jueves, 29 de abril de 2010

Una belleza muy particular

Hace un año, Daphne Todd se pasó tres días pintando el cadáver de su madre. En ese tiempo después de muerta hubo cambios en el cuerpo de la extinta. Dijo la pintora que "los cadáveres van cambiando. También las formas. El líquido que tienen dentro se dirige hacia los brazos a la altura del codo". Personalmente he visto en la prensa una foto del cuadro “Último retrato de madre”, que así se llama, y me ha causado una impresión difícil de describir. No hay livideces cadavéricas. Utiliza tonos cálidos y unos reflejos de luz magníficos, como en las pinturas de Sorolla, en los que la anciana apoya la cabeza y medio cuerpo sobre un almohadón oceánico. Tiene la boca abierta, los ojos cerrados, piel sobre huesos, nariz recta, tripa abultada y una pulsera hospitalaria en el brazo izquierdo. A Anne Mary Todd, que así se llamaba la difunta, le encuentro un raro parecido a esas cepas centenarias que han sobrevivido a la filoxera, a los gusanos blancos, a las polillas del racimo, a las termitas, a los ácaros tetraniquidos y a la acariosis. La señora Todd podría haber sido disecada sin esfuerzo del taxidermista. Y su hija, Daphne, se ha embolsado 25.000 libras esterlinas como finalista del premio BP. Lo importante ahora es conocer en qué pared puede colgarse el óleo sin que produzca desasosiego su contemplación. Según la pintora, “tenía una belleza muy particular”. No lo pongo en duda. Por algo se lo habrán gratificado. Lo que sucede es que hay hermosuras que mi vista no metaboliza. Algo similar a lo que le ocurre a mi perrillo con el chocolate.

martes, 27 de abril de 2010

Hacia el precipicio

Pues va a tener razón Fernando Savater cuando afirma que “está visto que para la derecha española todas las religiones son malas excepto la católica, lo mismo que para la izquierda todos los falangistas son malos menos Samaranch”. De cualquier manera, ya deberíamos saber a estas alturas de la democracia que la educación, por fortuna universal, debe de estar por encima de los velos y de las mantillas, de la misma manera que la Medicina en España, también universal, está por encima de los estratos sociales. Gracias a Felipe González, al César lo que es del César, no existe niño sin colegio ni enfermo sin derecho a ser atendido en sanatorio. Pero, ¡horror!, según lo que percibes por la prensa durante el desayuno de cada amanecer, ya no sabes si eres español o ucraniano. Hoy, por ejemplo, se me ha avinagrado el cruasán dentro del estómago leyendo a Hermann Tertsch en las páginas de ABC. En su artículo “El odio de la miseria moral”, el primo de la fallecida ex vicepresidenta de la Comisión Europea y ex ministra Loyola de Palacio arremete contra todo lo que se mueve. Manifiesta que “hay gente con mucho miedo y gente con enorme entusiasmo en la venganza”, para continuar señalando que “los alardes de revanchismo comienzan a adquirir unas dimensiones y una aceptación oficial, un apoyo gubernamental y una cobertura por parte de todos los medios comprados o chantajeados por el Gobierno que dan auténtico miedo”. Hombre, Tertsch, ¿usted cree que se volverán a abrir cualquier día las checas de San Bernardo, de Fomento, del cinema Europa y del palacio del conde de Eleta? Porque, escuche, una cosa son los pañuelitos, o sea, el hiyab de la pobre Najwa y otra cosa muy distinta que usted asegure que “la oleada de odio pergeñada por nuestro Gobierno contra la mitad de nuestro propio pueblo entra en una fase de no retorno”. Si eso fuera cierto, tal y cómo usted lo plantea, tenga por seguro que ya habría adquirido unos billetes de avión para Papúa-Nueva Guinea. Eso sí, con cualquier agencia excepto con Viajes Marsans. Le seré sincero: mire, entre tener que optar entre Díaz Ferrán o usted, prefiero lanzarme de cabeza por un derrumbadero.

lunes, 26 de abril de 2010

Los soníos negros

Se llevan, dicen que para restaurar, la Piedad, del Valle de los Caídos. Ya solo falta saber qué hacemos con la Paz y el Perdón, esas tres palabras pronunciadas por don Manuel Azaña. Paz, Piedad , Perdón y ...el olvido, que diría Lorenzo Bernaldo de Quirón, quien ya dejó escrito que “cuando se abre la Caja de Pandora de una Guerra Civil, cualquier derivada es viable”. Ahora nos encontramos ante una de esas derivadas, la de rascar en las cunetas para que la Tercera España pueda aliviar el luto de las otras dos que le precedieron. Barcelona, 18 de julio de 1938. Aquellas palabras de don Manuel resonaron como un tiro de máuser en un cerro. Era un grito de angustia dirigido a la Sociedad de Naciones. O, tal vez, “El grito”, del noruego Edvard Munch, plasmado en el Ayuntamiento de Barcelona cuarenta y cinco años más tarde de que fuese pintado y guardado para siempre en varios discos de pizarra de 78 r.p.m., como los tangos de Gardel. Juan Carlos Rodríguez Ibarra, en su artículo “Víctimas vencidas y víctimas vencedoras”, escribe hoy en El País: “Se pensaba que, cuatro décadas después, las dos Españas era una idea superada por nuestra convivencia democrática. Es lamentable afirmarlo, pero no es así. Sigue existiendo la brecha que nos separa y nos divide". La manifestación en Madrid el pasado fin de semana pone de manifiesto que los discos de pizarra pueden remasterizarse para quitarles los sonidos negros de fondo. Como dijo Manuel Torre: “Tó lo que tiene soníos negros tiene duende”. Sí, y quejíos de escalofriante hondura, por donde asoma el luto.

