lunes, 2 de junio de 2025

Tomar el número cambiado

 

 

Hay que tener cuidado cuando alguien te toma el número cambiado. Las consecuencias pueden ser impredecibles. Recuerdo una ocasión cuando tomando un vaso de vino se me acercó una mujer de mediana edad, me dio conversación sin venir a pelo con el aliño de toda clase de parabienes hacia mi persona.  Ella hablaba y hablaba…Y yo no entendía nada. Hasta que me aclaró el camarero que aquella mujer, a la que no había visto nunca, me estaba confundiendo con el delegado de ‘Cáritas’ en Zaragoza. Y en un libro de Rafael Flórez (contertulio en “Pombo”, amigo de Ramón Gómez de la Serna y  uno de los pocos escritores que siempre se atrevieron a reivindicar a los escritores del falangismo disidente, estigmatizados por sus orígenes ideológicos, como Pedro Laín Entralgo, Dionisio Ridruejo o Luis Rosales)  pude leer que en 1936 fue detenido equivocadamente en el madrileño ‘Café de las Salesas’, en Chamberí, Antonio Machado, al que unos milicianos confundieron con un sacerdote camuflado. Por aquellos trágicos días no valía solo ser de izquierdas en Madrid sino también parecerlo. Pero nadie lo llevaba escrito en la frente. Por eso, como decía, conviene extremar las precauciones cuando alguien te toma el número cambiado, sobre todo si aquel que te confunde tiene poco que perder. De nada sirve intentar mantener las distancias con quien no conoces. Aquellos milicianos que confundieron a Antonio Machado con un cura camuflado pudieron llegar mal lejos, o sea, detenerlo en mor de la “justicia popular” y llevarlo conducido al sótano tétrico y siniestro de una checa como antesala de la muerte. No olvidemos que a comienzos de la Guerra Civil llegó a haber 345 checas en Madrid (4 checas por kilómetro cuadrado). En esos primeros días de julio de 1936, los ‘chequistas’ madrileños habían asesinado al 30% de la policía y éstos los sustituyeron de inmediato. Lo primero que hicieron fue ocupar lugares emblemáticos, como el “Cinema Europa” o el “Círculo de Bellas Artes”, incluso conventos. En aquella “labor de zapa” para detener y encarcelar de forma aleatoria a cualquier vecino fueron, en gran parte, los porteros de las fincas los que llevaron a cabo un vil papel mediante “soplos” para las correspondientes detenciones, algunos de forma voluntaria y otros por odio, por envidia, o por miedo. Y por aquello de “ir por atún y ver al duque”,  aquellos descerebrados milicianos aprovechaban el timbrazo en la puerta para penetrar y llevarse, además de al detenido, lo que les apetecía del domicilio. Luego lo revendían. ¿Cabe mayor abyección?

domingo, 1 de junio de 2025

Presentes en nuestro afán

 

 

