estar en política ni a erigirse en salvador de nuestros destinos. Vamos a ver si de una puñetera vez dejamos las cosas bien puntualizadas.

¿De qué sirve el mazo alzado?





La estatua de El Borne, en Barcelona, obra de Josep Viladomat, donde aparece Franco si cabeza a lomos de un caballo es, además de surrealista, patética. ¿Alguien con dos dedos de frente se imagina al gallego golpista montado sobre un caballo? Hombre, si se tratase del caballito de cartón que existe detrás de la Lonja, en Zaragoza, tendría pase. Me refiero, por si alguien lo desconoce, a la réplica en bronce del caballito de cartón que hizo Rallo en homenaje al fotógrafo Ángel Cordero. Un caballito que tiene más brillo que los zapatos de charol del deán catedralicio, a fuer de subirse los turistas sobre él para hacerse selfies de recuerdo con el teléfono móvil. Las fotos oficiales de Franco no las hizo nunca Cordero, sino Jalón Ángel, de pie, con una mano sobre la mesa de despacho, vestido de general de los tres Ejércitos, con bigote y sin bigote, y con cara de pocos amigos, como de estar dispuesto a volver a querer armarla. Cordero hacía fotos a reclutas en horas de paseo, a jóvenes muchachas recién llegadas a Zaragoza para servir y a chiquillos con sus padres tras haber sido pasados con la ayuda de un infantico por el manto de la Virgen. Las estatuas ecuestres sólo se perdonan en este país si son del Cid Campeador, como la que existe en el espolón de Burgos, del general Prim, como la que se luce en Reus, o la de Espartero, en Logroño, no por el jinete de Granátula de Calatrava, que representa al que fuese regente durante un periodo de la minoría de edad de Isabel II, sino por la cojonera que gasta el equino. Vamos, que te estás tomando unos vinos en la calle Laurel, subes unas escalinatas, los contemplas detenidamente, y te entra un complejo de inferioridad de padre y muy señor mío. De Franco se comenta que sólo tenía un güito, que el otro lo perdió en la Guerra del Rif. Ángel Hilario García de Jalón Hueto, alias Jalón Ángel, invirtió su apellido, no se sabe si por imitar al norteamericano Benson Benjamín, con el que había trabajado en Francia. Y a Jalón Ángel se deben los retratos de Franco en todas las dependencias oficiales, en las escuelas, en los teleclubes, en las comisarías, en las residencias de Educación y Descanso, donde ni se educaba ni se descansaba, y en los sellos de Correos. Pero montar a caballo no parece que fuese su fuerte, ni con cabeza ni sin ella. Al menos, a mí no me consta. Ya lo escribió Francisco de Quevedo: “Reloj en torre empinado/ es vuestro capón, princesa; / pero sin ninguna pesa, / ¿de qué sirve el mazo alzado?”.