domingo, 25 de abril de 2010

Morena Clara y todo eso

Con la muerte por suicidio de Antonio Izquierdo en la cárcel de Badajoz se disipa algo la bruma de la España profunda. Esa España de Puerto Hurraco, del Sacamantecas, del piojo verde, del viaje a Las Hurdes, de la casa de Bernarda Alba, de El Lute y de Jarabo. Esa España beneficente, sentada en el cantil y deseosa de ajustes de cuentas. Esa España en la que todos éramos sospechosos de algo, no sabría decirles de qué, pero de algo, con moradores sin esperanza, de lutos y de silencios cómplices en las tabernas, con calles tortuosas y llenas de cascarrias. Esa España en la que las tradiciones se habían hecho religión y donde sólo se percibía el ladrido de los perros. La España de los concejos y las alquerías en aldeas asentadas en páramos, donde siempre había una casona entre olmos y que de ningún modo abría las celosías de las ventanas porque la Muerte se había instalado en su interior. Los vecinos cacereños de Caminomorisco, Pinofranqueado, Nuñomoral, Casares y Ladrillar observaron una vez, como si fueran figurantes en el rodaje de “Bienvenido Mister Marshall”, el paseo a caballo de Alfonso XIII y de Gregorio Marañón, o sea, ironías del destino, del que tomó las de Villadiego y de uno de los responsables del Pacto de San Sebastián. En otra ocasión, y entonces si que fueron protagonistas, participaron en un rodaje de Luis Buñuel. Pero, como escribe Alvite, “hay personas que lamentan haber nacido en un tiempo histórico equivocado y no se adaptan a la realidad en la que existen”.

sábado, 24 de abril de 2010

Los tres espejos

Lo que quita el sueño y produce enfermedades psicosomáticas a los españoles es el despertador eléctrico de la mesilla de noche, según ha declarado Fernando Pérez. Ni el paro ni esa letra de cambio que vence pasado mañana ni la factura de la reparación del utilitario ni las cantinelas del vecino de arriba a altas horas de la noche. Algo parejo cuanta que sucede con el ‘router wifi’.Y a mí, que me encanta el cine antiguo, me sorprende ahora, una vez conocidas las declaraciones del señor Pérez, vicepresidente de la Fundación para la Salud Geoambiental, cómo pudo vivir aquel personaje interpretado por José Isbert durante una pila de años en un faro costero sin tener disfunciones en su sistema inmunológico. Me estoy refiriendo a la película Calabuch, de Luis García Berlanga. Claro, en 1956 ningún español se hacía los actuales planteamientos. La radio de lámparas producía ruidos espantosos, la televisión estaba en mantillas y en el No-Do nos informaban de cómo se inauguraban pantanos y sobre los triunfos en ajedrez de Arturito Pomar. Era una vida más en blanco y negro que otra cosa. Por aquellos años, las enfermedades severas no las producían los despertadores eléctricos, sino el bacilo de Kock, el treponema pallidum y el reumatismo crónico adquirido en presidio por haber sido republicano. Ahora, rodeados de antenas parabólicas, rayos gamma y ondas hertzianas, vemos la vida como por un caleidoscopio casero. Y, sin saber por qué, en todas las imágenes que asoman por la conjunción de los tres espejos siempre aflora la figura de Belén Esteban, esa princesa del pueblo que nunca duerme ni da tregua al descanso. A este paso, y que me perdone el señor Pérez, acabaremos todos palmando en la misma folla, o sea, de esplín

viernes, 23 de abril de 2010

¡Ojo al parche!

Pues sí, parece que va a tener razón Evo Morales. Últimamente (también dice que le ocurre algo parecido a Pilar Rahola), estoy notando que me crecen las tetas. Voy a tener que dejar de ir a ese maldito restorán del polígono industrial, donde se mezcla la grasa de los monos de trabajo en los asientos y en los manteles de papel con el raro líquido aceitoso que desprende el pollo al’ast con el añadido de las hierbas provenzales. Me cuenta un amigo muy sufrido, que lleva demasiado tiempo malviviendo a pupilaje en una sórdida casa de huéspedes, que las hormonas femeninas añadidas a los pollos picantones se disipan en el organismo humano si se alterna su ingesta con hojas de lechuga en ensalada. Contiene, dice, b-caroteno. Mi amigo, el sufrido pupilo, cuanta y no acaba sobre las virtudes de la lechuga en ensalada. Sólo exceptúa la variedad “iceberg”, a la que le ha pillado manía. En fin, lo de Pilar Rahola, pase. Pero, ¡ojo al parche!, comprendan que lo mío es distinto. Conque, una de dos: o dejo de comer pollo frito de inmediato, o me veo sobre un tablao flamenco y con vestido de faralaes y lentejuelas cantando “Torre de arena”.

