viernes, 25 de diciembre de 2009

UN DISCURSO COJO

Estuvo acertado el discurso del Jefe del Estado en Nochebuena en su preocupación de la lucha contra el paro. Pero quedó cojo. A mi entender le faltó el necesario coraje torero para “mojarse” a favor de la activista Aminatou Haidar y su huelga de hambre en defensa de los derechos del pueblo saharaui. Doy por hecho que al Rey le hacen los discursos. También doy por hecho que los redactan desde el Gobierno, donde añaden, quitan y ponen de acuerdo con las circunstancias de cada momento. Y lo que parece claro aquí y ahora es que no conviene molestar a Mohamed VI. ¿Se acuerdan de Piniés en las Naciones Unidas? “El Gobierno español cumplirá al pie de la letra el artículo 73 de la Carta de la ONU y defenderá los intereses de los administrados”. Luego la ida y vuelta de José Solís a Rabat y su regreso a Madrid con “algo”; la estampida de Gómez de Salazar ante la “guerra santa” de la Marcha Verde; la enfermedad de Franco... ¡A la mierda los sueños de autodeterminación! Treinta y cuatro años más tarde, al menos algunos españoles entre los que yo me encuentro, esperábamos que el Rey hubiese tenido ante la pantalla de la televisión unas frases de simpatía hacia Aminatou Haidar. Nada de nada. Sólo hubo frases de nailon, como las medias sin costura. Y a pesar de ello, de nuestro desdén y de nuestra irresponsabilidad manifiesta, nos siguen queriendo los saharauis. No comprenden lo que les hemos hecho desde el temor, de la misma manera que un perro jamás comprende por qué le pega el amo. Cuanto más le pega, más le lame. Los saharauis eran españoles, de pleno derecho. Tan españoles como los marineros del Alakrana. A mi entender, bien hubieran merecido unas palabras de reconocimiento del Jefe del Estado. A pesar del tiempo transcurrido desde la Dictadura. A pesar de la distancia. A pesar de los pesares. Por eso quedó cojo el discurso real de este año. También el del año pasado, y el del otro...

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