lunes, 30 de junio de 2014

Primera estación: el Vaticano




Los reyes viajan al Vaticano, a esa corte de los milagros, para que el papa Francisco le bendiga el camino a tomar a Felipe VI, hoy en la encrucijada, y que no parece fácil en un país donde Diego Torres,  exsocio de Urdangarín, en un escrito de 87 folios al juez Castro  viene a decirle al magistrado que “la Casa del Rey estaba al tanto de todo, que se informaba con periodicidad semanal y que se revisaba toda la información de Aizoon para su control y validación”. La Casa del Rey, del anterior rey, debía ser –según se desprende de lo escrito por Torres- como una agencia tributaria para asuntos internos. De hecho, José Alejandro Vara cuenta en Vozpópuli que “hay miedo en La Zarzuela por los síntomas de depresión de don Juan Carlos”. Los pronósticos del doctor Cabanela respecto a su pronta recuperación no se están cumpliendo; los 5 viajes a los países árabes en corto espacio de tiempo todavía no se entiende para qué han servido; no ha recuperado la Corona el prestigio perdido y ahora le salen asuntos de paternidades que están por demostrar. Juan Carlos sigue teniendo tratamiento de rey y de majestad, continúa viviendo en Palacio y ostentando el empleo de capitán general en la reserva. No se entiende. El Gobierno, por otro lado, se da la mayor prisa posible para que sea aforado y sólo pueda ser juzgado, si fuese menester, por el Tribunal Supremo. Todavía no se sabe en qué quedará el feo asunto de su hija menor, pero todo apunta que la Audiencia de Palma volverá a cometer el “error” de desimputarla por segunda vez, conocida la postura del fiscal Pedro Horrach, que más parece el abogado defensor de la infanta que otra cosa y que, para consternación de los ciudadanos, se permite el lujo de “insultar” al juez instructor frente la pasividad inexplicable del Consejo General del Poder Judicial, salvo las honrosas excepciones los vocales progresistas Roser Bach, Victoria Cinto, Clara Martínez de Careaga, Rafael Mozo, Concepción Sáenz y Pilar Sepúlveda. No se debe decir, como dice el frívolo fiscal Horrach, que el juez Castro basó su decisión de mantener la imputación de Cristina de Borbón en “meras conjeturas” y que la infanta “sufría contaminación judicial por influencia de los medios de comunicación”. Tales afirmaciones no se sostienen. El papa Francisco tiene influencias terrenales y cae bien allá por donde pasa, pero de él todavía no se esperan milagros.

El eunuco Daoíz




Carolina Godayol se dio cuenta un día de que uno de los dos leones del Congreso de los Diputados, el eunuco Daoíz, carecía de bolsa escrotal y de sus correspondientes testículos. Lo puso en conocimiento de la autoridad competente y ésta decidió, conocida su manifiesta pusilanimidad, que traía más cuenta dejarlo como está, por no modificar la obra de Ponciano Ponzano, autor también del frontispicio. A Carolina Godayol le gusta que las obras estén completas, como debe ser, y el hecho de contar con un león capado en el Congreso, por mucho que se éste se llame Daoíz, le produce una cierta sensación de frustración e incomodo. Luego llegan los turistas, le hacen fotos por delante y por detrás y al regresar a sus países de origen las analizan. ¡No digamos nada si esos turistas son japoneses! Con razón podrán pensar, que el pensamiento es libre, que si la estatua leonina de las escalinatas carece de cojones ni que decir tiene lo que se supone que habrá dentro, en el hemiciclo. En la inauguración del Congreso, en 1850 por Isabel II, donde ahora están los leones Daoíz y Velarde mirando a los transeúntes de la Carrera de San Jerónimo, se pusieron en su día  dos grandes farolas que no fueron del agrado de los parlamentarios y tuvieron que ser retiradas ante sus protestas, pese al enfado del arquitecto Narciso Pascual Colomer. Se buscó otra solución, en solicitar del escultor zaragozano Ponciano Ponzano, entonces amigo de Francisco Javier de Quinto,  entonces  jefe de la Casa Real, y que le ayudaría a convertirse en el escultor oficial del Congreso. Comenzó los trabajos en bronce aprovechando cañones tomados al enemigo en la guerra de África (decía que el mármol traía mala suerte, tal vez por su estatua de la Libertad del madrileño Panteón de Hombres Ilustres; o por el panteón del general Manuel de Ena, existente en la capilla de Santa Ana, en El Pilar; o por el busto de su amigo Juan Bruil en el Cementerio de Torrero, que no sé) pero murió sin haberlos terminado. Pues bien, una vez retiradas aquellas farolas de mal gusto fue cuando Ponzano pensó inicialmente colocar dos leones. Pero la mala situación económica de España, donde los presupuestos del Estado no daban para mucho, obligó a que Ponzano utilizase para su obra materiales de ínfima calidad; es decir, yeso pintado para que pareciesen leones de bronce y diese el pego. Y la intemperie se encargó de que tales materiales no aguantasen un año de vida. Se proyectó otra pareja de leones y se recurrió al escultor José Bellver, que los esculpió de granito y de unas ridículas dimensiones. Tampoco gustaron y fueron retiradas. Y aprovechando que se habían requisado varios cañones al enemigo en Marruecos, se optó por fundirlos para unas nuevas esculturas que fuesen más duraderas. Entonces el Gobierno, que, como sucede ahora, sólo acertaba cuando rectificaba, volvió a pensar en Ponzano. La fundición se llevó a cabo en Sevilla en 1866 y se colocaron los leones Daoíz y Velarde en su actual emplazamiento en 1872. Al teniente Ruiz lo dejaron para más adelante, como a Cascorro. Y aquellos leones de piedra esculpida fueron depositados en unos almacenes del Estado en la confianza de que los madrileños se olvidasen de ellos. Pero, miren ustedes por dónde, terminaron en el Jardín de Monforte (Plaza de la Legión Española), en Valencia, para dar escolta de Rita Barberá, que es la fondona Isabel II de la tierra de las flores. En fin, a Carolina Godayol le invito  a que se acerque hasta el zaragozano Puente de Piedra sobre el Ebro para que pueda admirar in situ los cuatro leones del escultor Rallo. Están muy bien dotados, más aún que el caballo de Espartero existente en el Espolón de Logroño, que ya es decir. Sería como un desagravio hacia el eunuco Daoíz, que lo echa todo en melenas.

