martes, 30 de marzo de 2021

Tachado por la censura

 

En el libro “Historias curiosas del franquismo”, su autor, Daniel Arasa Favá, contaba: “Hacia finales de los cuarenta con las restricciones alimenticias y de agua, se generalizó una infección: el tifus exantemático. La gente no sabía lo que era, pero le dio un nombre: el piojo verde. Entre los ciudadanos se difundió la especie de un supuesto remedio, lo que denominaba el hongo. Se trataba de una seta o níscalo blancuzco, de la familia de las talocitas (sic), que se colocaba en un recipiente con agua y se dejaba macerar. Pero quienes creían en las virtudes de la pócima, la sustancia que generaba era el mejor remedio contra dicho tifus. Se difundió de tal forma que la Dirección General de Sanidad tuvo que intervenir, prohibiendo no sólo el uso de dicho remedio sino que también se hablara de él en los periódicos. Vizcaíno Casas contaba una anécdota que muestra la absurda mentalidad de algunos funcionarios de la censura. Uno de ellos tachó de las galeradas de un periódico madrileño una noticia en la que se decía que el presidente de la Diputación, marqués de la Valdavia, había acudido a una verbena “tocado con un hongo”. (…) “El semanario Fotos publicó en 1943 en una misma página publicidad de una serie de productos para combatirla: Sarnical, Barachol, Aceite Brujo y Sulfarato Caballero”. Mariano Ossorio Arévalo, marqués de la Valdavia (Madrid, 1889-1969) dejó muchas frases lapidarias. Entre ellas: “A los madrileños les gustan sobremanera los toreros valientes y las mujeres gordas”, “La familia es una importante institución de muy difícil manejo”, o “Madrid en agosto, sin familia y con dinero…, Baden-Baden”, aunque esta última frase ingeniosa algunos la atribuyen a Francisco Silvela, líder regeneracionista del partido conservador. Baden-Baden es una ciudad alemana de la Selva Negra con unas importantes termas naturales que a mediados del siglo XIX puso de moda Eugenia de Montijo siendo esposa de Napoleón III. Ciudad en la que se inspiró Dostoievsky para escribir “El jugador” en sólo un mes de estancia. Baden-Baden es una pequeña ciudad de ensueño donde los árboles existentes entre el casino y el balneario se iluminan en rojo al oscurecer gracias a unos proyectores instalados en el césped. Es un detalle de buen gusto, como lo era, también, el hongo, o sombrero bombín de copa baja y ala redonda que aquí tachó la censura sin que sepamos por qué.

lunes, 29 de marzo de 2021

Los nuevos "sonderkommanders"

 