Parece normal que cada ciudad o pueblo presuma de lo que tiene, que esté presente en su afán, con el permiso de Agustín de Foxá: Reinosa con sus pantortillas, Toro con su vino, Astorga con sus mantecadas, Calatayud con sus adoquines, Calanda con sus melocotones, Burgos con su morcilla, etcétera. Y parece sensato que en cada feria de muestras, cada ciudad o pueblo exponga en sus puestos de representación aquello que los hacen diferentes del resto, es decir, sus trajes típicos, sus canciones, sus paisajes o su riqueza pecuaria. En cierta ocasión le pregunté a un toresano, Próculo, creo que me dijo llamarse Próculo, sobre en qué se diferenciaba la uva ‘tempranillo’ de la uva ‘tinta de Toro’. Aquel buen hombre, ante la inseguridad que le produjo mi pregunta, se limitó a rascarse el colodrillo y a contestarme que los racimos de la uva autóctona, de la que tanto presumían, si los mirabas con atención podías comprobar que las ‘tintas’ tenían el rabillo más corto, sus hollejos eran más duros y su caída de la cepa era en forma de “T”. Y aquel toresano puso el punto y final a su particular exposición señalando que esos vinos del Duero fueron los que se embarcaron en el primer viaje de Colón a ni se sabía dónde para el consumo de la tripulación de las tres carabelas. Ahí ya  me dejó boquiabierto. No lo sabía. Lo de los ‘adoquines’ de Calatayud, según me contó un camarero de “El Pavón”, tenía sus orígenes  en 1928, cuando fueron ideados por el confitero Manuel Caro. El tamaño de aquellos enormes caramelos (con letras de jotas en su papel envolvente) y su gran dureza a la hora de hincarles el diente eran solo comparables a los adoquines del empedrado de las calles cercanas a la basílica del Pilar. Hubiese ampliado conocimientos sobre los adoquines bilbilitanos de habérselo consultado al actual alcalde, José Manuel Aranda, al que no tengo el gusto de conocer personalmente, pero caí en la cuenta de que por el hecho de ser urólogo de profesión sería experto, si acaso, solo en piedras del riñón. Las mantecadas de Astorga, por otro lado, se comenzaron a fabricar por las monjas del convento Sancti Spiritu a partir de 1805. Pero su fama trascendió con la llegada del ferrocarril en el siglo XIX, cuando sus ventas se popularizaron al ser ofrecidas a los viajeros a pie de andén. Las pantortillas de Reinosa, y aquí termino, de forma plana y de hojaldre con azúcar, se elaboran desde el primer tercio del siglo XX, cuando las fabricaba y comercializaba "Galletas Hierro - La Concha",  empresa propiedad del entonces industrial Ángel Hierro Fernández. Su origen fue accidental, cuando  en el obrador se cayó un gran trozo de mantequilla sobre una masa en la que ya estaba trabajando el pastelero y éste, en vez de desecharla, empezó a trabajar con dicha mezcla hasta conseguir su espectacular resultado. Comienza junio, la Iglesia católica celebra la festividad de la Ascensión y yo, como secretario perpetuo de la Academia de No Sabemos Qué, donde soy el único académico, debo levantar acta en mi mesa de mármol del 'Gran Café Suspiros' antes de que el sufrido lector se ponga reflexivo sobre mis originales conceptos. Levanto la sesión y me voy a ‘Casa Paricio’ a tomar un vermú de Reus con sifón y unas sabrosas gildas. Queden ustedes con Dios.

 

sábado, 31 de mayo de 2025

El silencio de las estatuas

 

 

