Por todos es conocida la importancia que tiene el vino de Toro, con denominación de origen protegida desde 1987. En sus viñedos a 700 metros de altura con suelo pedregoso de aluvión, pobre en materia orgánica y bajo contenido en sales minerales se produce la conocida uva ‘tínta’, que es una adaptación de uva ‘tempranillo’ a esa zona. Sus vinos se cuenta que embarcaron en los primeros viajes de Colón para consumo de la marinería. De hecho, “La Pinta”, una de sus tres carabelas del primero de los viajes fue bautizada con ese nombre por el toresano fray Diego de Deza, confesor de la reina Isabel I de Castilla, en referencia a una medida de capacidad que se empleaba en esa ciudad zamorana y que aún hoy se utiliza como expresión coloquial en las viejas tabernas que van quedando al referirse al hecho de tomar un trago de vino peleón. El siglo XIX, cuando la filoxera se extendió por gran parte de Europa, Toro comenzó a exportar vinos a Francia y muchos enólogos franceses se instalaron en nuestro territorio, mayormente en La Rioja, beneficiando a los bodegueros con su experiencia. Manuel Fariña, importante bodeguero, consciente de que la alta graduación de los vinos toresanos no era bien aceptada como vino de mesa, planteó en la década de los 70 del siglo pasado hacer un adelanto en la vendimia de casi un mes, al entender que ese era mejor momento de maduración y que tal adelanto reducía su graduación desde los 16 o 17 grados a los 13 o 14. Aquel cambio fue de gran importancia comercial en sus variedades de ‘tinta’ , ‘garnacha’ y ‘malvasía’. Pues bien, hoy me entero de que una bodega, “Liberalia Enológica”, fundada en el año 2000 por el ingeniero agrónomo Juan Antonio Fernández, ha conseguido hacer el primer vino espumoso con la D.O. Toro, “Ariane 2023” brut nature, con el tradicional método “champenoise", que elabora desde 2004 y que amparado por esa D.O. ahora ha decidido comercializar en una edición limitada de 2.000 botellas, elaborado a base de uva blanca ‘verdejo’ tras 12 meses de crianza subterránea, y -como su dueño señala- “siempre durmiendo con música”. Supongo que será con gaitas sanabresas y donde no falte el ‘bolero de Algodre’.
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