L
o que está sucediendo en Madrid me recuerda la película “La zona gris”, basada en la novela de la novela de
Miklos Nyiszli, donde uno de los últimos sonderkommanders se rebela contra los nazis de un campo de concentración ante la proximidad de su muerte. Los sonderkommanders eran los judíos encargados en el campo de exterminio alemán de Auschwitz-Birkenau de hacer entrar a miles de personas en la cámara de gas, arrancarles los dientes de oro, despojarles de todo lo valioso, cortarles el pelo después de muertos, introducirles en un horno y tirar sus cenizas a un río. A cambio, esos judíos recibían comida, cierto trato de privilegio y una muerte un poco más allá de la fecha prevista. La derecha madrileña apoya a Díaz Ayuso sin fisuras, esperando la promesa a los empresarios de la rebaja de medio punto del IRPF y manteniendo, en contra de lo que afirman los expertos sanitarios, la prioridad de “salvar” la hostelería y los locales de ocio nocturno por encima de la salud. La llegada masiva de ciudadanos franceses a Madrid, donde se permiten cosas prohibidas en París, y el vergonzoso espectáculo de borracheras y situaciones estrambóticas que éstos dan en la noche madrileña, ponen de manifiesto que España, por desgracia, es diferente. A nadie se le escapa que la llegada de turista ha supuesto para las arcas del Estado hasta el 15% del PIB. Pero el coronavirus todo lo ha trastocado y el chiringuito hispano se encuentra en sus peores momentos. Con estos bueyes hemos de labrar. Es lo que toca. Los políticos de la derecha, como digo, han hecho suyo el dicho de “cuanto peor, mejor”. Unos miran de reojo la subida de Vox, que tiene forma oblonga, como si fuese el coco; otros huyen a botepronto como ratas presurosas del barco de Ciudadanos; y el presidente del Gobierno endosa a los presidentes autonómicos su responsabilidad sobre la pandemia. Y en las reuniones periódicas del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, donde se establece un marco común de actuaciones coordinadas y de recomendaciones, siempre aparece como guinda del pastel la nota discordante de los responsables de la Comunidad de Madrid; que, sorprendentemente, se oponen por sistema a los acuerdos consensuados. Se está dando la paradoja de que un madrileño puede ir desde Barajas hasta París, presentando la PCR que exige Francia. Sin embargo, si reside en Toledo, donde no hay aeropuerto, no puede cruzar en coche a Madrid para tomar un vuelo salvo que cuente con una causa de fuerza mayor. La revista Paris Match se hace eco del contraste entre el Zendal (que costó un Congo) donde los pacientes no tienen visitas, ni televisores, ni privacidad, con las calles madrileñas, donde reina el desmadre. Pero Díaz Ayuso, pese a las recomendaciones de los virólogos, sigue manteniendo que” hay un ligero descenso en la incidencia”. Miente. También los sonderkommanders que la encumbran.

 

sábado, 27 de marzo de 2021

Lo principal y lo accesorio

 


Este es un país de difícil consenso. No nos ponemos de acuerdo en cosas tan sencillas como reconocer quién inventó la tortilla de patata. Gregorio Marañón, que escribió un prólogo al afamado libro de cocina de Nicolasa Pradera, “La cocina de Nicolasa” (1933), fundadora del restaurante Nicolasa, de San Sebastián, y de la que también fue su médico particular, también escribió como médico endocrino en su ensayo “Gordos y flacos” (1926) acerca del problema de la obesidad; y en otro ensayo, “Nuevas meditaciones sobre la cocina española” (1933), hacía referencia a la leyenda negra de nuestra cocina española y la importancia de las cocinas regionales. En algo fue rotundo cuando afirmó: “El que sepa cuál es la sacerdotisa que ejerce en cada ciudad el rito ininterrumpido de la cocina tradicional; el que tenga acceso a esta o a la otra mansión en la que se rinde culto a la mesa castiza; el que conozca en cada provincia cuáles son los productos indígenas adecuados, ese hombre gustará de delicias inefables y cuando viaje por otros países, por maravillosos que sean, recordará con nostalgia la calumniada cocina ibérica”.  Como bien recuerda Ana Vega Pérez Arlucea, más conocida como Biscayenne, en un brillante artículo en la revista Yantar (14/03/19) refiriéndose a Marañón: “Lo más curioso es que un hombre como él, devoto declarado del bacalao con sus diferentes salsas, eligiera precisamente la salsa como enemiga mortal. En casi todos sus textos sobre alimentación hizo hincapié una y otra vez en lo que él consideraba la razón de todos los males: el unte sin moderación”. En una entrevista, en 1928, llegó a decir el ilustre médico que ‘las salsas son la causa, con la costumbre de mojar pan en ellas, de que en España sean casi todos tontos’. Y en otra ocasión manifestó que ‘la gran tragedia de la gastronomía española era que las salsas tapaban el sabor verdadero del plato en vez de realzarlo o complementarlo’. A mi entender, eso no ocurre siempre. Hay ocasiones en las que las salsas encumbran el plato; en otras, por desgracia, lo arruinan. De cualquier manera nunca serán las protagonistas, a pesar del famoso dicho: “más vale la salsa que los caracoles”, que se emplea cuando lo principal tiene menos valor que lo accesorio. A veces ocurre.