miércoles, 21 de abril de 2010

El científico don Evo

¡Válgame san Cojoncio la que ha montado Evo Morales con el tema de los pollos! Una de dos: o comemos ese auténtico pollastre de corral como el que nos servían en el restorán con motivo de un casamiento por la Iglesia, naturalmente, durante la época del hambre, o estamos los europeos condenados a ser en poco espacio de tiempo sarasas calvos. Este personaje de origen indígena, de suéteres de lana de camélido y de abundante mata de pelo, hoy octogésimo cuarto presidente de Bolivia, nos ha salido un erudito a la violeta con aires de científico capaz de hacer sombra al mismísimo Eduardo Punset. El antiguo sindicalista del Trópico Cochabambino, el coronado Túpac Amaru al que la ONU declaró Héroe Mundial de la Madre Tierra por su lucha ecologista, nos deslumbra ahora con importantes descubrimientos. Resulta que, siempre según don Evo, la homosexualidad y la alopecia son consecuencia directa del abuso de transgénicos. Y todo por malcomer pollos picantones, o pollos tomateros, rebosantes de hormonas femeninas. Pero, por aquello de que el Bernesga pasa por León, don Evo también le ha dado un varapalo al refresco “Coca-Cola”, como genuino emblema del capitalismo. O sea, en Europa la mitad de los ciudadanos somos o seremos calvos por consumir pollos picantones, sopa de “avecrem” con fideos, alas con jengibre al ajo y fricasé; y la otra mitad, homosexuales redomados. O ambas cosas al mismo tiempo. Respecto a la bebida refrescante por él citada, parece ser que sólo sirve como desatascador de desagües. No sé que hubiere dicho al respecto el oscense Julio Alejandro de Castro Cardús, que además de guionista de Luis Buñuel en su etapa mexicana y marino mercante, guisaba el mejor pollo a la chilindrón de que se tiene memoria. Murió mientras charlaba con Rafael Azcona. ¡Menos mal! Seguro que escuchado a don Evo Morales, le hubiese dado un síncope de inmediato. Pero de haber caído su “Breviario de los chilindrones” en manos del prócer boliviano, éste hubiera cambiado su discurso en esa “Primera Conferencia Mundial de Pueblos sobre el Cambio Climático y la Madre que le Parió.” Vamos, seguro.

martes, 20 de abril de 2010

Libros

Esta mañana se presentaba en Bilbao “El asedio”, la última obra de Arturo Pérez Reverte. Y a su autor no le han dolido prendas para asegurar, refiriéndose a los españoles, que "somos especialistas en perder oportunidades históricas". Supongo que Pérez Reverte se referiría a que los españoles no supimos respetar la Constitución de 1812. De paso, ha lamentado que en España “no haya habido una revolución que en su momento barriera a curas, reyes y aristócratas, unas fuerzas reaccionarias que siguen todavía hoy aquí poniendo bastones en las ruedas del camino del progreso". Tiene razón. Los españoles del s. XIX prefirieron el regreso del felón Fernando VII y el “¡viva las caenas!” que el aire renovador que hubiese supuesto, sin duda alguna, la permanencia en el Trono de España de José Bonaparte. En fin, abrigo la esperanza de que la Nueva Historia de España escrita por Pío Moa, recientemente presentada en sociedad, nos aclare éstas y otras cosas. De momento, en unas originales declaraciones, ya ha afirmado que “los antifranquistas son los que ponen en peligro la democracia”. Ya les digo, debemos leer a Pío Moa si queremos tenerlo todo claro. Mejor aún si su trabajo llevase un extenso prólogo, que todavía no lo sé, de César Vidal o de Ricardo de la Cierva. Eso ya sería la rehostia.

lunes, 19 de abril de 2010

La batalla de Pavón

No pretendo historiar la batalla que, en 1861, puso fin a la Confederación Argentina y a la incorporación de la provincia de Buenos Aires. Me estoy refiriendo a Pablo Sebastián que, bajo el pseudónimo de Aurora Pavón, se despacha a gusto en su artículo “Pedro J. Y Cebrián se aman”, en el número 6 de República de las Ideas. Esa Aurora Pavón que ya escribía en el ABC de la etapa Anson con la misma virulencia que lo hace ahora, (en aquella etapa arremetiendo un día sí y otro también contra la política de Felipe González), señala en un párrafo vergonzoso: “El País, en un vulgar panfleto exclusivamente dedicado a airear los trapos sucios de la oposición y a defender al desvergonzado Garzón de las iras de la Falange Española y del Movimiento Nacional franquista, del que Cebrián lleva sangre en las venas y del que fuera un gran preboste su papá. ¡Qué pena de periódico, ni sombra de la que fue!”. Este hombre, hoy presidente del periódico online, no deja títere con cabeza. Su rabia contenida, ¿hacia quién?, le hace padecer una especie de trastorno bipolar de difícil manejo hacia todo aquello que representa el grupo PRISA. Enjuicien lo que comenta en otro párrafo: “Pero si te acercas al otro lado del jardín de la Moncloa te encontrarás al pobre académico de La Lengua, Juan Luís Cebrián, tocando el organillo, y con el joven Polanco -al que Cebrián lleva a la ruina-, vestido de edecán, haciendo cabriolas y pasando el cazo como un simpático tití”. Me parece intolerable. En fin, ya no sé si lo suyo tendría arreglo a base de tomas de carbonato de litio, o sería más razonable dejarlo por imposible.