Un movimiento romántico historicista fue el motivo de que a mediados del siglo XIX el Estado impulsara innumerables homenajes históricos a personas de relevancia. Y se hizo sembrando estatuas de los más afamados escultores del momento: Mariano Benlliure, José Alcoberro, Mateo Inurria, Ricardo Bellver, Aniceto Marinas, Eduardo Varrón, Jeromi Suñol, Juan Sanmartín, Venanci Valmitjana, etcétera. De la misma manera, aparecieron muchos talleres de fundición en bronce, sobre todo en Barcelona: “Damians y Rovira”, Federico Masriera, la casa “Planas-Flaquer”Carmelo de Lucas del Ser, en su magnífico trabajo, “Usos de la Historia y representación del pasado”  (‘Argutorio’, primer semestre de 2018, pgs. 29-42) señala a ese respecto cosas interesantísimas. ‘Argutorio’, para aquel que lo desconozca, es la revista de la Asociación Cultural “Monte Irago” con carácter semestral que se publica en Astorga y que comenzó su andadura en 1998.  Todas las esculturas de entonces hacen referencia a personales célebres, actos heroicos, batalles, etcétera. En este caso, según escribe Carmelo de Lucas del Ser, “se inscriben los monumentos dedicados a Colón y al Descubrimiento de América (el del Puerto de Santa María de la Rábida fue inaugurado el 12 de octubre de 1892 por la reina regente María Cristina y el presidente del Consejo de Ministros Antonio Cánovas, dentro de los actos del cuarto centenario; los relacionados con la Guerra de la Independencia  (2 de Mayo en Madrid, Agustina de Aragón, los Sitios de Zaragoza, Astorga, Cádiz y Gerona, y otros dedicados a personajes mitificados de la historia nacional, entre ellos Viriato (Zamora), Don Pelayo y Covadonga (Oviedo), El Cid Campeador (Burgos), Guzmán el Bueno (León), Cristóbal Colón (Barcelona, Madrid, Salamanca, Valladolid, Nueva York), Hernán Cortés (Medellín), el almirante Oquendo (San Sebastián) y María Pita (La Coruña). También recuerdan instituciones medievales y hechos heroicos en la defensa de las libertades y fueros nacionales, como los monumentos realizados a Juan de Lanuza y al Justiciazgo aragonés (Zaragoza) y a los jefes comuneros de Castilla (Villalar). También se tributaron homenajes a personajes de la historia contemporánea: Jovellanos (Gijón), Balmes (Olot), Antonio Trueba (Bilbao), Prim (Reus), José Moreno Nieto (Badajoz), María Cristina de Borbón, el marqués de Comillas (Barcelona)… En ocasiones el homenaje resalta el mérito personal alcanzado en las letras y en las artes, como las estatuas dedicadas a Lope de Vega, Alonso de Berruguete, san Isidoro de Sevilla, Alfonso X el Sabio y Luis Vives realizadas por los escultores José Alcoberro y Pedro Carbonell para la Biblioteca y el Museo Nacional. Pero el autor del trabajo, Carmelo de Lucas, hace especial hincapié y dedica más espacio a la figura de Guzmán el Bueno, nacido en León y defensor de Tarifa y la escultura de Aniceto Marinas que iba a colocarse en León, como así fue, en una glorieta que llevase su nombre aprovechando el ensanche de esa ciudad en 1897. La fundición de la estatua  estaba prevista en  la fábrica de cañones de Sevilla, pero por diversas causas, al final la fundición artística se encargó a “Masriera y Campins” (Barcelona), según  acuerdo en sesión de 15 de noviembre de 1898. No deseo de terminar hoy mi escrito sin hacer referencia al hijo del platero Josep Masriera i Vidal y de Eulàlia Manovens i Roldós, hermano de los pintores Francesc y Josep Masriera y tío del pintor y orfebre Lluís Masriera, hijo de Josep. Se formó como escultor y trabajó en el taller familiar de joyería como director comercial. Posteriormente, fue el responsable de la sección de fundición del “taller de Francesc Vidal y Jevellí”, donde se elaboró la estatua de Cristóbal Colón de Barcelona (1888). En 1891 creó su propia empresa, F. Masriera y Cía., hasta que en 1896 se asoció con su sobrino Antoni Campins y crearon el taller “Fundición Artística Masriera y Campins”, una de las empresas de fundición más exitosas de toda España en su momento. En su taller se forjó la estatua de Alfonso XII del Parque del Retiro de Madrid. En la foto que acompaño aparece la familia Masriera al completo. Aquí lo dejo. Les deseo que tengan un buen día.

 

viernes, 30 de mayo de 2025

Evitar confusiones

 

 

