viernes, 5 de diciembre de 2025

En la muerte de Ussía

 

Isabel Díaz Ayuso, a la que se nota que  le han escrito su artículo póstumo sobre la figura literaria de Alfonso Ussía, confunde a Jesús de la Serna, hijo del prestigioso periodista y escritor Víctor de la Serna Espina, con Justo Serna (sin el “de la”) catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Valencia, que equivale a confundir el tocino con la velocidad, sin despreciar a ninguno de ellos. Por todos es sabido que Díaz Ayuso es persona muy inculta pero aquel que le ha ayudado a confeccionar a vuelapluma su elogio funeral sobre ese articulista fallecido (al que no tengo el gusto de conocer), no lo es menos. Se señala ese artículo de autor desconocido lo siguiente: “No dudo de que [Ussía] habría brillado en una revista como ‘El Madrid cómico’, que publicaba a autores como Leopoldo Alas ‘Clarín’. Y habría encajado como uno de los grandes de aquel ‘27 del humor’, la ‘Otra Generación del 27’, donde deslumbraron Jardiel Poncela, Mihura, Tono o Neville” Bueno, eso es mucho decir. Ussía murió matando al volapié. En su último trabajo en  El Debate se permitió menospreciar a Miguel Gila, sin venir a cuento, como antes lo había hecho con todo aquel que no pensaba como él, algo muy común en los reaccionarios. Según Díaz Ayuso, “en vez de escribir sobre princesas rusas, cosacos y fiestas en palacios a orillas del Nevá (sic) [se dice escribe Neva aunque se pronuncia Nevá] le tocó hacerlo sobre zapatos de rejilla, meñiques disparados al levantar la taza del café, cazadores vestidos de verde veronés y, en general, de todos aquellos horteras que en lugar de cuarto de baño dicen váter, en lugar de barco dicen yate, y en lugar de mesa de las bebidas, mueble-bar”. Lo de ‘verde veronés’ también debería ser aclarado. Porque  no sé si se referirá al ‘verde veronese’, un color verde usado principalmente en pintura artística relacionado con el pigmento de acetato de cobre producido por chapas de ese metal introducidas en vinagre, utilizado por el pintor Paolo Veronese y que no debe confundirse con el pigmento moderno ‘verde de Verona’. Dicen que un libro es del que lo firma. Un artículo, también. A Díaz Ayuso le convendría asistir a clases de repaso de cultura general. Al menos, de su pluma no saldrían tantas sandeces. Tiene su gracia eso de “meñiques disparados al levantar la taza de café”. Algo parecido escribió Cela en ABC sobre aquellos cursis que levantaban el dedo meñique al tomar ojén. Hay priapismo de ciruelo, priapismo de meñique y priapismo de brazo saludando a la romana. Pero al menos Príapo, que mantuvo un duelo dialéctico con un burro que tenía la capacidad de hablar y al que acabó matando, protegía las cosechas.

 

jueves, 4 de diciembre de 2025

Melancolía

 

 