domingo, 18 de abril de 2010

La barra de uranio

En su artículo de hoy, "La tumba", Manuel Vicent, a propósito de lo que está sucediendo en España como consecuencia de la apertura de un proceso penal contra el juez Garzón, señala que “otros más suspicaces dudan que Franco haya muerto, porque precisamente esa enorme cruz proyecta todavía desde las breñas de Cuelgamuros la sombra del dictador sobre todas las instituciones de la democracia”. Aquí, a mi entender, no es que hayamos regresado a las dos Españas machadianas, sino que la brecha dejada por la Guerra Civil y los casi cuarenta años posteriores de falta de libertades ciudadanas son de difícil asimilación. La Derecha suponía que la Ley 46/1977 de 15 de octubre, de Amnistía, iba a dar carpetazo a los crímenes del franquismo. Pero en lo que respecta a los crímenes de guerra y a los crímenes contra la humanidad, la imprescriptibilidad se afirmó mediante la Convención de las Naciones Unidas de 26 de noviembre de 1968 relativa a la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad. Es decir, de acuerdo con dicha Convención, los crímenes franquistas son imprescriptibles. Otra cosa es que, a estas alturas del siglo XXI, resulte casi imposible poder juzgar a los responsable de aquellas atrocidades, cometidas tanto durante la guerra como después de la guerra, por haber fallecido los autores o por su ancianidad. Pero una cosa es cierta: la Ley 52/2007 de 26 de diciembre, de la Memoria Histórica, ha puesto muy nerviosos tanto a los herederos directos de los asesinos, como a los herederos políticos, que son legión. Así, la Sala Penal del Tribunal Supremo decide por unanimidad el 26 de mayo de 2009 abrir un proceso al juez Garzón por un delito de prevaricación durante la instrucción de la causa por las desapariciones del franquismo, en querella promovida por el sindicato Manos Limpias, dirigido por Miguel Bernad Remón, uno de los responsables del partido ultraderechista Fuerza Nueva. Con posterioridad se une a la querella la asociación Libertad e Identidad y el partido Falange Española. Pero la Fiscalía se manifiesta en contra y pide su archivo. Lo que viene después no hay necesidad de ser relatado. Está en las hemerotecas. Un poco más adelante, Manuel Vicent, en ese mismo artículo, señala: “A estas alturas lo realmente escandaloso debería ser el miedo reverencial que sienten los demócratas españoles hacia ese panteón faraónico –haciendo referencia al Valle de los Caídos--, como si esa olla de hormigón guardara una barra de uranio que puede liberar una incontrolada carga radioactiva muy peligrosa”. Y en esas estamos.

sábado, 17 de abril de 2010

El cenizo

Ayer, después de haber leído el último artículo de Jaime Peñafiel en el periódico digital “La República de las ideas.es” comentaba, entre otras cosas, que ese periodista palaciego no sabía distinguir entre los verbos deshacer y desechar, en su referencia a los “desechos de tienta”. Pues bien, hoy observo en el número 4 de esa publicación online que se ha producido la corrección correspondiente. Es sólo un detalle sin importancia. Actualmente preocupan más otras cuestiones mucho más serias. Hace un año, la OMS nos metió a todos el diablo en el cuerpo con una posible pandemia de gripe A y con el virus H1N1. Ahora es un volcán, el Eyjafjälla, el que está poniendo en jaque a la aviación comercial y a las autoridades sanitarias, preocupadas por si inhalamos el polvillo. Debido a que las cenizas «son materiales piroclásticos muy finos y muy porosos y que pueden recorrer distancias muy considerables», según recuerdan los vulcanólogos, hasta podría suceder que el año próximo nos quedemos sin verano por el efecto refrigerante de sus cenizas, como ya sucedió en 1783 por causa del mismo volcán islandés. De momento, las cenizas deletéreas ya alcanzan el norte de España. Tendremos que tocar madera o, mejor aún, mandar a la hoguera al cenizo, porque aquí siempre hay un cenizo; que, como el tonto del paseo, se lleva todas las bofetadas. Está claro que el que se está llevando todas las tortas es Garzón, aunque el cenizo, el verdadero cenizo que trae mala suerte o se la trae a los demás parece que es Rajoy. Con la que está cayendo, el jefe de la Oposición permanece en la inopia con impasible ademán, como si fuera un peatón que, cansado de caminar cor callejuelas llenas de cascarrias, se hubiera sentado en una mesa de velador para leer la prensa y tomar una pinta de “Guinness”. Pero, ¡cuidado!, que tal y cómo afloran las porquerías internas de su partido, ya se encargará Esperanza Aguirre y su combo en el próximo Congreso de aventar los restos de su cadáver, tras su incineración política, para aumentar los materiales piroplásticos sobre la atmósfera y, de paso, poderle echar la culpa a Zapatero.