El titular de una noticia aparecida hoy en  El diario de León me ha dejado patidifuso y ojiplático. Dice textualmente: “Así es la hamburguesa más cara del mundo que cuesta casi 10.000 euros y solo puede comerse en un asador vasco. La creación lleva la firma de Bosco Jiménez, más conocido como Bdevikingo”. De inmediato me he puesto a leer lo que viene detrás. Bdevikingo es un  influencer gastronómico de Instagram (con enorme cantidad de visitantes) donde ha montado su propia “aldea”. La hamburguesa a la que se hace referencia solo lleva tres ingredientes: una apreciable carne de vacuno,  determinado queso y una salsa secreta. De la lectura se desprende que la hamburguesa tiene un precio de 9,45 euros. La cosa cambia. No cabe duda de que el redactor de la noticia, cuyo nombre no aparece en el diario, carece de sentido de la proporción, algo que también les ocurre a los norteamericanos, para los que un billón lo interpretan como mil millones, o sea, 1 seguido de 9 ceros. Ello se debe a que los norteamericanos utilizan la llamada “escala corta”, con lo que a partir de 6 ceros los saltos se dan cada 3 ceros. Dicho de forma clara: “billion” para los que hablan en inglés no equivale a “billón” en español, o sea, un millón de millones. Eso me lo enseñó mi maestro cuando  era un crio de pantalón corto. Y me quedé con la copla. De cualquier manera, una hamburguesa, por muy sofisticada y secreta que sea la salsa con que la untan, no deja de ser una comida de pobre. Ya está bien de que a cualquier cosa le llamen mantón de Manila, que en rigor nunca fue de Manila sino chino, de la provincia de Cantón, independientemente de la calidad de su seda y del número de pájaros, flores y fantasías  que luzca. El licor "Cualquier cosa", a base de hierbas maceradas, se fabricó en las "Bodegas y destilerías Agustín Bofill" de Badalona. Algo parecido sucede, también, con la palabra whisky y la palabra whiskey. El primero es escocés y el segundo es irlandés, también conocido como “bourbon”, por estar fabricado inicialmente en el Condado de Bourbon, (Kentucky) cuando su origen es norteamericano. Debe su nombre a la Casa de Borbón, en honor a la ayuda recibida de Francia durante la Revolución Americana. Además, sus procesos de elaboración son completamente distintos.

 

jueves, 29 de mayo de 2025

A modo de nota al pie

 

 

En mi último trabajo, el de antes de ayer, comentaba cómo habían cambiado las cosas en los últimos cincuenta años en España y del deseo de entrar en la OTAN pese a la oposición inicial de los socialistas (todavía disfrutando de unas casi eternas vacaciones) con aquel eslogan de “De entrada, no”, que más tarde tuvieron que rectificar cuando el 31 de enero de 1986 el gobierno presidido por Felipe González ganó con un “Sí” por los pelos tras su cambio de posición con un  56,85% de los votos válidos a favor de permanecer en la OTAN y una participación del 59,4%, aunque bajo tres condiciones atenuantes: una, la no incorporación a la estructura militar; dos, la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares; y tres, la reducción de las bases militares norteamericanas en España instaladas tras los Pactos de Madrid de 1953, y una vez que González hubiese tenido que convencer a su propio partido en el XXX Congreso celebrado en diciembre de 1985. Pero el próximo día 12 de junio se cumplirán 50 años de la muerte en carretera del ministro Herrero Tejedor, maestro político de Adolfo Suárez. El coche oficial, un “Dodge-Dart” matrícula SGM-2322 conducido por Pablo Fernández Cobo entraba en la raqueta de empalme de la carretera Palencia-Valladolid-Madrid con la nacional de Galicia, a 2 kilómetros de Adanero. Eran las 8,25 de la tarde. La visibilidad era buena, el terreno llano y una señal indicaba una limitación máxima de 60 kilómetros por hora. Al mismo tiempo que el coche oficial entraba en la raqueta, el camión C-33875, conducido por Germán Corral Gómez, salía de un “ceda el paso” de forma indecisa en dirección norte. Se produjo una colisión tremenda y el coche oficial quedó empotrado bajo el camión. El ministro herido, secretario general del Movimiento (que había sustituido a  José Utrera Molina solo cien días antes) fue trasladado con urgencia a Villacastín. Al llegar ya estaba muerto. Franco (que aún no había terminado de digerir la “bomba de Estoril”) conoció la luctuosa noticia mientras presenciaba en la Monumental la corrida de Beneficencia. Y en Zaragoza, después de casi tres días de absoluta incomunicación, ese mismo día 12, el director de “Andalán”, Eloy Fernández Clemente, ingresaba en la Prisión de Torrero, sin que el juzgado que instruyó las diligencias decretara su libertad, ni incondicional ni bajo fianza. La víspera, el día 11, funcionarios de Información y Turismo secuestraban también el número 141 de “Cuadernos para el diálogo”, donde había un artículo de Rafael  Arias-Salgado titulado “Razones para el cambio político”. El horno de Arias Navarro, caracterizado por su espíritu receloso y estrecho, no estaba por aquellos días para bollos. A España le había mirado el tuerto y había que ir con mucho cuidado y tocando madera.