sábado, 30 de mayo de 2020

Los gustos cambian



Es cierto que se están perdiendo muchos comercios tradicionales y que donde antes había una sombrerería, o un café de puerta giratoria y mesas de hierro colado y mármol, las mejores para jugar al dominó, se hayan convertido unas veces en locales cerrados y otras, en franquicias. Así, Antonio Burgos, en ABC, siente nostalgia de “La Florentina”, una heladería de la sevillana calle de Zaragoza que acaba de cerrar la persiana; y Manuel Bohórquez, en El Correo de Andalucía, se lamenta del cierre de uno de los tablados más famosos de Madrid, “Casa Patas”, en la calle de los Cañizares. En ese sentido, comenta hoy Bohórquez que “Madrid, además, es una ciudad con una gran tradición de tablaos o tabancos desde el siglo XIX, cuando Silverio, Juan Breva, el Canario de Álora y Paco el Gandul cantaban en La Bolsa o El Imparcial, dos cafés señeros que hicieron historia. La gente dejó de ir a la ópera para disfrutar del flamenco, un arte andaluz que, curiosamente, era vilipendiado por la prensa, hasta el punto de que acabaron cerrando los cafés porque había reyertas y jaleos casi todas las noches y la gente bien presionó lo suyo. Ir a Madrid y no meterse en un tablao es como ir a Chicago y no entrar en un club de jazz”. Hay antecedentes. Ya pasó con “Los Canasteros”, en la madrileña calle de Barbieri, donde rasgaba la guitarra Melchor de Marchena, tocaba el piano Arturo Pavón y cantaba con voz cascada Manolo Caracol su “Romance de Juan de Osuna” y “La salvaora”. Los gustos, pese a lo que diga Bohórquez, cambian. Ya nadie escribe novelas, como hizo Cela con “La colmena” en el Café Europeo, en la Glorieta de Bilbao esquina a Carranza; o artículos de prensa, como hacía González Ruano en Teide, en la esquina de Recoletos con Bárbara de Braganza. No sé por qué, los cafés que inspiraron a los escritores siempre daban a dos calles; aunque, como sucedía con Teide, estuviese ubicado en un semisótano. En fin, como decía, se imponen las franquicias. Será por eso que yo, cuando me acerco por Madrid para hacer un  mandado, siempre tomo café en un “Starbucks” de la calle Fuencarral, justo enfrente del inicio de la calle Augusto Figueroa, donde hace 84 años tirotearon con resultado de muerte al teniente José del Castillo pocos días antes de que se armase la marimorena.

viernes, 29 de mayo de 2020

Gigantes o molinos



Algunos ciudadanos parecen estar nerviosos y ven gigantes donde sólo hay molinos de viento. Tanto es así que determinadas redes sociales sostenían que el Jefe del Estado llevaba en su chaqueta un  pin con un tricornio durante su encuentro con jóvenes emprendedores y empresarios. Hasta la periodista Rosa María Artal escribía: “Imagino que este pin con un tricornio del Jefe del Estado español, será una llamada para que no ensuciar la Guardia Civil con informes tan chapuza como el perpetrado sobre el 8M, la pandemia y el gobierno. Pero debería aclararlo”. Y aclarado ha quedado. La Casa Real ha informado hoy viernes que se trataba “del botón de la condecoración de la Real Orden de Carlos III, de la que el rey es Gran Maestre”. De cualquier manera, cualquier ciudadano puede llevar un pin en la solapa de su americana representando lo que le venga en gana; verbigracia: un  pin de un club deportivo, de la bandera republicana, o de nitrato de Chile. Se ven menos pines de alféreces provisionales (una estrella de seis puntas sobre parche negro) por simples cuestiones biológicas; es decir, que el más joven de ellos tendría ahora un siglo. Siendo un muchacho, incluso pude ver esa estrella de seis puntas sobre parche verde que portaba en Calatayud el hijo de un comandante de Artillería de apellido Botey. Eso sí que se me antojaba que era rizar el rizo de lo extravagante y grotesco. El color verde significa esperanza. En el caso de aquel parche no sabemos esperanza de qué. Siempre se dijo aquello de “alférez provisional, cadáver efectivo”. La realidad es que de 30.000 alféreces provisionales murió un 10%; o sea, unos 3.000 jóvenes. Pero, claro, muchos alféreces provisionales, todos ellos de la zona sublevada y que no murieron batallando, llegaron a hacer carrera en el Ejército mediante cursos de transformación. Otros se colocaron en oficinas de los sindicatos verticales, o se dedicaron hasta su retiro a dar clases de “Formación del Espíritu Nacional”, entonces obligatoria en Bachillerato, en diversos colegios de frailes. La idea de aquel símbolo se debió al general Orgaz. En palabras del historiador Ángel Viñas, ”un hombre [Orgaz] en el que se combinaban la vanidad, la falta de cultura y una cierta timidez y provocaba explosiones que asustaban tanto a civiles como a los militares”.