sábado, 28 de junio de 2014

Obispos en pie de guerra




El secretario de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, entiende que la LOMCE “no respeta el derecho de de los padres a educar a sus hijos desde sus convicciones (de los padres, no de los hijos, obligados casi siempre a sufrir los desvaríos místicos de sus progenitores) ni los acuerdos del Concordato” y desea que haya unos horarios mínimos de adoctrinamiento en las escuelas. De hecho, ya están en la Conferencia Episcopal pensando en solicitar del Gobierno un Decreto-Ley regulatorio. A mi entender, ya va siendo hora de que el Gobierno denuncie aquellos acuerdos Iglesia-Estado firmados por el entonces ministro Marcelino Oreja a finales de enero de 1979 y que no tienen sentido en un Estado aconfesional. Adoctrinar, nada que oponer, pero en las parroquias. En la Constitución Española de 1978, Título 1, artículo 16-3, se dice que “ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la I.C. y demás confesiones”. Bueno, pues muy bien. Ya se coopera con la I.C. manteniendo el sueldo del clero y dejándo sus fincas rústicas y urbanas libres de impuestos. Pero ni los enseñantes de Religión sufren concurso-oposoción como el resto de los docentes ni “las consiguientes relaciones de cooperación” deben estar a nivel del resto de las materias de estudio en los educandos. El Concordato está obsoleto, las creencias religiosas son una cuestión de costumbres más que de fe y el país no está para milongas de unos funcionarios de la Iglesia que todavía creen estar en la dictadura de Franco. Empecemos a ser serios si queremos equipararnos al resto de la Europa civilizada. El latín es sagrado, el trigo es sagrado, y la educación de nuestros muchachos debe ser un asunto de Estado. Si el excolaborador de “La Linterna” desea solicitar decretos-leyes regulatorios, que se haga parlamentario y desde su escaño lance sus propuestas al Gobierno en las sesiones parlamentarias de control, o sea, los martes por la tarde en el Senado y los miércoles por la mañana en el Congreso. ¡Ya está bien de decir gansadas!

viernes, 27 de junio de 2014

Carajicomedia




España es una democracia avanzada sobre el papel. Sólo sobre el papel. En la praxis, este país sigue manteniendo el ramalazo franquista en muchas posiciones de sus gobernantes en el poder. El caso del vergonzoso aforamiento exprés del ciudadano Juan Carlos de Borbón, donde el PP se ha quedado solo en el Congreso; los ataques al juez Castro desde la derechona por la segunda imputación a la ciudadana Cristina de Borbón; la petición del fiscal Horrach al Gobierno para “atar en corto a los jueces tipo Castro para garantizar la objetividad judicial", ¡hay que ser lerdo!; el triste papel que acaba de hacer Mariano Rajoy en Malabo ( en el entierro de Suárez procuró esconderse de las cámaras para saludar a Obiang) recabando votos en favor de la candidatura de España a ocupar uno de los sillones rotatorios del Consejo de Seguridad de la ONU durante el periodo 2015-2016, y de corrido tratar de argumentar con palabras huecas que "España quiere participar en el renacimiento de África", como si Rajoy fuese el descubridor de la penicilina; y, lo peor, la clara falta de cojones( esos que Alfonso XIII le pedía que le echase Silvestre en el Rif por telegrama) para afrontar el problema catalán: “Invictos rusticanos, brava tropa/ que en el gran tropel y raudo molinete/ habéis llegado aquí, sucia la ropa/ y escaldado el ojete”, se me antoja, todo ello, como una carajicomedia para asustar a sietemesinos. Y ahí siguen Gallardón, Torres-Dulce y su combo de lameculos tratando de marear el águila de san Juan como si fuese una perdiz.  Uf, que mareo. Me voy a tomar un anís para, como decía Cela, disipar el espectro de la impotencia.