viernes, 16 de abril de 2010

Corona sí, pero torreada

En el tercer número del periódico digital “República de las ideas.es”, aparece un artículo de Jaime Peñafiel, titulado Esa chorrada de “la república coronada”, que no tiene desperdicio. De entrada, en el tercer párrafo, refiriéndose al programa “La Noria”, de Tele 5, afirma: “nunca sabes lo que va a salir por el chiquero. Unas veces es un deshecho (sic) de tienta, otras auténticos “vitorinos” cuando no “miuras”, que es lo mismo”. Ya empezamos mal. Peñafiel confunde los verbos deshacer con desechar. Pero, al certificar las corridas de toros que a él le toca lidiar, hace referencia a Iñaki Anasagasti, senador al que compara con un astado de “divisa verde-blanca-roja y hierro del PNV”. En su artículo “Sobre el calamar”, Julio Camba dejó escrito que “el calamar se parece al periodista en dos cosas fundamentales: en que puede tomar a voluntad el color que más le convenga y en que se defiende con la tinta”. Este compañero de la prensa submarina, me refiero al el calamar, supongo que podría impartir clases de reciclaje a ciertos periodistas que van de “sobrados” por la vida si tuviese la capacidad necesaria como para subirse en una tarima y poder vocalizar. Naturalmente que el escudo de la República lleva corona, como cualquier madrileño puede comprobar con sólo observar el frontis de la Estación de Atocha. Pero esa corona es torreada. Este periodista cortesano, pero de cuando Fernando VII usaba paletó, debería saber que ya en la mitad del siglo III a. de C. se fecha un relieve votivo del Palazzo Reale de Venecia, donde Cybeles aparece de pie con tympanon, cetro y corona torreada junto a un león; y delante de ella se encuentran Attis y dos oferentes. Pero las ramas de su obsesión enfermiza contra Letizia Ortiz no le deja ver el bosque de una soberanía residente en el Pueblo. La corona torreada, y eso debería saberlo Peñafiel, no tiene nada que ver con la sangre azul, sino con el trofeo que se concedía a aquel soldado que primero escalaba la torre durante los ataques. En otro párrafo del mismo artículo, Peñafiel se despacha de esta guisa: “otra cosa es que el Borbón actualmente reinante, con ese olfato político heredado de su padre, prefiriera , en su día, ser el soberano de un país gobernado por la izquierda. Sabía que si tal cosa sucedía, su persona, como rey, estaría consolidada. Otra cosa es la Monarquía como Institución. A diferencia del Reino Unido, en España apenas se deja sentir porque monárquicos, pocos; juancarlistas, millones. Con el peligro consiguiente”. ¡Chupa del frasco, Carrasco! En fin, no sigo. Hago muy mala sangre.

miércoles, 14 de abril de 2010

El carné número 1005

Ha quedado disponible el carné número 1005 del Partido Popular, al haberse dado de baja María Eugenia Yagüe. Esta “plumilla” de la prensa de la bragueta no ha podido resistir que en el pueblo soriano de San Leonardo hayan hecho desaparecer una escultura en honor de su padre, Juan Yagüe Blanco, erigida por el franquismo durante los primeros años 50. Una representación grotesca a la que hace dos años unos desconocidos, con nocturnidad y ganas de acabar con semejante reminiscencia fascistoide, le cercenaron la cabeza del protagonista. Su hija protestó por lo que entendía como “una falta total de sensibilidad”. María Eugenia Yagüe, según parece,, posee un inaudito sentido de la sensibilidad, ese valor que nos hace despertar hacia la realidad, aunque no sé en cuál de sus modalidades: la extereoceptiva, la interoceptiva, o la propioceptiva. Me da igual. Me importa un carajo. María Eugenia Yagüe debería leer la reciente historia de España y el “triste protagonismo” que su padre adquirió en Mérida, en Badajoz, en Talavera de la Reina y en gran parte del valle del Tajo. Por mucho que ese tipo fuera su padre, --a la familia se la acepta pero no se la elige--, ese militar africanista, falangista y amigo de José Antonio y ministro del Aire, digo, fue responsable directo de una verbena de sangre y muerte. Le recomiendo a María Eugenia que lea “Las matanzas de Badajoz”, de Rafael Tenorio, (Tiempo de Historia, número 56, julio 1979). Tal vez su exquisita sensibilidad no le permita leer la parte que hace referencia a las fotografías hechas por algunos oficiales alemanes al servicio de Franco que se dieron el gusto de fotografiar cadáveres castrados por los moros. Hoy, 14 de abril, me apetecía contarlo.

martes, 13 de abril de 2010

La vida en un guión

Leo en las páginas de El País que “la vida de Mario Conde llegará a la pantalla en forma de miniserie producida por Boomerang”. A mi entender, el ex banquero y abogado del Estado no precisa en modo alguno que le forjen un guión. Su recorrido durante los últimos veinte años está presente en todas las hemerotecas y en gran parte de los cronicones de la Piel de Toro. En la actualidad, Conde, que no pierde aceite ni pierde con su negocio del aceite, también participa en la tertulia televisiva “El gato al agua” y dispone de un blog personal, en mi opinión asaz atractivo. A las cadenas de televisión les ha dado de un tiempo a esta parte por las biografías: el Rey, la Reina, Suárez, Ana de Éboli... Los guiones biográficos han cristalizado en un recurso de provecho para libretistas de cine, de televisión, e incluso para escritores que arden en deseos de acudir a esa rifa dudosa de los premios literarios. En ocasiones hasta se permiten los autores retozar con los protagonistas, fabricando insólitos giros con retornos al pasado y su vuelta al presente. Carlos Rojas, con su “El ingenioso hidalgo y poeta Federico García Lorca asciende a los infiernos”; John Kennedy Toole con “La conjura de los necios”, sobre la vida de Ignatius J. Reilly; o Maruja Torres, que con su “Esperadme en el cielo” maneja a sus amigos muertos, Terenci Moix y Manuel Vázquez Montalbán con innegable desenvoltura. No le resulta difícil apandillarse con ambos genios en el Más Allá; y , a partir de ese antecedente, maniobrarlos como si fuesen de plastilina con el añadido de facilitarles el ardid del gracia de la omnipresencia, o sea, Hollywood, Alejandría, el Raval barcelonés de la posguerra, o el madrileño Parque del Retiro. También es verdad que el “Nadal” ya no es lo que era.