jueves, 28 de mayo de 2020

Pavana para un anciano difunto



El mejor homenaje que se puede hacer a las personas mayores, que parecen de cristal porque nadie repara en ellas, lo ha conseguido Yerai Fernández, un vecino de  Benimamet (Valencia), en recuerdo de los innumerables ancianos caídos por culpa de la covid 19 y enterrados en la más absoluta soledad, sin la compañía de sus familiares más queridos. Yerai ha hecho una estatua de ochenta kilos de peso que representa la figura de un viejo vestido con traje, sombrero, la correspondiente mascarilla y unas zapatillas deportivas de una conocida marca. Es la figura de un señor mayor con aspecto ye-ye que descansa sobre un malecón de cemento. Tampoco falta una placa donde puede leerse: En recuerdo a los fallecidos por covid-19". La colocación de esa escultura ha coincidido -pese a que su autor no se lo había previsto-con los diez días de luto nacional decretados por el Gobierno. Un detalle digno de agradecer. Las estadísticas señalan que 4 de cada 10 personas mayores de sesenta y cinco años sufren lo que se conoce como “soledad emocional”, que llega hasta el 48% en los mayores de ochenta años. José Joaquín León, en su artículo “La soledad de los ancianos”, publicado en Diario de Cádiz (27 de mayo, 2020) contaba que “cuando empiezan los días de luto oficial, se debe recordar que las principales víctimas del coronavirus han sido los ancianos. En las residencias de mayores se han vivido escenas más propias de la barbarie que de una sociedad civilizada. También en algunos hospitales (sobre todo de Madrid y Barcelona), donde era tal la acumulación de enfermos que dejaban morir a los mayores porque no había tratamientos para todos”. (…) “Se ha llegado a publicar que han arruinado a una generación de jóvenes para prevenir a los ancianos. Cuando esa generación ha sido mantenida en los momentos de dificultades por sus mayores: con sus pensiones compartidas, con el cuidado de los nietos, con el esfuerzo que hicieron personas modestas para que sus hijos estudiaran y tuvieran un futuro mejor”. (…) “Cuando por fin el Gobierno dedica a las víctimas del coronavirus el recuerdo que se merecían, con el luto oficial, no olvidemos que sobre todo es un homenaje a una generación de mayores. Ellos han dado por los demás todo lo que tenían, incluso su vida”. La estatua de Yerai Fernández lleva implícita el silencio mudo, perdonen el pleonasmo, de esas personas que parecen transparentes y que ya no están entre nosotros. Murieron por un  proceso vírico. También de pena, como los perros abandonados en la carretera.

"¡Y tú, más!"