lunes, 23 de junio de 2014

Un panorama desolador




Jaime Peñafiel, que no fue invitado al besamanos en el Palacio Real tras la proclamación de Felipe VI, cuenta en un artículo, al referirse a la nueva reina consorte, que “en todo momento ella –o sea, la reina Letizia- aceptó que el Rey es él; que Jefe del Estado sólo hay uno; que su papel es el de consorte; que la Constitución solo le reconoce a él; que los reales decretos solo son sancionados por el nuevo monarca; y que eso de ‘los reyes’ es un eufemismo, solo existe el Rey”. Y ya de paso, por aquello de ir por atún  y ver al duque, aprovecha Peñafiel para recordar a los lectores que en la tribuna de invitados del Congreso se encontraban presentes el padre y la abuela de Letizia, ambos imputados por alzamiento de bienes. Y lo cuenta hoy, lunes, víspera de san Juan, cuando faltan sólo dos días para que el juez Castro determine una posible imputación de Cristina de Borbón. En el ambiente, pese al calor, se mueve en el aire de un raro ventolín capaz de doblar los cadáveres. Hoy todas las miradas estaban puestas en el Ritz, para escuchar a Pablo Iglesias. Estaba ausente casi todo el staff del Ibex, del PP y del PSOE, pero ello no ha evitado que Iglesias dijera sin ningún tipo de complejos que “el terrorismo etarra causó dolor pero tiene base política”. Ahora hay mucha prisa, casi demasiada, por lanzar a Juan Carlos de Borbón, el rey que ya no reina, un salvavidas en forma de aforamiento “sui géneris”. Se hace tarde y mal. Y el ciudadano del común no entiende tanta prisa, ni acaba de entender ese “quita y pon” casi de tapadillo y sin muchas aclamaciones populares en las calles de Madrid. ¿Qué se pretende solucionar? Las malas lenguas, que las hay, comentan que los duques de Palma no han hecho nada nuevo que no hubiesen visto hacer antes en La Zarzuela. Lagarto, lagarto… “Los Templarios del Santo Grial del Régimen de la Transición -como escribe el perrillo Marcello- pretenden reconducir la situación del país, en medio de una asombrosa crisis económica e institucional”. Está bien  cambiar el decorado de Felipe I de Parma por el de Carlos III, el mejor alcalde de Madrid, en el despacho de Felipe VI. Es necesario que su despacho no huela a alcanfor ni a caries de porteras, pero los cambios deben ser más profundos si lo que se pretende desde la Corona es disipar el actual panorama desolador. En esas estamos y ahí te quiero ver, moreno.

sábado, 21 de junio de 2014

Dar hilo a la cometa





En “La Restauración Borbónica II”, J. de Mendizábal, al referirse al reinado incipiente de Felipe VI,  señala que “lo más gracioso es que los que claman por la regeneración, un aire nuevo, juventud, un nuevo impulso...son exactamente los mismos que no han hecho nada por regenerar nada, por la transparencia, por acabar con la corrupción, por separar de verdad la justicia del poder ejecutivo y partitocrático, por finiquitar un estado autonómico insostenible...los mismos”. A la derechona le interesa el bipartidismo, ora PP, ora PSOE, para que nada cambie. Sólo había que ver el besamanos en el Salón del Trono del Palacio Real el pasado día 19 de junio, donde Emilio Botín hizo inclinaciones esperpénticas en su saludo ante los nuevos reyes, donde las damas, incluida la vicepresidenta del Gobierno, doblaban la rodilla como si estuviesen el la corte del rey de barbilla zoqueta que usaba paletó y, también, donde los nuevos reyes agacharon el lomo ante los purpurados de la Iglesia Católica de forma vergonzosa. Y ahora comienza la fiesta real, los paseos por Europa y por las provincias españolas para inyectarse clamor en vena. Primer destino: El Vaticano. Segundo: Portugal. Esperemos que el tercero no sea Andorra. Esto no parece serio. Ya sabemos que el Rey nada puede hacer en beneficio de los más desfavorecidos, que ya son legión, por impedírselo la Constitución. Como recuerda Mendizábal, “al margen de dar una imagen ejemplar (que no es poco, si lo logra), discursos bonitos, buenistas al más no poder asesorado por la singular esposa que eligió, poco más podrá hacer. Lo saben todos. Mientras, le dan hilo a la cometa”.