lunes, 12 de abril de 2010

De vergüenza

La página web del Vaticano (www.vatican.va) difunde estos días una guía redactada en 2003, cuando Ratzinger, siendo cardenal, era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Dicha guía, que si no fuese patética más bien parecería sacada de “La Codorniz”, hace referencia al fenómeno de la pederastia considerada dentro de las normas del clero. Curiosamente, dicho sea de pasada, nos enteramos ahora de que insignes cardenales cobraron años atrás del morfinómano y pedófilo Marcial Maciel, fundador de la Legión de Cristo, casi 500 millones de euros por “comprar” su silencio. La guía que ahora nos ocupa consta de tres apartados. En el primero de ellos se hace referencia al procedimiento preliminar, señalando que “cuando se produzca una denuncia de abuso a un menor por un clérigo, la diócesis local será la encargada de investigar el hecho”. En el segundo apartado se informa de los procedimientos autorizados por la Congregación: “una vez que esté en manos del dicasterio, éste puede pedir más información. El acusado podrá presentar recurso; pero, en el caso de ser declarado culpable, se le puede expulsar al estado laical. En la tercera parte, la guía explica qué sucede cuando los delitos son muy graves. Curiosamente, esos delitos y todos los demás prescriben diez años después de que el menor haya alcanzado la mayoría de edad. O sea, la Congregación para la Doctrina de la Fe no dice nada sobre la obligación de proceder de inmediato a denunciar al pedófilo en los Tribunales de Justicia. Por otro lado, da por hecho que, pasado el tiempo de diez años, al que fuese niño ultrajado ya no le queda trauma alguno. Y, finalmente, la Iglesia Católica, en caso de abusos graves del clérigo, se limita a facturale a gastos pagados a la vida civil para que continúe haciendo de las suyas; es decir, meando fuera del tiesto. Vamos, de vergüenza.

domingo, 11 de abril de 2010

Dormidos artículos

Los artículos de prensa que me gustan, después de haberlos leído detenidamente, los recorto y guardo en un cajón ya casi rebosante de documentos. Y allí permanecen, junto a las escrituras de mi chabola en vertical, hasta el día en el que decido hacer limpieza general. Entonces los saco para que se oxigenen y, después, los vuelvo a leer y a dejar en su sitio hasta el siguiente zafarrancho. La vida consiste en la estratificación de lo que admiras. Limpiar cajones para volver a colocar cada cosa donde estaba es señal evidente de que me gusta una cosa y la contraria. Deseo hacer hueco para otras cosas y descubro de repente que esos otros objetos, aquellos que pretendía consignar, ya no me interesan en absoluto. ¿Para qué pretendo conservar a estas alturas de mi vida la Libreta de Tropa y Movilización?, ¿y los apuntes de un cursillo sobre escaparatismo?, ¿y esa foto en el casorio de unos allegados con los que ya ni me hablo? Las cosas existentes en los cajones están bien como están, con el barniz de la flojedad. ¡Cuántas veces me herí en un dedo con alguna pestaña doblada de aquellos juguetes de hojalata de mi infancia! Las gavetas, como los nichos de los camposantos, son ficheros de negociados deplorables en cuyos fondos todavía persisten fragmentos de migajas de pan de las cartillas de racionamiento. Con aquellas libretas de hambruna terminó Arburúa, el suegro del marqués de Oreja. Los artículos se supone que sucumben a continuación de ser leídos. Pero yo los reviso aprovechando la limpieza de cajones tratando de henchirles vida. Alguna vez hasta lo logro.

sábado, 10 de abril de 2010

Viejas profesiones

Lo malo de las ancianas palanganeras es que no pasan de ser actrices de reparto. Recuerdo a una meretriz muy piadosa, que tenía despacho profesional en la sevillana Alameda de Hércules que, antes de saldar su encargo, rezaba con mucha devoción a una imagen de la Virgen, no sé si la Esperanza, la Macarena o cuál, que tenía enganchada en la empapelada pared del cuarto junto a una candelilla de aceite. Tras la plegaria de rigor, sucinta y ferviente, calaba dos dedos en el unto y se los deslizaba con la pereza de un caracol por sus partes nefandas para lubricar la galería de la pasión. Uno de aquellos dos histriones, el que pagaba la factura sin recargo de IVA, el que habitualmente regresaba a la calle derrotado en la liza, se lijaba el colodrillo con las uñas como anhelando poder entender su grotesca actuación sobre el proscenio. La anciana palanganera, que poseía insondables bandas de platisma en el degolladero y cuyo rostro reflejaba que le hubiese pasado por encima la rueda de un “jeep”, nunca se hacía preguntas. Conocía al dedillo el papel que le había correspondido en esta sociedad, pasaba desdeñosamente del cosmos y su único interés gravitaba en poder escuchar la radio, fumar pitillos mentolados, trincar ajenjo con mesura y sortear en la medida de lo posible la falta de profilaxis.