jueves, 25 de marzo de 2021

Entre el silbido y la magia

 
A mi entender, debería procederse a crear hoy mejor que mañana el grado en Filología del Silbo Canario, que es lo que usan los isleños de La Gomera y de El Hierro para entenderse en la lejanía. No es fácil entenderse por silbidos, algo que sólo practicaban los pastores para ordenar a los inteligentes perros el repliegue del ganado y el pajarito Pinzón, que todo lo que veía se lo transmitía a los Reyes Magos. Dicen que fue un “invento” de Radio Zaragoza en la década de los 60 (cuando era la emisora EAJ 101) donde alguien hacía silbar a  un artilugio de plástico con agua y traducía la locutora Pilar Ibáñez, que leía las cartas que los padres enviaban a la calle Marina Moreno, 21, consiguiendo que muchos chavales tuvieran la oreja pegada a la radio en los días previos a la Navidad. El programa se hacía por las tardes y estaba patrocinado por el ya desaparecido Bazar X. El pajarito Pinzón y el Ratoncito Pérez,  fueron dos animalillos mágicos en la niñez de los que ya peinamos canas. El ave era un chivato que decidía de alguna manera a quiénes había que poner juguetes o un saco de carbón; el roedor,  según relato del jesuita Luis Coloma, se encargaba de recoger los dientes que se les caían a los niños y que debían colocar bajo la almohada para recibir un modesto premio. Aquel ratoncito tuvo hasta una vivienda en el número 8 (entonces número 12) de la madrileña calle del Arenal, donde se encontraba la Confitería Prast. Por esa razón, el ratoncillo dormía dentro de una caja de galletas. La confitería la fundó Carlos Prast Julián, un turolense de Vivel del Río Martín. Era proveedor de la Casa Real desde 1863 y fue el primero en “acuñar” las famosas monedas de chocolate. Murió en Madrid en 1903. Benito Pérez Galdós hace referencia a esa confitería en “España trágica” (número 42 de los “Episodios Nacionales”), en su novela “La desheredada” y en “Lo prohibido”. También la menciona Emilia Pardo Bazán en su cuento “En tranvía”.

miércoles, 24 de marzo de 2021

Un interesante libro de Gómez Alfaro

 


En el libro “Escritos sobre gitanos“, de Antonio Gómez Alfaro, leo en el prólogo de Jesús Salinas Catalá que “la pragmática de 1499 disponía el corte de orejas de los gitanos que no renunciaban a la vida itinerante y no ejercían trabajos que permitieran conocer sus medios de vida. La medida se aplicaba de forma general a vagabundos y otros delincuentes o peligrosos sociales. Ese corte de orejas se sustituyó en 1783 por la aplicación de una marca de fuego en las espaldas. Se eximía del sello a los menores de 16 años, considerando que aquella marcación influía negativamente en la posibilidad de una inserción social”. Existe mucha bibliografía sobre esa etnia de romaníes al respecto: Alicante (”Gitanos de hace dos siglos”); Aragón (”Gitanos de Aragón”); Asturias (“La represión de los gitanos en el siglo XVIII”); Ávila (“Los gitanos en Ávila”); Cataluña (“Los gitanos en Cataluña en el siglo XVIII”); Elche (“Datos para la historia de los gitanos de Elche”); Extremadura (“Sobre la historia de los gitanos de  Madrid”); Montilla (“Los gitanos de Montilla piden respeto y justicia al rey Alfonso XIII”), Valencia (“Gitanos de Valencia”); Vélez-Málaga (“Gitanos de Vélez Málaga”), etcétera. Ya en el siglo XIX,  en la “Cartilla del Guardia Civil”, aprobada por Real Orden de 1852, en tres de sus artículos se le encargaba a la pareja de correría como parte de su “servicio en los caminos” una rigurosa vigilancia de los gitanos, para controlar sus desplazamientos y actividades. Aquellos artículos no fueron derogados hasta 1978. El libro de Gómez Alfaro consta de 633 páginas y fue editado por la Asociación de Enseñantes con Gitanos. Su autor falleció el 22 de junio de 2016 en Benalmádena-Arroyo de la Miel.
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