lunes, 16 de junio de 2014

Lo que nos pasa





Lo que nos pasa a los españoles puede resumirse en un retal del último artículo de Jesús Cacho, "¿Quién teme al soldado Madina?", publicado en Vozpópuli. Digo en un retal, porque su artículo es mucho más denso, como una manta zamorana, y de nada sirve ahora contar lo que sucede en un descompuesto PSOE y en un inmovilita PP, que nos recuerda aquello que cantaba Emilio José: “Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio…”. Pues bien, a punto ya de que den comienzo los actos de abdicación de un rey con más sombras que luces y de aceptación por las Cortes de otro rey sobre el que se cuenta que está muy bien preparado (eso ya se dijo en 1975 respecto a Juan Carlos), los españoles continúan en la inopia, que es un lugar parecido al limbo de los justos, aquel lugar que no está en las cartas de marear pero al que iban, parece ser, los niños que no habían sido bautizados. Pero a lo que iba, moreno. Dice Cacho en su  escrito del que extraigo un retal, para que, como hacían los horteras con la tela de los trajes, nos lo enseñen a la luz del día y sepamos su verdadera tonalidad: “Ni PSOE ni PP lograrán evitar el naufragio si no acometen cambios en profundidad. La gente está harta de aguantar golferías. La gente normal quiere vivir en un país normal donde el tipo de roba prevaliéndose de su cargo vaya a dar con sus huesos en la cárcel. El español de a pie está cansado de oír que las Cajas rescatadas, a las que habría que haber dejado quebrar, van a seguir dando pérdidas sine die. La gente está harta de sobresueldos, corruptelas, enchufes, harta del mamoneo entre políticos y financieros, de confusión entre lo público y lo privado, de sometimiento de la Justicia a los amos del sistema, de ‘blindajes totales’ como el que ahora se busca para el dimisionario Rey, un saco en el que también se quiere meter a la Reina para disimular. Un hartazgo que es imposible camuflar con mil campañas de lavado de imagen como el que estos días soportan los españoles. Hartos de inmovilismo, el gran pecado del PP de Mariano Rajoy. La gente no quiere discursos; quiere hechos, demanda cambios, pide reformas. ‘Si los reformistas no hacen las reformas, vendrán a hacerlas los populistas’, dice Renzi. La cosa es sencilla: los españoles no se han vuelto locos, no se han convertido al leninismo de la noche a la mañana. Simplemente quieren vivir en un país decente. Que no es poco”. Y mientras todas esas cosas acontecen, el hijo de Ruiz-Gallardón se esconde en el garaje de la casa de su padre, en la calle de Alonso Martínez, para evitar ser detenido por la Policía Local tras un  accidente. Y lo más triste, que los escoltas  negaran a la P.L. que el coche de Ruiz-Gallardón Utrera estuviese dentro del garaje de ese edificio. ¡Qué vergüenza, Dios mío, qué vergüenza!

domingo, 15 de junio de 2014

Respeto a la Ley de Memoria Histórica




Resulta que en 2014 todavía permanece una escultura en Granada de José Antonio Primo de Rivera, obra de Francisco López Burgos de los años 60. Pero será por poco tiempo. Resulta curioso que haya tardado tanto el Ayuntamiento en retirar del paisaje urbano una escultura en memoria de un fascista de tomo y lomo, primogénito de un militar golpista “bendecido” por Alfonso XIII y fundador de Falange Española en 1933. La Ley 52/2007 de Memoria Histórica debe ser cumplida, como el resto de las leyes en vigor, sin excusa ni pretexto, por más que la Abogacía del Estado en 2009 presentase un recurso al considerar que tal adefesio monolítico constituía a su criterio un bien de interés cultural. Ya el Tribunal de Justicia de Andalucía estimó por resolución el pasado 7 de abril que la pretensión de la Abogacía “no es conforme a derecho”. Es necesario, si queremos modernizar España de una maldita vez, que desaparezca para siempre cualquier nombre de calle, escultura, etc., relacionados con el franquismo o con la Guerra Civil de todos nuestros pueblos y ciudades. Observo estupefacto cómo a día de hoy  todavía permanece en el frontis del viejo edificio de la Academia General Militar de Zaragoza el escudo preconstitucional. Va siendo hora de que desaparezca para siempre.

viernes, 13 de junio de 2014

El lazo de Lambán




Acertó Felipe González cuando dijo poco después de abandonar La Moncloa que se sentía como un jarrón chino en un apartamento pequeño: “Se supone que tienen valor y nadie se atreve –dijo- a tirarlos a la basura, pero en realidad estorban en todas partes”. Por un R. D. de 1992 gozan de tratamiento de presidente, se adscriben a su servicios dos puestos de trabajo de libre designación, disponen de una dotación para gastos de oficina, secretaria, alquileres de inmuebles; un automóvil de representación de alta gama con conductores dependientes del Estado,  los servicios de seguridad que les asigna el Ministerio del Interior,  el derecho de  libre pase en las compañías de transportes terrestres, marítimos y aéreos regulares del Estado, una pensión vitalicia que ronda los 75.000 euros anuales y el derecho a formar parte de forma permanente en el Consejo de Estado con otro sueldo no menos importante. A partir del día 19, el rey Juan Carlos y su consorte seguirán usando el privilegio de ser llamados reyes con tratamiento de majestad (rey don Juan Carlos y reina doña Sofía), en el orden protocolario irán detrás de la hija menor de Felipe VI, continuarán viviendo en la Zarzuela, serán aforados de por vida y dispondrán de un sueldo y de unas guindaleras (ahí cabe todo) todavía sin especificar. El rey cesante ya no será un jarrón chino, como parece el caso de los expresidentes de Gobierno, sino un lastre del tamaño de King Kong que deberemos asumir todos los españoles con nuestros impuestos. Y todo ello en una España arruinada, con seis millones de parados, una deuda pública que casi alcanza el 100% del PIB y unos datos aportados por Cáritas capaces de hacernos estremecer. Un país, digo, donde este verano deberán seguir abiertos muchos comedores de colegios públicos para que gran parte del alumnado procedente de familias con pocos posibles pueda comer caliente, aunque sólo sea una vez al día. Yo no sé si los expresidentes serán jarrones chinos y si los reyes cesantes serán vitrinas de trofeos, pero esa es la España que deja el  largo reinado de Juan Carlos I, con más sombras que luces, impuesto por un dictador que quería dejarlo todo “atado y bien atado”. Sí, atado, pero con el lazo de Lambán.