viernes, 9 de abril de 2010

Los bramidos del búnker

La caverna debería leer un editorial que The New York Times dedica hoy, 9 de abril, al juez Garzón, tildando de injusto su procesamiento. Entre otras cosa, comenta: "los verdaderos delitos son las desapariciones (de la guerra civil y el franquismo) y no la investigación" del juez español. Un poco más adelante, el prestigioso diario aclara: "si, como parece probable, se trataba de crímenes contra la humanidad bajo el derecho internacional, la amnistía de España en 1977 legalmente no podía absolverlos". Para terminar apuntando que "se tendría que permitir a Garzón reanudar esa labor a la mayor brevedad posible. España necesita una explicación honesta de su pasado turbulento, no el enjuiciamiento de quienes tienen el valor de demandarla". España, por una serie de circunstancias, no está pasando por su mejor momento. Y la caverna lo sabe y achucha hasta la extenuación. Es curioso que la querella haya sido interpuesta por el sindicato de ultraderecha “Manos limpias” y por FET y de las JONS, que tiene un pasado histórico lleno de crímenes, de barro y de mierda. Pero determinada prensa cavernícola y una emisora de radio de la Conferencia Episcopal, como si fueran el epicentro del mundo, o estuvieran en poder de la cuerda de trenzado, arremeten contra Garzón con una inquina desmesurada hacia su persona. Y a eso no hay derecho. Ni estamos en los años 30, ni aquellos que ahora se la pillan con papel de fumar y despotrican a la rosa de los vientos son los protagonistas de la novela “Madrid, de Corte a cheka”. Están, y vamos a decirlo claro, revolcados en un merengue que huele a rancio de puro trasnochado, o a mí me lo parece.

jueves, 8 de abril de 2010

Anuncios insuperables

No está mal que a alguien, en este caso al Grupo Prisa, le hagan reclamos gratis. Así, en los cortes publicitarios del programa “El gato al agua” aparece un señor de mediana edad, con una bufanda blanca sobre el cuello, abandonando un banco del parque con el diario El País bajo el brazo. Reza el anuncio: “éste es un señor de izquierdas”, o algo parecido. A continuación, vemos paseando a una joven pareja muy sonriente y con la atención puesta en una entradilla de La Gaceta de los Negocios. Entonces, la misma voz en off señala: “este es un señor de derechas”. El anuncio en cuestión me recuerda la “guerra” entre anunciantes de zumos de frutas cuando, penosamente, se situaba el producto objeto de atención cerca de otro de similares características, para demostrar la superioridad del artículo presentado sobre el producto de la competencia. No quisiera dar ideas pero, a no tardar, la Conferencia Episcopal, el sindicato Manos Limpias, o FET y de las JONS nos sorprenderá con otra proclama impactante en Intereconomía, en la que veremos a un señor con trazas de ser primo de Drácula, o de Garzón, sacando unos colmillos horribles y escupiendo en el suelo, cerca de otro ciudadano, engominado, relamido y aséptico, haciendo saludines con toque de sombrero a las damas del despacho parroquial. Ya me creo todo. Recuerden aquel eslogan lanzado por la Sombrerería Brave, situada en el número 6 de la madrileña calle de la Montera, durante los años 40: “los rojos no llevaban sombrero”. ¿Se puede superar? Yo creo que no.

miércoles, 7 de abril de 2010

Mi más sentido pésame

Ayer, el mismo día en el que moría de un infarto fulminante Guillermo Luca de Tena, venía mi hija a casa con un regalo de cumpleaños para mí. Se trataba de “Anson, una vida al descubierto”, firmado por Daniel Forcada y Alberto Lardiés. Naturalmente, no he tenido tiempo de leerlo todavía. Son 527 páginas. Anson salvó el periódico centenario cuando el barco hacía aguas. Después, Anson se marcharía a fundar La Razón. Arrastró con él a varios periodistas y se llevó consigo todos los dibujos a plumilla de Bernardo Olabarría, Pérez D’Elías, Pinto y otros que ahora no recuerdo. Yo trabajé para los Luca de Tena de forma muy modesta. Se había abierto una delegación en Aragón y al frente de la misma nombraron a Alfredo Aycart. Éste me fichó como colaborador y terminé siendo el único columnista diario. Aquella aventura expansionista de Prensa Española duró poco tiempo. No conocí a don Guillermo, pero sí a su hija Catalina el día de la “presentación en sociedad” de la edición de ABC en los salones del Gran Hotel de Zaragoza. Mis condolencias para su esposa e hijas. Descanse en paz don Guillermo Luca de Tena y Brunet, marqués del Valle de Tena.

martes, 6 de abril de 2010

Enredado en la hiedra

Aquel tipo decidió cancelar la cuenta del banco el día que receló que le cobrarían derechos de custodia por la confianza depositada. Con el dinero en sus bolsillos y armado de valor se acercó hasta la tienda de motocicletas para comprar un velomotor a plazos, el cual le permitiera circular un largo trecho hasta dar con un paraje en el que se encontraba el club de carretera. En cierta ocasión prestó las ruedas al cura para que la peana con el santo pudiera rodar por las calles del poblado durante la procesión. Los cofrades y las manolas con peineta sobre el colodrillo le estaban agradecidos. Como decía José Luis Alvite, “pertenecía a esa clase de hombre al que te parece que le debes algo”. Una mañana se largó con una raquera del club en el tren a Madrid. Se le perdió la pista. Como el velomotor no podía cargar con el equipaje, lo donó a la Cofradía para que pudiesen utilizar las ruedas durante los paseos de la imagen. Tumbado en la cama de una casa de huéspedes de la calle Hortaleza se percató de que la vida siempre se enreda en la hiedra. Y se quedó dormido sobre el cobertor de dril atesorando sapiencia.