Entre los pueblos desaparecidos en la provincia de Zaragoza existen los restos de Pardos, donde la luz eléctrica llego en 1958. Lo componía cuarenta viviendas y era pedanía de Abanto. Estaba situado en la embocadura de un barranco que forma el arroyo de Trescastillo entre un farrallón rocoso y el arroyo de la Veguilla. El ganado, fue una de sus principales riquezas. Sus dueños llevaban los corderos  a Abanto, donde acudían carniceros de Calatayud y Calamocha para comprarlos. Había caza, sobre todo perdices, conejos y liebres, se fabricaban quesos de cabra y del entorno de las carrascas se extraía leña para consumo propio y para la venta. En  un blog de Faustino Calderón (morcat4@gmail.com.) se cuenta que sus fiestas patronales eran el día de san Ramón Nonato, cada 31 de agosto.  Allí acudían vecinos de Abanto, Alarba, Castejón de Alarba, Acered, Cubel…, a la procesión del santo por las calles, a la misa y al rosario. También, para participar en los actos profanos que se celebraban en la plaza en la atardecida, entre ellos el baile que amenizaba una banda de música de Cimballa. Por la noche había otro encuentro musical en alguna de las dos tabernas existentes, todo ello sufragado por el ayuntamiento de Abanto, donde guitarras y bandurrias de vecinos de Munébrega solían poner la nota de color. Había otras fiestas. Una de ellas, el 25 de noviembre, en honor de santa Catalina, con romería hasta la ermita y posterior invitación a vermú por las cofradías; y el 17 de enero, san Antón, 17 de enero, donde en una hoguera se asaban morcillas. El cartero llegaba a pie desde Acered, y las reuniones y las juntas de vecinos se llevaban a cabo en la escuela. Pero Pardos carecía de carretera y, si mal no recuerdo, se hizo algo parecido a una pista forestal cuando ya no quedaba un solo vecino. ¡Qué desastre! Y cuando aquella pedanía de Abanto quedó vaciada y ya no se escuchaba ni el ladrido de los perros apareció por esos andurriales un tipo vestido de tirolés que dijo ser el archiduque de Austria Hugo de Absburgo. Corría el año 1995. Según llegué a escuchar, aquel raro personaje estaba pasando unos días en el Monasterio de Piedra cuando alguien le indicó que había un pequeño pueblo abandonado cerca de allí. Sin pensárselo dos veces, Hugo de Absburgo tomó el camino y allí marcho (según contó a un pastor) “buscando una temporada de retiro espiritual”. Lavaba su ropa en la fuente, trabajaba en un pequeño huerto (era vegetariano) y daba clase de inglés a niños de Abanto de forma desinteresada. Se ganó la simpatía de todo aquel que quiso conocerle. Un  vecino le permitió vivir en su casa deshabitada y le cedió el huerto y alguien le regaló una cabra. Allí permaneció durante casi tres años. Varios medios de comunicación le hicieron entrevistas: Interviú, El Periódico de Aragón (26/02/95) con una excelente entrevista de Roberto Miranda, reproducida posteriormente en el libro "Aragón tal como viene" (Asociación de Prensa de Aragón, Zaragoza, 2000. p.184-186), por un equipo de Antena 3 Televisión, etcétera. Un día desapareció. Nunca más se volvió a saber de aquel estrafalario personaje.  Pardos volvió a quedarse silente. En la actualidad, me he enterado de que un grupo de oriundos intenta sacarlo del olvido y han creado la “Asociación de Amigos de Pardos”. Se reúnen cada año un día del mes de Junio en la restaurada ermita de san Antón, asisten a una misa y confraternizan en una posterior comida. Después llega el sonido negro, el peor de los silencios.

 

lunes, 1 de diciembre de 2025

Feijóo, o el gallo de Morón

 