martes, 10 de junio de 2014

Bono como última solución




Lo que hoy más le interesa a la derecha española representada por el Partido Popular, es que el PSOE no pierda escaños en las Cortes. Hay ya quien opina que “un PSOE con 100 o 105 escaños terminaría siendo manejado por la extrema izquierda”. Y esa derecha, que ha temblado con la marcha de Pérez Rubalcaba, vuelve a preocuparse ahora, más si cabe, por el retiro de Susana Díaz como aspirante a la Secretaría General del partido del puño y la rosa. La derecha actual se sentía cómoda con el método Cánovas-Sagasta, o sea, con lo más parecido a aquel Pacto de El Pardo llevado a cabo entre el Partido Liberal-Conservador y el Partido Liberal-Fusionista pocos días antes de la muerte de Alfonso XII. Suponían Cánovas y Sagasta en 1885 que la alternancia de ambos partidos políticos durante la regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902) daría a España una cierta estabilidad política.Y el general Arsenio Martínez Campos, artífice de la Restauración borbónica, ante la pasividad de Serrano, consiguió una reunión entre ambos políticos para llevar a cabo tal alternancia de partidos como aparente fórmula magistral que desembocaría en una tremenda corrupción política en un país de 18’5 millones de habitantes, donde el 65% de los ciudadanos eran analfabetos y donde la Iglesia Católica más reaccionaria imponía sus fueros con su tralla de arreo. Pues bien, ahora, como decía al principio, la falta de aspiraciones de Susana Díaz a ocupar, no sé si por merecimientos propios, la Secretaría General del PSOE, pone nerviosa a esa derecha con rabo de paja. Teme la escalada imparable de Podemos y de Pablo Iglesias, el nuevo sosias de aquel Romero Robledo que formó parte de la Junta revolucionaria de Madrid y que consiguió el propósito de destronar de Isabel II, pese a que más tarde fuese ministro de Fomento con Amadeo I, de Gobernación con Alfonso XII y de Ultramar, primero, y Gracia y Justicia, después, con la regente María Cristina. Y la derecha, ahora, nerviosa ante unos acontecimientos que le sobrepasan con la abdicación repentina de Juan Carlos I, donde se sentían cómodos y con mayoría absoluta en las dos Cámaras, insinúa  que la Secretaría General del PSOE podría ser ocupada por José Bono para que el bipartidismo no decaiga. Lanzan la idea al viento, (en este caso la ha lanzado Anson, ese “juanista” amortizado que, entre otras cosas, no cree en la profesionalidad de los jueces y lanza gritos de sirena para aforar a Juan Carlos cuanto antes) como si fuese una bengala desde la cubierta de Titánic. La derecha, y termino, siente pánico ante la descomposición del PSOE, a una ciudadanía que pueda dejar de ser juancarlista en breve (el español es olvidadizo cuando quiere) e intenta salir airosa ante un futuro poco prometedor (mientras siga la espada de Damocles de los seis millones de parados sobre sus cabezas), para aquellos que han hecho de la política y de una vergonzosa corrupción su asqueroso modo de vida.