lunes, 5 de abril de 2010

Suspiros de España

Carlos Carnicero señala hoy en El Plural que “José Luis Rodríguez Zapatero puede presumir que la corrupción no ha crecido a su alrededor. Pero estamos en una sociedad que no premia la honradez sino la eficacia”. Faltan dos años para las elecciones generales y aquí estamos, a verlas venir. Los brotes verdes se marchitan; posiblemente el Banco de España deba intervenir algún banco o caja de ahorros; los pisos no se venden; la planta de Figueruelas empieza a fabricar el nuevo “Meriva” a la espera de que tenga una positiva respuesta en el mercado; la jerarquía cierra filas en torno al Papa; Álvarez Cascos “amenaza”-¡horror!- con volver a la política activa; y, sobre todas las cosas, la filóloga María Hernández descubre en Évora unos versos atribuidos a Quevedo: “"Piojos cría el cabello más dorado,/ legañas hace el ojo más vistoso,/ en la nariz del rostro más hermoso/ el asqueroso moco está enredado" que, a mi entender, superará con el tiempo a su “Gracias y desgracias del ojo del culo, dirigidas a doña Juana Mucha, montón de carne, mujer gorda por arrobas”, y firmado por un Francisco de Quevedo que utilizó como pseudónimo el de Juan Lamas el del camisón cagado. En fin, entre todos la cagaron y ella sola se murió. “La honradez y la eficacia es la síntesis de la calidad democrática, y crucial en nuestro proyecto político”. Son palabras textuales de María Luisa Carcedo, secretaria de Desarrollo Socioeconómico y Programas de la FSA-PSOE, pronunciadas en unas jornadas sobre “Calidad de la democracia: situación y desafíos”, celebradas en Gijón el mes pasado. Quevedo, en cambio, aclara que “lo que se queda en el pañuelo de la boca es gargajo, y lo de las narices moco, y lo de los ojos legañas, y lo de los oídos cera; pero lo que queda del culo en la camisa es palomino, nombre de ave regalada”.

domingo, 4 de abril de 2010

Los ecos de Cuelgamuros

Es curioso. La Derecha de este país no desea que se mente la bicha de la Ley de la Memoria Histórica. Sin embargo, el diario ABC recreó días pasados su inauguración acontecida el 1 de abril de 1959. El dictador entrando bajo palio acompañado de su mujer, cuatro cámaras de Televisión Española estratégicamente situadas, un órgano con diez mil tubos interpretando el himno nacional, humo de incienso, la colocación de cinco rosas en la tumba del Ausente, y el posterior acto religioso oficiado por el cardenal Plá y Deniel, acompañado del abad, fray Justo Pérez de Urbel, y de los frailes benedictinos. Aquí todo son inauguraciones. Estos días se conmemora el centenario de la Gran Vía madrileña. La zarzuela del mismo nombre, de Chueca y Valverde, se había estrenado en 1886, cuando comenzaron los derribos de callejuelas aledañas. En una reposición de la obra que se hizo en Madrid durante el franquismo había pegados en las paredes carteles, que decían: “Esta noche, en el Teatro Alcázar, puesta en escena de la zarzuela ‘La Gran Vía’, hoy Avenida de José Antonio”. En fin, todos, al menos los españolitos de mi generación, conocemos el “tango de la Menegilda” y el “Pasodoble de los sargentos”. Hoy ya no quedan “Menegildas”, aquellas criadas que sisaban, ni sargentos utilizados en la zarzuela como meros escribientes. Tampoco el diario ABC es propiedad de la familia Luca de Tena, de la que uno de sus miembros, Juan Ignacio, jugó un activo papel en los preparativos del 18 de julio de 1936.

jueves, 1 de abril de 2010

Entre el fervorín y la lujuria

Yo abrigaba la idea de que los atracadores, cuando se acercaban pistola en mano a los bancos, a las farmacias, o a los estancos, lo hacían con la intención de llevarse el mayor alijo posible de dinero de la caja registradora. Parecido a lo que intentó transmitirnos Eloy de la Iglesia con su película “La estanquera de Vallecas”, considerando todas sus variantes. Lo que ya no parece normal, supongo, es que un tipo de 43 años haya atracado diez oficinas de farmacia en Madrid para conseguir todas las cajas de "pastillas azules" disponibles en sus estanterías. Definitivamente, a los españoles se nos va el tarro. O nos entra un raro fervorín contemplando el paso de peanas procesiones entre el retumbar de tambores por callejuelas de difícil tránsito, o nos decidimos por poner manos arriba a los mancebos de botica a fin de conseguir grageas de sildenafilo y mantener el miembro viril en posición de presenten armas. El fervorín y la lujuria, si me apuran, tienen algo en común: el celo sumo con que se hace algo. Cuentan quienes lo saben que el acendrado fervor puede derivar hasta el éxtasis, como parece que sobrevino en el caso de Teresa de Cepeda; y que, cuando se va de meretrices, lo conspicuo surge en los preámbulos. Pero, claro, el fervor, cuando es entendido como estremecimiento profundo del espíritu, puede abrir a los creyentes las puertas del Edén; y los atracos a farmacias para acaparar al por mayor y por la brava un determinado fármaco sólo sirven para conducir a su autor directamente a la jaula. En eso gravita la diferencia.