viernes, 15 de enero de 2010

LOS MÁSTERS DE CESARAUGUSTA

Queda claro que por el hecho de hacer un máster en la Universidad de Zaragoza de ninguna de las maneras el alumno persigue conseguir la codiciada “chaqueta verde” del “Máster de Augusta”. No se trata, por tanto, de comentar un torneo de golf sino de exponer los problemas existentes en la organización de los Máster de Profesorado y que, a mi entender, son de libro.

Cuando se inició el periodo prematricular, en Junio pasado, no existía un Plan de Estudios aprobado y que permitiese hacerse una idea clara de los objetivos, contenidos y criterios de evaluación. Era necesario matricularse de asignaturas optativas en función de lo que gustase el nombre de la materia, por no existir información respecto a lo que iba a tratar; ni, tampoco, si su horario iba a ser de mañana o de tarde. Por ley, cuando se oferta un estudio, independientemente de si es oficial o no lo es, se deben presentar objetivos, contenidos, criterios de evaluación de cada una de las asignaturas, periodo de clases y de exámenes, etcétera.

La duración del primer trimestre fue de mes y medio (desde el 9 de noviembre hasta el 22 de diciembre), con seis horas de clase al día, dos trabajos por cada asignatura, lecturas semanales y presentación de trabajos voluntarios. Es verdad que este Máster es presencial, pero hay vida después del Máster. Se da por hecho que aquel que no estudia un Postgrado, suele trabajar dando clases particulares a niños, o prepara las oposiciones en una academia. Debido a las quejas por el continuo trabajo para hacer en el domicilio, se dejó claro por los responsables del Máster que aquel era un Máster dirigido a personas con desempleo, con dedicación exclusiva. Por otro lado, hasta una semana antes de terminar las clases, se había aceptado por la Universidad de Zaragoza que se matriculasen alumnos nuevos, dándose por hecho que no se iba a cumplir la condición del 60% de asistencia a clase. En consecuencia, las clases que inicialmente eran de 40 alumnos habían pasado a finales de diciembre a tener más de 80.

Se hizo hincapié desde el comienzo del curso en la base de tres conceptos: el uso de tecnologías de la información y la comunicación (TIC); la atención a la diversidad; y el aprendizaje significativo a partir del constructivismo. Durante numerosas horas, el uso de tecnologías de la información y la comunicación se limitó a leer palabra por palabra una presentación de PowerPoint.

Por otro lado, existe una optativa específica de atención a la diversidad o alumnos con necesidades especiales. La profesora que imparte esta asignatura pone ejemplos de niños de 8 años (cuando los estudiantes en cuestión se supone que van a ser profesores de alumnos de entre 12 y 18 años) y hace distinción entre alumnos normales y alumnos con necesidades especiales. En último lugar, queda claro que en grupos de 80 personas no se puede dar el aprendizaje significativo a partir del constructivismo y los profesores se limitaron a impartir clases magistrales. Y la guinda del pastel viene ahora. Los estudiantes de la disciplina de Filología Francesa podrían ser expulsados del Máster porque, según la Facultad de Educación, no llegan al mínimo. Resulta que son 8 y el mínimo por cada rama son 5. Lo lógico sería, dadas las circunstancias, agruparlos con los alumnos de Filología Inglesa.



En conclusión, se creó el Máster de Profesorado con la idea de poder sustituir lo que antes se denominaba Certificado de Aptitud Pedagógica (CAP), por su ineficacia demostrada. Y se están aprendiendo dos materias: Una de ellas, por omisión, consiste en lo que se debería hacer; la otra, lo que en realidad se hace como consecuencia de una pésima organización. En suma: que la pedagogía y el "aprender a aprender" está muy. Eso es evidente. Pero la praxis demuestra que un buen profesor no es aquel que conoce mucha pedagogía, sino el que domina la materia que imparte. Un profesor no debe "aprender a aprender", sino "aprender a enseñar". Eso sólo se consigue de dos maneras: dominando la materia y con años de experiencia en docencia. O sea, menos organizaciones de másters y más prácticas remuneradas. Pero existe un serio problema, su financiación.



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