lunes, 9 de junio de 2014

Los aforamientos son de la Edad Media




Jesús Posada, presidente del Congreso, entiende que “el aforamiento del Rey, cuando deje de ser rey es un tema urgente” y que “sería una anomalía total que no tenga ninguna protección en un país con miles de aforados”. Es que, a mi entender, la anomalía es que en España existan 10.000  aforados, es decir, todos los parlamentarios nacionales, la Reina, el príncipe de Asturias y su consorte, además de 7.000 jueces, magistrados y fiscales en activo. En Portugal, en cambio, sólo está aforado el presidente de la República,  existen 10 en Francia y ninguno en Italia y Alemania. Los aforamientos, como los reinos, son reminiscencias de la Edad Media.Y luego dice el piernas de Rajoy que estamos homologados con Europa. ¿Homologados en qué? Pero a mí lo que me resulta sospechoso son las prisas por intentar aforar al todavía rey  Juan Carlos antes del próximo día 18. Y, también, que se haga una proclamación del nuevo monarca en las Cortes como de tapadillo,  con total ausencia de casas reales y jefes de Estado, tal y como aconteció el día de su boda y del diluvio universal.  Los medios oficiales, prensa, radio y televisión, llevan desde el pasado día dos de junio haciendo una constante magnificación del rey saliente y señalando una y otra vez lo bien preparado que está el heredero. ¿De qué nos quieren convencer? Es normal que el heredero esté preparado, no ha hecho otra cosa desde su nacimiento. Respecto a su licenciatura en Derecho, me gustaría ver su expediente académico. Cinco años no fue a la Universidad, ni cuatro, ni tres, ni dos, ni uno. Si acaso sólo algunos días señalados para que le hicieran unas fotos para el Hola.Y en las academias militares sólo estuvo un curso en cada una. Lo mismo que su padre. Otra cosa que sorprende es que el Rey sea el jefe supremo de las Fuerzas Armadas, cuando sus actos no están sujetos a responsabilidad según la Constitución de 1978 (Título II. De la Corona. Artículo 56, punto 3.) si  cada uno de esos actos debe estar refrendado con su firma en el BOE por el ministro de Defensa. Y otra cosa que no termino de comprender, por terminar, es la razón  por  la que a fecha de hoy no se han desclasificado los documentos del 23 febrero de 1981 relacionados con el intento de golpe de Estado. No quisiera morirme sin saber quién fue el Elefante Blanco. Por último, quiero señalar un párrafo de un artículo de Jesús Cacho, “PP, PSOE y una Ley de Abdicación a la medida del Rey”, publicado en Vozpópuli el pasado 6 de abril, cuando nadie intuía la sorpresa del pasado 2 de junio: “Tras la mejora que parece haberse operado en la salud del titular de la Corona, la ‘operación abdicación’ podría retrasarse sine die. El escándalo provocado esta misma semana por la aparición del libro de la periodista Pilar Urbano [‘La gran desmemoria’], ha vuelto a poner de manifiesto, una vez más, la fragilidad de la figura del Rey como Jefe del Estado, más que nunca sometido al fuego cruzado de los mil escándalos, de toda clase y condición, que en la sombra se han ido gestando desde que accedió al trono. Como primera providencia, y más allá de la credibilidad que pueda concederse al libro de marras, la acusación al Rey de haber estado involucrado en los preparativos del golpe del 23-F ha surtido el efecto de arruinar de un plumazo la espectacular campaña de imagen, de recuperación de imagen se entiende, diseñada por La Zarzuela en torno al cadáver del ex presidente Adolfo Suárez.

domingo, 8 de junio de 2014

Rabo de paja


Un artículo de Anson en El Imparcial, “El aforamiento del rey Juan Carlos”, pone en evidencia el talante antidemocrático de este periodista al que, a mi entender, se le va la chaveta. Comienza diciendo que “no se pueden dejar ciertas cosas a la petulancia de cualquier juez con ambición de estrellato”. Y después de indicar que uno de los primeros decretos que debe firmar el nuevo rey es el aforamiento de su padre, señala que “solo faltaría que un mindundi (sic) cualquiera pueda emprender, para lucirse personalmente, un procedimiento judicial contra él. (…) Es absurdo también  -sigue escribiendo Anson- que las Infantas no estén aforadas, cuando hay millares de personas en España que gozan de esa cautela”, para terminar poniéndole la guinda al pastel: “La Justicia debe ser igual para todos y, en determinadas circunstancias políticas o personales, está claro que corresponde a la seriedad del Tribunal Supremo juzgar y sentenciar, eludiendo el arbitrio de algunos jueces que han rozado en ocasiones la prevaricación”. ¡Toma ya! Lo que digo, que a Anson se le va la chaveta. A la familia del Rey, incluida la infanta Cristina, que la juzgue la Historia, y al resto de los ciudadanos que nos juzgue, si acaso, un juez de medio pelo, de esos que tienen la toga raída,  con aspecto de ser prevaricadores en potencia y en esencia y que consiguieron su cargo en una tómbola de La Caridad. Yo no conozco a ningún juez con esas características. Anson, por lo visto, sí. España es un Estado de Derecho y Anson debería medir lo que escribe antes de publicarlo. En la figura del actual rey se va a producir inexorablemente un  cambio “sustancial”, que hace que Juan Carlos I deje de ser rey, es decir, que la cosa deje de ser. Pero Anson, al que supongo que habrá leído a Aristóteles, prefiere que ese cambio sea “accidental”, o sea, que no afecte esencialmente al rey cesante, es decir, a la cosa. De cualquier manera, la urgente tramitación del aforamiento del rey cesante, como parece que es el caso de España, solo se concibe para aquel ciudadano que tiene rabo de paja; y, como decía Gila, no miro a nadie.