Mientras en España se amontonan los muertos, en el en Congreso se tiran los trastos a la cabeza el vicepresidente Iglesias y la diputada Álvarez de Toledo. Sacar los trapos sucios del FRAP (creado en 1973 y desaparecido en 1978) con la que está cayendo en este país me parece, cuanto menos, algo que está fuera de lugar. A nadie se le debe echar en cara algo que hizo su padre, o su abuelo, porque si nos dedicamos ahora a este tipo de “deporte” hasta podría suceder que no saliésemos ninguno indemne. Como señala Manuel Bohórquez hoy en El Correo de Andalucía, “suponiendo que [su padre] militara de verdad en el FRAP, aunque no matara a nadie, es algo que tiene que ver con el padre de Iglesias, no con él. Recordarán cuando el señor Iglesias calificó de 'terrorista' al empresario  Amancio Ortega: 'Con un 25 % de paro, Amancio Ortega tercero en el ranking mundial de ricos. Democracia, ¿dónde?; terrorista, ¿quién?'. Esto es lo que dijo el vicepresidente en su cuenta de Twitter en 2012. Así que tenemos tema, algo lamentable porque no aporta absolutamente nada a la política actual, solo crispación, mal rollo y alimento para que crezca el odio, que ya está bastante crecido. Ahora empezarán a sacar del cajón de la memoria a padres y abuelos de diputados con las manos manchadas de sangre para que no baje el nivel de tensión en el país”. Lo que yo decía: “¡Y tú, más!”.

miércoles, 27 de mayo de 2020

El lío del lenguaje inclusivo



El lenguaje inclusivo me produce dolor de cabeza y la pretensión del Gobierno de trasladar al “tocho” constitucional del que algunos han hecho su Biblia ese lenguaje inclusivo, ni te cuento. (Recomiendo la lectura del “Informe de la Real Academia Española sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas”). Ninguna mujer, a mi entender, debe preocuparse cuando, por ejemplo, la persona titular de un Ministerio señale que  “la pensión de los jubilados está asegurada por ley”. Dentro del adjetivo “jubilado” (del verbo “jubilar “= conjugar) se entiende (como el valor en la cartilla de la mili) que se refiere tanto a hombres como a mujeres. Leo hoy en la prensa que Margarita Robles  introduce  el lenguaje inclusivo en el Ministerio de Defensa en el último BOE sobre la organización de las Fuerzas Armadas, al sustituir la expresión "el ministro de Defensa" por "la persona titular del Ministerio de Defensa". Añade la prensa que “ello causa sorpresa entre generales y almirantes por estos cambios de nomenclatura”. No me extraña. La estructura de la Milicia, aparentemente modernizada, está tan cuadriculada como el cerebro de las hormigas, como  la Monarquía,  o como la Iglesia. Por algo dijo el duque de Wellington, -según refiere Stanley G. Payne en la introducción de “Los militares y la política en la España contemporána”- que “España es el único país donde dos y dos no son cuatro”. A nadie se le escapa que hasta el siglo XX el ejército español fue empleado casi exclusivamente para domar disturbios y mantener el orden interno. Con eso queda dicho todo. Hoy eso sería sorprendente y de ninguna manera aceptado por la ciudadanía, que corre con todos los gastos. También, España es el único país del mundo donde a los que fueron presidentes del Gobierno se les sigue llamando de manera oficial “presidentes” y al anterior jefe del Estado se le sigue llamado “rey”, pese a su abdicación en 2014. Porque lo de “rey emérito” está fuera de lugar. El único “mérito” de Juan Carlos de Borbón fue haber sido designado sucesor por un general golpista ganador de una guerra. Que yo sepa, el adjetivo “emérito” hace referencia a un profesor de universidad que sigue dando clases tras su jubilación, en reconocimiento a sus méritos, o a los obispos que por su avanzada edad dejan de gobernar una diócesis. Emérito es el participio de los verbos latinos emereo y emereor, que significaban “cesar en el servicio militar, obtener la licencia”. Lo que sucedió fue que, ante una situación imprevista, Mariano Rajoy emitió un Real Decreto (470/2014, de 13 de junio, por el que se modificaba otro Real Decreto (1368/1987, de 6 de noviembre) por el que se conservarían los mismos honores que el heredero de la Corona. Pero, a mi entender, sí será necesario modificar algo en la Constitución en el supuesto de que algún día reinase la actual princesa de Asturias. En la actualidad no aparece la palabra “princesa” en la Constitución y la palabra “reina” sólo aparece como consorte del jefe del Estado a título de rey en el artículo 58, muy de pasada. Todo se andará -como decía un maestro de escuela- si la vara no se rompe.