A mi entender, el PSOE seguirá gobernando mientras el PP y VOX se odien. Feijóo, ganador de las últimas elecciones no pudo gobernar por carecer de los apoyos necesarios para ser investido. Y desde el minuto uno no se ha dedicado a otra cosa que a lanzar infamias contra Sánchez. A Feijóo le falta coraje para hacer una moción de censura, aún a sabiendas de que la perdería. Ha optado por lo más simple, lo más peligroso, dirigirse al empresariado catalán para que ellos pidan la ayuda de Junts para conseguir una pírrica victoria, como si ese partido catalán de ultraderecha fuese el milagrero san Antonio. Pero Junts, que odia a VOX con odio africano, no está por la labor de echarle un cable al PP y que ambos puedan gobernar. Ayer se pudo comprobar en Madrid que la ‘foto de Debod’ solo sirvió para abrir los telediarios. A nadie se le escapa que lo que parecían contundentes disparos de cañón solo eran inofensivas salvas de ordenanza, por decirlo de alguna manera. Muchas banderitas rojigualdas, demasiados aspavientos de corifeos enrabiados contra el Poder achuchados por Díaz Ayuso, insultos groseros contra Sánchez y como diría el castizo, ‘na de na’. En un artículo que leo hoy en Diario de León, Fernando Jáuregui se pregunta si Feijóo llegará a la Moncloa. Señala que “lo que ni puede ni debe, ni creo que lo haga, es descuidar sus mensajes a los españoles, algo mucho más importante que sus ruegos a Junts, a los empresarios catalanes o incluso a su, en el fondo, gran enemigo, que es Vox”. Añade que  “el PP necesitaría un millón más para gobernar sin alianzas ni servidumbres incómodas e indeseadas. Y, para lograr ese millón más no basta con sacar a la calle a los incondicionales con el voto ya decidido, que son los que acuden a las manifestaciones: es preciso un programa convincente que llegue a la gente, arrebatar bastiones socialdemócratas que ya no creen ni en Sánchez ni en su Internacional Socialista, llevar a las urnas a los tibios, a los absentistas, a los jóvenes que parecen encantados con Vox y con sus soluciones que, en el fondo, son problemas. Y, más allá de entrevistarse con el presidente de Foment en Barcelona, Josep Sánchez Llibre, y de dar ruedas de prensa -con preguntas, eso sí- denunciando lo mal que lo hace el Ejecutivo de Sánchez, su corrupción y su ‘mafia’, Feijóo no está logrando, hay que decirlo, su objetivo último: convencer a los españoles de que él no solo es la mejor opción, sino también la única”. Yo tengo otra idea. Creo sinceramente que Feijóo no presenta una moción de censura -aun a sabiendas de que la perdería- por la simple cuestión de que carece de un programa político convincente. Hasta ahora solo ha sabido insultar a Sánchez y su equipo de gobierno, sin exponer propuestas claras de regeneración política que convenzan a la gran cantera de desencantados que preferirían, llegado el caso, votar al original (VOX) que a la copia, o sea, el PP. Feijóo bastante tiene ya con tener que torcer el cuello para mirar a Sánchez, a Díaz Ayuso y a Abascal mientras les apunta y exige ‘manos arriba’  con una esperpéntica pistola de agua. Como dice uno de mi pueblo, “las pataletas de un sansirolé endiosado solo se cortan de cuajo con un soplamocos”.

 

domingo, 30 de noviembre de 2025

Durmiendo con música

 

Por todos es conocida la importancia que tiene el vino de Toro, con denominación de origen protegida desde 1987. En sus viñedos a 700 metros de altura con suelo pedregoso de aluvión, pobre en materia orgánica y bajo contenido en sales minerales se produce la conocida uva ‘tínta’, que es una adaptación de uva ‘tempranillo’ a esa zona. Sus vinos se cuenta que embarcaron en los primeros viajes de Colón para consumo de la marinería. De hecho, “La Pinta”, una de sus tres carabelas del primero de los viajes fue bautizada con ese nombre por el toresano fray Diego de Deza, confesor de la reina Isabel I de Castilla, en referencia a una medida de capacidad que se empleaba en esa ciudad zamorana y que aún hoy se utiliza como expresión coloquial en las viejas tabernas que van quedando al referirse al hecho de tomar un trago de vino peleón. El siglo XIX, cuando la filoxera se extendió por gran parte de Europa, Toro comenzó a exportar vinos a Francia y muchos enólogos franceses se instalaron en nuestro territorio, mayormente en La Rioja, beneficiando a los bodegueros con su experiencia.  Manuel Fariña, importante bodeguero, consciente de que la alta graduación de los vinos toresanos no era bien aceptada como vino de mesa,  planteó en la década de los 70 del siglo pasado hacer un adelanto en la vendimia de casi un mes, al entender que ese era mejor momento de maduración y que tal adelanto reducía su graduación desde los 16 o 17 grados a los 13 o 14. Aquel cambio fue de gran importancia comercial en sus variedades de ‘tinta’ , ‘garnacha’ y ‘malvasía’. Pues bien, hoy me entero de que una bodega, “Liberalia Enológica”, fundada en el año 2000 por el ingeniero agrónomo Juan Antonio Fernández, ha conseguido hacer el primer vino espumoso con la D.O. Toro, “Ariane 2023”  brut nature, con el tradicional método champenoise", que elabora desde 2004 y que amparado por esa D.O. ahora ha decidido comercializar en una edición limitada de 2.000 botellas, elaborado a base de uva blanca ‘verdejo’  tras 12 meses de crianza subterránea, y -como su dueño señala- “siempre durmiendo con música”. Supongo que será con gaitas sanabresas y donde no falte el ‘bolero de Algodre’.