sábado, 7 de junio de 2014

Los nuevos marcos




Leo en la prensa que ahora surge un nuevo problema, o sea, que resulta que nadie sabe si se podrán aprovechar los marcos de la foto oficial del Jefe del Estado con  la llegada del nuevo rey. Pues hombre, la cosa es simple en el supuesto de que la foto oficial sea igual o inferior a los marcos ya existentes en salones de plenos municipales, en los despachos oficiales, en las salas de vistas de los juzgados, etc., que correrá a cargo de Patrimonio del Estado. También se podría hacer otra cosa: convertir los despachos oficiales y las salas de vistas de los juzgados en galerías de retratos desde el invento del daguerrotipo hasta nuestros días, incluidas, claro está, las fotos que J.Laurent hizo de la pícnica Isabel II junto a su escuchimizado y enteco marido, la de los dos Alfonsos,  la de don Amadeo, la de don Niceto, la de Manuel Azaña y las que el zaragozano Jalón Ángel plasmó de un Francisco Franco de cuerpo entero apoyado en su mesa de despacho. Se podría incluir la foto de la Monja de las Llagas, la del gobierno relámpago, y otra de la señora madre de Letizia copiando en un examen, que esas cosas dan mucho juego en esta España de Frascuelo y de María. De esa guisa, cada vez que el ciudadano corriente visite los juzgados por haberle pegado un cate a la suegra, pongo por caso, podría ilustrarse amén de hacer didácticas comparaciones. El problema de cambiar las fotos de los retratos oficiales en los marcos existentes no constituye problema alguno, salvo que el espabilado de turno, que haberlos haylos, haga las copias de las fotos de un tamaño muy superior a los rancios marcos existentes a fin de intentar conseguir, de paso, el monopolio de la fabricación de los nuevos marcos y forrarse. A una mala, cabe la posibilidad de hacer unas fotos adhesivas por detrás que puedan pegarse sobre los cristales de las fotos existentes, como sucede con las placas de carretera y los cambios de velocidades en determinados tramos. Que viene un nuevo rey, se pone su pegatina encima del anterior, que viene otro, lo mismo, o sea. Si ese es el aparente problema que ahora surge, asunto resuelto.

viernes, 6 de junio de 2014

El ciudadano Borbón




En “La abdicación y el cuento de Caperucita”, J.L.González Quirós, en Vozpópuli, comenta que “desde 1975, si no antes, los españoles vamos corriendo detrás del espantajo de la renovación generacional, como si lo único malo de Franco es que fuese un octogenario". Y ahora, con la abdicación de don Juan Carlos, nos cuentan la misma milonga. Fíjense: sobre lo que más hincapié ha hecho la vicepresidenta del Gobierno tras el Consejo de Ministros de hoy es que al Rey nunca se le podrá juzgar por hechos acontecidos durante sus 39 años de reinado y que ya se está buscando una fórmula de aforamiento para los años que le queden de vida. ¿A qué hay temor? El que nada ha hecho, nada debe temer. El posible final del bipartidismo es la espada de Damocles que se cierne sobre muchas cabezas. Lo acontecido el pasado 25 de mayo es un serio aviso para navegantes y “la retahíla de elogios institucionales vertida por las numerosas televisiones oficiales y por los medios”,  en palabras textuales de González Quirós, nada harán cambiar la opinión de muchos ciudadanos informados que no están dispuestos a modificar su opinión con respecto a las luces y sombras, más sombras que luces, del todavía Borbón reinante. La revista humorística “El Jueves” ha modificado su portada inicial (donde en portada el Rey entregaba a su hijo una corona llena de excrementos sujeta con pinzas) por temor a no sabemos qué, que miedo sólo hay que tenerle al miedo, lo que ha supuesto la dimisión inmediata de siete colaboradores. El Rey, a mi entender, en el momento en que se convierta en el ciudadano Borbón, debería abandonar de inmediato La Zarzuela e irse a vivir a otro sitio, como hace todo aquel que se jubila y disfruta de casa de la empresa. Es lo que procede y lo que conviene. ¿Alguien se hubiese imaginado que en La Zarzuela conviviesen el Rey y su padre, Juan de Borbón, antes del 14 de mayo de 1977, día en el que el segundo cedió los derechos dinásticos al primero? Pero si hasta dejaron de hablarse. Lógico. No es bueno poner a dos gallos en el mismo corral. En este caso, en el mismo corral de comedias.

jueves, 5 de junio de 2014

Excesiva prebeyez





Un articulista diario de Abc de Sevilla, que entiende que el AVE, la Expo el 92, la estación de Santa Justa y demás guindaleras se las debemos a Juan Carlos I, y que ahora dice que merece una estatua en bronce, como propone Francisco Robles, todavía no se ha enterado de que a los reyes, si se les llama por su nombre, o por su nombre y apellidos, se le aplica el don por delante, pero si se hace referencia a su nombre seguido de números romanos, entonces no se pone el don. O sea, o decimos don Juan Carlos, o don Juan Carlos de Borbón de Borbón y Borbón Dos Sicilias, o decimos llanamente Juan Carlos I. Así de simple. ¿Acaso no ha visto un título académico? Y ese articulista, A.B., al que sólo le falta la C detrás, en su borrachera de simpatías hacia la persona de Juan Carlos I, al hacer referencia a la Expo de Sevilla, señala que “el Rey pensó en Sevilla para la Exposición Universal de 1992 y mandó a su leal Manuel Prado y Colón de Carvajal a que lo consiguiera ante el BIE de París”. Pues bien, ese leal Manuel Prado (padre del actual presidente de Endesa, Borja Prado Eulate) ingresó en la cárcel de Sevilla en 2004 para cumplir una condena de dos años por el caso Wardbase. En 2007, el Tribunal Supremo le condenó a un año de prisión por apropiación indebida, o sea, por un  desvío de dinero del Grupo Torras. Y en 2008, fue condenado a tres meses de prisión por la Audiencia Nacional como responsable de  Grand Tibidabo. O dicho de otra manera, puede que fuese leal con el rey Juan Carlos pero, también, desleal con el Fisco. Lo que sí fue es jefe de la Casa de doña María Mercedes de Borbón-Dos Sicilias, madre del Rey. Respecto a la Exposición Iberoamericana de 1929, que coincidió con la Exposición Universal de Barcelona, fue una idea que  maduró en 1909  el comandante de Artillería Luis Rodríguez Caso. El rey sólo aportó el Tren Liliput, que era del tamaño de su cerebro. Pero que nadie olvide que las subvenciones oficiales (dinero del contribuyente) fueron de 40.550.000 pesetas de entonces, que con la venta de entradas se recaudaron alrededor de 1.600.000 pesetas y con la venta de abonos, 127.000 pesetas. Si hacemos una simple resta, los números son deficitarios. Pues bien, al final, la cifra oficial del evento sobrepasó los 80 millones de pesetas. Si para algo sirvió tal exposición fue para mejorar el urbanismo de Sevilla y aumentar el número de plazas hoteleras, pero esa es otra historia.

miércoles, 4 de junio de 2014

Cambio automático




Como bien señala Daniel Martín en la prensa digital, “de todas las muchas cosas que hay que reformar en España, lo de la Monarquía es lo menos urgente (…) si prescindiésemos de los Borbones deberíamos elegir un presidente de la República. Y ahí también sigue ganando el viejo modelo, porque no me apetece demasiado un país con Rajoy o Zapatero de jefes del Estado, y mucho menos una dinastía aznarí". El reinado de Juan Carlos I ha durado casi cuarenta años, curiosamente el mismo tiempo que duró el de Francisco Franco, que le aupó al Trono. Durante ese largo periodo ha habido luces y sombras. Las luces se describen ahora como si el Rey hubiese muerto y fuese necesario hacerle un elogio funeral. Las sombras fueron en gran parte tapadas  por un  raro acuerdo tácito entre profesionales de la prensa. Y así fue hasta el maldito día en el que el Rey pretendió cazar elefantes y se rompió la cadera. Entonces se oreó el asunto de la falsa princesa y todo se le vino abajo. El próximo 18 de junio, que no de julio, será coronado Rey de España Felipe de Borbón. Será Felipe VI de España y V de Aragón aunque, a mi entender, el primer Felipe sólo fue rey de Castilla. Esperemos que su reinado sea, si cabe, mejor que el de su augusto padre.

domingo, 1 de junio de 2014

Dos nuevos gigantes bilbilitanos




Fíjate si es importante el patrón de Calatayud, san Íñigo, abad de Oña, que hoy mi taco de calendario viene en rojo.
--Es que es domingo.
--También.
Ayer, 31 de mayo, aumentaba la plantilla de gigantes en Calatayud. A los dos gigantes conocidos,  que supongo serán Ayyub, de la familia de los Tuyibíes de toda la vida, y alguna de sus mujeres, se han añadido los primeros marqueses de Linares y vizcondes de Llanteno, o sea, José Murga Reolid y Raimunda Osorio Ortega, hija de una cigarrera de Lavapiés, que murieron sin dejar descendencia y que vivieron desde 1884 en el madrileño Palacio de Linares, también llamado Palacio de Murga, entre Recoletos y Alcalá. Un edificio que está rodeado de fantasmas, de entre ellos el espectro de una niña, y que en la actualidad es la Casa de América. Cuentan las malas lenguas, sin que haya podido ser demostrado, que Raimunda fue fruto de unas relaciones extramatrimoniales entre la cigarrera y el padre de José,  Mateo Murga Michelena. Por esa razón, de ser cierto lo que por entonces se comentaba en Madrid,  los marqueses de Linares eran hermanos por parte de padre. Enterados José y Raimunda de su enredada situación por una carta que Mateo había dejado a su hijo poco antes de morir, los marqueses se pusieron en contacto con Pío IX y el papa les otorgó la bula “Casti convivere”, que les permitía seguir viviendo juntos pero sin hacer uso del matrimonio. Pero los marqueses engendraron una hija, Raimundita, que mas tarde presuntamente asesinarían, no se sabe bien si emparedada o ahogada, para evitar el escándalo, siendo enterrada sigilosamente dentro del palacio, como describe Carmen Maceiras Rey en su obra literaria  “El secreto de Raimunda”.
--Pero en Calatayud hay gigantes, enanos y cabezudos.
--Sí. Para mí que hay dos enanos, cuyos nombres desconozco, y diez cabezudos: Napoleón, Bruja, Diablo, Popeye, Baturro, tía María, Torero, Pirulo, tía Rosario y Sacristán.
-- ¿Y tú por qué lo sabes?
-- Pues no sabría decirte…, lo habré leído en algún sitio.